Justicia (33): pp.239-255. Enero-Junio, 2018.
ISSN 0124-7441 • DOI: https://doi.org/10.17081/just.23.33.2891
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ARTÍCULO DE
INVESTIGACIÓN
239
Cómo citar este artículo:
Hernández Castillo, G. D., & Cabello Tijerina, P. A. (2018). Reconstrucción de la masculinidad: como vía de paz en el contexto de
los MARC. Revista Justicia, 2 3 (33), 239-255. https://doi.org/10.17081/just.23.33.2891
Recibido: 10-08-17
Aceptado: 10-09-17
Publicado: 18-01-18
DOI:
https://doi.org/10.17081/just.23.33.2891
Reconstrucción de la masculinidad: como
vía de paz en el contexto de los MARC
Reconstruction of masculinity: as a way of
peace in the context of the ADR
Gil David Hernández Castillo
1
| Paris Alejandro Cabello Tijerina
2
1 Doctor en Métodos Alternos de Solución de Conflictos, M.C. en Violencia Familiar. Universidad Autónoma de Nuevo León. Correo
electrónico: gildavidhc@yahoo.com.mx
2 Doctor en Intervención Social y Mediación por la Universidad de Murcia. Correo electrónico: paris_cabello@hotmail.com
RESUMEN
La violencia familiar ha tomado auge en los últimos años, en teorizaciones e investigaciones,
su incidencia no es tan reciente como lo es en su análisis y estudio, antes se tomaba como un
conflicto del interior de la familia, era considerado una circunstancia del poder del hombre sobre la
mujer. Para desarticularla se requieren de medios y factores que la pueden desestructurar como
la ley y el tratamiento de carácter psicológico social y clínico criminológico. La ley es la instancia
que le permite al ser humano socializarse, a través de la mediación como una herramienta de paz
que auxilia a fundar un entorno pacífico, de transformación de los conflictos en ideas, fomentando
el diálogo, la empatía, la solidaridad, la no-violencia, la comprensión, la integración, la creati-
vidad, la participación y el consenso, generando reconstrucción de masculinidad.
Palabras clave: Conflicto, mediación, paz y reconstrucción de masculinidad.
ABSTRACT
The family violence gets an importance in the last years, in theories and investigations the
incidence is not very common like you see it in the analysis and studies, but is taken as a conflict
from inside the family, is considerate like a circumstance of the power of the man over the woman.
For it to stop it needs some factors that could separate it like the law and the treatment of psycho-
logical character, social and clinical criminology. The law, instance that lets the human socialize
through mediation like a tool of peace that helps to create a pacific environment, the transfor-
mation of the conflicts in ideas, encouraging the dialogue, empathy, solidarity, non-violence,
comprehension, integration, creativity, participation, and consensus, generating reconstruction
of masculinity.
Keywords: Conflict, intervention, peace and reconstruction of masculinity.
Justicia (33): pp. 239-255. Enero-Junio, 2018. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. DOI: https://doi.org/10.17081/just.23.33.2891
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INTRODUCCIÓN
Como seres que vivimos en comunidad y que nos encontramos integrados
por una diversidad de familias, heterosexuales, homoparentales, donde
se construyen masculinidades y la feminidad, aparecen los roles sociales,
adaptados particularmente a cada época, al medio ambiente y aun así,
con múltiple diversidad de formas, en particular cuando nos referimos a la
construcción de la masculinidad, que se estructura a través del machismo y
a la violencia de género y se sostiene como parte de la tradición y la cultura
humana, no podemos dejar de pensar en la falta de tranquilidad y paz social
(Bornhauser, Bruning & Ramírez, 2012).
La violencia familiar socava y destruye a familias, identidades en construcción
de hijos adolescentes, crea inseguridad en niños pequeños que se vuelven
testigos de la violencia, que les afecta en su desarrollo emocional, así
como en su desempeño escolar. Es más ejercida por el padre, fomentada
por la madre y es consecuencia de esta. Una de las principales víctimas es
la mujer (Hernández, 2012). La violencia familiar da lugar y estructura a la
violencia masculina también conocida como machismo, repercutiendo en la
construcción de su propia masculinidad, en donde tiene que vivir bajo dos
expectativas, la de autoridad y la de servicio por otros.
Esta violencia masculina se origina por el miedo del hombre a perder un lugar,
que está más en su imaginario que en la realidad de lo que vive, en donde
incluso no necesariamente los conflictos que se originan son producto del
conflicto presente, sino de uno pasado que se reactiva y se actualiza.
La violencia de las mujeres es más una resistencia, esto lo consideran algunos
especialistas sobre el tema y cuando ellas la ejercen es sobre personas más
débiles, en un inicio otras mujeres, adultos mayores, sus padres, abuelos,
personas discapacitadas, menores de edad, generalmente sus hijos, sus
alumnos y en menores casos, en otros hombres (Gómez, 2006). Se considera
que la violencia hacia la mujer es una mala elección y que esta se puede
prevenir, corregir y cambiar a través de la reconstrucción de una masculinidad
no violenta que inicie una vía, un camino a la paz.
Para encontrar una masculinidad no violenta pensamos que existen ciertos
tratamientos de carácter sociológico, psicológico, antropológico, criminológico
que permean en la identidad del sujeto, pero también, así como la violencia
es una construcción social, que la estructuran, es decir que la conforman.
Pensamos que existen medios y factores que la desestructuran como las
ciencias antes mencionadas y sus tratamientos (Soria, 2005).
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La ley le da lugar al ser humano para trabajar sus emociones, contenerlas
y reprimirlas no importa que ley sea la de los padres, la social o la norma
legal. Es en donde los métodos alternos de resolución de controversias,
coadyuvan con la ley, en particular la mediación sirve para la estructuración
de la contención del otro, en este caso de los hombres y su masculinidad.
Entonces calculamos que el procedimiento de la mediación efectuará un
cambio en el hombre para facilitar la reconstrucción de la masculinidad, a una
masculinidad no violenta.
Afecta a los involucrados en su autoestima y en su desempeño, ya sea
familiar, social, laboral, educativo, y en su felicidad, por lo cual se vuelve
necesario buscar otras vías a las tradicionales que nos den elementos de
reconstrucción de la masculinidad y que reconozcamos estas desde la óptica
científica y su rigor. Por lo tanto, nuestros principales objetivos son analizar
cómo se produce esta violencia masculina en el seno de la pareja, cómo
afecta a las partes y cómo la mediación como un mecanismo autónomo la
puede desarticular con su protocolo de actuación.
La mediación como vía irenológica beneficia directamente en la transfor-
mación pacífica de los conflictos familiares, otorgándoles a los cónyuges una
metodología especializada en la gestión de los conflictos, en donde ambos
actúan en igualdad de condiciones y logran con ello un equilibro de poderes
que les permita encontrar soluciones más justas y equitativas.
Así mismo, la implementación de la mediación como una vía de paz otorga
beneficios indirectos como son la adquisición de valores como el diálogo, el
respeto, la tolerancia y la empatía, y también el aprendizaje de habilidades
y actitudes para la gestión de los conflictos que permiten la culminación del
ciclo de la violencia y establecer un compromiso perpetuado de no agresión
por parte del hombre hacia la mujer, es decir, existe una restructuración de la
masculinidad.
Tanto la paz como la mediación crean espacios idóneos donde confluyen la
comunicación asertiva y el respeto en todos los escenarios humanos posibles,
psicológicos, sociológicos, antropológicos, políticos e históricos (Muñoz &
Jiménez Arenas, 2015). Ciencias que como explicamos anteriormente contri-
buyen a la reconstrucción de una masculinidad no violenta.
Siendo importante entonces el conceptualizar la reconstrucción de la mascu-
linidad en el hombre durante el proceso de mediación, a través de una inves-
tigación cualitativa y cuantitativa que nos dé los elementos y factores que la
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propician (Hernández, 2012). Así como el poder detectar la modificación de
la conducta violenta, por una conducta de equidad de género, producto del
proceso de la mediación, cuando se dé la firma del acuerdo.
RECONSTRUCCIÓN DE MASCULINIDAD
Se han realizado diversos estudios sobre el hombre, pero pocos sobre la
reconstrucción masculina y la violencia, por más antigua que parezca esta
información en la literatura científica, las investigaciones que nos preceden
son de la segunda mitad del siglo XX, en el marco de los estudios desde
la teoría de género que han analizado a los hombres, pero en un sentido
que parece excluir a su construcción de masculinidad y su relación con la
violencia. Esto ha servido para normalizarla.
En años recientes también se ha investigado a los hombres frecuentemente
en contextos relacionados con la marginación social y los comportamientos
antisociales, delitos, crímenes o ilícitos, pero poco se ha estudiado sobre la
relación con el género masculino y los aspectos de identidad, así como las
prácticas asociadas a este tema (García, 2010).
Muchos autores expertos en el tema señalan que los hombres construyen su
identidad sobre los ejes del poder y del dominio que se presenta al mismo
tiempo, una fuente de temor, miedo y dolor para ellos mismos, como lo
señala Corsi (1999). Esto genera en los hombres gran sufrimiento de carácter
emocional y psicológico producto de la represión de los mismos y pensa-
mientos psicológicos, expectativas de autoridad y de servicio.
Este sufrimiento se debe también al esfuerzo constante por colocarse en un
lugar de dominio, de liderazgo y demostrar su poder, se plantea que el centro
de la construcción de la masculinidad dominante es la restricción emocional y
la abreacción de sentimientos y emociones, puesto que, en los hombres, los
signos de feminidad deben ocultarse.
En los estudios de género se identifica una relación entre las investigaciones
realizadas al campo de la identidad de la mujer, el origen y lo que se ha encon-
trado en hombres, lo que hoy conocemos de estudios de género, se insertan
los dedicados al análisis de las masculinidades y su forma de construcción,
por lo cual su forma de reconstrucción masculina. La mujer en sus relaciones
con los hombres en los distintos ámbitos en los cuales se relacionan, consti-
tuyen un elemento de trabajo amplio que versa sobre el tema, así como será
el principal elemento de discriminación y desconocimiento de que han sido
objeto de estudio por parte de estos.
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Se puede realizar un análisis de la implicación de la construcción social
de dominación, que tiene como base las diferencias de carácter fisiológico
sobre las que fueron creadas las funciones de género, en otros términos, de
relaciones de carácter jerárquico entre los hombres y las mujeres, encontra-
remos similitudes, así como sus diferencias (García, 2010). Cuando se hable
de identidad masculina tenemos que revisar inequívocamente la paternidad
positiva, de manera más amplia entendiendo las concepciones masculinas
sobre la paternidad que están referidas particularmente a la función de
proveedor, a las labores y a las de tipo reproductivo.
Basándose en la evidencia encontrada, en primer lugar, se discutirá sobre
el concepto de “responsabilidad” con el único propósito de poder explicar su
significación que está dentro de los mandatos de carácter social masculinos,
que tradicionales versan sobre la paternidad y su construcción.
Las decisiones sobre el uso del término paternidad positiva o responsable es
una resignificación de la paternidad patriarcal que existía antes del movimiento
feminista, se ha buscado profundizar la comprensión sobre la forma en que
el mandato, de la función del proveedor que moldea la identidad masculina,
así como las actitudes de los hombres hacia su función en las actividades
laborales o de tipo reproductivas, también del cuidado de los hijos (García,
2013).
Como se ha mencionado en párrafos anteriores, la violencia familiar y en
particular el término violencia y la acción que esta representa no se puede dar
solo una definición y como sabemos también la cultura y el uso social cambia,
como cambia la época y el lugar en donde se utilice, así como ocurre en la
violencia que muchos tienden a confundirla con la agresión (Carrasco, 2004).
Entonces se dirá que entre la agresión y la violencia existen diferencias y
similitudes marcadas y distinguibles, donde la agresividad es innata, es en
sí natural y la violencia es humana, señala el autor, pero consideramos que
lo humano también es de carácter natural por esto focalizamos más social y
le agregamos construida ya que no en todas las sociedades, ni de ahora, ni
de la antigüedad, la violencia familiar es una constante, el autor dice que la
agresión es inevitable y más adelante se contradice porque manifiesta que se
puede inhibir socialmente, por lo cual consideramos que la agresión es evitable
también, como parte de la culturización y que en la actualidad las necesi-
dades primaras podrían ser cubiertas, si no fuera por la gran desigualdad
entre la población con más recursos que es la minoría, a la población con
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menos recursos que es la mayoría, el consumismo, la sobrepoblación, las
guerras, las malas prácticas de empresas y gobiernos, entre otros factores
sociales que impiden la pacificación de las comunidades (Carrasco, 2004).
Cuando en la violencia avala que es evitable, se considera que de alguna
manera esta también presenta las dos fases ya que en ocasiones es inevi-
table, esto no quiere decir que sea justificable, sino que más bien con la
responsabilidad que atañe al que toma el camino del ejercicio de la violencia
en ese momento su estructura, sus recursos, su lógica es ejercerla como un
pasaje al acto, por último Carrasco (2004) nos señala que la agresión es un
impulso para la supervivencia y no la ubica en el ejercicio de la violencia pero
nosotros encontramos que sí se vuelve un impulso, para la supervivencia no
solo física, sino más bien emocional.
Existen diversas manifestaciones de la violencia familiar que se puede
presentar en distintos ámbitos y dimensiones de género particulares, dentro
de los ámbitos por mencionar algunos, encontraremos el ámbito estructural
que tendrá referencia con la estructura mental del sujeto, como ejemplo,
estaría la injusticia social, el racismo, la homofobia, el feminicidio, entre otros.
Otro ámbito es el económico laboral que serían los gastos de la casa, los
ingresos y la distribución de puestos de poder y remunerados en empresas
públicas o privadas, donde se presenta el acoso físico y/o moral en el trabajo,
conocido como el mobbing, así como la lamentable explotación laboral, o a
menores de edad, el acoso sexual, la diferencia de remuneración por sexo,
raza, religión y cultura, menores oportunidades de crecimiento o promoción
por las condiciones anteriores mencionadas, tráfico sexual, y prostitución
forzada. En el ámbito escolar contamos con el acoso escolar o el bullying,
que menoscaba la autoestima de los menores o de los estudiantes y que
genera modelos de repetición en las futuras generaciones, presentándose la
masculinidad violenta que debe de agredir o hacer bullying a los demás.
También en los conflictos armados y al terrorismo, con los refugiados, heridos
y desplazados, acosos y violaciones, tráfico de personas, militarización de
menores, tráfico de órganos, disminución de educación y servicios de salud y
crecimiento en las zonas de conflicto.
Otro ámbito más es el sexual, violencia sexual, violaciones y mutilaciones
femeninas, también tenemos al ámbito deportivo en cuanto a la violencia en
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el deporte, la competitividad llevada al extremo, donde se lastiman los depor-
tistas, ellos solos o al contrincante, por último, el ámbito que se da en la calle,
como las agresiones físicas, la insensibilidad, la falta de solidaridad, la falta
de empatía, robos, accidentes preterintencionales.
Al analizar todos estos ámbitos y manifestaciones de la violencia familiar
podemos dejar en claro cómo se dio en un inicio sus estudios y por qué en
particular algunos profesionistas fueron los precursores y pioneros en estos
temas, en un inicio se observó desde el ejercicio del poder, luego pasó a ser
un tema político, posterior a esto de derechos humanos que no ha dejado
de seguir proponiendo o generando información que atienda circunstancias
al respecto y ahora es un tema de salud pública y de políticas públicas en
búsqueda de la paz social.
Esta violencia familiar se presenta en varias vertientes, la que se da mayorita-
riamente es entre la pareja: del hombre hacia la mujer; en segundo plano de
padres a hijos que en su mayoría es del padre a los hijos, con mayor frecuencia
que de la madre hacia los hijos; en tercer lugar se da entre hermanos, presen-
tándose con mayor frecuencia de hermanos mayores a menores en primer
plano y de hermanos hombre a hermanas mujeres; en cuarto lugar contra los
padres, generalmente también con mayor frecuencia de hijos varones hacia
las madres y en segundo plano hacia el padre; y en quinto lugar hacia los
adultos mayores, de igual forma de varones hacia los ancianos. Cabe señalar
que en las familias homoparentales también se presenta esta violencia
familiar, analizamos que puede ser violencia cruzada pero también unilateral.
Detectamos aspectos negativos que impiden o se tienen que trabajar para
que se presente la reconstrucción de la masculinidad y otros positivos, que
facilitan la reconstrucción de la masculinidad. Los negativos son: violencia,
anulación, devaluación de la mujer, devaluación de grupos minoritarios, falta
de educación, poca sensibilización, frustración, miedo, resistencia al cambio
e indiferencia social. Los positivos son: oportunidad, sensibilización, cultura
de la paz y no violencia (Hernández, 2012).
Los avances científicos que ha tenido la Irenología han ampliado sus beneficios
sociales, permitiendo la identificación de diversas vías de acción regenera-
tivas del tejido social, una de esas vías, es sin duda la reconstrucción de la
masculinidad, entendida como neo ratio, etimológica de la misma.
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EN BÚSQUEDA DE LA PAZ: MEDIACIÓN EN CASOS DE VIOLENCIA
FAMILIAR
La historia marca el año 1993 con la firma de tratado de libre comercio entre
Canadá, Estados Unidos y México, y con esto la introducción de los MARC
(Métodos Alternos de Solución de Conflictos) a nuestro país, entonces ya más
de una década en donde de manera oficial los métodos alternos han venido a
ser parte del acontecer mexicano, y como toda ciencia nueva, en un principio
las cosas no eran tan claras, como lo son ahora para los MARC, fue la
evolución y las personas que acompañaron este proceso, los que permitieron
generar las condiciones actuales para los métodos alternos y las condiciones
que se generarán en el futuro, que también dependen ahora de nosotros, la
nueva generación de mediadores.
En la actualidad y con la reforma constitucional del 2008 nuestro sistema
de justicia mexicano a través de los MARC facilita la acción de una justicia
pronta y expedita. Se puede pensar que la naturaleza de los acuerdos de
la mediación es la justicia o la búsqueda de esta, su génesis, pero será la
voluntad de las partes siempre la que la ve nacer y que la sostiene.
Existen también diversos entes gubernamentales y del sector privado insti-
tuciones y universidades que generan cursos certificatorios en MARC, en
particular la Universidad Autónoma de Nuevo León, cuenta con un programa
de maestría y otro de doctorado, el de doctorado es de excelencia por el
CONACYT donde se busca generar más recursos humanos especializados
y con enfoque científico que produzca mayor aporte de información del que
nos dan los MARC.
Se ha analizado mucho sobre la intervención de los métodos alternos de
solución de conflictos en el ámbito familiar y se tiene excelentes resultados
al gestionar estas alternativas para la sociedad, en México como en muchos
otros países la formación de los mediadores familiares en caso de divorcio
hace que intervengan en situaciones donde muy probablemente existió la
violencia familiar en esa pareja (Gorjón, 2013).
Esto hace presente la mediación familiar en casos de violencia familiar,
aunque el conflicto que se desee arreglar no tenga que ver con la violencia
misma. Es decir, en todos los casos de familia debemos suponer que pudo
existir violencia familiar. El Consejo Europeo de la misma organización asiste
el caso de violencia familiar, ya que define a la familia como el contenedor que
soporta la estructura de los estados. Esta idea establecerá el modo de que la
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convivencia humana esté sobre muchos otros principios y en los casos que
esto no ocurra un árbitro o un mediador deberá intervenir.
La intervención de este tercero será la de tomar las medidas necesarias para
llegar a un acuerdo entre las partes. Se sabe que la mediación debe ocurrir
en la presencia de todas las partes para no generar lo que se trata de prevenir
que es la violencia, puede ser muy claro expresar esto, pero es de suma
importancia remarcarlo.
En los casos de mediación familiar se considera un principio que conviene
a las partes llegar a un acuerdo y finiquitar el conflicto, la mediación siempre
será un factor para mitigar el conflicto (Cabello, 2013). En España en el año
2011 se implementó la mediación familiar en casos de violencia, desde la
óptica de trabajo social, a través de un caso derivado en este se percataron
que era un proceso y una herramienta de trabajo esencial para la resolución
de conflictos en las familias.
En ese momento se comenzó a estudiar la mediación con el apoyo de la Ley
Valenciana de mediación familiar. Posterior a esto se intentó llevar a cabo una
investigación con los puntos más destacados de la norma. Las características
en la mediación que son voluntariedad, neutralidad, imparcialidad y confiden-
cialidad, facilitan la no replicación de la violencia en la atención de los casos;
la mediación es presentada ante la familia como un recurso más que abre
nuevas vías y caminos para fomentar, robustecer y fortalecer desde el mutuo
respeto, la autonomía y la libre capacidad de las personas en particular de
las mujeres violentadas para decidir su futuro, elementos que nos permiten
pensar en que la reconstrucción de la masculinidad es una vía de paz.
Para tener en cuenta su eficacia de la mediación familiar aplicada a casos
específicos de violencia y de crisis de convivencia, posibilita dejar en manos
de la pareja o exparejas la alternativa de reconciliarse o acordar su separación
momentánea, duradera o divorcio, delimitándose el mediador a poner en la
mesa de negociación los factores técnicos, así como la información que se
necesita para alcanzar los acuerdos y con esto evitar que la pareja lleve sus
conflictos al sistema judicial.
Cuando en España se habla de la posibilidad de la mediación familiar en
los delitos de violencia de género se produce una reacción negativa en la
sociedad, ya que la particularidad social, así como jurídica en estos delitos
y su tratamiento procesal en el sistema penal español puede parecer que
favorece al victimario (Bautista, 2016). Pero la mediación tiene como objetivo
la recomposición de las relaciones familiares, la búsqueda de la paz social,
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por lo cual el rechazo que se presenta como posible respuesta a que esta se
aplique en estos casos es discutible.
Se piensa que la mediación generará que la víctima ceda, o pierda valor a lo
ocurrido, que el victimario se empodere y recupere equidad con el ofendido,
pero debemos recordar que el objetivo de la mediación no es salvar al victi-
mario, más bien que los acuerdos puedan garantizar la protección de la mujer,
su empoderamiento. La mediación no es entonces la sumisión de uno contra
otro sino llegar a acuerdos, pensando en su finalidad que es que el hombre
violento reconozca los hechos, los detenga y los censure, logrando con esto
una cultura de paz.
También se podría añadir que en los casos no se trata de un conflicto entre
las parejas o exparejas que pueden decidir a conciencia y con equidad en
un plano de libertad e igualdad, un acuerdo, sino que también un vínculo de
nuevas formas de resolver los conflictos. Es entonces la mediación actual la
que se valora con la posibilidad de posicionarse como un instrumento, para
que la víctima pueda ser oída y exprese qué daño le ha producido el suceso o
incluso un delito, así como cuáles son las necesidades que intenta satisfacer.
Y que la otra parte se haga responsable de sus actos.
El mediador por su parte será neutral con amplios conocimientos adecuados
que ayudará a la víctima, así como al victimario a entender las causas y el
origen de los conflictos, sus consecuencias y con esto elaborar los acuerdos
para la reparación del daño. La mediación aplicada en la familia es una insti-
tución vigente desde siempre por lo que se refiere al método de afrontar los
conflictos entre particulares y en grupos, también puede ser utilizada en
cualquier ámbito o situación, su labor cotidiana es que trabajen en circuns-
tancias en las que se presentan o pueden presentarse diversos conflictos.
El concepto de mediación familiar señala que se trata de un acto llevado a
cabo entre personas o grupos por un tercero, en el cual las partes participan
de forma libre y les pertenece, en exclusiva, la decisión final del acuerdo. Está
destinada a generar el surgimiento de relaciones nuevas entre los particu-
lares y el restablecimiento de las lastimadas, a través de una comunicación,
en donde se prevea o sanando las relaciones perturbadas que pudieran
estar dañadas, esto contribuye mucho a la prevención de la violencia familiar
(García, 2010).
Es la mediación social en la familia una técnica que funciona para crear un
clima de diálogo de paz entre las partes que están sometidas a un conflicto
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familiar particular, con el fin de que se puedan encontrar, de común acuerdo.
Existen fórmulas necesarias para gestionar en los conflictos la forma que
resulte más satisfactoria y positivamente posible para todos, en donde se
respeten en todos los casos, los intereses de los menores implicados.
ACTUALIDAD EN LA MEDIACIÓN EN LOS CASOS DE VIOLENCIA
FAMILIAR
Actualmente la mediación que se aplica en procesos de violencia de género
es un medio inequívoco de justicia restauradora o restaurativa, que conlleva
dificultades para su instauración en el sistema penal español y de muchos
otros países, por lo cual debemos señalar cuáles son estas aristas y que ellas
mismas nos generen áreas de estío e investigación a futuro.
Ante los posibles escenarios positivos de la implantación de la mediación en
estos casos debemos entender que la alternativa pacificadora que además
es de carácter integrativo siempre desde una perspectiva de la víctima, así
como del victimario y la comunidad, donde les facilite el protagonismo que
merecen, pudiéndose establecer una cultura de paz, de entendimiento que
además desarrolle en la sociedad un nuevo modelo de enfrentamiento ante
los conflictos y sus formas de solucionarlos (Vázquez, 2012).
Se debe tener en cuenta también la adecuada satisfacción a los intereses
de la persona agredida por parte de profesionales como los psicólogos, los
sociólogos, los abogados y los trabajadores sociales para ofrecer un servicio
en este sentido integral y digno. En el caso de España se han realizado y
creado muchos proyectos nuevos sobre la mediación penal en particular,
las comunidades como Catalunya o la Comunidad de Madrid, en donde el
proyecto que se desarrolló fue mediante un acuerdo con la Asociación para la
Mediación y Pacificación de conflictos que aportó a los mediadores.
Para este caso, se realizaron en un único Juzgado de lo Penal de Madrid
durante diecisiete meses, doce procesos de mediación. En la comunidad de
Catalunya existen varios proyectos también como el del Juzgado de Violencia
sobre la Mujer que inició en 2009, y ha dado resultados positivos. Este
programa penal de Catalunya se realiza con estudios de carácter científico
que son importantes en la materia.
Como se sabe, existen múltiples experiencias de la mediación en la atención
familiar, incluso la mediación en los casos de violencia familiar, en un inicio
generó conflictivas diversas por varios factores, algunos porque la violencia
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no se puede mediar debido a su disparidad de poder y de ejercicio. También
influyó, como sabemos, la inexperiencia de los mediadores para que las inter-
venciones de la mediación en los conflictos de violencia familiar no funcio-
nasen. En la actualidad y con todas las reservas se aplica la mediación en
casos que anteceda la violencia familiar pero no para mediar en esta, sino en
otros factores alrededor que tienen que ser negociados por la pareja. En el
estado de Jalisco en México se tiene una experticia y normativas en su ley
sobre cómo intervenir en lo que ellos llaman la atención de los métodos alternos
en los casos de violencia intrafamiliar (Hernández, 2014). En Latinoamérica y
en Europa particularmente en Argentina y España se tienen experticias satis-
factorias de intervenciones de mediación en caso de violencia familiar.
PRONÓSTICO DE LA INTERVENCIÓN DE LA MEDIACIÓN EN EL
CONTEXTO DE LA VIOLENCIA FAMILIAR
Los beneficios o las desventajas de los procesos de mediación son objeto
de reflexión, discusión y estudio. Muchos profesionales de mediación familiar
y penal están realizando diversas investigaciones para detectar las repercu-
siones y consecuencias de su aplicación y que con esto se generen medidas
para mejorar.
La mediación es adecuada en algunos casos donde las historias de las
víctimas no sean graves, así como cuando la conducta del agresor se presentó
como un incidente aislado, es decir único. Se puede incluir que es útil también
cuando han tenido antecedentes de violencia y el agresor admite por completo
su responsabilidad que produjo su conducta violenta anterior y en la pareja
no está segura de querer terminar con la relación; aquí la mediación puede
ayudar a que los participantes se reencuentren.
La mediación se presenta como una gran posibilidad para solucionar los
conflictos sea cual sea el desenlace, ya que cuenta con una serie de ventajas
que podrían ser aplicables en muchos casos de violencia hacia la mujer y de la
llamada violencia de género. Puede surgir en el futuro algún otro conflicto, pero
se garantiza con esto que las partes estarán más preparadas para reflexionar
y con esto afrontarlo para resolverlo. El costo económico será menor que el
costo que pueda representar si se acude a una demanda judicial, así como
los costos emocionales; se esperaría que también se disminuyeran la agresi-
vidad y la violencia, y que ocurra el empoderamiento de las mujeres (Bautista,
2016).
El futuro de la mediación está casi garantizado porque es un proceso que
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siempre busca otorgar de forma real un espacio de diálogo que es directo, en
donde participan entre dos o más personas que están relacionadas de alguna
forma y que tienen un problema. El sentido de esto es que puedan reflexionar
y conversar sobre que originó el conflicto y cuáles fueron entonces las conse-
cuencias que se han presentado posteriores a él. Preguntarse cuáles han
sido los intereses de cada una de las partes, esto siempre acompañado por
un mediador cualificado que les facilitará el diálogo en búsqueda de vías de
solución del conflicto.
En cuanto a los mediadores, como hemos mencionado antes, serán profesio-
nales especializados, con los estudios necesarios y las técnicas suficientes
de la comunicación, que sepan la aplicación de los modelos de mediación,
con esto garantizan la eficacia del proceso. Se deberá facilitar el diálogo para
aportar de manera profesional en las partes las herramientas de carácter
comunicativo que sean suficientes y finalizar su proceso de manera satisfac-
toria para ambos (Cabello, 2013).
En el contexto particular de las familias, es la mediación la que concederá un
espacio adecuado, de lo que pudiera ocurrir en las audiencias de carácter
judicial. En cuanto al tratamiento de los conflictos familiares se facilita, ya
que permite que se aborde de forma personal, así como de manera directa
el conflicto, cuente cada quien las historias, vean e identifiquen en qué
son comunes y con esto la participación de cada uno de ellos permita la
construcción para la solución a través del diálogo consensuado. La mediación
tiende a asociar los problemas familiares y sus soluciones de forma pacífica y
con equidad, en la práctica esto resulta una excelente herramienta para poder
gestionar los conflictos, así como aplicarla en otras áreas.
En cuanto a los conflictos no se puede excluir que no se presenten en la convi-
vencia familiar aunque no es deseable, existen alternativas con la mediación
familiar para poder gestionar formas adecuadas de solución de conflictos
(Gorjón, 2013). En el futuro se irán especializando las formas de medir
los conflictos en las familias, así como se ve en esta modernidad que van
aumentado y serán más complejos, es en donde la mediación familiar tendrá
que generar las ventajas que presenta para cuidar las relaciones familiares,
aún en los momentos más difíciles. La mediación en sí se basa en la idea
principal de cooperación y no propiamente en la de enfrentamiento, con ello
pretende que las personas podamos comunicarnos de manera adecuada
y desde el respeto para hacer que el diálogo sea el cauce para manifestar
nuestras necesidades e intereses y conflictos.
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Como en todos estos procesos, la persona que media será quien ayudará a ir
deshaciendo los conflictos uno a uno, es aquí en donde en cada uno de ellos
se tendrá que sistematizar la experiencia para crear conocimiento científico
fundamentado en la práctica y con esto arreglar también la disputa. En el
futuro la conflictividad estará fuertemente enraizada en la cultura humana,
seremos más sensibles en cuanto a estos temas y cómo solucionarlos. Por
otro lado, las relaciones que se llevaron a cabo en comunidades vecinales, en
los barrios y en cómo se transforman serán las que marquen el devenir de la
mediación familiar, no solo en nuestro país sino en el resto del mundo.
Como ya hemos visto, la mediación familiar es un verdadero espacio para que
esta comunicación fluya. En donde la cultura de la mediación y la paz suponen
una cultura particular de la comunicación, porque es la mediación la que
pretende facilitar que las personas encuentren muchas posibles soluciones por
ellas mismas de un modo pacífico y apegado al diálogo. En ciertas ocasiones,
sobre todo cuando las emociones son muy intensas, pueden obstaculizar la
capacidad del mediador, en un futuro próximo este, así como ya lo empieza
a hacer ahora, deberá emplear herramientas o estrategias de afrontamiento
que, como sabemos, lo conducirían a una gestión constructiva para la solución
del problema. Es entonces que cuando se perciba que la situación está muy
arraigada y que no hemos sido capaces de avanzar como teníamos pronos-
ticado, podemos recurrir o pedir apoyo a una tercera persona. Esto de forma
confidencial, ya que no importa la identidad sino el conflicto, las partes y las
soluciones tal vez algo se nos escapa. En particular si se trata de una persona
mediadora, esta nos ofrecerá la posibilidad de ayudarnos a desbloquear la
situación de conflicto, facilitando la búsqueda de soluciones a través de la
mediación que parte de la premisa de que, en cada pareja, así como en cada
familia, se sabe por qué ha llegado a la situación de la disputa en la que se
encuentran en ese momento. Y qué se tiene que hacer para poner cada uno
de su parte si quiere superar ese conflicto, así, las negociaciones comienzan
y podrán tener lugar cuando las personas inmersas sean las partes en una
disputa que han reconocido su existencia.
Es importante que estas hayan acordado la necesidad de resolverla, y de
cómo llegarán al acuerdo, así como estén en plena conciencia de que llegado
este se tendrá que respetar. La labor en el futuro de la persona mediadora será
acompañar en todo momento del proceso a la familia que está en dificultad,
favoreciendo sin perder la imparcialidad que puedan volver a sentirse capaces
de tomar sus propias decisiones utilizando sus propios recursos.
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CONCLUSIONES
Es por medio de esos recursos que se destaca como lo es la escucha activa
ante lo que la otra persona tiene que contar; así como la comprensión de
que la persona con quien tiene el conflicto que es alguien diferente a ellos,
posee sus propias necesidades, así como valores, sentimientos y claro, la
disposición para buscar solucionar también ese conflicto. Los sentimientos
de los mediadores deben ser estudiados mejor cuando podemos manifestar
nuestros sentimientos, que en los conflictos familiares son muy intensos y
para los cuales no hay espacio en otros escenarios.
Esta sociedad, que se dice tan avanzada y de alto grado de bienestar, busca
cauces más maduros que los tradicionales para que se haga justicia. Es impor-
tante que en los tribunales y en los juzgados se puedan ofertar y canalizar a
centros de mediación para resolver los conflictos, no es necesario recurrir a
estos, sino que se pueden resolver a través del proceso de mediación. Cada
vez serán más las parejas que acudan a los centros de mediación. Ahí, con
la ayuda de las personas mediadoras, tienen la oportunidad de hablar y de
escucharse, de comprenderse mutuamente, de entender y manifestar cómo
se sienten y de acordar la organización de la vida futura de la manera que
mejor les convenga.
De alguna forma, el proceso es terapéutico en el sentido de que hace aflorar
el rencor y el odio que a veces se siente por la otra persona ante el fin de la
vida en común, con alguien a quien hemos querido durante un tiempo, que
puede ser breve o largo pero que siempre nos marca. Se tomará en cuenta,
que la pareja plantea los temas que quiere tratar y la persona mediadora se
hace cargo del programa para establecer un diálogo sobre cada uno de ellos
y, si se da el caso, lleguen a acuerdos. Todos los conflictos entre padres,
madres, hijas e hijos, hermanos son cada vez más frecuentes. En realidad, no
son algo nuevo, siempre los ha habido, pero antes no se manifestaban tanto
por el modelo de relación que vinculaba a los miembros de las familias. La
forma de relacionarse ha cambiado y ya no encontramos, salvo en algunas
excepciones, la autoridad paterna y la materna como pauta de comporta-
miento familiar.
En la actualidad y en el futuro próximo las personas jóvenes gozan de gran
libertad y tienen otras posibilidades. En general, se vive el conflicto como algo
muy negativo que nos hace sufrir cuando no tiene que ser así necesaria-
mente. El conflicto se puede ver como natural en cualquier relación humana, y
es fundamental que aprendamos también a gestionarlo de manera adecuada
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para que pueda ser un elemento que nos ayude a reforzarnos y a fortalecer
las relaciones familiares. Podemos colocarnos en este lugar, probablemente,
nos ayude a entender mejor cómo se sienten las personas que acuden al
centro de mediación, cuando las personas se enfadan podemos tener senti-
mientos diversos como resentimiento, dolor, ira, decepción, tristeza, culpa,
sensación de engaño, vergüenza, deseo de venganza, miedo, ansiedad.
Podemos también pensar que tenemos mil razones para continuar estando
así y buscar las formas de contrarrestarlas. Aunque la mediación no tenga
como objetivo una función terapéutica o reparadora, en la mayoría de los
casos produce efectos saludables, es decir, se produce una transformación
en las relaciones personales, en el estilo que se tiene de la comunicación, que
sin duda favorecerá la gestión de todas las posibles dificultades que surjan
en el futuro. En la mediación siempre se adecúa a las personas y cuando
hablamos de personas, hablamos de percepciones, las emociones, los senti-
mientos, sus historias de vida, pautas propias de comunicación y un sinfín de
variables que no se pueden obviar (García, 2013).
Los MARC pueden contribuir a la cultura de la paz en los casos de violencia
familiar, en cuanto a nuestro objeto de estudio será el proceso de la recons-
trucción de la masculinidad, que, si bien la masculinidad por el ambiente
social de vida se construye y este en su generalidad es de carácter violento
y de sometimiento al otro, particularmente a la mujer, puede entonces ser
reconstruido o deconstruido (Vázquez, 2012). En el contexto nuestro sujeto de
estudio y objeto de estudio será investigado en las salas y recintos donde se
realice la mediación, por mediador capacitado para ello y en donde las partes
tengan previo conocimiento de dicha investigación.
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