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Gestión de economía solidaria y calidad de vida en las
comunidades campesinas
Management of solidarity economy and quality of life in
rural communities
Margel Alejandra Parra Fernández
Corporación Universitaria de la Costa, Barranquilla, Colombia
Sergio de Jesús Cárdenas Trujillo
Corporación Universitaria Latinoamericana, Barranquilla, Colombia
María del Rosario Velásquez
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Pachuca, México
Resumen
Objetivo: Este estudio se realizó con el objetivo de identificar los elementos de economía solidaria
para promover calidad de vida en las comunidades campesinas afectadas por el conflicto armado
colombiano. Método: La investigación fue de tipo descriptivo, no experimental, de campo. La
población estuvo conformada por veinte personas vinculadas a 5 comunidades campesinas. La
técnica de recolección de datos consistió en aplicar dos cuestionarios, uno para economía solidaria
con alternativas dicotómicas y el otro para calidad de vida con diferentes alternativas tipo escala
Likert. La validez se obtuvo a través del juicio de expertos. Para el cálculo de la confiabilidad se
utilizó el método de alfa Cronbach, obteniéndose un valor de 0.85. Resultados y Discusiones: Los
resultados indican que en la gestión de economía solidaria prevalece la asociatividad y la solidaridad;
no obstante, la autogestión, la propiedad y la racionalidad económica muestran tendencias
negativas. Esto indica que se deben evaluar las actividades necesarias para establecer los
componentes requeridos para desarrollar las redes de economía solidaria en estas comunidades.
Conclusiones: Se identificaron las diferentes experiencias organizativas campesinas con respecto a
la asociatividad, la autogestión, la autonomía y la solidaridad. Además, se constató que estas
experiencias comparten el elemento común de haber surgido en situaciones límite.
Palabras clave: Asociatividad, autogestión, calidad de vida, solidaridad.
Clasificación JEL: D71, D24, D63, D85
Abstract
Objective: The objective of this study was to identify elements of the solidarity economy to
promote a better quality of life in rural communities affected by the Colombian armed conflict.
Method: The research was of a descriptive, not experimental of a field type. The population was
composed of twenty people linked to 5 peasant communities. The technique of data collection were
two questionnaires, one for a solidarity economy with dichotomous alternatives and the other for a
quality of life with different Likert scale alternatives. The validity was obtained through expert
judgment. For the calculation of reliability, the Cronbach alpha method was used, where a value of
0.85 was obtained. Results and Discussions: The results indicate that in the management of a
solidarity economy, the associativity and solidarity prevails, however self-management, property and
economic rationality show negative tendencies. This indicates that they should be oriented to
evaluate the activities necessary to establish the components needed to develop solidarity economy
networks. Conclusions: This study made it possible to identify the different organizational
experiences of peasants with regard to associativity, self-management, autonomy and solidarity, as
well as finding that a common element shared in these experiences is that they have arisen in
borderline situations.
Keywords: Associativity, self-management, quality of life, Solidarity.
JEL Classification: D71, D24, D63, D85
Como citar este artículo (Apa):
Parra-Fernández, M., Cárdenas-Trujillo, S. & Velásquez, M. (2018). Gestión de economía solidaria y calidad de vida en las
comunidades campesinas.
Desarrollo Gerencial, 10
(1), 83-104. DOI: https://doi.org/10.17081/dege.10.1.3046
Autores de
Correspondencia:
margel.alejandra@gmail.com
sergiocardenast@hotmail.com
rosariog@uaeh.edu.mx
Recibido: 11-07-17
Aceptado: 31-01-18
Copyright © 2018 Desarrollo Gerencial
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Introducción
Desde sus inicios, la vida en sociedad demandó la realización de actividades fundamentales por parte
de los individuos, tales como la búsqueda de alimentos para sobrevivir, la construcción de refugios o la
invención de artefactos e instrumentos. Lo anterior requirió una cooperación inteligente y un esfuerzo
compartido y cada vez más complejo, que generó la necesidad de organizarse socialmente para garantizar
la participación productiva en aras del objetivo de la sobrevivencia y el orden social. Y todo ello condujo,
finalmente, al establecimiento de mecanismos de control y de sanción para regular el comportamiento
colectivo.
En este marco, toda persona en sociedad debe adaptarse a la vida social y respetar las normas de la
misma, teniendo como guía y norma de conducta la ética. Dicha ética supone el cumplimiento de una
serie de deberes y obligaciones, a la vez que un conjunto de derechos y privilegios. En este sentido, es
objetivo de toda sociedad organizada, sea en instituciones o dentro de un estado, preservar el
desenvolvimiento regular y óptimo, solicitando de los individuos una conciencia social, de manera que
cada quien actué como se espera que lo haga, bien sea por la misma conciencia personal o según
parámetros de comportamiento.
Ahora bien, en diferentes zonas de Colombia, las comunidades campesinas han sido afectadas por el
conflicto armado. En su diario vivir, en efecto, sus habitantes se han visto abocados a manejar y resolver,
bajo algún criterio de justicia, graves conflictos y múltiples manifestaciones de violencia que de una u otra
manera alteran la convivencia ciudadana o rompen, en muchas comunidades del país, sus posibilidades
de crecimiento y desarrollo. Dado que el conflicto se ha presentado en estas sociedades de una forma
brusca y que ha truncado las oportunidades, se requiere armonizar al respecto actitudes, intereses y
propósitos diferentes con algunas alternativas viables. Es en este contexto donde aparece la llamada
economía solidaria.
La necesidad de hacer compatibles los valores medioambientales y sociales de la población rural
constituye la idea central de la reflexión teórica y la formulación normativa recientes sobre los espacios y
poblaciones inmersas en el conflicto armado colombiano. Se ha corroborado la discriminación de los
campesinos por su condición misma, constituyéndose como protagonistas de diversas estadísticas e
indicadores de las agencias del gobierno acomo de otras de carácter independiente, que han limitado
su intervención y resultados a simple números.
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Se han buscado alternativas que ayuden a estas poblaciones a superar las limitaciones y problemas
acaecidos como consecuencia de dichos conflictos, entre las que se encuentran los programas de
economía social, determinados a través de redes basadas en la economía solidaria.
En este sentido, en la guía sobre economía social y solidaria de la Confederación sindical de
comisiones obreras (2010), la Red de Investigadores de la Economía Social- EMES define a la empresa de
economía social como:
Una organización creada con la meta explícita de beneficiar a la comunidad, iniciada por un colectivo de
ciudadanas y ciudadanos, y en la que el interés material de los inversores de capital está sujeto a límites.
Las empresas de Economía social, además, ponen especial valor en su autonomía y en el riesgo económico
derivado de su continua actividad socioeconómica. (p. 23)
De aquí surge también el proceso de economía solidaria, concebida por vila (2005) como aquella
que designa todas las actividades económicas para contribuir a la democratización de la economía,
basándose en la solidaridad y el trabajo. La economía solidaria aparece entonces como un enfoque
transversal con iniciativas en diferentes sectores de la actividad económica. Es, por tanto, una forma
alternativa de concebir la economía: una nueva forma de organización de la sociedad en torno a los
recursos productivos y a su concepto de progreso y bienestar.
Para Askunze (2007), la economía solidaria viene configurándose en las últimas décadas como un
movimiento social que reúne a un conjunto de organizaciones y actividades que, a lo largo de todo el
planeta, están generando un pensamiento y una práctica alternativa y solidaria de la economía en sus
diferentes facetas: producción, financiación, comercio y consumo. Se trata de una visión y una práctica
que reivindica a la economía como medio y no como fin al servicio del desarrollo personal y
comunitario, como instrumento que contribuye a la mejora de la calidad de vida de las personas y de su
entorno social.
De allí que este nuevo modelo de economía se perfila como un sistema con vida propia, inspirado por
un propósito superior, y no por una simple producción de dividendos donde los esquemas tradicionales
son el centro, y las personas solo son herramientas.
La economía solidaria se fundamenta en la introducción de niveles crecientes de cooperación y
solidaridad en las actividades, organizaciones e instituciones económicas, como una manera de generar
un conjunto de beneficios sociales y culturales que trasciendan la esfera del beneficio económico y
favorezcan a la sociedad en su conjunto. Con otras palabras, la economía solidaria hace referencia a
aquellos proyectos sociales que orientan la acción económica hacia principios que generan relaciones
sociales de producción, cooperativas, comunitarias y colectivas.
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Esto es llevado a cabo por grupos determinados de individuos, caracterizados por la construcción de la
vida social en torno a conceptos afines, y que generan mecanismos de acción respecto a la tarea
económica de subsistencia, forjando un particular modo de relacionarse con el entorno natural y socio-
histórico tendiente a la búsqueda de una mejor calidad de vida.
El grupo de evaluación de la calidad de vida de la Organización Mundial de la Salud-OMS (1996) la
asume como la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura
y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, sus normas, a
como con sus inquietudes. Dicho concepto surge cuando las necesidades primarias básicas han quedado
satisfechas con un mínimo de recursos, y tiene relación con algunas categorías, como salud, educación,
vivienda, consumo de alimentos, seguridad social, ropa, tiempo libre, derechos humanos, entre otros.
En esta última dirección, Duran, García & Prieto (2017) sostienen que la calidad de vida es un
concepto relativo, que depende de la percepción del individuo y de cada grupo social, y de lo que
supongan como la situación ideal de bienestar, tomando en cuenta su acceso a un conjunto de bienes y
servicios, así como al ejercicio de sus derechos y al respeto de sus valores; es así como cada grupo social
identifica sus propias tendencias en materia de bienestar.
En diferentes contextos e investigaciones se ha planteado que la calidad de vida tiene su máxima
expresión en aspectos como salud, educación y modo de vida. No obstante, para evaluar la calidad de
vida, se debe considerar sobre todo la satisfacción de las necesidades básicas, las cuales fueron
analizadas por Maslow a través de su pirámide de necesidades (Robbins, 2009). En tal sentido, muchas
personas relacionan la calidad de vida con el acceso a un trabajo digno y tan bien remunerado que les
permita acceder a bienes y servicios básicos como vivienda, educación, salud y nutrición, servicios
públicos, movilidad vial, recreación o seguridad.
Diener & Seligman (2004) consideran, por otro lado, que la calidad de vida de una persona tiene su
origen en el bienestar subjetivo y que el mismo puede alcanzarse por medio del establecimiento,
acercamiento y cumplimiento de las metas. Desde esta perspectiva, es determinante la acción de la
persona en la búsqueda de bienestar, y este depende de sus propias capacidades, de las posibilidades de
alcanzar las metas y de la valoración que tenga de la sociedad.
Es así como las cuestiones objetivas se traducen en la búsqueda de todo un conjunto de bienes y
servicios que provee el ambiente externo a las personas. Sin embargo, la calidad de vida también debería
tener en cuenta la valoración que realizan los individuos y las sociedades; aquí es donde aparece la
naturaleza subjetiva del concepto, que implica las relaciones interpersonales y entre los estratos sociales.
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Duran, García & Parra (2018) consideran que cada grupo social identifica las tendencias en materia de
bienestar. En este sentido se diferencian los modos de vida, las aspiraciones e ideales y las éticas e
idiosincrasias de la sociedad, todo lo cual permite distinguir diferentes eslabones y magnitudes, así como
dimensionar mejor las respectivas variaciones entre unos y otros sectores de la comunidad. Abalerón
(1998) manifestó al respecto que la calidad de vida en el territorio es el grado de excelencia que una
sociedad, precisamente localizada en un tiempo y en un espacio geográfico, ofrece en la provisión de
bienes y servicios destinados a satisfacer cierta gama de necesidades humanas para todos sus miembros,
así como el consiguiente nivel de contento o descontento individual y grupal según la percepción que la
población involucrada tenga de esa oferta, accesibilidad y uso.
Para ello se han ido creando redes socioeconómicas, a partir de un proceso de economía solidaria que
involucra lineamientos específicos para el desarrollo, orientando las actividades hacia el crecimiento
interno. Se trata de la búsqueda de mecanismos que permitan descentralizar el desarrollo de lo
económico y, en su lugar, formularlo en torno al hombre. Se postula, entonces, una concepción
antropocéntrica del desarrollo, y, en consecuencia, se requiere atender el modo como se constituye
histórica y culturalmente el sujeto del desarrollo.
Duran & Parra (2014), así como Paz, Prieto & García (2016) refieren la existencia de un nuevo modelo
de la sociedad actual, que asume las corresponsabilidades de gestión de los individuos, evidenciando de
forma explícita la necesidad de cambiar el enfoque bajo el cual se han gestionado hasta ahora los
aspectos relacionados con las personas, para basarse, más bien, en las características que describen la
diversidad de los miembros del grupo.
Este concepto viene emergiendo como un principio organizador que puede ser aplicable para la mejora
de una sociedad como la nuestra, sometida a constantes transformaciones sociales, políticas, tecnológicas
y económicas. Por esta razón, se considera que un proceso de desarrollo local generaría un aumento en la
calidad de vida de la población campesina afectada por el conflicto armado en Colombia. Sin embargo,
como anteriormente se ha expuesto, por tratarse de un concepto subjetivo, las políticas de desarrollo
rural, diseñadas por el Estado no tienen necesariamente que influir en la calidad de vida. En este marco,
se presentan a continuación las características de la calidad de vida.
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Figura
1. Características de la calidad de vida. Fuente: Grupo de evaluación de la calidad de vida de la Organización
Mundial de la Salud-OMS (1996).
Según la Figura 1, el concepto puede ser utilizado para una serie de propósitos, incluyendo la
evaluación de las necesidades de las personas y sus niveles de satisfacción, la evaluación de los
resultados de los programas y servicios humanos, la dirección y guía en la provisión de estos servicios y la
formulación de políticas nacionales e internacionales dirigidas a la población general y a otras más
específicas, como la población campesina víctima del conflicto armado colombiano.
Se destaca que la calidad de vida es mencionada en la legislación colombiana, concretamente en el
Artículo 334 de la Constitución de 1991, en la que sin embargo es solo es considerada como un concepto
económico. Por tal motivo, las políticas públicas se han limitado a satisfacer las necesidades básicas de las
víctimas del conflicto armado, dado que solo les han suministrado ayuda humanitaria en factores
generales y solo por un tiempo determinado. Es decir, no se le ha dado importancia a su historia
personal, al impacto emocional producido por el hecho, acomo a la descomposición del tejido social y
de la familia producto de los conflictos que han tenido que afrontar como el hambre, la miseria, muertes
de seres queridos, aumento de problemas de salud, entre otros.
De acuerdo con estas situaciones, los gobiernos han promovido estrategias, una de las cuales es la
implantación de redes de economía solidaria. Así, en las comunidades afectadas, se fomenta la
autogestión y la búsqueda de su estabilidad o por lo menos la de mejorar sus condiciones de vida. Es
indudable que como consecuencia de una serie de situaciones emergidas del conflicto armado, donde la
Concepto
subjetivo
Cada ser
humano tiene
su concepto
propio sobre la
vida y sobre la
calidad de vida,
la felicidad.
Concepto
universal
Las
dimensiones de
la calidad de
vida son
valores
comunes en las
diversas
culturas
Concepto
holístico
La calidad de
vida incluye
todos los
aspectos de la
vida, repartidos
en las tres
dimensiones de
la calidad de
vida, según
explica el
modelo
biopsicosocial.
El ser humano
es un todo.
Concepto
dinámico
Dentro de cada
persona, la
calidad de vida
cambia en
periodos cortos
de tiempo:
unas veces
somos más
felices y otras
menos
Interdependencia
Los aspectos o
dimensiones de la
vida están
interrelacionados,
de tal manera que
cuando una persona
se encuentra mal
físicamente o está
enferma, le
repercute en los
aspectos afectivos o
psicológicos y
sociales.
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violencia, la movilización, el secuestro, y otros flagelos más han minimizado las posibilidades de
crecimiento estructural y social de las familias, y de alguna manera el estado ha visualizado diferentes
áreas para ser abordadas. Dichas estrategias, de acuerdo con lo expresado por Prieto & Villa (2011),
permiten alinear los procesos críticos de la actividad empresarial, garantizando su permanencia sostenible
en la sociedad.
Atendiendo a estas consideraciones, con este estudio se pretende identificar los elementos de
economía solidaria que puedan ayudar a promover calidad de vida en las comunidades campesinas
afectadas por el conflicto armado colombiano. En específico, se plantea el siguiente objetivo: Identificar
los elementos de economía solidaria para promover calidad de vida en las comunidades campesinas
afectadas por el conflicto armado colombiano.
Fundamentación teórica
Aspectos generales de la economía solidaria
Según Chávez & Monzón (1992), la economía solidaria nace del tronco común de la economía social, y
supone un intento de repensar las relaciones económicas desde unos parámetros diferentes a los
tradicionales. Frente a la lógica del capital, la mercantilización creciente de las esferas públicas y privadas,
y la búsqueda de máximo beneficio, la economía solidaria persigue construir relaciones de producción,
distribución, consumo y financiación basadas en la justicia, la cooperación, la reciprocidad y la ayuda mu-
tua. Frente al capital y su acumulación, la economía solidaria pone a las personas y su trabajo en el
centro del sistema económico, otorgando a los mercados un papel instrumental, siempre al servicio del
bienestar de todas las personas y de la reproducción de la vida en el planeta.
En opinión de Orellana (2007), la economía solidaria designa todas las actividades económicas que
contribuyen a su democratización, basándose en la solidaridad y el trabajo. No es un sector de la
economía, sino un enfoque transversal que incluye iniciativas en todos los sectores de la actividad
económica. Es, por tanto, una forma alternativa de concebir la economía: una nueva forma de
organización de la sociedad en torno a los recursos productivos y a su concepto de progreso y bienestar.
Se considera que esto se realiza través de nuevas formas de funcionamiento y en torno a elementos
como la producción, distribución, consumo, mercado, finanzas, comercio, y otros. En otras palabras, se
plantea una alternativa al modo de producción capitalista (Orellana. 2007). En otro orden de ideas, es un
modelo alternativo de y para las mayorías populares, que involucra los ámbitos económico, social, político,
cultural e ideológico, fundamentado en su propio esfuerzo organizativo y solidario, y cuya finalidad
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consiste en resolver sus problemas ambientales, de pobreza y exclusión social, tanto en el campo como
en la ciudad, y contribuir a la eliminación de las causas que las generan (Montoya, 2011).
En un principio, se concebía a la economía solidaria como una estrategia más, luego se le concibió
como un modelo y actualmente podría convertirse en un sistema, pero ya vista como sociedad solidaria.
La misma es de y para la mayoría de los trabajadores, quienes son asumidos como sujetos que, a través
de prueba y error, van construyendo su nueva realidad. En ella hay acompañamientos, pero no deben
reemplazar a los trabajadores en su carácter de sujetos para no caer en el paternalismo y el
asistencialismo.
Además, se perfila como una visión holística, que cubre los diferentes ámbitos de la actividad humana,
aunque pone el énfasis en lo económico. Ello porque, garantizando lo económico, es posible desarrollar
una actividad política, social y cultural. Hernández & Prieto (2016) manifiestan que estas comunidades
están diferenciadas por la globalización de la información y la competitividad de los mercados, situación
que, para preservar la identidad nacional, reclama la valoración de los componentes culturales de cada
colectivo, los cuales incorporan todas las manifestaciones de la vida. En este cabe considerar el aporte
respectivo de las micro, pequeñas y medianas empresas.
Lo económico requiere también de una visión ideológica, que vendría a ser como la utopía de construir
una sociedad diferente a la capitalista. Por otra parte, si bien la economía solidaria busca resolver sus
problemas de pobreza, medioambientales y de exclusión social, no se queda allí, sino que busca contribuir
a eliminar las causas que los generan, lo cual la hace partícipe de las luchas sociopolíticas con otros
sujetos o con otras organizaciones.
Por otra parte, el desarrollo de la economía solidaria no requiere sólo del acompañamiento técnico y
financiero. Paz, Harris & García (2015) sostienen que se deben estudiar un conjunto de posibilidades y
seleccionar respuestas acordes con la realidad de su entorno. Ello representa un reto para guiar la gestión
de las empresas solidarias, más aún en un mundo globalizado, dada la atomización de las experiencias
existentes.
De acuerdo con este precepto, es preciso estudiarlas, sistematizarlas y socializarlas para aprovechar
las experiencias positivas y negativas. Además de otros muchos elementos, conviene destacar que no
puede haber economía solidaria sin organización y solidaridad. En este sentido, se involucran los sujetos
de la economía solidaria según sean reales y potenciales:
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Figura
2. Sujetos de la economía solidaria según Paz, Harris & García (2015)
Por otro lado, reinterpretando algunos planteamientos de Razeto (1988), se puede señalar que tienen
mejores posibilidades de convertirse en sujetos de la economía solidaria:
a) Aquellos que experimentan una necesidad económica imperiosa, los desocupados, los pobres, lo
excluidos.
b) Quienes posean una experiencia organizativa previa. Pertenecer o haber pertenecido a algún
tipo de organización social, política, religiosa, ecológica, etc.
c) La existencia de un estímulo externo orientado a promover la organización con fines de auto
ayuda y cooperación. Por ejemplo, el apoyo de las ONGs.
d) Finalmente, las motivaciones ideológicas y axiológicas que lleven a las personas a buscar formas
alternativas de trabajo y de vida.
Además de involucrar los valores y principios de la economía solidaria, que en opinión de Montoya
(2011) varían en cada colectivo, lo importante es que se los den las propias comunidades, que los
asuman y los vivan. Se debe hacer talleres con gente que esté avanzada en esta línea y contrastar con los
valores y principios del capitalismo. Sin embargo, algunos que son fundamentales se muestran en la Tabla
1:
Tabla 1.
Valores y principios de la economía solidaria
Valores
Principios
Honestidad
Solidaridad
Cooperación
Autonomía
Unidad
Unidad en la diversidad
Espíritu de lucha
Membresía abierta y voluntaria
Toma de decisiones de manera
participativa
Educación permanente
Fuente: Elaboración Propia sustentada en Montoya (2011)
Reales:
Trabajadores organizados que actúan con valores y principios solidarios, o los
que se aproximan a ello, o los que tienden a ello, por lo menos ya están
organizados y en algunas cositas practican la solidaridad.
Potenciales:
Las más próximas son las cooperativas, también el sector informal urbano,
también están los empleados públicos y privados, siempre y cuando dejaran de
serlo y crearan empresas solidarias, es decir todos los trabajadores, caben
todos, pero sobre todo los desempleados y los excluidos.
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Elementos constitutivos de la economía solidaria
Para Montoya (2011), los elementos constitutivos de la economía solidaria deben considerar los siguientes momentos:
A partir de esta información, se desarrollan a continuación los componentes de la economía solidaria
(Montoya, 2011):
La asociatividad: Se puede dar de forma vertical y horizontal. La comunidad debe organizarse en
su espacio territorial inmediato y, después, asociarse con otras comunidades cercanas para
aumentar el espacio sin perder la visión de comunidad y pasar a una asociación de asociaciones a
nivel departamental, regional, nacional e incluso internacional. Esta forma es vertical.
Autogestión: Se refiere al qué, cómo y cuánto producir dentro de una empresa o proyecto
productivo. Es necesario que la propiedad sea de los trabajadores organizados para que sean
estos los que decidan sobre la gestión administrativa-financiera, la producción y la
comercialización de manera democrática. Por otro lado, en la empresa solidaria es el factor
trabajo el que hegemoniza y controla a la empresa, son los trabajadores y no los capitalistas los
que toman las decisiones.
Solidaridad: Se manifiesta en la producción, la distribución, la circulación y el consumo (Figura 3)
Figura
3. Factores de solidaridad. Fuente: Montoya (2011)
a) Separación: En el cual se inicia la
diferenciación, por ejemplo, un grupo de
trabajadores deciden crear una empresa.
b) Antagonismo: Los trabajadores
comienzan a ver que sus intereses
pueden ser opuestos con los de una
empresa capitalista con la cual
comercian.
c) Identidad:
S
e reconocen como distintos.
No son una empresa capitalista, pero
tampoco una simple microempresa, son una
empresa solidaria que opera con otra
racionalidad y trabajan para desarrollarse
como tales.
d) Autonomía: no necesitan de apoyos
externos. Se han logrado consolidar,
junto a otros, como empresas solidarias.
e) Universalización: Despliegan su
esencia y racionalidad, conforman una
economía solidaria sostenible.
Producción:
Cuando se da la
cooperación en
cuanto a
conocimiento,
información,
experiencia y
procesos
productivos
dentro y entre las
empresas
solidarias.
Distribución: Excedente
que se genera en las
empresas solidarias y que
debe utilizarse para fines
solidarios. Esta es una
diferencia entre una
asociación cooperativa y
una sociedad cooperativa
que comparta las ideas
solidarias.
Circulación:
Compra y venta
entre
equivalentes y
practica del
comercio justo.
Consumo:
Compra a
empresas
solidarias, en el
no derroche, en la
austeridad y
protección al
medio ambiente.
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La propiedad: Se fundamenta en el trabajo y en la justicia. Las formas de propiedad que admite
la economía solidaria son: propiedad individual, propiedad familiar, propiedad asociativa,
propiedad institucional: de la ONG por ejemplo y propiedad comunitaria. La única propiedad que
se excluye es la propiedad capitalista. Y la forma ideal de propiedad es la colectiva.
La racionalidad económica solidaria: La búsqueda del excedente en la empresa solidaria no es un
fin en sí mismo, sino un medio para asegurar la reproducción material y espiritual de las
personas. La lógica de funcionamiento de las empresas solidarias es una lógica de vida.
La autonomía: Entre los elementos constitutivos o constituyentes de la economía solidaria es
preciso incluir la autonomía de las empresas solidarias. Siguiendo a Razeto (1988), que para que
ello ocurra, es preciso que la empresa o sus propietarios, los trabajadores, posean los factores
económicos necesarios para operar en las cantidades y proporciones necesarias que les permitan
generar los ingresos necesarios para satisfacer sus necesidades de consumo, así como reponer (o
ampliar) los factores utilizados.
Duran, Fuenmayor, Cárdenas & Hernández (2016) plantean que en la actualidad se ha generado un
proceso de emprendimiento, el cual se ha enfocado al trabajo con las comunidades en condiciones de
vulnerabilidad. Esto se podría sustentar con redes de economía solidaria, orientadas a apoyar a las
personas o grupos y promover una idea de negocios, a fin de generar un proceso de integración como un
sistema de direccionamiento de políticas de desarrollo social, económico y personal. Esto significa
emprender desde las necesidades de las comunidades y para contrarrestarlas, mejorando su calidad de
vida.
Calidad de vida de las comunidades campesinas
El concepto de calidad de vida ha sido considerablemente utilizado en las últimas décadas, y ha sido
comprendido en el lenguaje cotidiano, así como en diferentes disciplinas científicas, orientándose a
estudiar problemas asociados con aspectos económicos, sociales, ambientales, territoriales, entre otros.
En este marco, Nussbaum & Sen (2004) lo conciben como una dimensión subjetiva determinada en
función de la valoración que hace el sujeto de su propia vida. Esta percepción ha permitido realizar
innumerables esfuerzos en la elaboración de técnicas para estimar la apreciación subjetiva y el nivel de
satisfacción global o parcial en áreas importantes de la vida del sujeto.
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Se estima, por tanto, que lo más importante en la calidad de vida es la percepción que el sujeto tiene
de ella. En este sentido, Victoria & López (2003) citando a Joyce y colaboradores (1999) desarrollaron una
escala denominada
Schedule for the Evaluation of Individual Quality of Life
(SEIQoL), partiendo de la idea
de que “la calidad de vida es claramente un atributo de la persona, que algunos autores identifican como
una actitud, un rasgo de personalidad, una respuesta situacional, un estado sentimental o un juicio
racional, pero que, de cualquier manera, es un asunto personal.
No obstante, Duran, García & Prieto (2017) afirman que:
El estudio de la calidad de vida está integrado a dos grandes dimensiones, la dimensión objetiva y la
subjetiva, por ende, se concibe como un equivalente de bienestar en el ámbito social, existiendo diferentes
modelos teórico-metodológicos para su análisis. En los modelos planteados prevalecen dos tendencias
fundamentales: La primera centrada en variables objetivas externas al sujeto, correspondiéndose con un
enfoque sociológico y económico, que ha tratado de medir la calidad de vida utilizando preferiblemente la
metodología de los indicadores de corte socio demográfico. (p. 98)
Por otra parte, Para Duran, Hernández & Paz (2016):
La calidad de vida esvinculada al funcionamiento de la sociedad, a las normas y valores sociales que el
individuo debe asumir, pero sobre todo con las aspiraciones y el nivel de satisfacción con respecto a los
dominios s importantes en el que se desarrolla su vida, aunado a ello Sen manifiesta que es con la
construcción que el propio individuo hace de su bienestar psicológico. (p. 655)
Es en la búsqueda de ese aspecto de su vida donde se vincula su capacidad de interrelacionarse en
redes de economía solidaria.
En las últimas décadas, el concepto de Calidad de Vida se ha incorporado en el vocabulario político-
gubernamental, lo cual tiene que ver con los acuerdos de Río 92 y la Agenda 21, y con el cambio de
enfoque en la concepción de desarrollo. En lo social se empiezan a considerar de hecho importantes
dimensiones más integrales para toda la población, y esto ha incidido en un desarrollo más sostenible y,
por ende, en la calidad de vida del habitante.
Según Diener & Seligman (2004) el desarrollo del concepto de calidad de vida ha recibido la influencia
de diferentes factores, los cuales han aportado a esta vinculación de diferentes formas. Entre esos
factores están: empleo, vivienda, acceso a servicios públicos, comunicaciones, urbanización, criminalidad,
contaminación del ambiente y otros, que conforman el entorno social. Se destaca que estos podrían o no
influir sobre el desarrollo humano de una comunidad o personas.
En América Latina, debido a la inestabilidad económica, social y política por la cual atraviesan la
mayoría de los países que la conforman, se ha visualizado un desequilibrio en torno al tema y más aún en
Colombia, sobre todo en las zonas afectadas por el conflicto armado con todas sus secuelas.
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Esta situación se agudiza en muchos sectores, y más aún en aquellos grupos asentados en áreas
donde se desarrollan los conflictos armados, dado que la inestabilidad política ha empeorado las
condiciones económicas de toda la población y especialmente la de las comunidades campesinas. En ellas
se aprecia altas tasas de violencia, salarios bajos y ningún beneficio de seguridad social. Asimismo, se
evidencia allí un bajo nivel de educación, el cual influye en las oportunidades de empleo, el auto cuidado
y la salud en general. Igualmente, la pobreza deriva en falta de servicios, en desnutrición y en un mayor
riesgo de adquirir enfermedades transmisibles.
Todos estos factores sociales afectan negativamente tanto la salud como la calidad de vida de una
persona en su comunidad. Ambas son las principales características que afectan a la población campesina,
quienes cuando trabajan lo hacen en el sector informal. Conviene recordar en este sentido que, según
Durán & Parra (2016), la calidad de vida ha sido reconocida como un medio para el mejoramiento de las
condiciones de vida y el bienestar de los individuos.
Asimismo, García, Durán, Parra & Márceles (2017) sostienen que el problema más importante en la
actualidad consiste en profundizar los estudios en torno a una aproximación teórico-metodológica capaz
de combinar estilos de vida, sistemas de valores y condiciones de vida de los individuos de forma objetiva
y perceptiva, de modo que se consideren los procesos de autoevaluación o autodefinición del bienestar.
Conscientes de todo ello, se decidió realizar este estudio con el propósito de identificar los elementos de
economía solidaria para promover calidad de vida en las comunidades campesinas afectadas por el
conflicto armado colombiano.
Método
Diseño
La investigación está sustentada en el paradigma positivista, y es un tipo de estudio descriptivo con un
diseño no experimental de campo, dado que se orientó a identificar los elementos de economía solidaria
que inciden en la calidad de vida de las comunidades campesinas afectadas por el conflicto armado
colombiano, en el mismo lugar donde ocurrieron los hechos. Dado que el diseño de la investigación es no
experimental y transversal, las variables no han sido manipuladas ni modificadas por las investigadoras.
La recolección de datos se hizo en un único momento, obteniendo de esta forma una sola medición.
96
Participantes
Para efectos del presente estudio, la población estuvo constituida por cinco (5) asociaciones que
integran las comunidades campesinas víctimas del conflicto armado. De ellas se seleccionaron a 20
personas escogidas por muestreo estratificado simple, que integran cooperativas ubicadas en los
departamento de Bolívar, Cesar y Magdalena. El tipo de muestreo es probabilístico, aleatorio y
estratificado; puesto que todos los sujetos de la población tenían la misma probabilidad de ser incluidos
en la muestra. Las características particulares indican que las 5 comunidades cumplen con grupos
organizados asociados bajo la estructura de la economía solidaria, y generan sinergia a través de los
principios sociales y solidarios, como lo son las cooperativas, precooperativas o asociaciones mutuales,
que buscan el desarrollo y crecimiento sostenible de su unidad productiva o bien constituyen y fortalecen
una unidad productiva sostenible que les permite mejorar la calidad de vida de los asociados y de sus
familias.
Parra (2006) considera que la muestra es un subconjunto representativo y finito de unidades de
estudio que se extraen si el total es muy amplio. Puede ser probabilística y no probabilística (como el caso
de la intencional) con base en los criterios o juicios del investigador. Bajo este contexto, se concibe el
muestreo intencional o por conveniencia, el cual, según ndez (2006), es la selección de los elementos
que se deja a los investigadores y a quienes aplican el cuestionario. Estos seleccionan los elementos dada
la facilidad de acceso o conveniencia.
En estas circunstancias, se determinó una muestra representativa de la población sujeta a estudio, de
acuerdo con los siguientes factores:
Tamaño de la población o universo: La población o universo es finito porque está constituida
por 50 comunidades. Nivel de confianza: Es la proporción de la curva normal bajo la cual
estuvo representada la población sujeta a estudio.
Error muestral: Es el error máximo estadístico admisible en la muestra. Este error indica el
porcentaje de incertidumbre o riesgo que se corre cuando la muestra no es representativa. El
error muestral está representado por el 10% (máximo admisible), entre menor sea este, serán
más confiables los resultados.
Estimación de la varianza poblacional: Como no existen antecedentes sobre la magnitud de la
varianza, se considera el valor “p (probabilidad de éxito) y el valor “q” (probabilidad de
fracaso) igual al 50% de máxima varianza.
97
Tabla 2.
Población en estudio
Asociación
Ubicación Geográfica
Numero por Asociación
Mujeres ahorradoras con futuro
Cesar- Codazzi
4
Asociación el Regalo de Dios
Bolívar
4
Asociación Mutual Mujeres
Emprendedoras
Bolívar
4
Asociación de campesinos y
pescadores el Cerrito
Magdalena
4
Asociación Delicias del Pital
Magdalena
4
Total
20
20
Fuente: Elaboración propia a partir del diagnóstico de Organizaciones solidarias (2015)
Técnica de recolección de datos
El cuestionario utilizado como instrumento para recolectar datos fue de tipo escala, con diferentes
alternativas de respuestas. Consiste en un conjunto de ítems presentados en forma de afirmaciones o
juicios ante los que se pide al sujeto que asigne a cada punto un valor numérico o la respuesta especifica.
En este orden de ideas, para la aplicación de la técnica se diseñaron dos cuestionarios, uno para
caracterizar los componentes de la economía solidaria constituida y otro para determinar el nivel de
calidad de vida de la población campesina seleccionada. El primer cuestionario estuvo integrado por 27
ítems, caracterizado con respuestas dicotómicas cerradas de y no. El segundo fue constituido por
treinta y cuatro ítems (34). El mismo contiene cinco opciones para que cada uno de las comunidades
encuestadas seleccionara la opción pertinente.
Asimismo, la validez se obtuvo mediante el juicio de 10 expertos. Más concretamente, la validez de
contenido se realizó a través de la opinión de expertos en el área científica y metodológica; y la del
instrumento, a través de un formato elaborado por la investigadora, quien detalló explícitamente los
diferentes ítems que miden la variable e indicadores de estudio. Sobre esto último, también los expertos
confirmaron su validez.
Mediante la validación de contenido se logró asegurar que los cuestionarios evaluaran lo que
realmente se pretendía con las preguntas formuladas, lo que indica un elevado grado de confiabilidad
interna o relación entre los ítems referidos. En este orden de ideas, esta fase ofrece consistencia a cada
uno de los instrumentos en cuanto a su redacción y pertinencia con las variables, dimensiones e
indicadores descritos en el marco teórico.
98
Para el cálculo de la confiabilidad, se utilizó el todo de alfa Cronbach, obteniéndose un valor de
0.85. Para esto se realizó una prueba piloto que permitla perfección del cuestionario definitivo. En tal
sentido, se seleccionaron 2 comunidades con 5 sujetos de cada una, a quienes se les aplicó el
instrumento. Luego de haberlo corregido según las recomendaciones de los expertos, se proced a
calcular la confiabilidad.
Para determinar el nivel de calidad de vida, se construyó un baremo de interpretación, utilizando como
base los valores totales de los resultados del instrumento de recolección de datos, donde el valor más alto
posible de obtener fue 170, y el valor más bajo, 34. Estos valores se obtuvieron al asignarle a las
opciones de respuesta los siguientes puntajes: Siempre (5); Casi Siempre (4); Con Frecuencia (3); Casi
Nunca (2); y Nunca (1). El valor de la opción siempre se multiplicó por el número de ítems (34),
obteniéndose así el valor más alto; en tanto que el menor valor se encontró al multiplicar el valor de la
opción nunca por el número de ítems.
Luego de esto, se establecieron tres criterios de medición, a saber: Alto, Medio y Bajo. Para cada uno
se estableció un rango con los valores antes encontrados, y para establecer los rangos, se restó el valor
más alto con el valor s bajo y el resultado se dividió entre el número de criterios anteriormente
establecidos (3). El rango obtenido para cada nivel es de 45. En la Tabla 3 se puede apreciar el baremo.
Tabla 3.
Baremo
Elaboración Propia: (2017)
Resultados y Discusión
En la Tabla 4 se observan los componentes de la economía solidaria.
CRITERIOS
RANGOS
ALTO
≥ 126; ≤ 170
MEDIO
≥ 80; ≤ 125
BAJO
≥ 34; ≤ 79
99
Tabla 4.
Componentes de la economía solidaria
Fuente: Elaboración Propia: (2017)
Fuente: Elaboración propia: (2017)
En cuanto a las dimensiones incluidas en la Tabla 4, los datos permiten verificar los componentes de la
gestión de economía solidaria, entre las cuales prevalecen la asociatividad, con un 70%, y la solidaridad
con 53%. No obstante, los otros indicadores muestran tendencias negativas, tales como: autogestión
63.3%, la propiedad 51.6%, y la racionalidad económica, 55%. En este sentido se deben evaluar las
actividades necesarias para establecer los componentes requeridos para desarrollar las redes de economía
solidaria.
De acuerdo con Montoya (2011), la comunidad debe organizarse dentro de su espacio territorial
inmediato y después con otras comunidades cercanas, a fin de aumentar el espacio sin perder la visión de
comunidad. Además, en la empresa solidaria, el factor trabajo es el que hegemoniza y controla a la
empresa: son los trabajadores y no los capitalistas los que toman las decisiones.
Indicadores
SI
NO
Fa
%
Fa
%
Asociatividad
10
70
6
30
Autogestión
7
36,6
13
63,3
Solidaridad
11
53,3
9
46,6
La propiedad
9
48,3
11
51,6
La racionalidad económica solidaria
9
45
11
55
La autonomía
15
75
5
25
Total
49,1
50,8
70
36.6
53.3
48.3
45
75
30
63.3
46.6
51.6
55
25
ASOCIATIVIDAD AUTOGESTIÓN SOLIDARIDAD. LA PROPIEDAD RACIONALIDAD
ECON
LA AUTONOMÍA
Gráfico 1.
Componentes de la economía solidaria
SI NO
100
El mismo Montoya manifiesta que la solidaridad se concreta en la producción, en la distribución, en la
circulación y en el consumo en el entendimiento de que, como ya se ha dicho, las formas de propiedad
que admite la economía solidaria son: propiedad individual, propiedad familiar, propiedad asociativa y
propiedad institucional. Asimismo, la lógica de funcionamiento de las empresas solidarias es una lógica de
vida, que vincula su autonomía de las empresas solidarias como se muestra en la Tabla 5:
Tabla 5.
Nivel de calidad de vida
Criterios
Rangos
Absoluto
(%)
ALTO
≥ 126; ≤ 170
1
5
MEDIO
≥ 80; ≤ 125
2
10
BAJO
≥ 34; ≤ 79
17
85
Fuente: Elaboración Propia (2017)
Gráfico 2.
Nivel de calidad de vida
Fuente: Elaboración propia (2017)
En la Tabla 5 y en el Gráfico 2, se definen los aspectos concernientes al baremo sobre el nivel de
calidad de vida de las comunidades campesinas estudiadas. En ellos se evidencia que para el 85% de los
encuestados su nivel de calidad de vida es bajo, mientras que el 10% lo conside medio, y el 5 %
restante, bajo. Ello significa que el entorno socioeconómico de las comunidades campesinas víctimas del
conflicto armado es desfavorable para los ciudadanos y familias que ahí conviven.
En consideración a todo esto, Durán, García & Prieto (2017) relacionan la calidad de vida como un
concepto que depende de la percepción del individuo y de cada grupo social, y de lo que estos supongan
ALTA
5%
MEDIA
10%
BAJA
85%
ALTA
MEDIA
BAJA
101
como la situación ideal de bienestar, tomando en cuenta su acceso a un conjunto de bienes y servicios,
así como al ejercicio de sus derechos y al respeto de sus valores. Es así como cada grupo social identifica
las tendencias en materia de bienestar, planteamiento en el que coinciden con Nussbaum & Sen (2004),
quienes concibieron la calidad de vida como una dimensión subjetiva determinada por la valoración que
hace el sujeto de su propia vida.
Conclusiones
El estudio permitió identificar las diferentes experiencias organizativas campesinas marcadas por el
conflicto armado en Colombia con respecto a la asociatividad, la autogestión, la autonomía, y la
solidaridad, las cuáles han sido impulsadas para sobrevivir y orientarse a la supervivencia para responder
a las secuelas de dicho conflicto . Las comunidades han desarrollado procesos de cooperativas o
economías asociadas. Se verificaron las diferencias existentes en el contexto social y demográfico que
determinan la calidad de vida, a como las características sociológicas de los integrantes de las
comunidades, considerando el poco acceso a bienes y servicios.
Asimismo, se constaque el elemento común en estas experiencias radica en que han surgido en
situaciones límite, buscando defender o crear condiciones para resolver el asunto de la producción y la
reproducción de la vida. Cabe destacar que muchas de estas comunidades lo han logrado en mayor o
menor medida, dado que han ido tejiendo redes productivas, promoviendo a su vez otro tipo de
interacciones sociales.
Las características y potencialidades, así como los componentes de la economía solidaria se evidencian
como una manera de contribuir a la visibilidad de una realidad social emergente, que, desde sus
perspectivas informales y de autogestión, busca generar aspectos para mejorar la calidad de vida en
virtud de que esta se ha considerado en el estudio como en un nivel bajo.
Es importante pensar en las posibilidades de transformación social de estas comunidades campesinas
objeto de estudio, concibiendo la reciprocidad como una relación social establecida de manera simétrica
entre sujetos socialmente iguales, para dar y recibir trabajo y fuerza de trabajo; pero además es
necesario contribuir al establecimiento de una relación social fundamental, entendida como la obligación
moral de dar, recibir y devolver para generar confianza y solidaridad.
102
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