Se estima, por tanto, que lo más importante en la calidad de vida es la percepción que el sujeto tiene
de ella. En este sentido, Victoria & López (2003) citando a Joyce y colaboradores (1999) desarrollaron una
escala denominada
Schedule for the Evaluation of Individual Quality of Life
(SEIQoL), partiendo de la idea
de que “la calidad de vida es claramente un atributo de la persona, que algunos autores identifican como
una actitud, un rasgo de personalidad, una respuesta situacional, un estado sentimental o un juicio
racional, pero que, de cualquier manera, es un asunto personal.
No obstante, Duran, García & Prieto (2017) afirman que:
El estudio de la calidad de vida está integrado a dos grandes dimensiones, la dimensión objetiva y la
subjetiva, por ende, se concibe como un equivalente de bienestar en el ámbito social, existiendo diferentes
modelos teórico-metodológicos para su análisis. En los modelos planteados prevalecen dos tendencias
fundamentales: La primera centrada en variables objetivas externas al sujeto, correspondiéndose con un
enfoque sociológico y económico, que ha tratado de medir la calidad de vida utilizando preferiblemente la
metodología de los indicadores de corte socio demográfico. (p. 98)
Por otra parte, Para Duran, Hernández & Paz (2016):
La calidad de vida está vinculada al funcionamiento de la sociedad, a las normas y valores sociales que el
individuo debe asumir, pero sobre todo con las aspiraciones y el nivel de satisfacción con respecto a los
dominios más importantes en el que se desarrolla su vida, aunado a ello Sen manifiesta que es con la
construcción que el propio individuo hace de su bienestar psicológico. (p. 655)
Es en la búsqueda de ese aspecto de su vida donde se vincula su capacidad de interrelacionarse en
redes de economía solidaria.
En las últimas décadas, el concepto de Calidad de Vida se ha incorporado en el vocabulario político-
gubernamental, lo cual tiene que ver con los acuerdos de Río 92 y la Agenda 21, y con el cambio de
enfoque en la concepción de desarrollo. En lo social se empiezan a considerar de hecho importantes
dimensiones más integrales para toda la población, y esto ha incidido en un desarrollo más sostenible y,
por ende, en la calidad de vida del habitante.
Según Diener & Seligman (2004) el desarrollo del concepto de calidad de vida ha recibido la influencia
de diferentes factores, los cuales han aportado a esta vinculación de diferentes formas. Entre esos
factores están: empleo, vivienda, acceso a servicios públicos, comunicaciones, urbanización, criminalidad,
contaminación del ambiente y otros, que conforman el entorno social. Se destaca que estos podrían o no
influir sobre el desarrollo humano de una comunidad o personas.
En América Latina, debido a la inestabilidad económica, social y política por la cual atraviesan la
mayoría de los países que la conforman, se ha visualizado un desequilibrio en torno al tema y más aún en
Colombia, sobre todo en las zonas afectadas por el conflicto armado con todas sus secuelas.