Manuel Villarruel-Fuentes
Finalmente, la mejor explicación sobre lo que significa un sistema complejo es la que
establece que: “El conjunto de sus relaciones constituye la estructura, que da al sistema la
forma de organización que le hace funcionar como una totalidad. De aquí el nombre de
‘sistema’ ” (García, 2011, p.74). Con base en ello ¿Qué se puede investigar dentro de un
sistema social y educativo? Desde luego sus propiedades, su vulnerabilidad, su resiliencia, su
dinámica de evolución, e incluso las bases conceptuales con las que se intenta comprender
la interdisciplina como método de estudio. Aunque García (2011) propone empezar todo
estudio integral con un diagnóstico del funcionamiento del sistema.
Es de llamar la atención que Rolando García exponga, dentro de las etapas o fases que
debe incluir el diagnóstico, la misma ruta que regularmente se sigue en los procesos de
pensamiento deductivo, propios de la ciencia tradicional, tales como la problematización, la
construcción de un marco teórico referencial, identificación de elementos o relaciones entre
ellos, planteamiento de hipótesis y su verificación para aceptar o refutarlas, con pequeñas
adiciones alusivas a la identificación de las problemáticas identificadas dentro de los
subsistemas, pero reiterando el empleo de las investigaciones disciplinarias -especializadas-,
que no permiten identificar una visión distinta desde la complejidad (véase García, 2011, p.
81). Esto no es privativo de este autor, ya que Hayles (1990), citado por Cárdenas & Rivera
(2004), indican al respecto que el caos o la complejidad:
Es ciencia normal. Sigue el mismo procedimiento que cualquier otra disciplina científica para
acreditar a sus miembros, diseñar protocolos de investigación y evaluar resultados. (...) Los
criterios y los procedimientos de la ciencia normal no han cambiado; lo que ha cambiado es el
fundamento epistemológico sobre el que se basa, sobre todo en la cultura contemporánea. Cuando
se desestabiliza una dicotomía tan decisiva para el pensamiento occidental como la de
orden/desorden, no es exagerado decir que se ha abierto una importante falla geológica en la
episteme. (Cárdenas & Rivera, 2004, pp. 1336-137).
Sobre las premisas de este autor, lo primero que hay que hacer es eliminar la
diferenciación entre ciencias biológicas, químico-matemáticas y sociales y de la conducta, a
la cual es común referirse. Aunado a ello, se debe subrayar que las teorías de la complejidad
anidan en los sistemas complejos, entendidos en sentido amplio como sistemas dinámicos,
sistemas no lineales, sistemas adaptativos, que incluyen la teoría del caos y los fractales
(Castillo-Villanueva & Velázquez-Torres, 2015). Como se puede apreciar:
…no existe en la actualidad, una teoría unificada de la complejidad, que sintetice y sistematice de
modo explícito los aspectos fundamentales de las distintas y variadas teorías, métodos y algoritmos
de complejidad elaborados en el marco de ciencias y disciplinas disímiles. (Rodríguez-Zoya &
Aguirre, 2011, p.3).
Maldonado (2011), lo expresa de forma más amplia:
Es importante atender al plural en la expresión “ciencia de la complejidad”. En contraste con la
ciencia clásica, el estudio de la complejidad tanto da lugar a, como convoca, lenguajes, teorías,
métodos, lógicas y aproximaciones diversas, todas de orden inter y transdisciplinario, por lo cual se
las designa en plural. Pues bien, históricamente hablando, la primera de las ciencias de la
complejidad es la termodinámica del no-equilibrio, forma más genérica de referirse a, y estudiar, la
Educación y Humanismo
20(35): pp. 10-34. Julio-Diciembre, 2018. DOI: http://dx.doi.org/10.17081/eduhum.20.35.2712