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Educ. Humanismo, Vol. 18 - No. 31 - pp. 274-301 - Julio-Diciembre, 2016 - Universidad Simón Bolívar - Barranquilla, Colombia - ISSN: 0124-2121
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Hugo AlexAnder VegA riAño, MArcelA BiBiAnA VillAMizAr cAstro
Introducción
“En la cultura de la televisión, los ordenado-
res y las telecomunicaciones una nueva visión
del aprendizaje está emergiendo” (Ballesta,
2002, p.239). Reforzando lo armado por el au-
tor, si bien es cierto que la escuela (tomada en
cuanto el espacio formal donde se desarrollan
procesos de enseñanza-aprendizaje) ha sido va-
lidada desde hace siglos como el lugar donde el
conocimiento se forja, se imparte, comparte, se
edica y solidica, en la actualidad, con la apa-
rición de los medios masivos de comunicación
y de las llamadas tecnologías de información
y comunicación (TIC), dicho conocimiento ha
trascendido las barreras de las estructuras forma-
les, otrora consideradas como sagradas, causan-
do una deslocalización que rompe incluso con el
concepto de lo físico en tanto que ha desbordado
los libros, contemplados tiempo atrás como los
dispositivos técnicos privilegiados para contener
información (Cárdenas, 2008).
De la misma manera, los tiempos estableci-
dos para lograr el aprendizaje con rutas y deli-
mitaciones han sufrido un proceso que bien se
podría llamar des-temporalización, pues cada
quien aprende conforme sus propios ritmos y ru-
tas, sin otra limitación que la que marca su pro-
ceso personal.
Es decir, con la llegada de la globalización,
la aparición de los medios y la incursión de las
tecnologías en nuestras sociedades, la población
sujeto-objeto de la educación ya no solo apren-
de, ya no llega a la fuente del conocimiento tan
solo para construirlo en un claustro sagrado a
través de un libro y con un docente como gu-
ra experta en el mundo de las ciencias y disci-
plinas conceptuales (Blázquez, 2001). En otras
palabras, los medios de comunicación y las tec-
nologías de la información se han constituido,
y cada vez de manera más creciente, en lugares
caracterizados por la virtualidad, la rapidez, la
instantaneidad, la multimedia, la interactividad y
la interconexión (García & Álvarez, 2001), entre
otras, donde también se aprende o se desaprende,
se experimenta y se construyen saberes, algunos
útiles y otros no tanto, pero que en muchos casos
llegan a ser más atractivos y más inuyentes en
los niños y jóvenes de la educación actual que
los de la propia escuela.
Tal situación recompone hoy en día no solo
los lugares, las guras sociales y los dispositi-
vos para facilitar el aprendizaje, invitando a la
educación formal a repensarse y vincular a sus
procesos las bondades, ventajas y utilidades que
pueden contener las TIC y los medios masivos
(mass media) en la construcción del conoci-
miento, y a asumir una postura crítica y reexi-
va sobre los mismos. Esta idea va en contravía
de algunas posturas que por mucho tiempo han
imperado entre quienes tienen la misión de ad-
ministrar la educación, pues no ha sido raro en-
contrar opiniones de directivos y docentes que
aún en la actualidad satanizan y, en el mejor de
los casos, relegan a las TIC y a los medios ma-
sivos a espacios físicos en donde se resguardan
sigilosamente equipos bajo llave que controla
un “encargado”, única persona autorizada para