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Conclusiones
Un vistazo a la realidad de La Guajira nos
ubica en un territorio edénico de mar y desierto
como riquezas naturales, paisajes singulares,
culturas indígenas, productos ancestrales que son
potenciales ecoturísticos inigualables, pero cuyo
desarrollo está muy rezagado en educación, que
con 7,7 años de promedio en estudios para sus
habitantes ocupa el último lugar en Colombia.
Además, la ausencia de ciencia, tecnologías e
innovación, inspira un gran interrogante: ¿cómo
lograr que con ecoturismo y educación alcance
este departamento un desarrollo competitivo
local y regional?
La respuesta tiene variables y factores que se
deben conciliar. Por ejemplo, se debe promover
el aceleramiento del crecimiento económico
y aumentar la competitividad, dejando atrás
el modelo de crecimiento en ujo de capitales
que va en detrimento de la naturaleza, como
plantean Ramírez et al. (2004); también se debe
orientar la innovación hacia un des-acelera-
miento del crecimiento económico por la vía del
capital (Max-Neef & Smith, 2011), hasta ahora
sustentado en la explotación de los recursos
naturales, y plantear como índice de mejora-
miento otros criterios, como el fortalecer o
rehabilitar la infraestructura existente en cada
uno de los ámbitos que se aborden, pues, como
fue demostrado por Solow (1993), el desarrollo
es más un resultado de progresos tecnológicos
que de la acumulación de capitales, hecho más
que vericable en La Guajira, donde sus expor-
taciones de carbón han producido gran cantidad
de capitales como regalías, y a pesar de su circu-
lación y aporte al país, permanece sin avances en
tecnología y desarrollo social.
En este contexto, las universidades juegan un
papel importantísimo, pues de ellas dependen las
propuestas teóricas que se han de promover en
la práctica para alcanzar la sustentabilidad que
requiere el territorio y el planeta. Así, la inves-
tigación e innovación en ciencia y tecnología
en la educación superior guajira ha de ser vista
críticamente por su complejidad, especialmente
respecto de una ‘ética’ educativa que responda
a las necesidades de las comunidades pobres y
marginadas. Ello implica cambios paradigmá-
ticos en que los investigadores universitarios,
con sus habilidades en áreas que comprenden el
turismo, la minería y hasta el cambio climático,
dejen de ser ignorados por los gobiernos, que
preeren pedir consejo a asesores externos.
La sustentabilidad, en todo caso, no ha de
ser vista con enfoques puramente ecológicos,
económicamente improductivos, o sectoriales,
sino que ha de ser una gestión integral, respon-
sable de los recursos y de las personas que se
ven implicadas, donde se tomen en cuenta los
criterios de balance y resguardo de la capacidad
reproductiva y regenerativa de los distintos tipos
de capital: el humano, el natural, la infraes-
tructura física, el económico y nanciero y,
nalmente, el institucional (Ramírez et al., 2004,
p.59).
Solo se podrá alcanzar la sustentabilidad
de las regiones apartadas del centro, como
educ. humanismo, Vol. 19 - No. 32 - pp. 174-189 - Enero-Junio, 2017 - Universidad Simón Bolívar - Barranquilla, Colombia - ISSN: 0124-2121
http://revistas.unisimon.edu.co/index.php/educacion/index
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