Ecoturismo, educación, ciencia y tecnología,
factores de desarrollo sustentable:
caso La Guajira, Colombia*
Eucadys Cujía Guerra
1
http://orcid.org/ 0000-0001-6918-8337
Sobeydis Pérez Rojas
2
http://orcid.org/ 0000-0003-3579-7665
Dolka Maestre Córdoba
3
http://orcid.org/ 0000-0002-3353-9913
Universidad de La Guajira, Colombia
DOI: http://dx.doi.org/10.17081/eduhum.19.32.2540
Recibido: 15 de septiembre de 2016 Aceptado: 13 de diciembre de 2016
Ecotourism, education, science and technology as factors
of sustainable development. Case, Guajira, Colombia
Resumen
El ecoturismo juega un papel importante en el desarrollo y el cambio social de los
territorios que cuentan con grandes riquezas naturales como La Guajira, donde la
biodiversidad y la diversidad humana se constituyen en bienes culturales y socioe-
conómicos que, con una gestión sustentable, pueden a su vez potenciar el desarrollo
de la región. Sin embargo, para que las prácticas de desarrollo alcancen las metas de
conservación del medio, usando los conocimientos cientícos y las tecnologías que
han surgido a partir de estos, es necesario interpretar y conciliar los diferentes enfo-
ques de la sustentabilidad con base en procesos que democraticen la educación en
los niveles superiores. Esto último facilita la transferencia de los saberes cientíco-
tecnológicos en las comunidades de acuerdo con los principios del ecoturismo. Las
anteriores son algunas conclusiones surgidas de la realización del presente trabajo
de tipo reexivo, que se llevó a cabo, según los parámetros de una metodología
descriptiva y técnica de revisión bibliográca, en el entorno de Riohacha, capital del
departamento de La Guajira (Colombia), y cuyo propósito es contribuir a la susten-
tabilidad regional desde una perspectiva académica.
Abstract
Ecotourism plays an important role in the development and social change of territo-
ries that have a natural potential such as La Guajira, where biodiversity and human
diversity are constituted in cultural and socio-economic assets that, with sustainable
management, can in turn promote the development of the region. However, for de-
velopment practices to achieve environmental preservation goals, using the scien-
tic knowledege and technologies that have emerged from them, it is necessary to
interpret and reconcile different approaches to sustainability based on processes that
democratize education at higher levels, which would make it easier for graduates to
transfer scientic-technological knowledge and socialize the principles of ecotour-
ism in such communities. These are some of the conclusions that come from this
research work of the reection type, carried out under a descriptive and technical
methodology of bibliographical revision, in the surroundings of Riohacha, capital
of La Guajira, Colombia, and whose purpose is to contribute scientically to the
regional sustainability from an academic perspective.
Palabras clave:
Ecoturismo, Educación,
Ciencia, Tecnología,
Desarrollo, La Guajira.
Keywords:
Ecotourism, Education,
Science, Technology,
Development, La Guajira.
Referencia de este artículo (APA): Cujía, E., Pérez, S. & Maestre, D. (2017). Ecoturismo, educación, ciencia y tecnología, factores
de desarrollo sustentable: caso La Guajira, Colombia. En Revista Educación y Humanismo, 19(32), 174-189. http://dx.doi.org/
10.17081/eduhum.19.32.2540
* Artículo de reexión, resultado de la investigación “Estrategia económica para la superación de la pobreza en el municipio de Riohacha”,
La Guajira, Colombia.
1. Docente Universidad de La Guajira, Colombia. Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de La Habana, Cuba.
ecujia@uniguajira.edu.co
2. Docente Universidad de La Guajira, Colombia. Candidato a Maestría en Administración de Empresas e Innovación, Universidad Simón
Bolívar, Colombia. sobeperez@uniguajira.edu.co
3. Docente Universidad de La Guajira, Colombia. Magíster en Desarrollo de Empresa Social, Universidad Simón Bolívar, Colombia.
dmaestre@uniguajira.edu.co
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Introducción
Este artículo revisa, en primer lugar, el
concepto de ecoturismo asociado a la sustenta-
bilidad; y en segundo lugar, la forma cómo la
educación puede contribuir a este propósito
mediante la ciencia y la tecnología. Desde estos
dos factores se busca construir una innovación
necesaria para regiones apartadas de los centros
de poder, como La Guajira colombiana, que
benecie el presente y a las futuras generaciones.
El trabajo gira en torno a un interrogante: ¿Cómo
pueden las comunidades, que poseen recursos
valiosos en diversidad cultural y biodiversidad,
hallar en el binomio educación superior-ecotu-
rismo un aumento en su competitividad socioe-
conómica local y regional?
Se trata de entender que el nuevo paradigma
del desarrollo sustentable requiere la democra-
tización de la ciencia y la tecnología, es decir,
una ciencia más humanista, pues la asimi-
lación pasiva de la tecnología o el desarrollo
de la ciencia por sí sola no mejoran mucho la
productividad ni la distribución del ingreso de
las comunidades, en especial de las más pobres.
Por ello, es necesario encarar nuevos caminos
hacia el desarrollo de las regiones, aprove-
chando las ventajas que constituyen la riqueza
natural, la biodiversidad y la diversidad cultural
de territorios como La Guajira colombiana. En
este contexto, pueden asumirse áreas que aún no
han sido explotadas, como el ecoturismo, a n de
combatir la pobreza y generar transformaciones
en el desarrollo humano a partir de factores como
la educación con ciencia y tecnología.
Ecoturismo y desarrollo sustentable
Dos deniciones interrelacionadas son
básicas para abordar este acápite: turismo y
ecoturismo. El turismo, como arma Guzmán
(2002), se dene como:
Los desplazamientos en el tiempo libre,
que generan fenómenos socioeconómicos,
políticos, culturales y jurídicos, conformados
por un conjunto de actividades, bienes y
servicios que se planean, desarrollan, operan
y ofrecen a la sociedad con nes de consumo,
en lugares fuera de su residencia habitual
en función de recreación, salud, descanso,
familia, negocios, deportes y cultura. (p.12)
En tanto que Posada y Cárdenas (1999),
dene el ecoturismo como:
Un nuevo movimiento conservativo basado
en la industria turística que se dene como
viajes responsables que conservan el entorno
y sostienen el bienestar de la comunidad local.
Se acompaña por códigos éticos y un enorme
grupo de viajeros internacionales, estudiantes,
pensadores y el apoyo de los gobiernos de
algunos países industrializados. (p.16)
En la misma línea de Cárdenas, Jones (1992)
aborda el concepto bajo el término de turismo
ecológico y lo dene de la siguiente manera:
Turismo ecológico o turismo sustentable,
tienen su origen en una visión crítica de un
sistema comercial voraz e irracional que
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domina en varios aspectos en la industria del
turismo. Industria que pese a ser denominada
industria sin chimeneas, contamina por igual e
incluso en algunos casos ocasionando peores
daños que una industria con humos. Darse
cuenta de los problemas ocasionados por
el constante ir y venir de visitantes fue un
acierto que al momento ha estado salvando
a los recursos turísticos que aún quedan en
el mundo. Tanto los que han tenido ya intro-
ducción de las agencias de viaje como de
aquellos lugares que aún no son considerados
con potencial turístico. Pero el ecoturismo
viene a reivindicar una postura más humana,
más natural de la presencia del hombre en el
mundo que lo rodea, y busca hacer conciencia
de que no vivimos fuera de la naturaleza, sino
que somos parte de ella. Que convivimos con
otras especies que tienen el mismo derecho
que nosotros de habitar el planeta. (p.72)
Esta “nueva” forma de concebir el turismo
tiene una trayectoria de varias décadas, más solo
hasta principios de los noventa se plantearon
denitivamente las acciones de este modelo que
busca la armonía entre el hombre y la naturaleza,
denominándolo Desarrollo Sustentable, a partir
de tres principios básicos: 1) La sostenibilidad
ecológica, centrada en mantener la diversidad
y los recursos biológicos, 2) la sostenibilidad
social y cultural, que busca la conservación
de los valores de las personas y manteniendo
la identidad de la comunidad, y 3) la sosteni-
bilidad económica, que gestiona los recursos
ecientemente, de modo que se conserven para
las generaciones futuras (Reyes & Ávila, 2002,
p.21). Estos principios generales han surgido de
las Conferencias de las Naciones Unidas para
el Medio Ambiente en Estocolmo 1972, Río de
Janeiro 1992 y Johannesburgo 2002.
Acorde con lo anterior, la Organización
Mundial del Turismo (2009) ha denido el
turismo sustentable como: “un modelo de
desarrollo económico concebido para mejorar
la calidad de vida de la comunidad receptora,
facilitar al visitante una experiencia de alta
calidad y mantener la calidad del medio ambiente
del que tanto la comunidad antriona como los
visitantes dependen” (p.25). Como puede verse,
no se cuenta todavía con una denición universal
del ecoturismo, sin embargo, sus características
generales pueden enmarcarse, según Flórez
(2006, p.203), en los siguientes parámetros:
1. Toda forma de turismo basada en la naturaleza,
es decir, en la que la motivación principal de
los turistas sea la observación y apreciación
de esa naturaleza o de las culturas tradicio-
nales dominantes en las zonas naturales.
2. Incluye elementos educacionales y de inter-
pretación.
3. Generalmente, aunque no en forma exclusiva,
se dirige a pequeños grupos y es ofrecido
por pequeñas empresas especializadas y de
carácter local.
4. Procura reducir en todo lo posible los impactos
negativos sobre el entorno natural y sociocul-
tural.
5. Contribuye a la protección de las zonas
naturales, generando así benecios econó-
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micos para las comunidades, organizaciones
y administraciones antrionas que gestionan
zonas naturales con objetivos conserva-
cionistas. De esta manera, además, ofrece
oportunidades, alternativas de empleo y renta
a las comunidades locales, e incrementa la
concientización sobre conservación de los
activos naturales y culturales, tanto en los
habitantes de la zona como en los turistas.
En tales términos, todas las regiones que
cuentan con recursos biodiversos y culturales
pueden impulsar acciones que les potencien y
benecien, como ocurre con La Guajira.
La Guajira ecoturística
La región guajira colombiana tiene un
potencial inexplotado de posibilidades ecotu-
rísticas dada la biodiversidad maniesta en su
territorio.
Un viaje imaginario por el departamento
puede llevar a los turistas al Parque de los
Flamencos Rosados, las cristalinas aguas del
Mar Caribe en el Cabo de la Vela, las salinas
de Manaure, el único bosque enano del mundo
en la Macuira, el desierto guajiro, el Parque de
Energía Eólica en Riohacha y muchos otros
atractivos naturales, que hacen de toda la zona
una región con vastos recursos ecoturísticos.
Por otra parte, desde el punto de vista
cultural, La Guajira es pluricultural. En su terri-
torio conviven varias etnias que conservan sus
valores originales: la etnia Wayúu, que habita en
la mayor parte del territorio de la península y las
etnias Kogui, Wiwa e Ika-Arhuaco, que habitan
en una zona de la Sierra Nevada de Santa Marta,
en los municipios de San Juan, Villanueva y
Dibulla.
En cada uno de los municipios, el viajero
encuentra todo tipo de artesanías que los
habitantes han confeccionado con técnicas tradi-
cionales, como mantas, chinchorros, zapatillas,
bolsos, sombreros, mochilas, fajones, collares de
perlas, pipas y muchos otros utensilios, que en
tiempos anteriores eran parte de la vida normal
en las comunidades y que hoy son objetos de
comercialización.
El encuentro con la forma de vida y las
costumbres de los grupos indígenas es otro
aspecto que puede motivar el ecoturismo por La
Guajira: sus formas de distribución de la tierra y
sus modelos diferenciales de gobierno y manejo
de los conictos con los palabreros o los media-
dores y sus gobernadores; sus formas de alimen-
tación que comportan una variedad de platos
gastronómicos como el frichi de cabra, el queso
de cabra, los camarones, la chicha y otros platos
de singularidad inigualable, como los platillos
elaborados con la carne de tortuga. Igualmente,
en tiempos especiales del año, es normal hallar
dulces elaborados artesanalmente con las frutas
que allí se producen.
La cultura guajira tiene en el vallenato una
expresión reconocida globalmente. De hecho,
la leyenda de Francisco El Hombre, quien se
enfrentó cantando al mismo diablo, cuenta con
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un monumento que simboliza en forma poética,
la manera de ser aguerrida y el folclor de la
región. La frase popular dice que quien llega a
La Guajira queda tan encantando con esta tierra
que ya no se quiere regresar al lugar de donde
salió.
En estas condiciones, el ecoturismo resulta
relevante en este territorio, no solo por los
benecios económicos y sociales que puede
generar, sino también por la protección y la
preservación a la naturaleza que la actividad en
sí misma puede originar.
Precisamente, en este punto de la explotación
con benecio de los recursos existentes en La
Guajira es donde la educación de los actores
tiene gran incidencia, pues ha de involucrar a
los prestadores de servicios ecoturísticos y turís-
ticos en temas como la hotelería, los medios
de transporte, los grupos culturales, así como a
los diversos pobladores de la comunidad y sus
respectivas autoridades y, por supuesto, a los
visitantes desde una propuesta innovadora.
Generalmente, el ecoturismo es una actividad
realizada por personas que cuentan con cierto
nivel de estudios, tales como ingenieros ambien-
tales en formación, turistas que aman las diversas
especies de plantas y animales, familias intere-
sadas en conocer nuevos espacios y otros que
sobresalen por su admiración a la naturaleza.
Justo en este espacio la educación superior
puede aportar signicativamente, no solo desde
la teoría sino con la utilización de la ciencia y la
tecnología de manera sustentable e innovadora.
Educación superior y ecoturismo con
ciencia, tecnología e innovación
La ciencia y la tecnología por sí solas no
aportan soluciones a las comunidades margi-
nadas. Es necesario que estas aprendan a usarlas
y a producirlas en sus contextos, lo que a la
vez implica que la educación, especialmente
la educación superior, se aance en la ciencia
misma, en un proceso que requiere caminar por
senderos no recorridos, a los que se les denomina
innovación.
Un análisis realizado por la ONU (2014),
plantea la Innovación en este campo como:
Aplicación de los conocimientos para el
desarrollo, la solución reside en centrar la
atención en un mayor uso de la ciencia y la
nueva tecnología en los países en desarrollo
–acelerando el desarrollo por regiones, la
utilización de medicamentos, de productos
electrónicos y técnicas agrícolas mejorados–
como una forma de encaminarse hacia la
ruptura de las estructuras existentes, reducir la
pobreza y fortalecer la educación en el capital
humano. (p.6)
Este conjunto de tareas debe hacer parte de
un plan de acción mundial pormenorizado de
lucha contra la desigualdad, el poco accionar de
los gobernantes, las enfermedades y la degra-
dación del medio ambiente en los países en
desarrollo. En este sentido, se ha preparado una
lista de opciones prácticas para que las naciones
promuevan la innovación para el desarrollo
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ecoturístico, buscando en particular que los
proyectos de infraestructura sean oportunidades
de aprendizaje tecnológico. Este aprendizaje
tecnológico puede, a la vez, fomentar el sector
privado y estimular el desarrollo; vinculando a
los sistemas de enseñanza superior como ejes
del proceso de desarrollo, en el entendimiento
de que los graduados se encargarán de socializar
los aportes de la ciencia y la tecnología. Así se
cambia el esquema según el cual la asistencia
a los países pobres debe enfocarse principal-
mente en las escuelas primarias. Por el contrario,
Gallopín (2003) arma que se debe:
Trabajar en la innovación ya que constituye el
mecanismo para garantizar la sostenibilidad
del crecimiento y competitividad del país
a largo plazo. La innovación y la inversión
en investigación y desarrollo no son exclu-
sivos a sectores de alta tecnología también
hay que extenderlo a otros sectores econó-
micos y desarrollarlos en todos sus eslabones.
Para ello, el primer paso es generar impacto
económico y social de largo alcance consoli-
dando cultivos de innovación en general, un
lineamiento estratégico para impulsar el creci-
miento y el desarrollo económico, como:
Focalizar las capacidades de ciencia, tecno-
logía e innovación en áreas estratégicas como
el turismo, la biotecnología, la energía, la
salud, el diseño y las industrias creativas y
culturales. (p.64)
Otras tareas prácticas apuntan a que los
gobiernos fomenten las actividades empresa-
riales ecoturísticas en las esferas de la ciencia, la
tecnología y la innovación por medio de adquisi-
ciones gubernamentales e incentivos impositivos,
especialmente para estimular el crecimiento de
las empresas pequeñas y medianas; con el apoyo
de los países ricos, debe invertirse en investiga-
ciones hoy día insucientemente nanciadas,
en esferas de interés especial para los países en
desarrollo como el turismo, la agricultura, la
gestión ambiental y la salud pública.
Ahora bien, cuando se habla de fomentar
actividades ecoturísticas en las esferas de la
ciencia y la tecnología se entiende que esas
actividades deben vincularse a la enseñanza
superior en términos de innovación. Turner
(2011) maniesta que todos los países en
desarrollo necesitan universidades ecientes,
que no persistan en los métodos del pasado
(p.77), pues muchas de ellas mantienen una
imagen aislada de las necesidades e intereses de
la sociedad que las rodea.
En su estudio sobre pertinencia de la
educación superior en el siglo XXI presentado
a la UNESCO, Gibbons (1998) evidencia dos
modalidades de desarrollo de la educación
superior respecto de la innovación: una
modalidad 1, tradicional, en la que “las univer-
sidades se han considerado ‘propietarias’ del
recurso intelectual y lo han usado para establecer
su reputación frente a las demás” (p.58), traba-
jando, consecuentemente, con base en grupos
de personal especializado que “se organizan
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de acuerdo con la estructura de las disciplinas
cientícas y los planes de estudio, alrededor del
conocimiento que producen las disciplinas, en
una relación cuidadosamente mantenida entre
la producción de conocimiento y el contexto
socioeconómico, donde la ciencia avanza según
sus propios procesos internos y estos generan la
diversidad de problemas que, en opinión de los
grupos colegiados pertinentes, son los que deben
abordar” (p.59).
En esta modalidad, las élites del conoci-
miento imponen su punto de vista y no existe
su democratización, es más, “los países que no
disfrutan de una situación económica tan buena
se verán obligados a aceptar problemas y priori-
dades de investigación que les interesan poco o
nada” (Gibson, 1998, p.59).
Por otra parte, existe una modalidad 2 en la
que la innovación se aborda de un modo distinto
en la educación superior: “los investigadores
trabajan en equipos relativamente transitorios en
problemas que se especican en un proceso social
muy complejo, y se mueven de acuerdo con los
dictados del interés que suscita el problema” .
Como consecuencia de ello (Gibson, 1998):
Los mejores académicos están escapando de
sus instituciones lo que constituye un debilita-
miento de la lealtad tanto hacia la institución
como hacia su disciplina. Las respuestas a
estas fugas de cerebro institucional han sido
distintas y las más benignas tratan de ‘capturar
la propiedad intelectual de su personal antes
de que se transera. (p.58)
Esta dinámica respecto a la investigación
e innovación en ciencia y tecnología en la
educación superior ha de ser vista críticamente
por su complejidad, especialmente en lo que
concierne a una ‘ética’ educativa, que debe
responder a las necesidades de las comunidades
pobres y marginadas como las de La Guajira.
También implica cambios paradigmáticos, pues
este modelo 2 sería muy pertinente en contextos
como el colombiano, donde la biodiversidad y la
diversidad cultural plantean innitos problemas
locales, que con frecuencia escapan a las
reexiones de las élites gobernantes y acadé-
micas.
En la actualidad cada día se reconoce más
que las universidades fuertes son esenciales
para la prosperidad social y económica, particu-
larmente por sus contribuciones a los esfuerzos
nacionales cientícos y tecnológicos. Las
universidades deben cumplir las nuevas expec-
tativas, y debe exigirse de ellas un modelo
nuevo que reeje y responda a las necesidades
del mundo que las rodea. Dicho modelo ha de
tener como eje la investigación y, aunque falta
mucho camino por recorrer, Colombia ha ido
entrando en este proceso como lo demuestra el
documento de Colciencias titulado 75 Maneras
de generar conocimiento en Colombia (Hoyos,
2006), que menciona, entre otros, avances en
biotecnología, ciencias y tecnologías de la salud,
ciencias humanas, ciencias de la educación,
agroindustria, energía, minería, informática y
telecomunicaciones.
Un debate que se ha venido dando es si la
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innovación en la que la educación superior
aplicada a los problemas locales, de acuerdo con
el contexto y no por los dictados de las élites,
ha de promover el crecimiento económico y
aumentar la competitividad, bajo un modelo de
gestión de sustentabilidad económica en detri-
mento de la naturaleza, como plantean Ramírez,
Sánchez y García (2004); o si la innovación ha
de apuntar hacia un des-aceleramiento del creci-
miento económico (Max-Neef & Smith, 2011), y
considerar otros criterios sobre el mejoramiento,
como fortalecer o rehabilitar la infraestructura
existente en cada uno de los ámbitos que se
aborden, evitando errores anteriores en los que
el crecimiento económico en tanto fruto del uso
de la ciencia y la técnica afectó el equilibrio de
la naturaleza, como, por ejemplo, en el caso de la
explotación de hidrocarburos.
Con relación a estas dos posturas posibles:
aceleramiento del crecimiento con competiti-
vidad o des-aceleramiento con competitividad,
cabe precisar que las agencias internacionales
como el Fondo Monetario Internacional (FMI)
y el Banco Mundial (BM), que estructuran la
política de los países pobres, miden el progreso
económico como el resultado de las fuerzas del
mercado, ignorando el rol del avance tecnológico
y otros factores como el impacto del desarrollo
en el medio ambiente.
La insistencia en medir el desarrollo en
términos de indicadores soportados en las
dinámicas de los mercados y de los capitales ha
sido lo tradicional de estos entes internacionales;
sin embargo, esta lógica ha sido revaluada. Solow
(1993), ganador del premio Nobel en economía,
demostró que “el gran boom del desarrollo de los
Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX,
fue el resultado de los progresos tecnológicos
más que de la acumulación de capital” (p.17),
conclusión que, aplicada a La Guajira, obliga
a reexionar sobre dos acontecimientos persis-
tentes en este territorio: Uno, que La Guajira
con sus exportaciones de carbón ha manejado
gran cantidad de capitales como regalías; y dos,
que a pesar de circular y aportar gran cantidad
de capital al país, este departamento carece de
avances en tecnología y desarrollo social. En
este dilema, las universidades juegan un papel
importantísimo pues de ellas dependen las
propuestas que se han de promover en la práctica
para alcanzar la sustentabilidad que requiere el
planeta.
El papel de los gobernantes y políticos
Los gobiernos y en especial el sector político
social de las naciones deben reconocer que las
universidades juegan un papel irremplazable para
dar respuesta a las necesidades. Con frecuencia
los investigadores universitarios reclaman que
sus habilidades son ignoradas por los gobiernos
en áreas como el turismo, las minerías y el
cambio climático, dado que se preere pedir
consejo a asesores externos. Ellos, los políticos
y gobernantes, también deben estar más al tanto
del potencial de las universidades para hacer
frente al grave problema de la creación de
trabajos, ya que el crecimiento con base en la
innovación es una de las formas más exitosas de
reducir el desempleo, hecho que debe persuadir a
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los países para que apoyen la educación superior
entre sus estrategias de reducción de la pobreza.
Además, las universidades necesitan crear
lazos con el sector privado, lo que no signica
sacricar la excelencia cientíca o la libertad
académica, sino abrir oportunidades para la
colaboración productiva, por ejemplo, a través
de un compromiso conjunto de hacer ‘parques
cientícos’ como los que promueven las univer-
sidades en el mundo.
Ciencia y tecnología: sus perles
Para mayor comprensión de las aplica-
ciones prácticas de la relación entre ecotu-
rismo, educación, ciencia y tecnología, se deben
conocer conceptualmente las categorías de
ciencia y tecnología.
En principio, la función de la ciencia
consiste en la adquisición de conocimientos, del
proceso de conocer, cuyo ideal más tradicional
es la verdad, en particular la teoría cientíca
verdadera. La objetividad y el rigor son atributos
de ese conocimiento.
La función de la técnica se vincula, en
cambio, a la realización de procedimientos y
productos, al ‘hacer’, cuyo ideal es la utilidad.
La técnica se reere a procedimientos operativos
útiles desde el punto de vista práctico para deter-
minados nes. Constituye un saber cómo que no
necesariamente exige un saber por qué. Ese por
qué, es decir, la capacidad de ofrecer explica-
ciones, es propio de la ciencia.
Resulta, entonces, difícil relacionar roles
encaminados hacia el despertar de las regiones
en áreas que aún no han explotado como el
ecoturismo con ciencia y tecnología, sobre todo
con nes de combatir la pobreza, dado que el
desarrollo cientíco es una condición necesaria,
pero no suciente, para que un país o región
prospere y alcance un alto nivel de desarrollo
humano.
Se resalta, en este sentido, que la condición
básica para que la ciencia sea un factor útil para
salir del atraso es su transformación en tecno-
logía a través de la educación, de modo que,
convertida en patentes y otras formas de conoci-
miento, pueda ser utilizada por las empresas.
Para que la ciencia se asocie ecientemente
con la tecnología y esta con el nuevo actuar de
la educación, generando nuevos paradigmas, se
requiere más concretamente la integración de las
empresas con cadenas productoras de bienes, con
servicios especializados en turismo. En nuestro
caso, que las pequeñas, medianas y grandes
empresas equilibren su participación, mejorando
la calidad de vida de las comunidades, constru-
yendo posibilidades de empleo y aumentando el
ingreso con metas denidas para el incremento
del valor agregado de la economía; factores
estos de mucha relevancia para concatenar el
desarrollo en cualquier área de la economía
regional o local.
La sustentabilidad
El concepto de sustentabilidad surge de la
preocupación por la degradación del medio
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ambiente y las consecuencias que este fenómeno
trae para la especie humana, que ve amenazada
su supervivencia en el planeta en razón de las
prácticas realizadas sin respeto a los principios
de la naturaleza y que no tienen en cuenta las
consecuencias a corto, mediano y largo plazo.
Valga aclarar que las palabras sostenibilidad
y sustentabilidad son traducción de una misma
palabra en inglés: sustainable, que de hecho
hace referencia a un solo proceso complejo: “la
protección de la naturaleza en relación con la
equidad social presente y futura” (Ramírez et al.,
2004, p.55).
Para poner en contexto el signicado de
sustentabilidad, Ramírez et al. (2004) aclaran
que la palabra ‘sustentable’ ha sido usada mayor-
mente en México, mientras que en otras regiones
se usa el vocablo ‘sostenible’, para referirse al
mismo proceso socioeconómico y medioam-
biental. El informe Brundtland, que impulsó el
posicionamiento teórico de la sustentabilidad en
la Asamblea de la ONU en 1983, usa la palabra
‘duradero’ como sinónimo de sustainable, y el
acápite del informe que la Comisión presentó
en idioma español utiliza la frase ‘desarrollo
duradero’. En consecuencia, las traducciones
del idioma inglés, así como las diferentes
acepciones en español, han provocado interpre-
taciones diversas de un solo y único proceso.
En este artículo se emplea la palabra ‘susten-
table’ para referirse al proceso mencionado en
el informe Brundtland, evitando así discusiones
interpretativas; no obstante, también se usa la
palabra sostenible cuando se cita alguna fuente
que así lo hace, por respeto a la misma. Así, una
primera acepción nos lleva a que lo sustentable
es aquello que perdura y hace duraderas las cosas
en el tiempo.
La historia del concepto se remonta al
discurso de dirigentes que la Organización de
las Naciones Unidas en 1983 originó a partir
del informe de la Comisión sobre el Medio
Ambiente y Desarrollo, dirigida por Gro Harlem
Brundtland. Esta comisión acuñó el concepto
sustainable development o desarrollo sostenible,
que en su denición dice:
El desarrollo sostenible es el desarrollo que
satisface las necesidades de la generación
presente, sin comprometer la capacidad de
las generaciones futuras, para satisfacer sus
propias necesidades. Encierra en sí, dos
conceptos fundamentales:
El concepto de ‘necesidades’, en particular
las necesidades esenciales de los pobres a
los que debería otorgarse prioridad prepon-
derante;
La idea de limitaciones impuestas por
el estado de la tecnología y la organi-
zación social entre la capacidad del medio
ambiente para satisfacer las necesidades
presentes y futuras. (ONU, Brundtland,
Gro, 1987, p.24)
Este aporte teórico básico de la citada
comisión se convirtió en el punto de partida
para la puesta en práctica de sus recomenda-
ciones; sin embargo, el desarrollo práctico es
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más complejo de lo que se enuncia, puesto que,
como lo plantean Ramírez et al. (2004), hay
cinco enfoques posibles de sustentabilidad, entre
los que se encuentran los mencionados por Paolo
Bifani, (citado por Ramírez et al., 2004) : “1)
Enfoque de desarrollo duradero con énfasis en
lo ecológico, que no toma en cuenta lo socioe-
conómico implicado; 2) Enfoque intergenera-
cional, que pone el énfasis en el futuro sin tomar
en cuenta el presente; 3) Enfoque económico,
que combina el crecimiento económico con el
fortalecimiento de la competitividad, una mejor
gestión de la naturaleza y la biodiversidad, así
como con un descenso, en términos absolutos,
de las emisiones peligrosas para el medio
ambiente, apostándole a un “crecimiento inteli-
gente”; y 4) Enfoque sectorial, en el que “un
sector productivo en especíco será sustentable,
si es que el proceso productivo no impacta al
medio ambiente y, a la vez, sea redituable en lo
económico” (p.58).
A estos cuatro enfoques se añade el quinto,
propuesto por Ramírez et al. (2004): enfoque de
la sustentabilidad como gestión.
Este último enfoque plantea que la humanidad
está obligada a cultivar y conservar la tierra
como un buen gestor. También considera que el
desafío del desarrollo sustentable es una causa
decisiva de innovación y mejoramiento de la
estructura económica.
El desarrollo sustentable tiene que ver, por
consiguiente, con la formulación, concertación
y gestión de un nuevo tipo de políticas públicas,
así como con el potenciamiento de los actores
sociales colectivos, de tal suerte que las decisiones
concertadas y planicadas que guíen las actuales
y futuras inversiones públicas y privadas, tomen
en cuenta los criterios de balance y resguardo de
la capacidad reproductiva y regenerativa de los
distintos tipos de capital: el humano, el natural,
la infraestructura física, el económico y nan-
ciero y, nalmente, el institucional (Ramírez et
al., 2004, p.59).
Este enfoque pone además énfasis en el
capital humano, referido a las personas formadas
o educadas para la sustentabilidad del planeta
en un proceso que ha de desarrollarse con la
educación, como se ha venido haciendo en las
escuelas primarias y en la educación básica a
partir de las recomendaciones de la ONU, con
el que se ha procurado socializar con las genera-
ciones en formación la necesidad de conservar
el planeta y su biodiversidad; y ha de alcanzar
la educación superior con el reforzamiento de
la capacidad cientíca, como recomienda el
Consejo Social y Económico de las Naciones
Unidas.
Sustentabilidad y educación superior
El reforzamiento de la capacidad cientíca es
una de las piezas claves del desarrollo susten-
table dentro de las acciones posibles a ejecutar.
El Informe de la Secretaría General, preparado
por el Consejo Social y Económico de las
Naciones Unidas (UNSEC, 1998), en referencia
al capítulo 35, ‘Ciencia para el Desarrollo Soste-
nible’, de la Agenda 21, expone que:
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Habida cuenta de la creciente importancia
que tienen las ciencias en relación con las
cuestiones del medio ambiente y el desarrollo,
es necesario aumentar y fortalecer la capacidad
cientíca de todos los países, especialmente de
los países en desarrollo, a n de que participen
plenamente en la iniciación de las actividades
de investigación y desarrollo cientícos en pro
del desarrollo sostenible.
Hay muchas maneras de aumentar la capacidad
cientíca y tecnológica. Algunas de las más
importantes son las siguientes: enseñanza y
capacitación en materia de ciencia y tecno-
logía, prestación de asistencia a los países en
desarrollo para mejorar las infraestructuras de
investigación y desarrollo que permitirían a los
cientícos trabajar en forma más productiva;
concesión de incentivos para alentar las
actividades de investigación, desarrollo y
mayor utilización de los resultados de estas
actividades en los sectores productivos de la
economía. (p.12)
En consecuencia, la tendencia sugerida
resalta la educación que utiliza la ciencia y la
tecnología día a día para cobrar mayor fuerza en
diferentes ámbitos, de modo que estas, la ciencia
y la tecnología, se han convertido en comple-
mentos idóneos para aquellas actividades que
se proyectan como alternativas viables y perti-
nentes hacia el desarrollo sustentable.
Pero no todo lo que trae la ciencia y la tecno-
logía es positivo. De hecho, esta propuesta tiene
dos caras que hacen parte de la misma moneda:
Es un hecho incontrovertible que el nivel de
desarrollo, nunca antes alcanzado por la ciencia
y la tecnología, como ocurre con las comunica-
ciones, las redes informáticas, la robótica, etc.,
está marcando transformaciones tan signica-
tivas en la sociedad actual como lo hicieron en
su momento las dos revoluciones industriales
previas; de ahí la denominación de tercera
revolución industrial al cambio cualitativo y la
interrelación entre ciencia-técnica-tecnología-
producción y el papel protagónico de la ciencia y
su conversión en fuerza productiva directa. Este
proceso se identica como Revolución Cientíca
Técnica y, en el caso colombiano, tiene su asiento
en la educación superior a partir de la investi-
gación. No obstante, los benecios de todo este
esfuerzo no llegan a la mayoría de las regiones;
además, en algunos casos, se hallan al servicio
de un consumismo irracional que derrocha los
recursos limitados y amenaza gravemente la vida
en el planeta, como ocurre con la extracción del
petróleo y la minería contaminante del carbón o
del oro, por apenas mencionar algunos ejemplos.
Asimismo, el desarrollo cientíco y la tecno-
logía son factores inuyentes en la sociedad
contemporánea y su sustentabilidad, como ocurre
con la producción de productos alimenticios
sintéticos que reemplazan a los naturales, dando
oportunidad a la supervivencia en casos de catás-
trofes, pero al mismo tiempo van acompañados
de la producción de elementos desechables que
se utilizan y luego se botan al medio ambiente,
contaminándolo de manera destructiva.
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También, los sistemas de comunicación han
permitido avances importantes en educación,
como la educación virtual; modicando así
modelos tradicionales, pero a la vez han
generado conductas que promueven el consumo
de artefactos que son igualmente desechables
como los teléfonos celulares y otros productos
tecnológicos. En salud, de una parte, se pueden
prever posibles vulnerabilidades de las comuni-
dades ante agentes nocivos mediante redes de
información; mientras de otra, las mismas redes
afectan los valores culturales locales, al promover
el consumo de bebidas y otros productos con
modelos y estilos foráneos para las comuni-
dades, tal es el caso del incremento de casos de
diabetes a partir del consumo de bebidas azuca-
radas promovidas por medios como la televisión
y las redes sociales.
De esta manera, la globalización, polarizadora
de la riqueza y el poder, sería impensable sin el
avance de las fuerzas productivas que la ciencia
y la tecnología han hecho posible; mucha infor-
mación está al alcance de un click en el Internet,
e incluso las transacciones virtuales en economía
son facilitadas de maneras no imaginadas antes.
De esta forma, si bien los avances cientícos
han facilitado una mejor calidad de vida, las
sociedades enfrentan un desafío: la sustentabi-
lidad del planeta y de la especie humana debido
a la superpoblación y su derroche de los escasos
recursos del mundo.
Ante tal desafío de la supervivencia de la
especie humana en el planeta, existen dos grupos
de países: de una parte una minoría industria-
lizada, poderosa y rica, con un alto desarrollo
de la ciencia y la tecnología, y de la otra, una
mayoría atrasada, pobre y desposeída, con un
incipiente desarrollo cientíco técnico, dotadas
ambas con marcadas diferencias en el nivel
de vida. Siguiendo a Cribeiro (2008), se debe
recordar que “más del 90 % de la capacidad
cientíca y tecnológica mundial está en manos
de un reducido grupo de países y algunos cente-
nares de grandes corporaciones transnacionales”
(p.36).
Tal concentración es parte del proceso de
marginalización que la actual globalización
reserva para numerosos grupos humanos y
países, haciendo de la ciencia y la tecnología,
que deberían estar mejor distribuidos entre las
sociedades, instrumentos de la dinámica de
concentración de riqueza y poder.
Justamente, para que la ciencia y la tecno-
logía lleguen a todos los espacios del planeta, las
Naciones Unidas esgrimen la idea de democra-
tizar la educación superior hasta el punto que
se consolide una sociedad del aprendizaje, tal
como lo plantea el premio Nobel de economía,
Joseph Stiglitz (2015). Dicha ‘sociedad del
aprendizaje’ hace referencia a la distribución
del conocimiento de manera que todas las socie-
dades tengan acceso a los avances cientícos y
tecnológicos y que los territorios más distantes
puedan ser incorporados al desarrollo global,
procurando que estos aporten a las soluciones
necesarias.
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Sociedad del aprendizaje en lugares como
La Guajira
La promoción de una sociedad del apren-
dizaje es innovadora en el caso de Colombia,
donde los territorios alejados del centro han
sufrido el abandono de los núcleos de poder, y
los datos respecto de la educación, como ocurre
en la región guajira, muestran una realidad que
invita a proponer salidas acordes con la misma,
como se expresa en la siguiente cita:
Para el año 2010 en Colombia se tiene que
el indicador de años promedio de estudio
se ubica en 9,27. Desagregado por área, en
cabecera llega a 9,91 años mientras que en el
resto es de 7,34 años. Según sexo, el grupo
de las mujeres tiene más años de educación
(9,57) que los hombres (8,98). (…). Así, a
nivel departamental se ubica a La Guajira en
el último lugar con 7,7 años de estudio, muy
lejos del promedio nacional y de la meta ODM
a 2015 de 10,3 años. (PNUD-Uniguajira,
2012, p.67)
Esta realidad concuerda con un estudio
del Banco Mundial respecto de los jóvenes en
Colombia, e informa que, en 2006, solo el 10 %
completaba sus estudios secundarios (Perry et al.,
2006, p.173); mientras que los demás quedaban
en una condición de desventaja social que se
perpetúa hasta por tres generaciones (p.193).
La conclusión salta a la vista: solo se podrá
alcanzar la sustentabilidad de las regiones
apartadas del centro como La Guajira, con
una sociedad del aprendizaje que democratice
la educación superior, y que esta educación
propicie el desarrollo de capacidades cientícas
y tecnológicas.
Entonces, para los gobiernos locales y
nacionales, constituye un reto el promover
esta sociedad del aprendizaje, empezando por
su acceso. Más si se trata de producir ciencia
y tecnología dentro de un proceso de gestión
responsable de sustentabilidad. Así, regiones
con biodiversidad y diversidad cultural, como
La Guajira, tienen potenciales que pueden
orientarse hacia su desarrollo socioeconómico
con base en sus recursos y especialmente en un
entorno en el que poseen ciertas ventajas como
es el caso del ecoturismo.
Para los dirigentes, esto implica superar la
idea de que las tecnologías que se necesitan para
el desarrollo sostenible van a aparecer mágica-
mente, por gracia de las manos invisibles de las
fuerzas del mercado. Las mayores tecnologías
de las últimas décadas (el Internet, los productos
farmacéuticos, los materiales sintéticos, la
mayoría de la variedad de semillas) han tenido
sus raíces en programas de investigación patro-
cinados por el gobierno.
Es necesario reconocer que estos procesos
llevarán un tiempo en desarrollarse, pero igual-
mente, se debe saber que desde la educación
superior se pueden hacer grandes contribuciones
a los desarrollos con propuestas como el ecotu-
rismo sustentable.
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Conclusiones
Un vistazo a la realidad de La Guajira nos
ubica en un territorio edénico de mar y desierto
como riquezas naturales, paisajes singulares,
culturas indígenas, productos ancestrales que son
potenciales ecoturísticos inigualables, pero cuyo
desarrollo está muy rezagado en educación, que
con 7,7 años de promedio en estudios para sus
habitantes ocupa el último lugar en Colombia.
Además, la ausencia de ciencia, tecnologías e
innovación, inspira un gran interrogante: ¿cómo
lograr que con ecoturismo y educación alcance
este departamento un desarrollo competitivo
local y regional?
La respuesta tiene variables y factores que se
deben conciliar. Por ejemplo, se debe promover
el aceleramiento del crecimiento económico
y aumentar la competitividad, dejando atrás
el modelo de crecimiento en ujo de capitales
que va en detrimento de la naturaleza, como
plantean Ramírez et al. (2004); también se debe
orientar la innovación hacia un des-acelera-
miento del crecimiento económico por la vía del
capital (Max-Neef & Smith, 2011), hasta ahora
sustentado en la explotación de los recursos
naturales, y plantear como índice de mejora-
miento otros criterios, como el fortalecer o
rehabilitar la infraestructura existente en cada
uno de los ámbitos que se aborden, pues, como
fue demostrado por Solow (1993), el desarrollo
es más un resultado de progresos tecnológicos
que de la acumulación de capitales, hecho más
que vericable en La Guajira, donde sus expor-
taciones de carbón han producido gran cantidad
de capitales como regalías, y a pesar de su circu-
lación y aporte al país, permanece sin avances en
tecnología y desarrollo social.
En este contexto, las universidades juegan un
papel importantísimo, pues de ellas dependen las
propuestas teóricas que se han de promover en
la práctica para alcanzar la sustentabilidad que
requiere el territorio y el planeta. Así, la inves-
tigación e innovación en ciencia y tecnología
en la educación superior guajira ha de ser vista
críticamente por su complejidad, especialmente
respecto de una ‘ética’ educativa que responda
a las necesidades de las comunidades pobres y
marginadas. Ello implica cambios paradigmá-
ticos en que los investigadores universitarios,
con sus habilidades en áreas que comprenden el
turismo, la minería y hasta el cambio climático,
dejen de ser ignorados por los gobiernos, que
preeren pedir consejo a asesores externos.
La sustentabilidad, en todo caso, no ha de
ser vista con enfoques puramente ecológicos,
económicamente improductivos, o sectoriales,
sino que ha de ser una gestión integral, respon-
sable de los recursos y de las personas que se
ven implicadas, donde se tomen en cuenta los
criterios de balance y resguardo de la capacidad
reproductiva y regenerativa de los distintos tipos
de capital: el humano, el natural, la infraes-
tructura física, el económico y nanciero y,
nalmente, el institucional (Ramírez et al., 2004,
p.59).
Solo se podrá alcanzar la sustentabilidad
de las regiones apartadas del centro, como
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La Guajira, con una sociedad del aprendizaje
(Stiglitz, 2015) que democratice la educación
superior, y que refuerce el desarrollo de capaci-
dades cientícas y tecnológicas. De modo que
promover esta sociedad del aprendizaje se
constituye en un reto para los gobiernos locales
y nacionales, empezando por su acceso, más aún
si se trata de producir ciencia y tecnología en un
proceso de gestión ecológicamente responsable.
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