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Gerardo Tunal- Nafi Aime Cortez
ii) preoperacional, a fin de que los maestros busquen técnicas que le permitan a los alumnos representar algo
por medio de un significante diferenciado; iii) de operaciones concretas, que forman la transición entre la acción
y las estructuras lógicas más generales, y iv) de operaciones formales, en las que los facilitadores impulsan en
los alumnos el sentido de desprenderse de lo concreto y a situar lo real en un conjunto de transformaciones
(Piaget, 1969).
La Escuela Nueva surge a finales del siglo XIX en Europa y Norteamérica. Posteriormente se llevó a distintos
países del mundo. Esta crítica principalmente a la escuela tradicional, que se basa en la enseñanza por medio de
la cátedra y la memorización, sin tomar en cuenta la interacción entre docentes y alumnos. Entre los principales
exponentes de esta corriente se encuentran: Adolphe Ferriére (1930), Jean Piaget (1969), Ovide Decroly (2002),
John Dewey (1998) y Paulo Freire (2012), quienes enfatizan la utilización de técnicas pedagógicas en las que los
profesores actúan como orientadores en el desarrollo cognitivo de los alumnos con una tendencia marcada en
las actividades de conocer, descubrir, construir y recrear.
Aunque las primeras instituciones escolares que asumieron la designación de escuelas nuevas se presentaron
en Europa y fueron de carácter privado, pronto se hicieron presente en países como Argentina, Chile, Colombia,
Brasil, Venezuela y México (Álvarez, 2017). Esta Nueva Escuela se implementa en México en 1972, cuando se
instala el primer Colegio Jean Piaget en el grado de jardín de niños apoyada en una actitud pedagógica que
prioriza el interés de los niños para generar un ambiente crítico y cooperativo. En 1974, dicho colegio se
inaugura a nivel de primaria; y para 1978, a nivel de secundaria y bachillerato; finalmente, en 1992, se crea el
Instituto Bilingüe Jean Piaget. Justamente esta coyuntura, se toma como marco histórico. Para esta fecha entra
a la presidencia de este país Luis Echeverría Álvarez, para quien los problemas económicos, políticos y sociales
de México estaban ligados a la educación, por lo que consideraba, en consecuencia, que era indispensable
realizar una auténtica reforma educativa que revisara objetivos, conceptos y técnicas que guiaran la docencia.
De este modo, se promulgó una visión socioeducativa enfocada en la igualdad de oportunidades educativas y
la movilidad social, que se sustentaba en: i) el orden pedagógico, que comprendía la introducción de nuevos
planes, programas, métodos y la actualización de maestros, a través de textos que ayudarían a los alumnos a
transformar su vida y elevar los términos de su relación con el mundo; ii) el aspecto administrativo, que
incorpora la reforma de la infraestructura de la educación, nueva legislación, la reorganización de la Secretaría
de Educación Pública (SEP) y el impulso de la planeación e investigación educativa, y iii) lo político, que hace
relevante el fomento de políticas para el desarrollo social (Carranza, 2003). Asimismo, las instituciones de
educación superior crean libros de enseñanza elemental con el propósito de que los educandos tuvieran una
visión más formativa que informativa, que propiciara el desarrollo de juicios críticos para aprender a pensar.
En 1980 la educación en México estaba diagnosticada con baja eficacia terminal por parte del Programa
Nacional de Educación, Cultura, Recreación y Deportes, razón por la que el gobierno se dedicó a enfrentar la
situación (Secretaría de Educación Pública, 1984). En los años siguientes y con el fin de dar congruencia a la
educación básica y a los planes, métodos, programas y contenidos, el ex presidente Miguel de la Madrid Hurtado
intentó promover el desarrollo integral del individuo, ampliar las oportunidades educativas, culturales, deportivas
y de recreación, así como mejorar los servicios educativos. De igual forma, se buscaba la introducción de nuevos
modelos de educación que se conectaran al sistema productivo y la educación tecnológica. En ese marco, Paulo
Freire visita México durante esta década para aportar ideas y, sobre todo, enfatizar
el método de la palabra
generadora
,
en el cual a los profesores, cumpliendo el papel de mediadores, se les exigía una preparación y
actualización de un mayor nivel en su actividad como docentes para adaptar la enseñanza a las nuevas
condiciones (Dueñas, 2010).
Educación y Humanismo
20(35): pp. 74-95. Julio-Diciembre, 2018. DOI:
http://dx10.17081/eduhum.20.35.3018