34 Bolívar-González S, Talero Barrientos E, Motilva Sánchez V.
Cienc. innov. salud. Enero - Junio 2015; 3 (1): 33-44. Universidad Simón Bolívar (Col).ISSN: 2344-8636
http://publicaciones.unisimonbolivar.edu.co:82/rdigital/ojs/index.php/innovacionsalud/index
quirúrgicas, y representan una carga importante para la
sociedad en general. Lo que hace particularmente difícil
el tratamiento de esta enfermedad son sus causas, aún
desconocidas. En la actualidad se viene estructurando la
idea de que no se está ante una enfermedad en singular
(EII), ni tampoco ante la simple dicotomía de una pareja
ante un amplio espectro de procesos patológicos que
surgen desde factores etiológicos y caminos patogénicos
diferentes, para terminar en un hecho biológico con un
común denominador, que es la inflamación crónica y
recurrente de la pared intestinal (2). Durante años
muchas teorías se han propuesto para explicar su
patogénesis, incluyendo causas que van desde
infecciosas a psicosomáticas, sociales, metabólicas,
vasculares, genéticas, alérgicas, autoinmunes e
inmunitarias (3, 4). En este sentido, se considera que
estas enfermedades son la consecuencia de una
respuesta inmune inadecuada que provocaría una
inflamación mantenida en la mucosa intestinal y que
ocurre en individuos susceptibles genéticamente como
consecuencia de una compleja interacción entre factores
medio-ambientales, microbiológicos e inmunes (5).
En el intestino normal, los macrófagos están
condicionados por el microambiente de la mucosa para
expresar un fenotipo no inflamatorio, traducido por una
expresión disminuida de los receptores de la inmunidad
innata y la limitada producción de citocinas pro-
inflamatorias (6). La creciente evidencia apoya el papel
de diversas citocinas liberadas por las células epiteliales
e inmunes, en la patogénesis de la CU asociada a
neoplasia. Se ha sugerido que existen dos mediadores
claves en el proceso inflamatorio, la ciclooxigenasa-2
(COX--
transcriptores, los cuales serían los vínculos más
destacados entre la inflamación y el cáncer.
Recientemente, se ha demostrado que otros factores
tales como el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-
señalización de interleucina 6 (IL-6) promueven el
crecimiento tumoral en modelos experimentales de
cáncer asociado a colitis (CAC) (7).Además, se ha
informado de que el aumento de la proliferación celular
epitelial asociada con ciclos repetitivos de inflamación,
daño, y la regeneración en caso de UC podría conducir a
la carcinogénesis en el largo plazo. En este contexto, la
CU puede ser modelada en ratones mediante la
exposición repetida al sodio sulfato de dextrano (DSS),
un agente con efectos tóxicos directos sobre el epitelio
del colon. Este modelo ha demostrado las características
clínicas e histopatológicas similares a los observados en
UC humana (8).En diversos modelos animales han
descubierto un papel central de la flora intestinal en el
desarrollo de la colitis, principalmente por la inducción
de las células Th17 o células T reguladoras (9). La
convergencia de los resultados demuestra que la flora
intestinal desempeña un papel central en la patogénesis
de esta enfermedad, es así, como los investigadores
vienen realizando estudios clínicos que pretenden
encontrar beneficios terapéuticos luego de la
manipulación en la flora intestinal. Por lo anterior, cada
día se reconoce un creciente interés en la comunidad
científica sobre el papel protector de los probióticos en
las enfermedades intestinales, especialmente en la EII
(10, 11).
Los probióticos son microorganismos vivos, que
cuando llegan en cantidades suficientes al intestino en
un estado activo, ejercen efectos positivos para la salud
(12). En su mayoría incluyen bacterias y levaduras
productoras de ácido láctico que alcanzan el intestino
sin alteraciones, y además sin proporcionar daño al
huésped (13, 14).En este sentido, por sus acciones
inmunomoduladoras y antiinflamatorias, se conocen
diferentes aplicaciones de los probióticos en la
prevención de infecciones intestinales, cáncer y
enfermedades cardiovasculares (15, 16).En el intestino,
los probióticos son capaces de ocupar nichos de la
mucosa, impidiendo a los patógenos invadir esas zonas.
Además, ejercen una acción local semejante a los
antibióticos contra microorganismos patógenos y
disminuyen la producción de citocinas pro-inflamatorias,
tales como interferón-gama (IFN--
2 (IL-2). También presentan la capacidad de modular las
vías dependientes del NF-
relacionado con el establecimiento de la tolerancia
inmunológica (17). Sin embargo, pocas investigaciones
han abordado el efecto de los probióticos en modelos
experimentales de colitis, y los resultados que existen
son contradictorios. En esta línea, se ha demostrado que
la administración profiláctica del preparado probiótico
redujo la inflamación intestinal y carcinogénesis (18);
por el contrario, la administración de probióticos no
altero el ambiente inflamatorio del colon en un modelo
animal de colitis asociado a cáncer (10).Este estudio tuvo
como objetivo determinar los efectos de un preparado
probiótico, cuando se administra como tratamiento
preventivo o concurrente con la colitis inducida por el
DSS, en ratones. Se ha observado, en la secuencia de la
inflamación crónica intestinal inducida en los ratones,
los efectos del preparado probiótico sobre la expresión
de COX-2, así como los niveles de citoquinas pro-
inflamatorias, tales como TNF-