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De ahí deriva la importancia del presente trabajo, en el cual se halló una seroprevalencia de
14,54% en la población infantil, lo que indica el contacto de los menores con los vectores y el
parásito desde etapas tempranas de vida, si se tiene en cuenta que, de las ocho pruebas
positivas, dos correspondieron a menores de un año. Este valor de seroprevalencia podría
indicar además infecciones por Leishmania infantum asintomáticas, ya que es un porcentaje
más alto de los casos de leishmaniasis reportados en el área; esto puede explicarse por el
desarrollo de una respuesta inmune protectora u otros factores intrínsecos del ser humano o
parásito que conlleven al establecimiento de una infección sin manifestaciones clínicas . Los
análisis estadísticos realizados confirman que la población menor de cinco años está en mayor
contacto con los parásitos del género Leishmania, sugiriendo un carácter emergente de esta
parasitosis; estos datos coinciden con lo registrado en un brote de LV en el área urbana de
Neiva, Huila, en el año 2012, en el cual se registraron siete casos de la enfermedad, todos en
menores de cinco años (32). Probablemente, esto se debe a la presencia de Lu. evansi, el
vector principal de Le. Infantum en el caribe colombiano (33), este insecto se ha caracterizado
por presentar hábitos antropofílicos y endófilos, como se ha observado en la zona (34), a esto
se suma el hallazgo sitios de cría en el interior de la viviendas o las zonas aledañas (35),
características que en conjunto sugieren que el vector está bien adaptado a las condiciones
antrópicas, por lo tanto, es probable que este vector se infecte con los caninos y complete el
ciclo de vida de los parásitos, manteniendo una zoonosis silente urbana entre ellos, y
eventualmente llega a afectar a los humanos, especialmente niños que no tienen forma de
repeler estos insectos por sí mismos.
Por otro lado, la seropositividad en caninos es otra evidencia de la circulación del parásito en
el área urbana del municipio de Ovejas. Aunque se observaron diferencias entre los resultados
de la prueba rápida y la IFI, esto puede ser atribuido a que los caninos evaluados
probablemente no se encontraban en la fase aguda de la infección, en la que los títulos de
anticuerpos son elevados, y que la prueba rápida no tiene la suficiente sensibilidad para
detectar niveles muy bajos de anticuerpos IgG, en contraste con la IFI, que se realizó con
parásitos enteros de una cepa local, lo que aumentaría el número de potenciales antígenos y
por tanto la sensibilidad de esta última (36). Así mismo, de los diez ejemplares positivos, tres
presentaron reacción cruzada para T. cruzi, por lo que en estos no se pudo definir un
diagnóstico preciso de LVC, más no se puede descartar, así como no es posible desestimar el
contacto con T. cruzi en estos caninos; adicionalmente, teniendo en cuenta una diferencia
marcada entre títulos de anticuerpos, dos de los caninos seropositivos para Leishmania
también lo fueron para T. cruzi, lo que correspondería a una co-infección. Por otra parte, no se
puede descartar la posibilidad de una reacción cruzada con otra especie de parásitos del
género Leishmania en estos caninos infectados, teniendo en cuenta que en estudios previos
realizados en caninos de este municipio se han encontrado parásitos del subgénero L.
(Viannia) como L. guyanensis y L. braziliensis (26).
Mas allá de los resultados de las pruebas serológicas que aportan una evidencia indirecta de
la infección con el parásito, el aislamiento de Le. infantum a partir de uno de los caninos
estudiados demuestra infección parasitológicamente activa, circulación del patógeno en el
área urbana de Ovejas, y el potencial papel de Canis lupus familiaris como su reservorio.
Respecto al xenodiagnóstico, es probable que la ausencia del parásito en las hembras
disecadas, que se habían alimentado del canino infectado, se deba a que la carga parasitaria
en sangre y piel del canino sea muy baja, además Lu. evansi no es un vector tan eficiente