Ivan David Lozada-Martínez*
1
, y María Paz Bolaño-Romero
1
1
Universidad de Cartagena. Cartagena, Colombia
*Dirigir correspondencia a: ivandavidloma@gmail.com
Introducción: Actualmente el Infarto Agudo de Miocardio es la principal causa de mortalidad
precoz a nivel global, observándose un aumento en la incidencia y prevalencia de esta entidad
en los últimos años entre las personas más jóvenes, específicamente, menores de 40 años. La
presencia de factores de riesgo cardiovasculares tradicionales en adultos jóvenes, tiene la
misma predicción de mortalidad por enfermedad coronaria ateroesclerótica en comparación con
adultos mayores. Métodos: Se llevó a cabo una revisión no sistemática de la literatura,
utilizando términos de búsqueda tales como “Riesgo Cardiovascular” y “Jóvenes”, además de
sinónimos, los cuales fueron combinados con los operadores “AND” y “OR”, en las bases de
datos PubMed, ScienceDirect, Embase, EBSCO, y MEDLINE. Resultados: Es necesario
reconocer y mitigar la presencia de factores de riesgo en adultos venes de manera
sistemática y precisa, no solo enfocándose en el grupo de los factores tradicionales
(tabaquismo, dislipidemia, obesidad central, hipertensión arterial, diabetes mellitus, dieta
hiperglúcida/hipersódica, actividad física irregular o nula), de los cuales el tabaquismo y la
dislipidemia han demostrado mayor impacto negativo, sino también en los factores emergentes
(estrés crónico, consumo de bebidas energéticas, consumo de sustancias psicoactivas), siendo
el más importante el consumo de sustancias psicoactivas, posicionándose la cocaína como
factor esencial. Conclusiones: El hecho de que las enfermedades cardiometabólica estén
aumentando su incidencia de forma desproporcional, presentándose cada vez en edades más
tempranas, obliga a cambiar el enfoque real que se observa en el día a a durante la práctica
clínica.
Palabras clave: Adulto Joven; Factores de Riesgo; Enfermedades Cardiovasculares;
Promoción de la Salud; Literatura de Revisión como Asunto.
Proceso Editorial
©Copyright 2021.
Lozada-Martínez &
Bolaño-Romero
1
Recibido: 16 06 20
Aceptado: 22 02 21
Publicado: 16 03 21
DOI 10.17081/innosa.117
RESUMEN
ABSTRACT
Cómo citar: Lozada-Martínez I, Bolaño-Romero M. Juventud y Salud Cardiovascular: ¿Qué factores de riesgo debemos
tener en cuenta para intervenir? Ciencia e Innovación en Salud. 2021. e117: 071-087 DOI 10.17081/innosa.117
Juventud y salud cardiovascular: ¿Qué factores de riesgo debemos tener
en cuenta para intervenir?
Youth and cardiovascular health: What risk factors should we take into
account to intervene?
Background: Acute myocardial infarction is currently the leading cause of early mortality
worldwide, with an increase in the incidence and prevalence of this entity in recent years among
younger people, specifically, those under 40 years of age. The presence of traditional
cardiovascular risk factors in young adults has the same prediction of mortality from
atherosclerotic coronary artery disease compared to older adults. Methods: A non-systematic
review of the literature was carried out, using search terms such as "Cardiovascular Risk" and
"Youth", as well as synonyms, which were combined with the operators "AND" and "OR", in the
databases PubMed, ScienceDirect, Embase, EBSCO, and MEDLINE. Results: It is necessary to
recognize and mitigate the presence of risk factors in young adults in a systematic and precise
manner, not only focusing on the group of traditional factors (smoking, dyslipidemia, central
obesity, arterial hypertension, diabetes mellitus, hyperglycemic/hypersodic diet, irregular or no
physical activity), of which smoking and dyslipidemia have shown the greatest negative impact,
but also emerging factors (chronic stress, consumption of energy drinks, consumption of
psychoactive substances), the most important of which is the consumption of psychoactive
substances, with cocaine as a key factor. Conclusions: The fact that cardiometabolic diseases
are disproportionately increasing in incidence, presenting at younger and younger ages, makes it
necessary to change the actual approach observed in day-to-day clinical practice.
Keywords: Pelvic Inflammatory Disease; Acute Abdomen; Differential Diagnosis; Review
Literature as Topic.
I. INTRODUCCIÓN
Actualmente el Infarto Agudo de Miocardio (IAM) es la principal causa de mortalidad precoz a
nivel global, observándose un aumento en la incidencia y prevalencia de esta entidad en los
últimos años entre las personas más jóvenes, específicamente, menores de 40 años (1-3).
Presentar un IAM en edades tempranas constituye un factor de riesgo significativo, toda vez
que disminuye el potencial productivo del individuo, así como su calidad de vida (4,5). Este
hecho se puede explicar por la creciente exposición a potenciales factores de riesgo
modificables de enfermedad cardiovascular cada vez desde edades más prematuras, tales
como Hipertensión Arterial (HTA), dislipidemia, Diabetes Mellitus (DM), tabaquismo, escasa o
nula actividad física, dieta hiperdica/hipergcida y excesivo consumo de alcohol (6,7),
permitiendo la nesis de aterosclerosis subclínica con repercusn de eventos
cardiovasculares mayores (ECM) en décadas posteriores (8-15).
No obstante, se han descrito factores de riesgo emergentes que influyen en igual magnitud en
el riesgo cardiovascular en jóvenes, los cuales pueden pasar desapercibido durante la
evaluación médico-paciente, pero que se deben explorar con precisión. Estos son, el consumo
de sustancias psicoactivas, de bebidas energéticas y el estrés crónico (16-24). Por lo tanto, es
necesario determinar la presencia de este grupo de factores de riesgo, para evaluar el
verdadero riesgo cardiovascular, y establecer un plan de tratamiento enfocado desde la
prevención primaria y/o secundaria. El objetivo de este manuscrito consiste en describir el
impacto de los factores de riesgo cardiovascular, sobre la salud cardiometabólica de adultos
jóvenes, los cuales deben ser considerados en la evaluación médico-paciente para establecer
un protocolo terapéutico preciso y eficaz.
Para la estrategia de búsqueda, se llevó a cabo una revisión no sistemática de la literatura,
utilizando términos de búsqueda tales como “Riesgo Cardiovascular” y “Jóvenes”, además de
sinónimos, los cuales fueron combinados con los operadores “AND” y “OR”, en las bases de
datos PubMed, ScienceDirect, Embase, EBSCO, y MEDLINE. Para la selección de estudios,
los criterios de inclusión fueron estudios consistentes en revisiones sistemáticas, revisiones de
tema, meta-análisis e investigaciones originales, enfocados en la descripción y estimacn de
impacto de factores de riesgo en la génesis o progresión de enfermedad ateroesclerótica
subclínica, evaluados en individuos > 18 años y < de 45 años, así como en algunos subgrupos
para comparar. De igual forma, se incluyeron algunos estudios llevados a cabo en modelos
animales. Como criterios de no inclusión, se estableció que aquellos estudios con una muestra
no representativa, año de publicación por debajo del mite inferior expuesto, con contenido de
conceptos de preparación y acción sin protocolo establecido, y uso de herramientas
diagnosticas con un valor de reproductibilidad bajo, no sean incluidos.
Teniendo en cuenta la amplitud del tema, y la gran variedad de publicaciones, se incluyeron
estudios escritos tanto en español como en inglés entre los años 2000 y 2020, citando algunas
publicaciones más antiguas con valor científico excepcional. Se identificaron un total de 3445
estudios potencialmente relevantes, haciéndose revisión deltulo y resumen de 3000 de estos,
pudiéndose seleccionar 480 arculos, de los cuales se incluyeron finalmente 125 artículos,
posterior a la discriminación en función de los criterios de inclusión y no inclusn.
72
II. RIESGO CARDIOVASCULAR ASOCIADO A FACTORES DE RIESGO MODIFICABLES
TRADICIONALES
Navas et al (25) realizaron un estudio en el cual hicieron seguimiento a una corte de 11 016
hombres durante 20 años desde los 18 años, donde encontraron que la presencia de
factores de riesgo cardiovasculares tradicionales (HTA, DM, obesidad de distribución central,
tabaquismo, dislipidemia, alcohol, estilo de vida no saludable) en este grupo, tuvo la misma
predicción de mortalidad por enfermedad coronaria ateroesclerótica en comparación con
hombres mayores (40 a 59 os) (25). Del mismo modo, Daviglus et al (26) realizaron un
estudio de cohorte prospectivo donde evaluaron durante 3 décadas, el riesgo de mortalidad
por ECM en 7302 mujeres jóvenes desde los 18 años, demostrando que aquellas mujeres
que presentan este grupo de factores de riesgo tienen un riesgo relativo significativamente
mayor de desarrollar enfermedad coronaria ateroesclerótica y/o morir (26).
El estudio INTERHEART reveló un panorama clarividente sobre la relación entre estos
factores de riesgo y la probabilidad de tener un IAM, evidenciándose que el tabaquismo
(odds ratio [OR], 2.87), dislipidemia (OR, 3.25), obesidad central (OR, 1.12), HTA (OR, 1.91),
DM (OR, 2.37), comer frutas y vegetales diariamente (OR, 0.70), actividad física regular (OR,
0.86), y consumo regular y moderado de alcohol (OR, 0.91), son factores estadísticamente
relacionados con la patogenia del IAM (p<0.001 para todos los factores, excepto el alcohol;
p<0.03) (27). Estos datos resaltan la importancia de intervenir precozmente en grupos etarios
prematuros, en busca de disminuir el desarrollo o progresión de la ateroesclerosis subclínica
que permita reducir tasas de morbimortalidad por ECM. La correlación de los resultados
muestra que el tabaquismo y la dislipidemia son los factores de riesgo que más impactan en
el aumento del riesgo cardiovascular, representando casi dos tercios del riesgo atribuible
para el desarrollo de IAM (28), lo que ocasiona un cambio en la planificación terapéutica en
el ámbito de la prevención primaria y/o secundaria, otorgando una responsabilidad enorme
en el campo de la atención primaria en salud, representada por los médicos generales.
La inestabilidad de la placa ateroesclerótica, con posterior ruptura, representa el factor
desencadenante de aproximadamente el 60-65% de los casos de IAM en jóvenes,
manteniéndose como factor principal hasta en grupos posteriores (29-31). La relevancia de
identificar detalladamente todos los factores de riesgo que puedan estar presentes en un
joven, radica fundamentalmente en que en estos las manifestaciones clínicas no son típicas,
destacándose un cuadro agudo sin referencia de sintomatología previa, amismo como el
curso clínico, pudiéndose decir que el pronóstico no es el mismo que en el de la población
mayor (32). En este grupo de individuos presentar un evento coronario tiene un pésimo
pronostico a largo plazo, si a esto, se le asocia la presencia o desarrollo a corto/mediano
plazo de Diabetes, tabaco, o insuficiencia cardiaca, se estima una mortalidad
significativamente alta (33,34).
La dislipidemia es un factor de riesgo cardiovascular independiente y robusto, que
predispone a sufrir ECM de forma prematura y progresiva (35-41). El principal actor
patológico de esta condición es la Lipoproteína(a) (Lp(a)), una lipoproteína que contiene una
porción de apolipoproteína B, con gran actividad aterogénica debido a su capacidad de
depositar colesterol en la pared arterial (42-44). Esta también posee una porción de
apolipoproteína A, la cual actúa como agonista competitivo frente a los receptores
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endoteliales del plasminógeno debido a su gran similitud, produciendo entonces disminución
de la formación de plasmina y lisis tardía del coágulo, que facilita la génesis de un proceso
tromboembólico (45-47). El impacto que genera esta molécula en el riesgo cardiovascular es
tal, que sus niveles no pueden ser moderados por medio de cambios en la dieta, ejercicio o
drogas hipolipemiantes. El único método que ha demostrado eficacia en el manejo de la
Lp(a) y reducción del riesgo cardiovascular, es la aféresis de lipoproteínas (35,36,37,46,47).
El hecho de que estos factores de riesgo modificables tradicionales (Tabla 1) tengan una
implicación inminente en el riesgo cardiovascular, exige un manejo estricto en la promoción
de la salud y prevención de la enfermedad desde el campo de atención primaria en salud en
los pacientes jóvenes. La preparación de los médicos generales debería estar enfocada
principalmente en el control de la génesis y progresión de enfermedades cardiometabólicas,
ya que estas lideran las tasas de morbimortalidad a nivel global (25-27).
Tabla 1. Factores tradicionales modificables que impactan en el riesgo cardiovascular (48-
52)
Factores sociodemográficos
Tabaquismo
Colesterol Total/ LDLc/ HDLc
Hipertensión arterial
Diabetes Mellitus
Estilo de vida sedentario
Mala adherencia al tratamiento establecido
Lesión de órgano blanco asintomático
Velocidad de onda de pulso femoral-
carotidea > 10 m/s
Hipertrofia del ventrículo izquierdo visible
en ecocardiograma
Índice tobillo-brazo < 0,9
Enfermedad cardiovascular o renal establecida
Enfermedad Renal Crónica
Falla cardiaca
Enfermedad Arterial Periférica
Enfermedad Cerebrovascular (ictus/hemorragia cerebral/ataque isquémico transitorio)
Fuente: elaboración propia.
III. FACTORES DE RIESGO MODIFICABLES EMERGENTES Y SU IMPLICACIÓN EN LA
ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR
En la última década se han descrito nuevos factores de riesgo que impactan
considerablemente en la salud cardiovascular de los jóvenes, sin embargo, gran parte de
estos tienen una carga poligénica establecida (33) por lo que el riesgo se encuentra
inminente y solamente se puede controlar la carga de la enfermedad. Por otro lado, se han
evaluado nuevos factores modificables que también influyen potencialmente en alteraciones
74
cardiometabólicas, pero que muchas veces pasan desapercibidos durante el interrogatorio
puesto que no siempre pueden ser evidentes al contacto médico-paciente, ya sea por el
hecho de que el adulto joven siente miedo a la crítica y rechazo social por su inmadurez
cognitivo-conductual, o por la consideración irrelevante de referirlo a su tratante.
ESTRÉS CRÓNICO
El estrés crónico es uno de estos factores emergentes del cual se tiene registro sobre su
vinculación con el incremento de tasas de coronariopatías, accidentes cerebrovasculares y
fibrilación auricular (22,53,54,55,56). Adicionalmente, se ha encontrado una fuerte asociación
entre este factor, con la Diabetes Mellitus (57-60) y enfermedades mentales (61), pero no con
enfermedades gastrointestinales o neoplasias (62-65). Los principales agentes estresores
estudiados son, el estrés laboral, aislamiento social (66), problemas maritales, estrés del
cuidador, muerte de un pariente cercano, desastres naturales y desastres ocasionados por el
hombre (67-71).
Dos estudios de cohorte multicentricos revelaron que, comparado con los factores de riesgo
tradicionales, las razones de riesgo de incidencia de enfermedad coronaria y ataque
cerebrovascular isquémico producto de agentes estresores aislados, fueron menores de
forma significativa en la población general (72,73); existiendo solo una excepción, y es en el
caso de aquellos individuos con síndrome de estrés postraumático, donde esta razón de
riesgo se incrementa hasta 6 veces (74). Esto permite afirmar que, si los factores
anteriormente mencionados se combinan, el riesgo cardiovascular aumenta
considerablemente, convirtiéndose este en un complejo desencadenante incluso más potente
en poblaciones de alto riesgo. En pacientes con enfermedad cardiovascular establecida, la
gran mayoría de estos agentes estresores se han correlacionado fuertemente con eventos
cardiovasculares de novo, recurrentes y con mortalidad cardiovascular (75-79). Esta
observación señala que, en poblaciones de alto riesgo, el estrés crónico cumple un rol más
importante en la progresión y detonación del evento cardiovascular, que como contribuyente
en la génesis de la misma; convirtiéndose este en un objetivo terapéutico primordial en
prevención primaria y secundaria en salud.
El mecanismo fisiopatológico que explica la presentación del evento se basa en que, ante un
agente estresante, se activan neurocircuitos cerebrales que estimulan distintos centros
sensoriales produciendo respuestas emocionales al miedo y evasión, generando finalmente
una cascada fisiológica a nivel periférico (80). Estas respuestas incluyen al sistema nervioso
autónomo, eje hipotálamo-hipofisiario-suprarrenal, y elevación de proteínas inflamatorias en
ausencia de patógenos (81,82). Los cambios generados alteran el equilibro simpático-
parasimpático, afectando el sistema cardiovascular en general, pudiendo desestabilizar una
placa ateromatosa y precipitando un evento aterotrombótico. Del mismo modo, en caso de
que no desencadene el evento, contribuye con la carga aterogénica de la placa debido a la
exposición crónica del proceso inflamatorio (65).
Se puede concluir entonces que el estrés crónico es un factor de riesgo que contribuye a la
morbimortalidad cardiovascular, convirtiéndose en un objetivo básico de manejo desde el
área de atención primaria en salud, necesitando de un equipo multidisciplinario que aborde
esta entidad de forma precoz desde todas las perspectivas posibles.
75
CONSUMO DE SUSTANCIAS PSICOACTIVAS
El consumo de sustancias psicoactivas ha aumentado de manera significativa en los últimos
años, principalmente de marihuana (82), cocaína (83) y alcohol (84), ya sea por la facilidad
de costo-adquisición o por la legalización de estas en algunos países. Este proceso de
trascendencia requiere de investigación de la más alta calidad, para establecer cuáles son
los efectos puros de estas sustancias en el organismo, permitiendo así romper con
paradigmas sociales que afirmen que el efecto producido por estas, son inofensivos o incluso
útiles para algunas condiciones (85,86).
Es bien sabido que los cannabinoides se utilizan como agentes terapéuticos para el
tratamiento de diversas entidades (87), sin embargo, el uso de estos para objetivos
recreativos tiene otra connotación totalmente diferente a la principal. El consumo de
marihuana se ha asociado fuertemente con enfermedades cardiovasculares tales como
arritmias cardiacas (88), enfermedad arterial coronaria (89), ictus, disección aortica (90),
entre otras. Recientemente se ha descrito la relación entre esta sustancia y dos receptores
específicos, el receptor cannabinoide tipo 1 (ubicado a nivel del Sistema Nervioso Central) y
el receptor cannabinoide tipo 2 (ubicado a nivel del Sistema Nervioso Periférico y
específicamente en cardiomiocitos y células del musculo liso vascular) (23), lo cual podría
explicar la presentación de dichos eventos.
Básicamente estas consecuencias son producto de una compleja interacción entre los
metabolitos del cannabis y la activación de múltiples vías de señalización en diversos tejidos,
que producen, por ejemplo, en los cardiomiocitos disminución de la contractilidad,
disminución de la biogénesis mitocondrial, así como incremento en la producción de especies
reactivas de oxígeno (91). A nivel vascular se produce una respuesta pro-inflamatoria con
una expresión exagerada de moléculas de adhesión, además de disfunción vascular crónica
secundaria a la expresión de especies reactivas de oxígeno por activación de NADPH
oxidasa, lo cual lleva finalmente a un proceso pro-fibrótico. En los macrófagos se genera
acumulación de las LDL oxidadas, activación de respuestas inflamatorias dependiente de las
MAP quinasas, que concluye en quimiotaxis por inflamación estéril. En el tejido adiposo, se
produce disminución en la producción de adiponectina, incremento de la lipogénesis y
disminución de la lipolisis, y disminución de la sensibilidad a la insulina (92-95). Estos
mecanismos permiten observar claramente el efecto nocivo que produce el consumo de
cannabis en el organismo, enfocándose su impacto en la salud cardiometabólica.
De la mano se encuentra la cocaína, la principal causa de consulta por abuso de sustancias
a la urgencia con síntomas cardiovasculares (21). Esta sustancia es un compuesto alcaloide
que se obtiene de la extracción de las hojas de Erythroxylon coca en Suramérica, siendo
utilizada originalmente como anestésico local en cirugías menores (96). No obstante, se
volvió recreativa a partir de la década de 1970 estimándose en el año 2016 un total de 18
millones de consumidores alrededor del mundo, siendo los jóvenes entre 18 y 25 años el
grupo etario de mayor consumo (97).
Proporcionalmente al incremento en el consumo de este psicoactivo, también incrementaron
los reportes de morbimortalidad asociados a neuro-cardiotoxicidad (98). La cardiotoxicidad se
manifiesta de diferentes formas, siendo las más representativas la disección aortica aguda,
ictus, síndrome coronario agudo, infarto agudo de miocardio, arritmias mortales, miocarditis
aguda y muerte súbita (24). El estudio RUTI-cocaine demostró que aquellos pacientes que
76
presentaban síndrome coronario agudo asociado al consumo de cocaína, tenían tasas de
incidencia significativamente elevadas de taquiarritmias ventriculares y mortalidad
hospitalaria, en comparación al grupo que presentaba el evento sin ser consumidores (99).
Del mismo modo, el grupo consumidor obtuvo tasas de riesgo más elevadas de presentar
eventos cardiovasculares adversos mayores, infarto agudo de miocardio, y muertes
cardiovasculares, que el grupo contrario en un periodo de seguimiento de aproximadamente
6 años (99).
El mecanismo fisiopatológico de estos eventos se basa en que la cocaína produce una
excesiva estimulación adrenérgica a nivel central y periférico, producto del bloqueo de la
recaptación presináptica de dopamina y norepinefrina, ya que actúa como ligando en los
transportadores de estos neurotransmisores, inhibiendo su proceso de eliminación, y
permitiendo su acumulación en los receptores postsinápticos (100,101). Esto se traduce en
hipertensión arterial y taquicardia, lo cual incrementa el consumo de oxígeno por parte del
miocardio, siendo letal en aquellos pacientes con estenosis coronaria debido a una placa
ateromatosa, ya que también se produce vasoconstricción coronaria, facilitando la
presentación de una cardiopatía isquémica (102,103). Todo lo anterior precisa el impacto de
la cocaína en la salud cardiovascular, obligando a intervenir en aquellos pacientes que son
consumidores, independientemente del riesgo cardiovascular y la edad que posean, para
evitar desenlaces fatales.
El otro factor para mencionar es el alcohol, del cual se conoce que su consumo en cantidad
leve-moderada (1 bebida para mujeres y 1-2 bebidas para hombres por día), está
fuertemente asociado a disminución del riesgo de morbimortalidad cardiovascular (104).
Pese a lo anterior, el factor en el que se hará énfasis es en el consumo excesivo de alcohol.
En el año 2011 la Organización Mundial de la Salud estimó que 2.5 millones de personas en
el mundo fallecieron debido al alcohol, representando el 4 % de la mortalidad en ese año,
siendo esta cifra mayor a la de la violencia o tuberculosis (105).
El consumo excesivo de esta sustancia se ha relacionado con la presentación de Infarto
Agudo de Miocardio e ictus isquémico-hemorrágico (106), así como de cirrosis, convulsiones,
intoxicaciones, y malignidades tales como carcinoma hepatocelular, de recto, seno, colon y
laringe (107), superando los 234 mil millones de dólares en costos de atención de
complicaciones médicas (108). Desafortunadamente la población joven no se escapa de
este fenómeno, siendo de los grupos etarios que más consume, constituyéndose en un
potencial factor de riesgo cardiovascular para eventos agudos, o que contribuya a la génesis
de enfermedades que se manifiesten en décadas posteriores (84). Palatini et al (84)
realizaron un estudio de cohorte prospectivo con un seguimiento a 12 años en el que
evaluaron un total de 1204 pacientes hipertensos entre 18 y 45 años, donde encontraron que
aquellos que consumían cantidades excesivas de alcohol, duplicaban el riesgo de presentar
un evento cardiovascular mayor (HR, 1.64), cuadruplicándose este riesgo si además eran
tabaquistas (HR, 7.79) (84).
Estas conclusiones permiten contemplar el riesgo inminente que se presenta al consumir
este tipo de sustancias de forma recreativa, es crucial intervenir cuando se es evidente el
consumo de estas, revelando el pronóstico fatal que se puede tener de forma aguda o en
años subsiguientes.
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CONSUMO DE BEBIDAS ENERGÉTICAS
El consumo de bebidas energéticas se ha incrementado de forma exponencial en los últimos
años, principalmente en adolescentes y jóvenes adultos (20), argumentando su uso debido a
su efecto estimulante, sabor, incremento en el rendimiento físico, marketing y presión social
(109,110). Estas bebidas están compuestas generalmente por cafeína, taurina,
glucuronolactona e inositol (111), sustancias relacionadas con gran cantidad de efectos
adversos tales como nerviosismo, ansiedad, insomnio, palpitaciones, taquicardia, taquipnea,
arritmias y trastornos gastrointestinales (112).
La cafeína es un alcaloide natural que se puede encontrar en granos de café, de cacao,
hojas de y yerbas mate principalmente (113), del cual se han publicado opiniones
científicas sobre sus efectos benéficos en relación con la salud cardiovascular en general, no
obstante, este efecto es dosis dependiente (114). El mecanismo de acción de esta sustancia
se basa en su antagonismo sobre los receptores de adenosina tipo 1 y 2, la adenosina posee
un efecto inductor del sueño al inhibir la liberación de dopamina y glutamato (115). Al
interactuar la cafeína con estos receptores, se genera una mayor liberación de estos
neurotransmisores. Además, se ha encontrado que la cafeína incrementa los niveles
plasmáticos de epinefrina y norepinefrina (116), resultando finalmente en un proceso
estimulante del sistema nervioso simpático con repercusiones en el sistema cardiovascular.
La taurina por su parte es un aminoácido presente en gran cantidad de alimentos,
principalmente en mariscos y carnes, no obstante, también es un metabolito producido por el
hígado, producto de la degradación de la cisteína, el cual se encuentra en gran cantidad en
tejido muscular cardiaco y esquelético (117). Bakker y Berg (118) demostraron que este
compuesto induce un efecto positivo en el inotropismo cardiaco, debido a que aumenta la
concentración de Ca2+ en el retículo sacroplásmico, así como su velocidad de libración
(118), evidenciándose la interacción entre la taurina y los canales de calcio, lo que influiría en
el proceso de conducción y dinámica miocárdica de forma inespecífica.
No existen datos solidos sobre los efectos de la glucuronolactona sobre el sistema
cardiovascular de forma aislada, se sabe que es un metabolito derivado de la degradación de
la glucosa que sirve como componente del tejido conectivo fibroso (20). Del mismo modo
sucede con el inositol, al que se le describe como un glucósido alcohólico, el cual es
sintetizado de forma natural por gran cantidad de animales y plantas (119).
Pese a lo anterior, existen estudios que evalúan el rendimiento y la seguridad de distintas
bebidas energéticas, conteniendo todas estas sustancias juntas. Estudios donde se
evaluaron estas bebidas en jóvenes arrojaron que si la bebida posee 100 mg o menos de
cafeína, no se produce una variación significativa en la presión arterial (117), sin embargo,
las bebidas energéticas que se encuentran en nuestro medio, como Red Bull o Monster
Energy, presentan dentro de sus especificaciones la presencia de 80 mg (120) y 64 mg (121)
de cafeína por 200 ml respectivamente, es decir, el consumo de un producto que contenga
más de los 200 ml, podría elevar el riesgo de sufrir cambios agudos en las cifras de presión
arterial, resultado evidenciado en el estudio C-energy (122), donde hubo un aumento hasta
de 20 mmHg sobre la presión arterial sistólica y diastólica sobre los valores de base (122).
Así mismo, se pudo observar la influencia de estas bebidas sobre el segmento QT, en donde
se presentó una prolongación de este segmento de hasta incluso 80 ms (423 ± 22.74 ms a
503 ± 24.56 ms), constituyéndose como un potencial factor para el desarrollo de arritmias
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cardiacas (122). A pesar de que se deben realizar más estudios sustanciales sobre los
efectos de estas bebidas sobre los diversos sistemas orgánicos, la poca evidencia existente
sugiere un impacto negativo sobre el sistema cardiovascular.
IV. PERSPECTIVAS FUTURAS
El hecho de que las enfermedades cardiometabólica estén aumentando su incidencia de
forma desproporcional, presentándose cada vez en edades más tempranas, obliga a cambiar
el enfoque real que se observa en el día a día durante la práctica clínica, en la que los
actores de la salud se enfrentan a casos en donde personas jóvenes, debutan con cuadros
súbitos que muchas veces limitan la capacidad funcional del mismo (123). Por lo tanto, es
necesario ser más precisos y cuidadosos durante la evaluación médica. Lo anterior ha
ocasionado la creación de herramientas que permiten estimar el riesgo cardiovascular
(incluso de por vida) en atención primaria en salud, que faciliten el manejo en aquellos que
presentan enfermedad subclínica, o que necesitan de rehabilitación (124).
Brotons et al (124) elaboraron un instrumento predictivo de riesgo cardiovascular
(IBERLIFERISK) para población entre los 18 a 75 años, producto de un estudio masivo de
cohorte donde incluyeron 762 054 sujetos con una media de 35 años seguidos a 5 años, este
permite obtener un riesgo relativo aproximado que permite clasificar y reclasificar la
severidad del riesgo en función de la presencia de diversos factores, la mayoría modificables
(124). Ahora bien, el empleo de estas herramientas tiene un plus, y es que cumple con un rol
informativo y formativo para los pacientes, puesto que perciben de manera directa la
magnitud de su enfermedad, además de entender que la carga patológica es un proceso
dinámico que tiene posibilidad de ser modificado (125). Esto quiere decir que lo más
probable es que el uso de la herramienta, permita cambiar la percepción de enfermedad que
tienen los pacientes, y adopten medidas de autocuidado eficaces.
V. CONCLUSIÓN
Es necesario reconocer y mitigar la presencia de factores de riesgo en adultos jóvenes de
manera sistemática y precisa, no solo enfocándose en el grupo de los factores tradicionales
(tabaquismo, dislipidemia, obesidad central, hipertensión arterial, diabetes mellitus, dieta
hiperglúcida/hipersódica, actividad física irregular o nula), de los cuales el tabaquismo y la
dislipidemia han demostrado mayor impacto negativo, sino también en los factores
emergentes (estrés crónico, consumo de bebidas energéticas, consumo de sustancias
psicoactivas), siendo el más importante el consumo de sustancias psicoactivas,
posicionándose la cocaína como factor esencial. El uso y desarrollo de herramientas
innovadoras para predecir el riesgo cardiovascular (como el instrumento IBERLIFERISK) es
indispensable para elaborar un plan terapéutico más acertado, que incluya la participación
del paciente, producto de la información y formación por parte del profesional de la salud,
estimulando el autocuidado permanente.
Contribución de los autores: Conceptualización: IL, MB; metodología: IL, MB; validación:
IL, MB; investigación: IL, MB; curación de datos: IL, MB; escritura: IL, MB; preparación del
borrador original; IL, MB; escritura: IL, MB; revisión y edición: IL, MB; visualización: IL, MB;
supervisión: IL, MB; administración del proyecto: IL, MB. Todos los autores han leído y
aceptado la versión publicada del manuscrito.
Fondos: Esta investigación no recibió fondos externos.
79
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