5 Castillo Ávila, Irma Yolanda
Cienc. innov. salud. Junio 2014; 2 (1):4 – 10. Universidad Simón Bolívar (Col). ISSN: 2344-8636
http://portal.unisimonbolivar.edu.co:82/rdigital/innovacionsalud
Introducción
El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH)
constituye uno de los desafíos más importantes en
enfermedades infecciosas para la salud pública, por ser
una patología de incremento constante (1). A finales
de 2010, aproximadamente 34 millones de personas
vivían con el VIH en todo el mundo. Se estimaba que
30 millones de estas eran adultas, y 3.4 millones,
menores de 15 años. África, una región que representa
solo el 12% de la población mundial, sigue siendo la
más afectada por este virus, pues, alrededor del 68%
de todas las personas que vivían con el VIH residían
en este país (1, 2).
En América Latina, se calcula que hay tres millones
de afectados. Y desde 1996, las estadísticas presentan
un descenso constante en cuanto a las nuevas
infecciones por el virus; estabilizándose en los
primeros años del nuevo milenio en 100.000 casos por
año (2, 3). Según el informe mundial de avances de
lucha contra el VIH, desde 1985 al 31 de diciembre de
2011, se han reportado en Colombia un total de 75.620
casos de infección por VIH (2), y cada año se
diagnostican 4200 casos nuevos (3, 4). Más
específicamente, en el departamento de Bolívar, la tasa
de mortalidad asociada a esta enfermedad muestra una
tendencia hacia el aumento. Así, en 2009, dicho
departamento registró una prevalencia de 6.4 casos por
cada 100 mil habitantes, 1.5 más que en 2001 (4, 5).
En la capital del departamento, Cartagena, se
diagnosticaron 267 casos en el año 2010, de los cuales
el 22,5% había desarrollado el SIDA, y 12,4%
terminaron con el deceso del paciente (4-7).
El rápido avance de la epidemia en Latinoamericana
pone de manifiesto la necesidad de realizar acciones
urgentes y eficaces. En la actualidad, la enfermedad es
considerada una prioridad de salud pública y las
actividades preventivas se han incluido en las metas de
la OMS para el año 2015 (8). Pero, para lograr esto, se
requieren cambios estructurales en los sistemas de
seguridad social, que permitan mejores mecanismos de
prevención y un mejor y mayor impacto de los
programas (4-6).
De acuerdo con la situación anterior, en Colombia se
han implementado medidas para aumentar la afiliación
de los pacientes afectados al Sistema General de
Seguridad Social en Salud, a fin de lograr una mejor
cobertura, atención sanitaria y provisión de terapia a
todos los pacientes identificados que la requieran. No
obstante, en la actualidad, del total de personas que
requieren medicamentos, solo el 71% lo recibe y aun
persisten dificultades para el acceso al diagnóstico, la
identificación oportuna de los casos, y el inicio
temprano de la terapia. Todo ello limita la reducción
de los costos que genera la incapacidad y muerte por
las complicaciones derivadas de la enfermedad (4, 5,
9).
Para el año 2012, la población más afectada por la
enfermedad en Colombia, se ubicaba en el rango de
los 20 a 39 años (52.7%), observándose un aumento
paulatino del número de casos reportados en los
últimos años. Es interesante al respecto que el aumento
de los casos fue más marcado entre los mayores de 60
años. Asimismo, la prevalencia de casos en mujeres
gestantes es menor al 1%, mientras que en los hombres
que tienen relaciones sexuales con otros hombres es
del 5% (8-10).
La forma más común de trasmisión de la
enfermedad sigue siendo la sexual, mostrando una
tendencia de avance rápido. En este sentido, resulta
preocupante que la mayoría de la población en riesgo y
que convive con el virus hace poco uso del condón.
Como principales razones para no usarlo, las personas
aducen que perciben una disminución de placer, que
sienten vergüenza de hacerle esa petición a la pareja y
que lo olvidan cuando se encuentran bajo el efecto de
alguna sustancia psicoactiva. En este orden de ideas,
algunas investigaciones señalan que la población joven
puede tener conocimientos sobre la enfermedad, pero
no son coherentes con la sensación de riesgo y con la
adopción de prácticas que los pueden proteger (6, 10).
Para quienes ya tienen el diagnostico, el sistema
debe garantizar la estructuración de políticas y
servicios de promoción de la salud de manera integral,
con énfasis en la salud sexual y reproductiva, para
evitar el desgaste y las muertes prematuras, debido a la
mayor vulnerabilidad de esta población (6, 9, 10).
A pesar de los esfuerzos realizados hasta el
momento para lograr el aseguramiento universal y
mejorar la asistencia en salud en la población,
persisten deficiencias programáticas y financieras, que
dificultan la tarea preventiva en VIH y SIDA.
Particularmente, el acceso universal a asistencia y
terapia antirretroviral, solo será posible una vez se
alcance la universalización en coberturas de
aseguramiento en salud, ye acceso universal a
prevención requiere un fuerte compromiso por parte de