41 Osvaldo Valdés Dupeyrón, Ernesto Chávez Pérez & Francisco M. Torres Barrera
Cienc. innov. salud. Junio 2014; 2 (1):40 – 45. Universidad Simón Bolívar (Col). ISSN: 2344-8636
http://portal.unisimonbolivar.edu.co:82/rdigital/innovacionsalud
Introducción
La Hipertensión Arterial (HTA) está considerada
como uno de los problemas de salud más significativos
en la actualidad, por ser el principal factor de riesgo de
las enfermedades coronarias, a su vez constituye la
primera causa de muerte a nivel mundial (1). Se estima
que en el mundo la padecen cerca de mil millones de
habitantes y en Estados Unidos específicamente afecta
a 50 millones de habitantes (2). Entre los factores de
riesgo de la HTA se reconocen algunos de carácter
genético no modificables como la edad, el sexo, la
raza, los antecedentes patológicos familiares de HTA y
otros modificables de carácter psicosocial o
relacionados con estilos de vida, como el
sedentarismo, el hábito de fumar, los inadecuados
hábitos alimentarios, el abundante consumo de sal
(cloruro de sodio) y de alcohol.
Además, ciertas enfermedades crónicas (no
trasmisibles) pueden acompañarse con la HTA, bien
sea como causa o consecuencia, o como factores
agravantes, pues los mecanismos fisiopatológicos
implicados están muy íntimamente relacionados. En
este caso se hace referencia a la obesidad, la
Hiperlipidemia, y la Diabetes Mellitus tipo II (3). Los
cambios positivos en el nivel socioeconómico de la
sociedad en general en muchas partes del mundo y la
etnología, han mejorado las condiciones laborales y de
vida de los trabajadores, con la consecuente
disminución de la actividad física, lo que favorece el
sedentarismo. La vida sedentaria disminuye el gasto
energético y favorece la aparición de la obesidad y con
ella el resto de la morbilidad asociada donde en primer
orden está la HTA.
Las crisis hipertensivas (CH) constituyen un grupo
de circunstancias clínicas en los cuales existe una
subida brusca de la tensión arterial. Estos episodios
pueden requerir una reducción rápida de la tensión
arterial (TA). Estas pueden estar separadas en: de
emergencias:, que requieren de una reducción
inmediata de la TA (una hora) y de urgencias:, cuando
pueden ser tratados más lentamente, cuando ocurren
las elevaciones de la TA sin manifestaciones en
órganos “diana”(4). Una presión diastólica persistente
que supera los 130 mmHg a menudo se asocia a un
daño vascular agudo, aunque algunos pacientes pueden
sufrir daño vascular desde niveles bajos de TA,
mientras que otros pueden resistir incluso niveles más
altos sin daño aparente (5).
Entre las circunstancias que requieren tratamiento
rápido de la HTA están las enfermedades
cerebrovasculares como la encefalopatía hipertensiva,
el infarto y la hemorragia cerebral. Entre las
cardiovasculares están: la angina inestable, el infarto
del miocardio, la insuficiencia cardiaca y la disección
aórtica y entre las renales: la glomérulonefritis aguda,
el postransplante renal y otras. El objetivo del
presente artículo es describir el comportamiento de las
crisis hipertensivas en 130 pacientes hipertensos del
área de salud del reparto Camilo Cienfuegos desde
enero de 2010 hasta diciembre de 2011.
Materiales y Métodos
Se realizó un estudio descriptivo longitudinal
prospectivo en 130 pacientes hipertensos
dispensarizados, pertenecientes al área de salud del
reparto Camilo Cienfuegos, del municipio Habana del
Este desde enero de 2010 hasta diciembre de 2011. Se
incluyeron todos los pacientes hipertensos con edades
superiores a 20 años, que decidieron por voluntad
propia formar parte del estudio.
Las variables que se tuvieron en cuenta fueron: edad,
sexo, estilo de vida sedentario, cuantía en el consumo
de sal común, el hábito de fumar, el consumo de
alcohol y la presencia de enfermedades concomitantes
(obesidad, Diabetes Mellitus y Dislipidemia).
Se tomó como estilo de vida con actividad
sedentaria, por criterio de los autores para este trabajo,
todos aquellos pacientes que se mantienen dentro del
hogar todo el día, sin realizar ninguna actividad física,
aunque tan solo sea caminar o hacer las compras
diarias. Se estimó como consumo excesivo de sal
aquellos que ingieren más de 6 gramos de sal al día. El
consumo de alcohol se identificó de acuerdo con la
definición de Marconi: quienes beben más de 3 días a
la semana y habitualmente consumen más de 100 ml
de alcohol absoluto al día, o sufren 12 o más episodios
de embriaguez al año. Se define además que 100 ml de
alcohol absoluto representan 7 o más bebidas
corrientes al día, siendo una bebida corriente
equivalente a 330 ml de cerveza, 150 ml de vino o 40
ml de licor (6). Se consideraron individuos obesos
aquellos que poseían un índice de masa corporal
(IMC) por encima de 30kg/m². La definición de crisis
hipertensivas quedo detallada anteriormente al final de
la introducción.