72 Floralinda García Puello
Cienc. innov. salud. Junio 2013; 1 (1): 69 – 77. Universidad Simón Bolívar (Col). ISSN: 2344-8636
http://portal.unisimonbolivar.edu.co:82/rdigital/innovacionsalud
relación existente entre enfermedad y mala
autopercepción de salud, ésta se vio influenciada por
factores relacionados con variables sociodemográficas
como el sexo, el nivel de educación y la familia (16),
la cual, entre otros aspectos, juega un papel importante
al disminuir el riesgo de institucionalización o de
morbilidad. Asimismo, el estrés originado en
problemas económicos o la dependencia económica de
la familia pueden sobrepasar la capacidad de
amortiguamiento de éste y afectar la salud del adulto
mayor (17).De igual forma, dicho estudio establece la
importante relación entre salud mental y buena
autopercepción de salud en el adulto mayor (16).
Otro estudio demostró que el riesgo de sufrir
depresión aumenta con la edad, especialmente en la
edad adulta y adulta mayor, y que la probabilidad de
permanecer en estado de depresión es alta tanto en
adultos mayores sanos como en enfermos (18). En
cambio, las personas de edad avanzada que reportan
una buena autopercepción de salud también poseen
mejores relaciones sociales, emocionales y
espirituales. En general, una autopercepción de salud
negativa puede conllevar a trastornos como depresión
o ansiedad, y estos a su vez pueden dar lugar a
percepciones de salud negativas (19).
Es importante resaltar que el envejecimiento de una
población impone cada vez más retos, especialmente
en los países en desarrollo, donde se requieren
respuestas más contundentes, relacionadas con la
prestación de servicios sanitarios y sociales de mayor
calidad. Mientras la gran mayoría de adultos mayores
de países desarrollados tienen acceso a fondos de
jubilación o pensión, viven en familias nucleares,
reciben el apoyo del gobierno y el apoyo social de la
comunidad; aproximadamente el 60% de los adultos
mayores de países en vía de desarrollo carecen de
ingresos de los fondos de jubilación, viven en grupos
de familias extensas incompletas y reciben poco apoyo
de programas gubernamentales (20). Inevitablemente,
estos aspectos influyen en el estado de salud
autopercibido de esta población.
El desarrollo de políticas públicas y de
intervenciones sanitarias, con el objetivo de promover
la participación social de los adultos mayores,
representa un área fundamental y prometedora para el
mantenimiento de la buena salud de esta población, y
en especial de la salud mental (21). Determinar los
indicadores básicos de salud para esta población, que
contemplen los aspectos biológicos, psicológicos y
socio ambientales, permitirá reflejar mejor su estado
de salud y detectar de una forma eficiente, económica
y oportuna la problemática que gira a su alrededor.
Con base en todo ello, se han de establecer los
objetivos para una intervención eficaz tanto en lo
asistencial como en la promoción de la salud (22).
Cultura y autopercepción de saluden el adulto
mayor
En nuestra cultura occidental, el concepto de vejez
ha sido construido socialmente de manera unilateral y
reduccionista, tomando como referentes el deterioro y
la declinación generalizada, que conllevan
inevitablemente a una vejez dependiente e inactiva.
Ello incide, por supuesto, en las prácticas de
intervención socio-sanitarias, que son
predominantemente asistencialistas y constituyen hoy
la base de la mayoría de los modelos de salud
existentes. Sin embargo, desde el punto de vista de una
representación sociocultural, se observan claramente
diferencias entre las apreciaciones de las sociedades
orientales y occidentales en torno a la vejez. Mientras
en Oriente la vejez es sinónimo de venerabilidad y
sabiduría; en Occidente, ésta es sinónimo de
vulnerabilidad y decrepitud (23). Es evidente,
entonces, que las connotaciones y estereotipos sociales
que se asignan a cada etapa de la vida varían según los
contextos socio-históricos y culturales, marcando las
actuaciones e intervenciones destinadas a cada grupo
de edad. La cultura occidental vive inmersa en una
visión que tiende cada vez más a la homogeneización
de los cuerpos y que, en última instancia, persigue es
el ideal de la eterna juventud. Este hecho ha sido
posible mediante la transmisión cultural de distintos
agentes sociales, que imponen un modo de ser “viejo”
en el momento social actual y que, inevitablemente,
propician percepciones de éxito o fracaso social,
afectando, por ende, la configuración de la propia
identidad y la autoestima de esta población específica
(24).
Un estudio realizado por el Departamento de
Enfermería de la Universidad de Kaya (Corea, 2012)
evidenció una puntuación por encima de la mediana
(62%), en la autopercepcion de envejecimiento exitoso
en un grupo de 305 coreanos mayores de 60 años.
Además, encontró una asociación significativa entre
pertenecer a una religión, reuniones sociales,
meditación en grupo y la autopercepcion de