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lo que defi nitivamente son, lo que irremediable-
mente van a ser pase lo que pase, mientras que
de los humanos lo más que parece prudente de-
cir es que nacemos para la humanidad” (p. 22).
Y entonces, ¿qué es la humanidad? lo humano.
Humano es la relación con el otro, con los
otros, una relación ética, que se logra con el
aprendizaje durante toda la vida, con las mani-
festaciones artísticas, con el ejercicio activo de
la ciudadanía. El concepto de ciudadanía ya no
se remite solo al ciudadano de una localidad, re-
gión o nación, se refi ere a una idea de una ciu-
dadanía universal, un lugar común de múltiples
manifestaciones mediadas por el arte, la cultura,
las razas, los lenguajes que hace posible poner
en el escenario de lo común la manifestación de
los pensamientos colectivos y a la vez las indi-
vidualidades, por lo que la libertad humana es
la expresión de la acción como praxis y de la
acción en la comunicación.
En este sentido surge la noción de “ciudada-
nía global” o “ciudadanía cosmopolita” que está
dentro de lo propuesto por Kant de lo que llama
democracia cosmopolita, que es el refl ejo de di-
versos sistemas de poder y autoridad dentro y a
través de una misma frontera, lo que signifi ca
democratizar el espacio global, siendo un reto
para la modernidad puesto que requiere cons-
truir un sistema democrático tanto en la teoría
como en la práctica donde las personas puedan
tener el poder de decisión en los asuntos colecti-
vos. Por ende, la construcción de una red social
de experiencias formativas comunes, de apren-
dizajes, que supere las desigualdades para lograr
una sociedad global integrada.
La ciudadanía ha adquirido o desarrollado
teóricamente muchos aspectos, tales como: ciu-
dadanía como responsabilidad ante el otro, ciu-
dadanía como expresión de justicia, ciudadanía
como instrumento de desarrollo de un modelo
de gobierno, entre otros. Para el logro del reto
en la formación de estos ciudadanos, se aporta
en comprensión y respeto y para ello la historia
muestra pedagogos revolucionarios comenzan-
do por Sócrates, Aristóteles y mucho después
personajes como Rousseau, Marx Stiner, John
Dewey, entre otros, que marcaron rumbos a
partir de las disidencias. “Quien pretende edu-
car se convierte en cierto modo en responsable
del mundo ante el neófi to”, como muy bien lo
ha señalado Arendt (1997): “si le repugna esta
responsabilidad, más vale que se dedique a otra
cosa y que no estorbe” (p. 150).
Este proceso dialéctico lleva a la autorre-
fl exión no solo de mí, sino del otro y la pregunta
que surge y obliga la respuesta es: ¿a qué tipo de
ciudadanía y a qué tipo de ciudadanos apunta la
globalización?, que se caracteriza por los cam-
bios rápidos y profundos en todos los aspectos;
desde la ciencia imparable en su desarrollo has-
ta las transformaciones de las normas, valores,
principios, tradiciones entre otras dimensiones
del ser; respuesta que se hace compleja en una
realidad líquida.
En el mundo de la modernidad líquida, la
solidez de las cosas, como ocurre con la
solidez de los vínculos humanos, se inter-
preta como una amenaza. Cualquier jura-
mento de lealtad, cualquier compromiso a
largo plazo (y mucho más un compromiso
Justicia, No. 23 - pp.79-92 - Enero 2013 - Universidad Simón Bolívar - Barranquilla, Colombia - ISSN: 0124-7441
http://portal.unisimonbolivar.edu.co:82/rdigital/justicia/index.php/justicia
GABRIELA VÉLEZ GALLEGO