50
modelo de la socialdemocracia (Uruguay)* y
el autodenominado “socialismo del siglo XXI”
(Venezuela)†. Pero estos términos que abarcan
desde las denominadas “democracias emergen-
tes” y los “populismos” generan entre los di-
ferentes autores preocupados por el tema una
apasionada discusión en la cual nos ha parecido
relevante participar.
El aprismo, el cardenismo, el peronismo y el
varguismo parecían procesos que se habían
extinguido. Los ecos del populismo de Paz
Estenssoro en Bolivia, de Velasco Ibarra en
Ecuador y de Jorge Eliécer Gaitán en Colombia
* Ver Declaración de Principios de la socialdemocracia adoptada
por el XVIII Congreso, Estocolmo, junio de 1989 en http://www.
internacionalsocialista.org/viewArticle.cfm?ArticleID=31que en
su ítem 74. Una nueva cultura internacional de diálogo político
reza: La creciente interdependencia del mundo no deja margen
para controversias y enfrentamientos fundamentalistas. Para so-
brevivir y desarrollarnos en común se precisan tanto cooperación
como formas civilizadas de disputa, incluso entre ideas y fuerzas
políticas antagónicas. Rechazamos y condenamos por tanto toda
forma de fundamentalismo político o religioso.
† El fenómeno de Hugo Chávez tiene mucho, tanto de los vie-
jos como de los nuevos populismos. Puede retratar al coronel
Perón como también al Fujimori outsider. Chávez es un fe-
nómeno neopopulista en primer lugar porque pertenece a este
tiempo; pero también es dueño de una forma de interpelación
a los pobres que tiene mucho de Juan Domingo y Evita Pe-
rón. Su gobierno de estirpe militarista replica en gran medida
al peronismo que colonizó a la sociedad argentina e intentó
constituirla en un cuerpo cerrado bajo su única voz y razón.
Atendiendo a estas y otras similitudes el artículo intenta ubi-
car a Chávez, no solo como expresión de las nuevas formas
en las que se nos presenta el populismo, sino también como
réplica de las viejas. Con este propósito el trabajo desarro-
lla cinco partes. Una primera en la que se sitúan histórica y
teóricamente, los viejos y los nuevos populismos; una segun-
da, en la que a partir de un conjunto de atributos comunes a
los populismos clásicos, nos aproximamos a los contenidos
del gobierno chavista. La tercera parte se propone identicar
algunos rasgos del fenómeno Chávez con las formas neopo-
pulistas de gobierno, destacando especialmente su dimensión
militar. Una cuarta vincula populismo y democracia bajo el
signo de la ambigüedad que los gobiernos y movimientos de
este corte han mantenido siempre con las formas democrá-
ticas, detectando sus expresiones en el caso que nos ocupa.
Por último, se aborda el problema de la temporalidad presente
en los populismos de ayer y de hoy, el cual se maniesta en
el inmediatismo con el cual estos pretenden satisfacer las de-
mandas populares, lo que justicaría el vínculo directo entre
el líder y la sociedad, obviando las mediaciones instituciona-
les. El gobierno de Hugo Chávez encarna también este rasgo
(Arenas, 2006).
dejaron de escucharse. (Bartra, 2008, p.10)
Respecto a la armación del autor antes ci-
tado, coincidimos con el hecho de que durante
un lapso que puede datarse aproximadamente
entre 1950 y 1970, el fenómeno populista pa-
reció haber disminuido (en América del Sur y
el Caribe) así como la importancia que los estu-
diosos le asignaban. Pero, si bien es cierto que
la bibliografía dedicada al tema perdió densidad,
el fenómeno en sí siguió subsistiendo, aunque,
podría decirse, bajo formas encubiertas o reno-
vadas. El ejemplo que atañe a esta investigación
en particular, es el caso venezolano. Durante los
años que median entre “la instauración de la de-
mocracia” en 1958 y el año 1993 imperaron en
dicho país regímenes populistas, que el destaca-
do politólogo venezolano Juan Carlos Rey de-
nominó “sistemas populistas de conciliación”*
(sostenido por el carácter rentista del Estado y
nanciado por los altos precios del petróleo). A
partir de 1993, además del hecho de la desali-
Justicia, No. 31 - pp. 46-64 - Enero-Junio 2017 - Universidad Simón Bolívar - Barranquilla, Colombia - ISSN: 0124-7441
http://publicaciones.unisimonbolivar.edu.co/rdigital/justicia/index.php/justicia
eDith mabel cuñarro conDe, líber Daniel cuñarro conDe
* En Venezuela el sistema populista de conciliación que se ins-
tauró a partir de 1958 se basa en el reconocimiento de una plu-
ralidad de intereses heterogéneos, tanto de la mayoría como
de las minorías, y en la creación de un complejo sistema de
negociación y acomodación entre ellos, que se expresa en un
conjunto de mecanismos y reglas peculiares para la toma de
decisiones obligatorias para el conjunto de la sociedad. Me-
diante tal sistema se trataba de lograr el necesario consenso
social en torno a las reglas básicas del orden político, conci-
liando dos necesidades de las que dependía el mantenimiento
del régimen democrático: por un lado, garantizar a los sec-
tores minoritarios poderosos que sus intereses fundamenta-
les no se verían amenazados por la aplicación de la regla
de la mayoría en la toma de decisiones gubernamentales, y
por otro, asegurar la conanza de la mayoría de la población
en los mecanismos de la democracia representativa, como
medio idóneo para satisfacer sus aspiraciones de libertad,
justicia y bienestar. Pues el proyecto democrático tuvo que
luchar simultáneamente en dos frentes: inicialmente contra los
peligros de un golpe militar de derecha, pero pronto también
(como consecuencia de la inuencia de la Revolución cubana)
contra la amenaza de la acción insurreccional y de la guerrilla
de extrema izquierda. Luego de 1998, con el triunfo del pre-
sidente Hugo Rafael Chávez Frías surgiría una nueva fase del
populismo autodenominado “socialismo del siglo XXI”.