Justicia (34): pp.405-455. Julio-Diciembre, 2018. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-7441
La familia como elemento mediador entre la Cultura de Paz y la violencia cultural
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étnicas, religiosas y lingüísticas.
14. El respeto pleno del derecho a la libre determinación de todos los
pueblos, incluidos los que viven bajo dominación colonial u otras formas
de dominación u ocupacional extranjera, como está consagrado en la
Carta de las Naciones Unidas y expresado en los Pactos internacio-
nales de derechos humanos, así como la Declaración sobre la concesión
de la independencia a los países y pueblos coloniales contenida en la
Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General, de 14 de diciembre de
1960.
En la Declaración de una Cultura para la Paz (UNESCO, 1999), en su artículo
8 reconoce: Que un rol clave en la promoción de la cultura de paz le pertenece
a los padres, maestros, políticos, periodistas, grupos y cuerpos religiosos,
intelectuales, aquellos comprometidos en actividades científicas, filosóficas,
artísticas y creativas, trabajadores de la salud y humanitarios, trabajadores
sociales, gerentes de varios niveles así como las organizaciones no guber-
namentales. A pesar de la generalidad de la declaración, al ser los padres
los primeros mencionados, puede interpretarse que son los primeros respon-
sables de la promoción de una cultura de paz.
Ortega Cubas (2015) menciona que la Cultura de Paz es una forma de vivir
cotidianamente, una forma de resolver los problemas que incluye al otro, que
descubre que no siempre se tiene la razón, o que aun teniéndola ello no
implica que se pueda pisar al otro. El respeto al otro y su opinión es una forma
de respetarse a uno mismo y a los demás seres humanos.
La Cultura de Paz es una tarea educativa que pasa por educar en y para el
conflicto (Fisas, 2011), en desenmascarar la violencia cultural y el patriarcado,
en educar para la disidencia, el inconformismo y el desarme, en responsa-
bilizarnos, en movilizarnos, en transformar los conflictos, en llevar a cabo
el desarme cultural, en promover una ética global y en buscar un consenso
fundamental sobre convicciones humanas integradoras, entre otras cosas.
Nos muestra una visión de análisis y transformación de la raíz de la violencia,
que es el conflicto. Al modificar la visión del conflicto, alejándonos de la cultura
de la confrontación y acercándonos a la enseñanza en el diálogo y sus herra-
mientas es la forma como ocurre este cambio.
En relación, Fisas (2011) reflexiona que educar para la paz implica conocer
sobre el conflicto, su origen, sus componentes, las formas de abordarlo y
solucionarlo, para poder aprender de él. Además, afirma que la paz no es otra