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no brinda una respuesta de desarrollo favorable
debido a la diversidad cultural que se presenta
como en la costa Caribe o el Pacíco. El rol de la
cultura y de los valores en el desarrollo surge de
gran interés para la teoría económica de los va-
lores, ya que las valoraciones dadas por el prag-
matismo racional revelan un factor interesante
de análisis si se observa como economía regio-
nal sobre las cuales permite el análisis desde la
realidad y desde los diferentes sistemas, cómo
se construyen las diferentes estructuras que dan
origen a las instituciones, destacando la cultura
como un elemento de análisis de estas construc-
ciones sociales.
Uno de los pensadores de la escuela institu-
cionalista, Commons, se concentra en el estudio
de la ley, los derechos de propiedad y las organi-
zaciones, su evolución e impacto sobre el poder
económico y legal, las transacciones económi-
cas y la distribución de ingreso. A partir de allí,
Commons, a diferencia de Veblen, concluye que
la instauración de instituciones es el resultado
de un proceso formal e informal de resolución
de conictos. EI éxito de la institución va a de-
pender de la generación de un valor razonable
acordado al cese del conicto (Martínez, 2001).
Estos lazos con agentes del Estado, unidos a
aquellos establecidos con las élites terratenien-
tes regionales y con el narcotráco, permitieron
que los grupos paramilitares construyeran unas
estructuras de poder político y económico mu-
cho más fuertes e importantes que su poder mi-
litar.
Por ende, a pesar de que en el año 2002 estos
actores iniciaron negociaciones con el gobierno
colombiano, es dudoso que esos procesos de
negociación y desmovilización puedan condu-
cir por sí solos al efectivo desmonte de las es-
tructuras de poder paramilitar y, por esa vía, a la
garantía de no repetición de las atrocidades. En
efecto, es posible que estas estructuras de poder
permanezcan intactas, e incluso que salgan for-
talecidas en virtud de un proceso de legalización
(Guzmán, Sánchez & Uprimny, 2010).
En un país como Colombia, donde el conic-
to armado se ha extendido por más de cuarenta
años, el desarme es fundamental, no solo para
superar la confrontación armada sino para mini-
mizar los riesgos de un posible relapso, así como
los brotes de nuevos tipos de violencia en el pe-
riodo que le siga al n de la guerra. El desarme
no suele pensarse ni es un componente particu-
lar y aislado dentro de un proceso u operación de
paz, va incluido con los programas del Desarme,
Desmovilización y Reinserción (DDR). Des-
de la década de los ochenta, los programas del
DDR han venido cogiendo fuerza en el ámbito
global. Después de la Guerra Fría, los enfrenta-
mientos interestatales dieron lugar a los conic-
tos internos, como aquellas guerras que, con ma-
yor frecuencia, se desataron en diferentes partes
del mundo. En estas, el Estado se enfrentaba a
uno o más grupos armados no estatales y/o ha-
bía choques entre dos o más de estos, quienes se
valían de armas para el desarrollo de su lucha
(Joya, 2015).
Desde un enfoque que brinda una anatomía
del conicto, la escuela neo-institucionalista,
cuyo pensador más destacado es Douglas Nor-
th, comienza a adquirir la forma de un cuerpo
Justicia, No. 32 - pp. 214-226 - Julio-Diciembre 2017 - Universidad Simón Bolívar - Barranquilla, Colombia - ISSN: 0124-7441
http://publicaciones.unisimonbolivar.edu.co/rdigital/justicia/index.php/justicia
LA pArAdoJA deL proceso de posconfLicto en coLombiA