* Este artículo se deriva de los resultados parciales de la investigación que responde al proyecto de investigación sobre el Integracionis-
mo en países del sur.
** Estudiante Doctorado en Ciencia Política Universidad del Zulia. Docente Universidad Autónoma de Bucaramanga.
zeuss2008@gmail.com
El integracionismo
o el sur buscando al sur*
Integrationism or south looking south
Luis Eduardo Navarro Barbosa**
Recibido: 9 de septiembre de 2013 / Aceptado: 29 de octubre de 2013
Resumen
En este artículo se exponen varias interpretaciones sobre el integracionis-
mo y se ha llegado a armar que este puede ser principalmente denido como
un fenómeno económico, que ha permeado fronteras, en cuanto ha permitido
la interacción entre diversos países subdesarrollados o desarrollados, con el n
de propiciar espacios de intercambio económico y entablar conexiones per-
manentes en las cuales haya integración, pero al mismo tiempo se establezcan
ciertos límites y parámetros reguladores de estas negociaciones, en las que la
competitividad sea equilibrada y no se genere la superposición de un país sobre
otro, la exclusión, segregación o la afectación de sus condiciones nancieras.
Abstract
In this article, the objective is exposed different interpretations over the in-
tegracionismo and it’s has said economy phenomenon than going more beyond
the limits. Also, it´s has allowed the relationship between several development
and undevelopment countries, with the purpose to obtain economy exchange
space and establish integration, but establishing limits and rules for these ne-
gotiations, the competitive can to be equity without exclusion, discrimination,
segregation or economy damage.
Palabras clave:
Autonomía, Bolivarismo,
Desarrollo, Integracionismo,
Símbolos, Subdesarrollo.
Key words:
Autonomy, Bolivars,
Development, Integrationist,
Symbols, Underdevelopment.
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INTRODUCCIÓN
El integracionismo está hoy a la orden del
día. La necesidad de los países de juntarse con
otros es vital para sobrevivir ante la voracidad
de la globalización económica, y la emergen-
cia de la globalización política. Sin embargo,
la asimetría presente en la globalización, hace
que la integración económica que realmente es
política, se vuelva un proceso riesgoso, lleno de
supuestos, de medias verdades y de falacias to-
tales. Una reexión sobre los caminos seguidos
por la integración latinoamericana permite com-
prender mejor este fenómeno.
Utilizando el método sociohistórico se mues-
tra en líneas generales el camino seguido por
el integracionismo en América Latina desde el
proceso independentista hasta nuestros días.
Se parte de la hipótesis de que a lo largo de la
historia la región, se ha debatido entre la visión
antinorteamericana del integracionismo y la au-
tonómica, primando en la época actual esta úl-
tima. La región tiene hoy más organizaciones
multilaterales que nunca antes a lo largo de su
historia. En los años transcurridos del siglo XXI,
la visión de los gobiernos de izquierda ha do-
minado el integracionismo, como reacción a un
contexto global enmarcado en el neoliberalismo
económico, que tiende a favorecer a un pequeño
círculo de países y de capitales privados, arropa-
dos con un discurso universalizante de democra-
cia y de derechos humanos.
Qué es el Integracionismo
Desde un fundamento social, se puede de-
nir como un proceso de cambio social en el cual
participan en una forma consensual y voluntaria,
un conjunto de unidades de determinado nivel
(grupos sociales, comunidades menores) o de
agregados sociales mayores (países, por ejem-
plo), los cuales por separado tienden a fusionar-
se o asimilarse en una unidad mayor.
En cuanto a su fundamento económico, es un
proceso de eliminación de las barreras existentes
entre países para establecer un espacio econó-
mico común, de tal manera que faciliten el ujo
de bienes y servicios, así como la armonización
de políticas económicas con base en sus respec-
tivos sistemas económicos. Desde lo político e
institucional se puede denir como el proceso a
través del cual dos o más países transeren a ins-
tituciones comunes supranacionales, competen-
cias que les eran propios, para regular distintas
áreas de relaciones entre los Estados miembros,
y establecer normas obligatorias para estos y sus
respectivas poblaciones.
Desde un fundamento gerencial, se entiende
como un proceso de toma de decisiones supra-
nacionales con un impacto directo sobre el apa-
rato burocrático interno de cada Estado miem-
bro. Karl Deutsch, dene la integración como
la relación entre unidades interdependientes
que buscan la creación de un nuevo sistema. Y
la integración política como la conformación de
uniones de unidades políticas, que modican sus
acciones para complementarlas con la de los de-
más.
De los países europeos concluyó que los
Estados fuertes o unidades políticas grandes,
desempeñan un papel muy importante dado
que el desarrollo de sus capacidades políticas
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y económicas es decisivo para la integración
de comunidades políticas más grandes. No
obstante, los países pequeños pueden alterar el
equilibrio de poder o crear conicto entre los
Estados más poderosos, por lo que también
juegan un papel muy importante en la integra
-
ción.
Este autor dene dos tipos de símbolos ne-
cesarios para la integración, los políticos y los
reguladores. Los símbolos políticos nos ayudan
a entender el signicado de la misma, la percep-
ción de esta en comunidades diferentes y a su
vez, se puede asociar con patrones nuevos de
comportamiento, que funcionen como instru-
mentos de control político, ejemplo de ello, la
cruz blanca de la bandera de Suiza, la Luna cre-
ciente en el símbolo islámico. Deutsch, le dio
mucha importancia a los símbolos y los clasicó
en: símbolos abstractos (palabras, ideas, obras
literarias, canciones, lemas); símbolos pictóricos
(colores, banderas, estatuas, edicios reliquias);
símbolos personales (héroes, líderes o persona-
jes del común); lugares simbólicos (sitios histó-
ricos, centros de peregrinación, tumbas); organi-
zaciones e instituciones simbólicas (congreso o
partidos políticos) y símbolos religiosos.
Los símbolos tienden a representar el sentido
profundo de la integración.
Fases del proceso de integración
Los países o regiones que se integran empie-
zan generalmente con zonas preferenciales de
comercio, denominadas de libre comercio, sin
corresponder necesariamente a la gura de la
integración; y en las cuales e incluso se elimi-
nan aranceles y otras restricciones comerciales.
Pero, pueden existir barreras arancelarias, como
las intervenciones gubernamentales destinadas
a afectar los procesos relativos, la estructura de
los mercados y corrientes comerciales, barreras
no arancelarias, como por ejemplo, bandas de
precios. Asimismo, medidas para-arancelarias
como sobretasas y recargos de aduana, acuer-
dos sobre la limitación de las importaciones; y
medidas monetarias y nancieras, como las exi-
gencias de pagos por adelantado, tipos de cam-
bio múltiples y asignación restrictiva de divisas,
medidas como las monopolísticas, que implican
procedimientos especiales de entrada de pro-
ductos.
Otro nivel de integración, el establecimiento
del Mercado Común que implica libre circula-
ción de bienes, servicios y capitales; la Unión
Económica, en donde se establece armonización
de políticas de orden industrial, monetaria, edu-
cativa, tributaria, laboral, agrícola y nanciera.
Y la Integración Total que es la unicación de
políticas e instituciones comunes para todos los
países integrados.
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Razones para la integración entre las na-
ciones
Puede haber varias razones, los países en vías
de desarrollo suelen integrarse, conscientes de
su vulnerabilidad y desventaja ante economías
más fuertes, buscan la unidad que les permita
actuar con mayor visibilidad, ser más competi-
tivos en un escenario global cada vez más voraz
e injusto. Un propósito esencial es tener mejo-
res posibilidades de alcanzar el bienestar para
su sociedad y en este caso tienden a integrarse
con países de economía similares y con ani-
dades políticas compartidas, e incluso pueden
unirse bajo la idea de sentirse amenazados por
un enemigo común, que puede ser un modelo
económico, una potencia militar agresiva o una
ideología política.
Otra razón para integrarse es tratar de apro-
vechar las ventajas “comparativas”, como en el
caso de la integración económica que se da en-
tre países desarrollados y subdesarrollados. Los
países desarrollados tienden a integrarse para
mejorar o mantener su posición política o eco-
nómica preeminente. Esto resulta bastante cla-
ro cuando una potencia económica y política se
une a otros países en vías de desarrollo, en don-
de es notorio su liderazgo desde el inicio de las
negociaciones. Un ejemplo reciente de ello son
los tratados de libre comercio celebrados entre
los Estados Unidos con algunos países latinoa-
mericanos.
Otro caso ocurre cuando se integran naciones
desarrolladas de similar poder económico y po-
lítico como la Unión Europea y el Reino Unido,
quienes han dilatado este proceso de integración,
evitando perjuicios y propiciando benecios.
América Latina y los primeros intentos de
integración
Nace el Bolivarismo
Desde tempranas épocas se han realizado en
América Latina esfuerzos de integración. Los
próceres de la Independencia seducidos por el
espíritu de la Ilustración, del racionalismo, y de
la modernidad, tenían muy claro que solo ac-
tuando conjuntamente tendría éxito su proyecto
emancipador. Las ideas de Bolívar al respecto
han opacado las hechas por otros próceres, sin
embargo es bueno recordar que El Libertador
no estuvo solo en propósito; y personajes como
Francisco de Miranda, José de San Martín y José
Hoggins, le antecedieron en esta lucha ideológi-
ca. Este último llamó a la unión de Chile y Ar-
gentina y luego en 1818, escribió un Maniesto
convocando a un Congreso para constituir una
Gran Confederación de los Pueblos America-
nos. San Martín aspiraba a la unión del Río de la
Plata, Argentina, Chile y Perú.
No obstante, fue Simón Bolívar quien más
ha encarnado estas primeras aspiraciones de in-
tegración, en él habitaba la idea de un nacimien-
to de los Estados nación integrados en unidades
grandes y fuertes. Bolívar consideraba basado
en su gran sentido político y su conocimiento de
la historia, que la extensión territorial era la base
de nacionalidades exitosas en el concierto mun-
dial, integradas bajo un proyecto político que les
permitiera ser respetadas. Decía Bolívar:
Es una idea grandiosa, pretender formar de
todo este mundo nuevo una sola nación con
un solo vínculo que ligue sus partes entre sí
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y con el todo. Ya que tiene un origen, una
lengua, unas costumbres y una religión, de-
bería por tanto tener un solo gobierno que
confederase los diversos Estados que hayan
de formarse; mas no es posible, porque cli-
mas remotos, situaciones diversas, intereses
opuestos, o caracteres semejantes dividen la
América. ¡Qué bello sería que el istmo de Pa-
namá fuera para nosotros lo que el Corinto
para los griegos! (Liévano Aguirre, 2007, pp.
41-42).
Igualmente y dentro de esta misma lógica
pretendía crear una liga de naciones, para lo
cual se convocó una Asamblea en el istmo de
Panamá en el año de 1826. Recomendó a los de-
legados que iban por parte de la Gran Colombia,
no invitar a los Estados Unidos de Norteamérica
al Congreso, pues uno de los propósitos del en-
cuentro era dotar a la América española de una
sólida organización política que la defendiera
del expansionismo de esta nación; pero tampoco
invitar al imperio de Brasil, porque el emperador
Pedro I no se había desligado de la política de la
Santa Alianza; y preparar un temario y unos pro-
yectos de declaraciones, que le darían a la Liga
latinoamericana la vocería de los pueblos colo-
niales del mundo, contrarios a las pretensiones
de la Santa Alianza (2007, p. 43).
Bolívar pretendía integrar sobre la base del
orden republicano democrático, contrario al mo-
narquismo y a las plutocracias protestantes an-
glosajonas. En el Congreso de Panamá se rmó
un tratado de liga, confederación y unión perpe-
tua; la confederación nunca se cristalizó debido
a las precarias condiciones políticas que vivía
cada Nación, inmersas en guerras internas y una
fratricida lucha entre los caudillos de la indepen-
dencia por el control del poder, para lo cual se
empeñaron en crear sus propias “republiquetas”,
en donde pudieran señorearse. Hacia 1830, tras
su muerte no quedaba nada del sueño integracio-
nista del Libertador.
Estados Unidos toma la iniciativa
Casi a la par surgió en Estados Unidos la lla-
mada Doctrina Monroe en 1823, cuyo propósito
fue incrementar la inuencia norteamericana en
la región, intentó organizar un Congreso con las
naciones latinoamericanas, que solo pudo llevar
a cabo casi 70 años después. Se inicia así la lla-
mada Integración Subordinada (Frambes, 1994),
para signicar la forma en que las economías y
los gobiernos regionales se integran a la econo-
mía del mundo.
Durante los 50 años que siguieron al falle-
cimiento del Libertador, se multiplicaron los
conictos en las nuevas repúblicas latinoameri-
canas, ya fuera como contiendas civiles o como
guerras entre Estados. Así que Estados Unidos,
ya resuelta su situación, tras la Guerra de Sece-
sión, instó a los gobiernos del continente ame-
ricano a reunirse en Washington para discutir la
pretensión de este país, de convertirse en árbi-
tro de las relaciones internacionales y crear una
Zona Aduanera Americana. La reunión se efec-
tuó en 1889. Ninguna de las dos propuestas fue
aprobada por los delegados latinoamericanos,
quienes fueron conscientes de que convertir a
Estados Unidos en árbitro supremo de las rela-
ciones internacionales de la región, afectaba su
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ciudadanía; y la zona aduanera, solo favorecía
los intereses de ese país. Se creó así cierta resis-
tencia hacia la abierta intención de los Estados
Unidos de imponer su voluntad, es así como en
la séptima Conferencia Panamericana celebra-
da en Montevideo en el año de 1933, donde fue
declarada la política de la buena vecindad, esta
tenía como base el rechazo al intervencionismo
estadounidense en Latinoamérica.
La Novena Conferencia Panamericana cele-
brada en Bogotá en el año de 1948, fue tal vez
una de las más recordadas, pues en ella surgió la
Organización de Estados Americanos (OEA) y
como hecho anecdótico se realizó en medio del
Bogotazo, la escalada de violencia producida
a raíz del asesinato del caudillo liberal colom-
biano Jorge Eliécer Gaitán. La décima y última
Conferencia Panamericana de estas caracterís-
ticas se desarrolla en Caracas en 1954, en ella
se aprueba entre otras políticas, estrategias de
contención al comunismo, lo que demostraba un
claro alineamiento de la región a favor de Esta-
dos Unidos en el nuevo escenario de la Guerra
Fría.
La emergencia de la integración latinoa-
mericana
En el curso de los años 50 del siglo XX, se
pone de presente que la llamada industrializa-
ción hacia adentro tenía serias limitaciones que
se agravarían si no se complementaba con una
dinámica de comercio exterior. Por otro lado, los
acuerdos establecidos en Europa, en esos mis-
mos años como la experiencia del Benelux, de la
Comunidad del Carbón y del Acero y del Merca-
do Común sirven de modelo para que los países
latinoamericanos repiensen la integración.
Adicionalmente la repercusión que tiene
la CEPAL, impulsa la integración que sumado
a razones objetivas, como que la estrechez del
mercado interno dicultaba el paso de la indus-
trialización a una fase más compleja, centrada
en la producción de bienes de capital y de consu-
mo durable. En este escenario la integración sur-
gió para arreglar dicultades encontradas por las
burguesías industriales de los países de mayor
desarrollo relativo, y para viabilizar las inver-
siones extranjeras en la industria, contando para
eso con el beneplácito de los Estados Unidos.
Precisamente, son los países de mayor desa-
rrollo económico de la región en la década de los
años 50 (con la ausencia de México), los que im-
pulsan la creación en 1960 en Montevideo, de la
Asociación Latinoamericana de Libre Comercio
(ALALC). El acuerdo entró en vigor en 1961 y
se instituyó una zona de libre comercio que de-
bía complementarse en un plazo de 12 años, este
proceso nunca se completó, sin embargo sirvió
de base para la creación del Pacto Andino.
Estados Unidos, responde por su parte con el
programa Alianza para el Progreso, lanzado por
el presidente John F. Kennedy, el 13 de marzo de
1961 en la Casa Blanca. En ese mismo año, en
Uruguay se precisaron detalles del programa en
la reunión del Consejo Interamericano Econó-
mico y Social (CIES), llamada Conferencia de
Punta del Este. Esa reunión aprobó el plan nor-
teamericano, cuyo objetivo general era mejorar
la vida de todos los habitantes del continente,
para ello se contemplaba una inversión a cargo
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de Estados Unidos de $ 20 millones de dólares,
que serían invertidos en programas de asisten-
cia social, acompañada de la implementación de
medidas económicas.
Las principales medidas eran una reforma
agraria en función de mejorar la productividad
agrícola, libre comercio entre los países latinoa-
mericanos, mejora en el acceso a la educación
y la erradicación del analfabetismo entre otras
medidas. El propósito político del programa era
contrarrestar la inuencia de la revolución cuba-
na, y del comunismo y garantizar la hegemonía
norteamericana en la región. El programa fraca-
só pues tras ser asesinado el presidente Kenne-
dy, los Estados Unidos viraron hacia una políti-
ca de acuerdos bilaterales en los que primaba la
cooperación militar y el apoyo a las dictaduras.
El integracionismo de la región quedó in-
merso en el marco de la nueva estrategia nortea-
mericana, que buscaba rearmar su hegemonía
en la región, cuestionado por los movimientos
nacional desarrollistas, como el Peronismo o el
Laborismo brasileño y de revoluciones popula-
res, como la acaecida en Bolivia en 1952, la gua-
temalteca (1951-1954), la venezolana de 1958
o la cubana en 1959. Todo esto complementado
con la ideología desarrollista de la CEPAL, y la
teoría de la dependencia desde la corriente mar-
xista.
El integracionismo, el neoliberalismo y la
unidad sur-sur
El neoliberalismo, impulsado por Margaret
Thatcher y Ronald Reagan iniciado como reac-
ción a las políticas de los Estados benefactores
o Estados providencia, basó sus fundamentos
en el libre cambio y en el estado mínimo no
intervencionista, esto fue el fundamento de las
reformas aperturistas que empezaron a darse en
los años 80 y especialmente en los 90 en Amé-
rica Latina. El Consenso de Washington delineó
teóricamente esta política que dio origen a los
tratados de libre comercio en la región, en espe-
cial al ALCA (Área de Libre Comercio para las
Américas), creado en Miami en 1994. Su preten-
sión era extender a toda América el acuerdo co-
mercial celebrado entre Estados Unidos, Canadá
y México; contemplaba una gradual reducción
de las barreras arancelarias. El cambio de go-
biernos en América del Sur principalmente, al
elegir los pueblos gobiernos de centro izquierda
hicieron lentas las negociaciones, tanto que hoy
el ALCA se considera una propuesta abortada.
Realmente lo que ocurrió fue que, tras el n
de la Guerra Fría en 1991, hubo mayor espacio
para plantear alternativas diferentes a las lidera-
das por Estados Unidos y cuestionar propuestas
de integración que solo favorecían sus intereses.
La integración económica en América Latina
avanzó desde esos años en dos vías, por un lado
se dio un aanzamiento de una red de acuerdos
bilaterales y plurilaterales entre la gran mayoría
de los países latinoamericanos y caribeños y por
otro lado, se dio un reacomodo de viejos esque-
mas de integración socioeconómica y aparición
de nuevos esquemas de integración. El mejor
ejemplo de ello, es el MERCOSUR tratado
rmado en Asunción el 26 de marzo de 1991,
aunque sus antecedentes se remontan al 30 de
noviembre de 1985, fecha de la Declaración de
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Foz de Iguazú que selló un acuerdo de integra-
ción bilateral entre Argentina y Brasil, luego se
integrarían a este otras naciones.
En igual sentido se pueden citar la Asocia-
ción de Estados del Caribe en 1994, a la Comu-
nidad Andina (CAN), la Comunidad del Caribe
(CARICOM) y al Mercado Común Centroame-
ricano (MCCA) que son una muestra del prota-
gonismo de la integración económica regional.
Una gran demostración de independencia y a la
vez un esfuerzo por alcanzar autonomía en la
unidad son la CELAC (la Comunidad de Esta-
dos Latinoamericanos y Caribeños); la UNA-
SUR (la Unión de Naciones Suramericanas) y
el ALBA (Alternativa Bolivariana para las Amé-
ricas). Esta última creada el 14 de diciembre de
2004, la cual ha demostrado que la unión eco-
nómica de forma independiente entre los países
del sur o subdesarrollados puede llegar a ser una
plataforma interesante no solo para resolver ne-
cesidades de las propias naciones, sobre todo en
el aspecto económico y sociocultural, como el
caso del Banco del Sur, sino también una unión
previa y necesaria para luego integrarse en trata-
dos más justos con potencias económicas.
La CELAC fue creada el 23 de febrero de
2010 en sesión de la Cumbre de la Unidad de
América Latina y el Caribe, en México, con el
n de unir a todos los Estados de la región y
hacerle frente a los problemas económicos. Se
han realizado dos cumbres y la CELAC muestra
un gran dinamismo, bastante esperanzador para
la región. Por su parte UNASUR, es un organis-
mo de ámbito internacional creado en Brasil en
mayo de 2008, tiene como objetivos construir
una identidad y ciudadanía suramericanas, y
pretende desarrollar un espacio regional integra-
do. A la fecha está formada por los doce Estados
de Suramérica, cuya población conjunta de alre-
dedor de 400 millones de habitantes representa
el 68 % de la población de América Latina.
Estos nuevos esquemas integracionistas
(ALBA, UNASUR y ahora la CELAC) se for-
talecen y se entrelazan de manera vigorosa en
la región. Por ejemplo, se trabaja en acoger el
Sucre como una unidad monetaria de intercam-
bio en la región, la cooperación energética a tra-
vés de Petrocaribe, el Banco del Sur y Telesur
para mencionar algunas experiencias, que están
fortaleciendo los nuevos esquemas de integra-
ción. La caracterización de esta visión pretende
enmarcarse, en las corrientes de las luchas an-
ticoloniales y antiimperialistas del sur, el com-
bate contra la pobreza, la paz, la cooperación
y solidaridad que recorre la nueva Diplomacia
Pueblo a Pueblo, la satisfacción de necesida-
des sociales, la cooperación y comercio justo
que encuentra apoyo en la complementariedad
de recursos, escalas y factores de producción.
El esquema más avanzado en este sentido es el
Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP) que
sustenta ALBA y se soporta en el principio del
trato especial y diferenciado.
CONCLUSIÓN
La región latinoamericana y caribeña enfren-
ta varios desafíos para la supervivencia de las
propias economías, en un ambiente dominado
por el proceso de globalización neoliberal diri-
gido por poderes industrializados, para esta re-
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gión resulta imprescindible que se comprenda
que la integración económica tiene que verse
como un reto trascendente para todos los actores
regionales, reasumiendo las acciones de carácter
regional que tengan como base la identidad de
intereses entre todas las naciones, sobrepasando
el ámbito comercial actual, avanzando en meca-
nismos que desarrollen la integración producti-
va, cientíca, tecnológica, social y cultural, y en
la profundidad de los mecanismos instituciona-
les. Además, de conceder a los órganos creados
verdaderos poderes para conducir el proceso de
integración por sobre determinados intereses na-
cionales.
En esta nueva perspectiva, la integración pre-
tende aanzarse en una integralidad económica,
política y social, y reivindica en su discurso for-
mas democráticas de participación política de
base popular. En otras palabras, la integración es
vista como un modelo de unidad latinoamerica-
na desde abajo, es decir desde los mismos pue-
blos, se busca integrar además los movimientos
sociales a las instituciones, su bandera es la
unidad latinoamericana, con base en la sobera-
nía, la autonomía y dignidad de los pueblos. Es
anti-neoliberal y trata de encontrar un camino de
intercambio económico, político y social justo,
pretende ser la continuidad del sueño de Bolívar,
no es una visión comunista pero es crítica acerba
del capitalismo salvaje.
Sin embargo, este esquema integracionista
tiene grandes retos y muchísimos peligros. Para
que tenga éxito requiere que los países moder-
nicen sus economías, mejoren la productividad
mediante el desarrollo humano, el avance de la
ciencia y la tecnología; distribuir mejor la rique-
za, superar prácticas políticas clientelares para
avanzar en la democracia participativa y acordar
un proyecto identitario común.
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