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y con el todo. Ya que tiene un origen, una
lengua, unas costumbres y una religión, de-
bería por tanto tener un solo gobierno que
confederase los diversos Estados que hayan
de formarse; mas no es posible, porque cli-
mas remotos, situaciones diversas, intereses
opuestos, o caracteres semejantes dividen la
América. ¡Qué bello sería que el istmo de Pa-
namá fuera para nosotros lo que el Corinto
para los griegos! (Liévano Aguirre, 2007, pp.
41-42).
Igualmente y dentro de esta misma lógica
pretendía crear una liga de naciones, para lo
cual se convocó una Asamblea en el istmo de
Panamá en el año de 1826. Recomendó a los de-
legados que iban por parte de la Gran Colombia,
no invitar a los Estados Unidos de Norteamérica
al Congreso, pues uno de los propósitos del en-
cuentro era dotar a la América española de una
sólida organización política que la defendiera
del expansionismo de esta nación; pero tampoco
invitar al imperio de Brasil, porque el emperador
Pedro I no se había desligado de la política de la
Santa Alianza; y preparar un temario y unos pro-
yectos de declaraciones, que le darían a la Liga
latinoamericana la vocería de los pueblos colo-
niales del mundo, contrarios a las pretensiones
de la Santa Alianza (2007, p. 43).
Bolívar pretendía integrar sobre la base del
orden republicano democrático, contrario al mo-
narquismo y a las plutocracias protestantes an-
glosajonas. En el Congreso de Panamá se rmó
un tratado de liga, confederación y unión perpe-
tua; la confederación nunca se cristalizó debido
a las precarias condiciones políticas que vivía
cada Nación, inmersas en guerras internas y una
fratricida lucha entre los caudillos de la indepen-
dencia por el control del poder, para lo cual se
empeñaron en crear sus propias “republiquetas”,
en donde pudieran señorearse. Hacia 1830, tras
su muerte no quedaba nada del sueño integracio-
nista del Libertador.
Estados Unidos toma la iniciativa
Casi a la par surgió en Estados Unidos la lla-
mada Doctrina Monroe en 1823, cuyo propósito
fue incrementar la inuencia norteamericana en
la región, intentó organizar un Congreso con las
naciones latinoamericanas, que solo pudo llevar
a cabo casi 70 años después. Se inicia así la lla-
mada Integración Subordinada (Frambes, 1994),
para signicar la forma en que las economías y
los gobiernos regionales se integran a la econo-
mía del mundo.
Durante los 50 años que siguieron al falle-
cimiento del Libertador, se multiplicaron los
conictos en las nuevas repúblicas latinoameri-
canas, ya fuera como contiendas civiles o como
guerras entre Estados. Así que Estados Unidos,
ya resuelta su situación, tras la Guerra de Sece-
sión, instó a los gobiernos del continente ame-
ricano a reunirse en Washington para discutir la
pretensión de este país, de convertirse en árbi-
tro de las relaciones internacionales y crear una
Zona Aduanera Americana. La reunión se efec-
tuó en 1889. Ninguna de las dos propuestas fue
aprobada por los delegados latinoamericanos,
quienes fueron conscientes de que convertir a
Estados Unidos en árbitro supremo de las rela-
ciones internacionales de la región, afectaba su
Justicia, No. 25 - pp. 162-170 - Junio 2014 - Universidad Simón Bolívar - Barranquilla, Colombia - ISSN: 0124-7441
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LuiS eduardo navarro barboSa