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Justicia, No. 24 - pp. 54-65 - Diciembre 2013 - Universidad Simón Bolívar - Barranquilla, Colombia - ISSN: 0124-7441
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la política intErnacional dE los goBiErnos dE colomBia Y vEnEzuEla Y su impacto En El dEsarrollo Económico
La unidad de nuestros pueblos
no es simple quimera de los hombres,
sino inexorable decreto del destino.
Simón Bolívar
INTRODUCCIÓN
A medida que el ser humano ha ido evolu-
cionando a través de la historia y sus contextos,
ha empezado a desarrollar en su interior su lia-
ción por el otro, característica esencial del pen-
samiento colectivo, el cual le permite visionar
en un futuro no lejano la formación de grandes
asentamientos, a los que con el paso del tiem-
po les dio el nombre de sociedad, integrada por
miembros que compartían características comu-
nes como el idioma, la religión, las creencias y
costumbres; todo esto con un solo n: la bús-
queda del bien común y la satisfacción de las
necesidades de sus miembros.
Así el hombre fue descubriendo que no exis-
tía solo una sociedad donde él interactuaba con
otros, sino que el mundo estaba compuesto por
un sinnúmero de sociedades con características
particulares, pero que en el fondo perseguían el
mismo n: el bienestar de la colectividad que
las conformaban. Y es en ese afán por satisfacer
las necesidades de sus miembros que se hacen
conscientes de la interdependencia entre ellas,
ya que lo que sobreabundaba en las unas com-
plementaba la carencia de las otras; dando inicio
al intercambio de bienes y servicios. El cual les
permite evolucionar y organizarse políticamente
de manera incipiente dando origen a comunida-
des llamadas Ciudad-Estado, lo que los griegos
dieron a conocer al mundo como la polis.
Siendo la forma de intercambio más caracte-
rístico el que se hacía con las Ciudades-Estados
más cercanas, es decir entre vecindades, por el
hecho de ser más rápido y menos costoso; eso sí
respetando las costumbres y creencias religiosas
que cada una de ellas dentro de sus particulari-
dades tenían, como soberanas de sus territorios.
Ya en la Edad Media con la fuerte auencia
del intercambio, no solo de bienes y el tránsito
de personas de un lugar a otro, los ciudadanos
empiezan a percibir las diferencias entre los Es-
tados, dotados unos de mejores condiciones que
otros, lo que permitía la más rápida satisfacción
de las necesidades y el aseguramiento del bien
común. Surgiendo de esta manera el altruismo
por parte de los grandes líderes de ayudarse mu-
tuamente mediante hermanamientos, que supe-
raban los exclusivismos locales, aunaban fuer-
zas para la gestión de nes comunes, resolvían
conictos; sentando las bases de actuaciones so-
lidarias beneciosas para el conjunto de las co-
munidades vecinales, que manteniendo su pro-
pia personalidad independiente, se integraban en
entidades supralocales que llegaron a tener en-
voltura institucional y una fuerza política y eco-
nómica. Basta recordar, por ejemplo, la famosa
Hermandad de la Marina de Castilla fundada en
el siglo XVI, asociada estrechamente al pujante
desarrollo mercantil de las villas marítimas del
sector oriental de la fachada cantábrica.
Es de esta manera que en el siglo XX los go-
biernos de las entidades estatales en el mundo,
que tienen un pensamiento de desarrollo endó-
geno en todos sus aspectos, dan gran importan-
cia, en un entorno cada vez más globalizado, a