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de la Nación en los departamentos de Atlántico
y La Guajira. ‘Don Antonio’ le pagó a Turizo
20 millones de pesos cuando este funcionario le
informó que habían varios operativos en su con-
tra y era inminente su captura. Esta información,
posibilitó el escape del comandante paramilitar.
En la misma línea, ‘Don Antonio’ confesó que,
con la ayuda de funcionarios de la Registradu-
ría Nacional, sustrajo las chas con sus huellas
dactilares y toda la información que había sobre
él en esa entidad. Así mismo, contó también que
recibió ayuda del excongresista Pedro Peñalosa,
suplente del también excongresista Jorge Luis
Caballero, condenado por la Corte Suprema de
Justicia a seis años de prisión por sus vínculos
con el paramilitarismo. ‘Don Antonio’ ha soste-
nido que el entonces congresista Peñalosa, le ha-
bía prestado su vehículo blindado ocial y que,
además, le entregó carné para que sus hombres
se hicieran pasar por guardaespaldas del parla-
mentario (Semana.com, 2007).
Estos hechos, ponen de relieve la debilidad
de las instituciones estatales en el plano local, lo
que permite la instrumentalización por parte de
agentes ilegales, precisamente de aquellas insti-
tuciones cuya función primordial es el combate
al crimen organizado (Arévalo y Ortega, 2013).
Los hechos antes referenciados muestran cómo
el FJPD logró que varias instituciones públicas
de la ciudad de Barranquilla y del departamento
del Atlántico estuvieran a su servicio.
El esquivo poder político
Es importante destacar que si bien el parami-
litarismo logró permear instituciones públicas en
la ciudad de Barranquilla y cooptar por distintos
medios a varios agentes estatales, en esta ciudad
no lograron penetrar las estructuras políticas, ya
que los barones electorales de la ciudad
9
, se re-
sistieron a las alianzas con el paramilitarismo y
no compartieron la administración pública con
actores ilegales a diferencia de ciudades como
Montería, Santa Marta, Sincelejo y Valledupar
en las que el Bloque Norte de las AUC se apode-
ró del poder político-administrativo
10
.
Esta especie de pacto de “no agresión” táci-
to, entre las elites políticas tradicionales de la
ciudad de Barranquilla y el FJPD podría ex-
plicarse desde el planteamiento de Peter Wald-
man (1997), quien sostiene que muchas veces
las elites no realizan los esfuerzos necesarios
para terminar con la actividad criminal, ya que
al superar el shock producido por la disputa y
pérdida del control político y militar sobre una
parte del territorio, se adaptan rápidamente a
esta nueva situación y comparten la soberanía,
especialmente cuando el porcentaje de recursos
económicos y densidad demográca presentes
9. Sobre estos véase: López, C. (coordinadora y editora) (2008).
Monografía político-electoral del departamento del Atlántico
1997 a 2007. Bogotá: Misión de Observación Electoral, Cor-
poración Nuevo Arco Iris, Universidad de los Andes.
10. Sobre la captura del Estado llevada a cabo por el Bloque Norte
de las AUC en los departamentos de Cesar, Córdoba y Mag-
dalena véase en su orden: Cubides, F. (2008). “Narcotráco
y paramilitarismo: ¿matrimonio indisoluble?”. En Rangel, A.
(editor), El poder paramilitar. Bogotá: Fundación Seguridad
& Democracia, Editorial Planeta; López, C. (2008) (coordi-
nadora y editora). Monografía político-electoral del departa-
mento de Córdoba 1997 a 2007. Bogotá: Misión de Obser-
vación Electoral, Corporación Nuevo Arco Iris, Universidad
de los Andes; Zúñiga, P. (2007). “Ilegalidad, control local y
paramilitares en el Magdalena”. En Romero, M. (editor), Pa-
rapolítica: la ruta de la expansión paramilitar. Bogotá, Co-
lombia: Corporación Nuevo Arco Iris, Intermedio Editores.
Justicia, No. 24 - pp. 118-134 - Diciembre 2013 - Universidad Simón Bolívar - Barranquilla, Colombia - ISSN: 0124-7441
http://portal.unisimonbolivar.edu.co:82/rdigital/justicia/index.php/justicia
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