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, y se destacaba la creciente autonomía
de las Fuerzas Militares en el marco del Estatuto
de Seguridad.
En el plano internacional, el escenario cen-
troamericano se confi guraba con una Cuba ac-
tiva en la defensa y promoción de la lucha ar-
mada como medio efectivo de acceso al poder,
con la Revolución Sandinista en Nicaragua
3
, con
El Salvador en confl icto, con Granada marxista
y con el fi n del gobierno del demócrata Jimmy
Carter y el inicio de la administración del con-
servador Ronald Reagan, en los Estados Unidos.
Con este telón de fondo, el presidente Tur-
bay en el discurso de instalación de la XIII
Conferencia de Ejércitos Americanos realizada
en Bogotá, en 1979, y que fue publicado en la
Revista Consigna, citada por Tokatlian (1999),
señaló: “Hoy ya no es posible trazar una línea
divisoria entre la subversión de carácter nativo,
a la que ocasionalmente solían acudir quienes
se veían marginados de toda opción de poder
de sus adversarios, y la acción sedicente de los
mercenarios supranacionales, que solo profesan
obediencia a ideologías foráneas” (p. 305). De
esta forma, se fue marcando un retorno al Respi-
2. En febrero de 1980 el M-19 se toma la embajada de la Re-
pública Dominicana en Bogotá, y retiene a 14 embajadores
(Austria, Brasil, Costa Rica, Egipto, Estados Unidos, Guate-
mala, Haití, Israel, México, Santa Sede, Suiza, Uruguay y el
anfi trión) y dos encargados de negocios (Bolivia y Paraguay),
con el fi n de lograr la liberación de todos los presos políticos,
el levantamiento del Estado de Sitio y la derogatoria del Es-
tatuto de Seguridad. La crisis de la embajada domin icana se
resolvió el 29 de abril del mismo año, luego de 62 días, con la
salida hacia Cuba de 17 diplomáticos, el comando gu errillero
y el pago de un millón de dólares al M-19.
3. En el marco de los reclamos territoriales nicaragü enses, Ma-
nagua publicó en 1980 el “Libro Blanco so bre el caso de San
Andrés y Providencia” en el que declaró unilateralmente, la
nulidad del Tratado Esguerra-Bárcenas, que en 1828 había de-
fi nido los límites fronterizos entre Colombia y Nicaragua.
cePolum en el manejo de la política exterior co-
lombiana, aunque se mantuvieron ciertas líneas
de apertura iniciadas durante la administración
López, tales como: asistir como país observador
a la Cumbre de los Países No Alineados celebra-
da en La Habana, en septiembre de 1979, iniciar
contactos con Yugoslavia y establecer relaciones
con China Popular.
Durante el segundo año de gobierno de esta
administración, los Estados Unidos, se convir-
tieron en el centro de la actividad internacional
del Estado colombiano. De esto dejaba constan-
cia el presidente Turbay, cuando manifestaba:
“es una verdad indiscutible que nos movemos en
la órbita en la que los Estados Unidos, la prime-
ra superpotencia mundial de Occidente, ejerce
su mayor infl uencia” (Cepeda, et al., 1989).
Nuevamente el anticomunismo como ideolo-
gía, se convertía en un rasgo central de la po-
lítica internacional colombiana. El temor que
despertaba en las elites políticas, económicas
y militares de Bogotá y Washington, el avance
del “comunismo soviético” en el Caribe, inci-
dió directamente en el accionar internacional de
ambos Estados. El presidente Reagan, actuó con
la decisión de alejar la amenaza cubano-sovié-
tica de la frontera sur estadounidense. Una de
sus primeras acciones fue acusar abiertamente a
Nicaragua de servir como base de acopio y dis-
tribución de armas soviéticas a los insurgentes
salvadoreños y señaló a Cuba de proveer ase-
sores y armas a las organizaciones guerrilleras
centroamericanas. Acto seguido, los Estados
Unidos, fi nanciaron, armaron y asesoraron las
guerrillas antisandinistas (la contra), coordinó
Justicia, No. 22 - pp. 154-173 - Diciembre 2012 - Universidad Simón Bolíva r - Barranquilla , Colombia - ISSN: 0124-74 41
http://portal.uni simonbolivar.edu.co: 82/rdigital/justici a/index.php/ju sticia
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APO LÍTIC A EXTE RIOR DEL
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STADO COLOM BIANO
(1958-2002 ). M
UCHAS CONT INUID ADES CON POCA S RUPT URAS