Justicia, No. 26 - pp. 137-156 - Diciembre 2014 - Universidad Simón Bolívar - Barranquilla, Colombia - ISSN: 0124-7441
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* El presente artículo se ha elaborado a partir de una investigación realizada en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Inter-
nacionales de la Universidad Alberto Hurtado; investigación que gira en torno de la temática Migración Internacional y Ciudadanía.
** Docente adjunta, Dpto. de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, Chile.
mmejiauah@gmail.com
¿Es Colombia una Nación
diaspórica y transnacional?
$QiOLVLVGHOQXHYRGLVFXUVR
del Estado colombiano frente a
ODGLiVSRUD
*
Is Colombia a diasporic and transnational
1DWLRQ"$QDO\VLVRI&RORPELD¶VQHZGLVFRXUVH
WRZDUGVLW¶VGLDVSRUD
Recibido: 9 de septiembre de 2013 / Aceptado: 20 de octubre de 2013
Resumen
Con motivo del aumento exponencial en el número de nacionales que han
abandonado el país en la última década y media, el Estado colombiano ha
LQFRUSRUDGRXQQXHYRGLVFXUVR\GLVHxDGRQXHYRVGHUHFKRVHVSHFt¿FRVSDUDOD
GLiVSRUD(VDVtFRPRKR\&RORPELDVHGH¿QHR¿FLDOPHQWHFRPRXQD1DFLyQ
diaspórica y transnacional, generando con ello un cambio sin precedentes en
la forma cómo concibe la institución y el ejercicio ciudadanos. A la luz de las
propuestas del modelo transnacional de ciudadanía, el presente artículo ana-
liza el alcance de estos nuevos derechos en el contexto migratorio colombia-
no, intentando dar luces sobre cuán cerca se encuentra Colombia de un nuevo
estatus transnacional de ciudadanía. Sostenemos que, a pesar de representar
transformaciones importantes en la concepción y ejercicio ciudadanos, la con-
solidación de un estatus transnacional de ciudadanía se encuentra aún lejos de
materializarse.
Abstract
'XHWRWKH ODUJHQXPEHUVRI&RORPELDQVZKRKDYH OHIWWKHLUFRXQWU\LQ
WKHODVWGHFDGHDQGDKDOI&RORPELDKDVDGRSWHGDQHZGLVFRXUVHDVZHOODVD
QHZVHWRIULJKWVVSHFL¿FDOO\GHVLJQHGIRUWKHGLDVSRUD+HQFH&RORPELDQRZ
GH¿QHVLWVHOIDVGLDVSRULFDQGWUDQVQDWLRQDOQDWLRQEULQJLQJIRUZDUGXQSUHFH-
GHQWHGFKDQJHVRQKRZWKHLQVWLWXWLRQDQGH[HUFLVHRIFLWL]HQVKLSLVFRQFHLYHG
In light of the proposals coming from the transnational citizenship model, this
DUWLFOHH[DPLQHVDQGDQDO\]HVWKHVFRSHWRZKLFKWKLVQHZVHWRIULJKWVEULQJV
&RORPELDFORVHU RUQRWWRD QHZWUDQVQDWLRQDOFLWL]HQVKLSVWDWXV :HDUJXH
that, despite generating important transformations on the idea and exercise of
citizenship, the consolidation of a transnational citizenship status is still far
from materializing.
Palabras clave:
Ciudadanía, Diáspora,
Migración Internacional y
Transnacionalismo.
.H\ZRUGV
Citizenship, Diaspora,
International migration
and transnationalism.
0DUtD)HUQDQGD0HMtD0XULOOR
5HIHUHQFLDGHHVWHDUWtFXOR$3$ Mejía, M. F. (2014). ¿Es Colombia una Nación diaspórica y transnacional? Análisis
del nuevo discurso del Estado colombiano frente a la diáspora. En Justicia, 26, 137-156.
138
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MARÍA FERNANDA MEJÍA MURILLO
INTRODUCCIÓN
El impacto generado por las migraciones in-
WHUQDFLRQDOHVHQ ODGH¿QLFLyQ \HMHUFLFLR GHOD
ciudadanía es tal vez una de las más contunden-
tes evidencias de que estamos frente a una ins-
titución en estado permanente de cambio (Mez-
zadra, 2012, p. 162). Ayudados en gran parte por
ODJOREDOL]DFLyQ \VXV FRQVHFXHQFLDV±DYDQFHV
en las tecnologías de la comunicación, abarata-
miento del transporte, pero también aumento de
la brecha entre países ricos y pobres±, los mi-
grantes no solo superan fronteras territoriales
sino también desarrollan sus vidas en espacios y
realidades múltiples y transfronterizas. Este tipo
de vida múltiple y transfronteriza se despliega
sobre todo en dos lugares a la vez: los países
de origen y los países de destino de la migra-
ción, entre los cuales los migrantes construyen
UHGHVEDVWDQWH VR¿VWLFDGDVSRUGRQGH FLUFXODQ
todo tipo de elementos (materiales y simbó-
licos), prácticas y acciones. Denominado por
muchos como transnacionalismo desde abajo o
espacios sociales transnacionales (Basch et al.,
1994; Bauböck, 1994; Portes, 1997; Smith &
Guarnizo, 1999), el ascenso de dichas redes ha
generado cambios importantes no solo a nivel de
la vida privada de los migrantes y sus familias,
sino especialmente a nivel de ámbitos públicos
y de instituciones como la ciudadanía. Recono-
ciendo en estos espacios nuevas oportunidades
para no perder la lealtad y/o apoyo de esa por-
ción de sus nacionales residiendo en el extranje-
ro, muchos Estados de origen de los migrantes
han reaccionado promoviendo una ampliación
o extensión de derechos ciudadanos a través de
las fronteras. Lo anterior, no solo implica nuevas
responsabilidades estatales frente a los emigran-
WHVWDPELpQFRQ¿UPDTXHODPLJUDFLyQLQWHUQD-
cional ±creciente hoy día en número, intensidad
y complejidad±FXHVWLRQDIXHUWHPHQWH ODFRQ¿-
guración nacional y territorial de la ciudadanía,
motivando importantes transformaciones.
El cambio en el discurso y la atención espe-
cial que el Estado colombiano les ha provisto a
sus emigrantes durante la última década eviden-
cia el fuerte impacto generado por la migración
de colombianos hacia el exterior. En efecto, el
crecimiento exponencial en el número de emi-
grantes colombianos a partir de mediados de
los años 90, la aparición de nuevos destinos de
migración y la vital importancia económica que
adquieren sus remesas para la economía nacio-
nal, terminan por captar la atención del Estado
colombiano y sus autoridades. En respuesta, el
Estado ha incorporado una nueva postura en
torno de lo que denomina el “carácter transna-
cional y diaspórico de la Nación colombiana”,
desplegando hacia los colombianos en el exte-
rior una serie de políticas públicas e iniciativas
enfocadas en generar su bienestar económico y
social, como es el caso del Programa Colombia
Nos Une. Sumándose a otras disposiciones an-
teriores que ya permitían la participación políti-
ca de la diáspora tales como el derecho al voto
en el extranjero, el reconocimiento de la doble
nacionalidad y la creación de la circunscripción
especial para los colombianos en el exterior den-
tro de la Cámara de Representantes, las nuevas
acciones estatales convierten a Colombia en un
caso especial que merece la pena analizar.
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¿ES COLOMBIA UNA NACIÓN DIASPÓRICA Y TRANSNACIONAL? ANÁLISIS DEL NUEVO DISCURSO DEL ESTADO COLOMBIANO FRENTE A LA DIÁSPORA
El presente artículo consta de dos partes don-
GHEXVFDUHÀH[LRQDUHQWRUQRGHOSRVLEOHDVFHQ-
so de un nuevo estatus ciudadano transnacional,
incentivado principalmente por los cambios que
los migrantes y sus prácticas transfronterizas ge-
neran. En este sentido, la primera parte ofrecerá
una contextualización general sobre las nuevas
teorías ciudadanas que hoy abordan el fenómeno
de la migración internacional y sus efectos sobre
la dimensión de “lo nacional”. La segunda par-
te hará una aproximación al caso colombiano,
describiendo y analizando las acciones particu-
lares impulsadas por el Estado hacia la diáspora,
intentando así dilucidar si estamos frente a una
DXWpQWLFDUHGH¿QLFLyQWUDQVQDFLRQDOGHODFLXGD-
danía o si, por lo menos, representa los primeros
signos de ello.
Migración internacional y nuevos modelos
GHFLXGDGDQtD
La ciudadanía nacional frente a la migra-
ción internacional: tensión latente
De manera muy sintética, la ciudadanía pue-
GHGH¿QLUVHFRPR ODUHODFLyQ RYtQFXOR IRUPDO
que se establece entre un individuo y una comu-
nidad política. Esta relación implica que al indi-
viduo se le reconoce y protege como miembro
de pleno derecho de la comunidad y que, como
contraprestación, dicho individuo deba respetar
y prometer lealtad a esa comunidad. Ampliando
esta idea inicial, la ciudadanía también puede
VHUGH¿QLGDFRPR HOHVWDWXV MXUtGLFR\ SROtWLFR
mediante el cual las personas adquieren dere-
chos políticos, sociales y civiles (Marshall &
Bottomore, 2005), asumen deberes respecto de
la sociedad y gozan de la facultad de participar
en su vida colectiva. Podemos hablar entonces
de la ciudadanía como una síntesis de justicia y
SHUWHQHQFLD$VtORD¿UPD$GHOD&RUWLQD
cuando señala que “Parece que la racionalidad
de la justicia y el sentimiento de pertenencia a
una comunidad concreta han de ir a la par, si de-
seamos asegurar ciudadanos plenos y a la vez
una democracia sostenible” (p. 34).
Bajo esta perspectiva, las fronteras y el Esta-
do han cumplido un papel trascendental. Mien-
tras que las primeras delimitaron el contorno
físico y espacial en donde se desarrollaron las
distintas comunidades políticas o naciones, el
segundo se consagró como la fuente única de
autoridad y protección de los miembros ±es de-
cir ciudadanos± de esas naciones. En el caso de
las fronteras, se debe señalar que son ellas quie-
nes fundamentaron el control del Estado sobre
un territorio y su población (soberanía territo-
rial), permitiendo la consolidación del carácter
nacional de la ciudadanía. Sin embargo, hoy por
hoy, en medio de un contexto de globalización
y complejidad creciente, el binomio ciudadanía/
Nación se ha fracturado. Por un lado, la diver-
sidad y complejidad que caracteriza a las socie-
dades actuales con sus nuevos actores, identi-
dades y demandas: minorías étnicas, minorías
nacionales, minorías sexuales, mujeres, jóvenes,
migrantes, etc., dan cuenta de la gran heteroge-
neidad reinante. Por el otro, la rápida expansión
de la llamada “aldea global” (con sus aspectos
tanto positivos como negativos), nos habla de
profundos cambios políticos, económicos, so-
ciales, culturales y hasta medioambientales.
140
En el centro de estas transformaciones se
encuentran las migraciones internacionales que
representan uno de los fenómenos que mayor
SUHVLyQHMHUFHQ VREUHODLGHD DUWL¿FLDOGHXQD
Nación compacta y homogénea, al igual que so-
bre la supuesta inmutabilidad de las fronteras.
Si bien, según las más recientes cifras, el con-
tingente de migrantes representa solo un 3,2 %
de la población mundial, es decir unas 232 mi-
llones de personas (UN/DESA, 2013), en la lla-
mada era de las migraciones (Castles & Miller,
1993), las acciones y prácticas transnacionales
de los migrantes ±tanto colectivas como indivi-
duales± han contribuido fuertemente a erosionar
y debilitar las fronteras nacionales. Lo mismo se
evidencia en el caso de los migrantes en situa-
ción irregular quienes, por más de que enfrenten
limitaciones objetivas a su libre movilidad y de-
sarrollo en los países de arribo, tejen y alimentan
lazos de todo tipo entre sus países de origen y de
destino.
'HHVWH PRGRWHQHPRV TXHOD GH¿QLFLyQ\
ejercicio de la ciudadanía no pueden reducirse a
la dimensión legal, formal o territorial. A la luz
de las migraciones, la ciudadanía no solo trata
de la interconexión de derechos y obligacio-
nes dentro de la sociedad de origen o entre los
miembros originales de la Nación; esta también
tiene lugar en los diversos espacios transfronte-
rizos que construyen los migrantes y dentro de
los cuales se ha venido desarrollando cierto tipo
de activismo ciudadano que, aunque informal en
principio, ha terminado por impactar las insti-
tuciones y sociedades tanto de origen como de
destino.
En el contexto migratorio, el desafío se equi-
para con la construcción de un nuevo estatus
ciudadano que responda a una población alta-
mente heterogénea, móvil y con lealtades tan
amplias como diversas. Lo anterior desafía por
igual tanto a los Estados como a las sociedades,
pero, especialmente, a los derechos y libertades
hasta ahora diseñadas bajo una concepción neta-
mente nacional, compacta y homogénea ±y por
HQGHDUWL¿FLDO± de la ciudadanía.
/DFLXGDGDQtD D WUDYpV GH ODV IURQWHUDV
nacionales: El modelo transnacional de ciu
GDGDQtD
La presión que ejercen las migraciones inter-
nacionales sobre gobiernos y sociedades, la in-
WHQVL¿FDFLyQGHGHPDQGDVGHDFFHVRDGHUHFKRV
ciudadanos en las voces de distintos colectivos
(mujeres, jóvenes, minorías étnicas, nacionales
y sexuales) y los cambios de todo tipo que trae
consigo la globalización, serán incentivos de im-
portancia para la generación, a partir de los años
90, de nuevas discusiones y debates en torno de
la institución de la ciudadanía. Surgen esfuerzos
LPSRUWDQWHVSRUUHSHQVDU\UHGH¿QLUHOFRQFHSWR
de ciudadanía a partir del reconocimiento de un
mayor pluralismo social y cultural en nuestras so-
ciedades actuales (Kymlicka & Norman,1996).
Algunos de estos nuevos modelos ciudadanos
son: la ciudadanía cosmopolita, en relación al
contexto de globalización y al proyecto kantiano
de una República mundial, en donde los hom-
bres sean ciudadanos del mundo y fuente única
de derechos y libertades (Nussbaum, 1999); la
ciudadanía multicultural, que reconoce y reivin-
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MARÍA FERNANDA MEJÍA MURILLO
141
dica múltiples identidades vinculadas al ejer-
cicio ciudadano, frente a la preponderancia de
una única identidad nacional (Kymlicka, 1996);
la ciudadanía posnacional, que cuestiona el rí-
gido vínculo ciudadanía-Nación o ciudadanía
nacional en los contextos migratorios (Soysal,
1994); y la ciudadanía transnacional, que pone
el énfasis en las responsabilidades que le caben
a los Estados frente a sus emigrantes, a quienes
debiera seguir protegiendo como ciudadanos a
través de las fronteras (Bauböck, 1994). De las
propuestas anteriores, son los modelos de ciu-
dadanía posnacional y ciudadanía transnacional
ORVTXHVHSODQWHDQHOREMHWLYRHVSHFt¿FRGHDQD-
lizar la relación entre ciudadanía y migración in-
ternacional. Si bien lo hacen desde ángulos dis-
tintos, ambas coinciden en defender la premisa
de que la pertenencia a una Nación o comunidad
política ±hasta ahora concebida como compacta
y homogénea± no puede ser la única fuente de
reconocimiento ciudadano.
Por su parte, la perspectiva posnacional se en-
foca en analizar los cambios que la inmigración
genera en las sociedades de destino, describien-
do los procesos de incorporación y/o integración
de los inmigrantes en estas últimas. El argumen-
to principal detrás de este modelo es que el acce-
VRDGHUHFKRV\EHQH¿FLRVVRFLRHFRQyPLFRVTXH
ODVRFLHGDGDQ¿WULRQDWHUPLQD SRURWRUJDUD ORV
LQPLJUDQWHVHVPRWLYRVX¿FLHQWHSDUDKDEODUGH
su reconocimiento o incorporación posnacional
en el conjunto de la sociedad. El punto clave se
encuentra en que los inmigrantes terminan go-
zando de derechos ciudadanos a pesar de no ser
nacionales, sino residentes, de los países donde
han inmigrado. Con ello, el binomio ciudadanía/
1DFLyQVHURPSHGDQGRSDVRDODFRQ¿JXUDFLyQ
de un nuevo tipo de ciudadanía donde los de-
rechos y deberes, antes reservados a los nacio-
QDOHVVH FRGL¿FDQ\ H[SDQGHQFRPR GHUHFKRV
personales de los sujetos. Sin embargo, otra es
la situación de los derechos políticos, tales como
el voto y el derecho a ser elegido. El derecho al
voto, por ejemplo, guarda todavía un importante
valor simbólico para la Nación, pues acentúa la
premisa de que la dirección de los asuntos públi-
cos es una prebenda exclusiva de los miembros
originales de la comunidad política. De ahí que
las sociedades resguarden los derechos políticos
con mayor celosía y que, contrario a lo que su-
cede con los derechos económicos y sociales, el
acceso a los primeros siga siendo difícil para los
inmigrantes a menos que se naturalicen (nacio-
QDOLFHQ\FRPSURPHWDQR¿FLDOPHQWHVX OHDOWDG
hacia la comunidad de arribo. En este plano, la
migración internacional no parece haber afecta-
GRVLJQL¿FDWLYDPHQWHHO HVWUHFKRYtQFXORHQWUH
ciudadanía y Nación, pues el hecho de que los
inmigrantes gocen de ciertos derechos y privi-
legios no es garantía de que se les reconozca
como miembros políticos plenos de la sociedad
que los acoge. Esto es, sin duda, un obstáculo de
consideración para la consolidación del modelo
posnacional de ciudadanía.
Desde otro ángulo, tal como su nombre lo
indica, el modelo transnacional de ciudadanía
encuentra sus raíces en el carácter transnacio-
QDOTXH KR\ FRQ¿JXUDODV UHDOLGDGHV SROtWLFDV
económicas, sociales, culturales y jurídicas de
las sociedades (Bauböck, 1994). Gracias a los
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142
tiempos globales en que vivimos y a la existen-
cia de múltiples redes humanas que interactúan
DWUDYpVGHODVIURQWHUDVJHRJUi¿FDV SROtWLFDV\
culturales de los países, este modelo cree que la
transnacionalidad es la constante y no la excep-
ción. En consecuencia, dichos vínculos trans-
IURQWHUL]RVGHELHUDQ VHUPRWLYR VX¿FLHQWHSDUD
que los transmigrantes, convertidos ahora en
sujetos políticos transfronterizos o “ciudadanos
transfronterizos” (Basch et al., 1994), no pier-
dan el estatus de ciudadanía con sus países de
origen y cuenten con un espacio más amplio en
donde ejercer sus derechos y libertades. Si bien
no todas las situaciones migratorias son iguales
y en ciertos casos mantener el estatus ciudadano
con el país de origen puede ser más riesgoso que
positivo, gran parte de las migraciones interna-
cionales evidencia un hecho incuestionable: los
migrantes, a pesar de haber cruzado las fronteras
territoriales, nunca han dejado de ser parte de la
comunidad nacional de origen.
3DUWLHQGRGH ODUHÀH[LyQ DQWHULRUOD FLXGD-
danía transnacional va a proponer un novedoso
enfoque de análisis, centrando la atención en el
país de origen de la migración y en los cambios
que allí producen los lazos culturales, económi-
cos y políticos que los emigrantes conservan y
refuerzan desde el exterior. De ahí que oriente
sus esfuerzos en analizar las respuestas o estra-
tegias de los Estados emisores frente a su pobla-
FLyQHQHOH[WUDQMHURUHFRQRFLHQGRODLQÀXHQFLD
que en ello han tenido las redes sociales trans-
fronterizas o “campos sociales transnacionales”
construidos por los migrantes (1994). Su obje-
tivo no es solo descriptivo sino especialmente
normativo, pues plantea que un Estado liberal
democrático debe reconocer a sus emigrantes
como parte de la Nación. En ese sentido, reitera
que la negación a la pertenencia es la primera
de una larga cadena de abusos, y que la libertad
individual tiene que ver tanto con el derecho a
renunciar a la ciudadanía propia como con el de-
recho a conservarla (Bauböck, 1994, p. 123). En
igual medida, la ciudadanía transnacional resalta
la importancia de pensar en un “derecho de la
migración”, que no solo permita la libre movi-
lidad humana sino también les ofrezca a los mi-
grantes la opción de decidir si desean continuar
siendo ciudadanos, tanto nominal como sustan-
cialmente, de sus países de origen (1994).
Reconociendo que los emigrantes y sus prác-
ticas transnacionales representan un desafío cre-
ciente, muchos Estados han optado por extender
la ciudadanía más allá de las fronteras naciona-
les como la forma más consecuente de entablar
con ellos una relación basada en derechos y
obligaciones.
Esta extensión se ha materializado, entre
otras cosas, en el derecho al voto en el exterior
y en la aceptación y legalización de la doble na-
cionalidad que, en rigor, permitiría la doble ciu-
dadanía. Este es el caso de Colombia, donde los
colombianos residentes en el extranjero no solo
han contribuido a crear espacios transnacionales
por medio de los cuales permanecen en activo
contacto con sus familiares, regiones y costum-
bres, sino que igualmente han conseguido hacer-
se visibles y ganar relativa importancia frente al
Estado colombiano y sus instituciones. De ese
modo, nos encontramos con que después de
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MARÍA FERNANDA MEJÍA MURILLO
143
años de permanecer mudo ante la salida de sus
nacionales, el Estado colombiano ha empezado
a cambiar su estrategia de “indiferencia” por ac-
FLRQHVDFWLYDV\HVSHFt¿FDVKDFLDODGLiVSRUD
Colombia es una Nación diaspórica y
transnacional: Las respuestas del Estado co
lombiano frente a sus emigrantes
Siendo un país tradicionalmente de emigra-
ción y no de inmigración, Colombia inaugura
el siglo XXI con una ola migratoria sin prece-
GHQWHV3RUXQODGRODFULVLV¿QDQFLHUDGH
1999 y una tasa de desempleo del 20 % motivan
a muchos a probar suerte en otros países (Parra
& Salazar, 2000); por el otro, la violencia gene-
UDOL]DGD\ODLQWHQVL¿FDFLyQGHOFRQÀLFWRDUPDGR
interno, empuja a varios más a dejar el territorio
nacional. La gravedad e intensidad con la que se
presentan estas dos últimas situaciones ±y que
se consolidan como los factores principales de
expulsión de los colombianos± llevan a Colom-
bia a inaugurar una nueva etapa en su historia
migratoria y a convertirse en uno de los países
con los más altos porcentajes de emigración en
Latinoamérica (Banco Mundial, 2011). Actual-
mente, según cifras del Ministerio de Relacio-
nes Exteriores de Colombia (MINREL), cerca
del 10 % del total de la población vive fuera del
país; es decir, unos 4,7 millones de personas.
En comparación con la primera ola migrato-
ria de los años 60 y 70, otras son las caracterís-
WLFDVTXHLGHQWL¿FDQDODHPLJUDFLyQFRORPELDQD
GH¿QHV GHOVLJOR ;;ODV WDVDVGH HPLJUDFLyQ
llegan a niveles nunca antes conocidos, los nue-
vos migrantes pertenecen a todas las clases so-
cioeconómicas y regiones del país, se evidencia
una importante presencia de personas con alto
SHU¿O HGXFDFLRQDO \HFRQyPLFR ORVGHVWLQRV
GHPLJUDFLyQ VHGLYHUVL¿FDQVXV OD]RV FRQHO
país son muchos más activos y constantes, y el
impacto de sus remesas genera cambios nunca
antes vistos a nivel económico y social. Las di-
¿FXOWDGHVVRFLRHFRQyPLFDV \ ODIDOWD GH RSRU-
tunidades que antes causaban la emigración de
los colombianos con menos recursos, ahora ex-
pulsan también a los profesionales de clase me-
dia (e incluso media-alta), afectados por el alto
desempleo (Parra & Salazar, 2000). A su vez,
ODLQWHQVL¿FDFLyQ GHOFRQÀLFWR DUPDGRTXH KD
sido por décadas la causa principal del despla-
zamiento interno de sectores campesinos hacia
las urbes, motiva que muchos residentes de las
principales ciudades del país salgan al exterior
para protegerse del secuestro, la extorsión y la
inseguridad generalizada. Además de Estados
Unidos, Venezuela y Ecuador, que habían sido
hasta entonces los destinos tradicionales de mi-
gración de los colombianos, España, Costa Rica,
Canadá y Panamá empezarán a ser testigos de
una importante presencia de colombianos en
VXVWHUULWRULRV DSDUWLU GH¿QHVGH ORVDxRV 
(Cárdenas & Mejía, 2006). En lo que respecta
a los últimos cinco años, el rápido aumento de
colombianos y colombianas residentes en Chile
los ha llevado a ocupar el quinto lugar dentro de
las comunidades de extranjeros más numerosas
en ese país (Ministerio del Interior de Chile-De-
partamento de Extranjería y Migración, 2010).
Estas características servirán de argumento
para que algunos sectores políticos, sociales y
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¿ES COLOMBIA UNA NACIÓN DIASPÓRICA Y TRANSNACIONAL? ANÁLISIS DEL NUEVO DISCURSO DEL ESTADO COLOMBIANO FRENTE A LA DIÁSPORA
144
académicos del país instauren la discusión en
torno a la idea de la diáspora colombiana, en
lugar de hablar simplemente de los emigrantes
colombianos (Bauböck & Faist, 2010). En con-
sonancia con esto último y coincidiendo con-
ceptualmente con la propuesta del transnacio-
nalismo, el Estado colombiano va a describir a
la comunidad en el exterior como una diáspora
ligada transnacionalmente con sus familias, sus
localidades y con el país en general. En efecto,
la diáspora no solo continúa fuertemente vincu-
lada con Colombia y sus acontecimientos, sino
que sus acciones y decisiones terminan por ejer-
FHUXQLPSDFWRVLJQL¿FDWLYRHQWRGDODVRFLHGDG
Mediante el envío de remesas a las familias, la
demanda de productos y servicios de todo tipo
(alimentos típicos, artesanías, llamadas interna-
cionales y pasajes aéreos a precios competitivos,
etc.), la transferencia de nuevos hábitos y cos-
tumbres, la participación en ciertos proyectos de
desarrollo (la compra de vivienda, por ejemplo)
y, aunque en menor medida, un involucramiento
activo con la realidad política del país, los co-
lombianos en el exterior logran hacerse visibles
a pesar de la distancia.
Son precisamente estos vínculos, cada día
más fuertes y variados, los que estimularán la
producción de respuestas novedosas por parte
del Estado colombiano, además de impulsar la
necesidad de concebir el fenómeno migratorio
de forma integral. De ese modo, el Estado apela-
rá al transnacionalismo:
[…] como el eje fundamental de articulación
entre las comunidades en el exterior y el país,
[buscando] facilitar y promover los vínculos
entre los colombianos residentes fuera del
país con sus familias, sus regiones de origen
y de manera extensa con Colombia. […] De
esta forma se logrará integrar e incluir esta
población dentro del Estado colombiano (In-
IRUPDFLyQR¿FLDO3RUWDO5HGHV&RORPELD
Otros avances en este ámbito incluirán la
incorporación de consideraciones puntuales
sobre la importancia de fortalecer los vínculos
con las comunidades colombianas en el exterior
dentro de los Planes Nacionales de Desarrollo
para los períodos 2002-2006 y 2010-2014, entre
otros documentos de política pública (Chiarello,
2011).
8QD QXHYD FLXGDGDQtD WUDQVQDFLRQDO HQ
Colombia: Los derechos sociales y económi
cos
Existen hasta el momento dos grandes hitos
en relación a la creación y extensión de dere-
chos económicos y sociales para la diáspora: 1)
el Programa Colombia Nos Une y 2) la Política
Integral Migratoria (PIM). El primero llega en
el año 2003, fecha en que dentro del MINREL
se da vida a Colombia Nos Une, el programa de
política pública más amplio y directo jamás des-
tinado a la diáspora, cuyo objetivo principal es
tender puentes entre el Estado y la comunidad
de colombianos residiendo en el exterior.
Estos ejes de acción se materializan en la
creación e implementación de varias políticas
\EHQH¿FLRVTXHVHUiQFRQVLJQDGRVHQ HO3RUWD-
folio de Servicios para colombianos residentes
en el exterior, documento de libre acceso para
la comunidad en el extranjero. Algunos de los
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145
servicios creados especialmente para la diáspo-
ra y sus familias son: a) Programa Colombiano
Seguro en el Exterior, mediante el cual los co-
ORPELDQRVTXH YLYHQIXHUD SXHGHQ D¿OLDUVH \
cotizar pensiones en Colombia desde 158 paí-
ses distintos (CONPES 3603, 2009); b) Plan
5HWRUQR 3RVLWLYR TXH SURSRUFLRQDEHQH¿FLRV
tributarios a los colombianos que desean regre-
sar, desgravando el menaje doméstico y equipos
GHWUDEDMRSURIHVLRQDO DUWHXR¿FLR TXHORV UH-
tornados traigan consigo; c) acceso a educación
virtual, a nivel de pregrado y postgrado, con el
Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y la
Universidad Nacional de Colombia; d) becas y
créditos de estudio para estudiar en el exterior;
e) Semana Binacional de la Salud, que se inscri-
be en una iniciativa multilateral que promueve
la salud sin fronteras para la población latina en
Estados Unidos y Canadá; y f) Mi Casa con Re-
mesas, que incentiva la canalización de las re-
mesas hacia la adquisición y compra de vivienda
en Colombia, ofreciendo facilidades de crédito.
Debido al enorme peso que las remesas ejer-
cen sobre la economía colombiana, se debe se-
ñalar que políticas de la naturaleza de Mi Casa
con Remesas han gozado de especial atención
por parte del Estado y de sectores privados como
el de la construcción o la banca. La aparición,
incluso, de otras iniciativas como las Ferias In-
mobiliarias para el Inmigrante Colombiano o las
Ferias de Servicios para Colombianos (producto
de alianzas entre agentes estatales, sectores pri-
vados y organismos internacionales), evidencian
también el gran interés que las remesas despier-
tan tanto en el Estado como en la sociedad co-
lombiana. En efecto, los giros de dinero envia-
dos regularmente por la diáspora colombiana a
partir de la década de 2000 se constituyen en
una enorme fuente de divisas para la econo-
mía nacional. Cifras del Banco de la Repúbli-
ca demuestran que las remesas no solo crecen
de los $1.600 a los $4.843 millones de dólares
anuales entre el año 2000 y 2008 ±año en que
alcanzan su máximo histórico± (Ramírez et al.,
2010), sino que para el 2006 llegan a superar
en valor las exportaciones nacionales de café y
carbón, ubicándose solo por detrás del petróleo
(CEPAL, 2008). Si bien las cifras anteriores dan
cuenta de un crecimiento exponencial de las re-
mesas en términos nominales, frente al PIB el
porcentaje no ha sido tan alto, representando un
máximo de 3,9 % en 2003, para caer a un 1,3 %
en 2011 (Comunidad Andina, 2013). A pesar de
que en 2010 el monto de remesas se redujo sig-
QL¿FDWLYDPHQWHDORV86PLOORQHVFRPR
resultado de la crisis económica mundial, los
años posteriores han manifestado una prudente
pero estable mejoría, con el arribo de US$ 4.074
millones de dólares en 2012 (Sandoval & Reyes,
2012).
El segundo hito está representado por la Po-
lítica Integral de Migración, diseñada en 2006
con la intención de ampliar y fortalecer la es-
trategia estatal frente a la diáspora. Según se-
ñala, su eje rector es el desarrollo humano de
los migrantes colombianos; lo que se traduce
en la defensa, protección y garantía de los de-
rechos de las personas involucradas en los pro-
cesos migratorios, así como en la garantía de
que la decisión de migrar sea libre y cuente con
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146
el acompañamiento y protección del Estado
(CONPES 3603, 2009). En el marco de la PIM,
el MINREL ha desarrollado varias acciones de
las cuales nos parece importante destacar dos: el
Plan Comunidad en el Exterior y el Portal Redes
Colombia. El primero se plantea como objetivo
facilitar la generación de capital social por par-
te de los colombianos residentes en el exterior,
promocionando sus asociaciones u organizacio-
nes mediante capacitaciones de liderazgo cívico
y el apoyo directo de las Embajadas y Consula-
dos de Colombia. Complementando este mismo
objetivo, Redes Colombia va a hacer uso de las
tecnologías de la información y la comunicación
para crear una plataforma virtual de encuentro
entre, por un lado, las instituciones del Estado
y organizaciones sociales de la diáspora y, por
el otro, los colombianos mismos y sus organi-
zaciones. A propósito de la gran fuerza que han
WRPDGRUHGHVVRFLDOHVFRPR)DFHERRNR7ZLWWHU
Redes Colombia pretende convertirse en la red
VRFLDOR¿FLDOGH OD1DFLyQFRORPELDQD DWUDYpV
de las fronteras.
8QD QXHYD FLXGDGDQtD WUDQVQDFLRQDO HQ
&RORPELD/RVGHUHFKRVSROtWLFRV
El derecho al voto en el extranjero y la crea-
ción de una circunscripción especial para los co-
lombianos residentes en el exterior, en el marco
de la Cámara de Representantes, son los meca-
nismos más emblemáticos mediante los cuales
el Estado colombiano ha extendido derechos
políticos a la diáspora. Ampliando este escena-
rio, se encuentra también el reconocimiento de
la doble nacionalidad, que reglamenta el dere-
cho de todo colombiano a no perder su nacio-
nalidad por el hecho de adquirir otra extranjera,
sentando así la base fundamental para que pueda
seguir ejerciendo activamente sus derechos po-
líticos, económicos, sociales y culturales como
ciudadano colombiano.
La instauración del derecho al voto para los
colombianos residentes en el exterior, con 51
años de existencia, es el más antiguo de los de-
rechos políticos extendidos transnacionalmente
por parte del Estado. La razón de ello se encuen-
tra en la primera gran ola migratoria que en los
años 60 experimenta Colombia debido a la com-
binación de varios factores como la inseguridad
e inestabilidad política de la llamada época de la
“violencia partidista”, la captura de los espacios
de participación política por parte del Frente
Nacional y la marginación de importantes por-
centajes de la población que habían transitado
del campo a las ciudades. Este contexto motiva
la implementación de la Ley 39 de 1961, que
decreta, en su artículo 5°, el derecho de todos
los ciudadanos colombianos residentes en el ex-
terior y mayores de edad a votar para Presidente
de la República en las Embajadas, Legaciones
y Consulados, previa inscripción ante las auto-
ridades correspondientes. Los debates previos a
la reglamentación de este derecho ya reconocían
que, mediante el ejercicio del voto, se permiti-
ría “expresar en las urnas la opinión de quienes
por residir fuera de las fronteras patrias no han
perdido ni la fe en los destinos de la Nación ni
en los derechos ciudadanos” (Ley 39 de 1961).
Bajo el mismo argumento, el alcance de este
mecanismo se amplía para incluir, 30 años des-
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147
pués, en la Constitución de 1991 (Art. 171), el
derecho al voto en las elecciones parlamentarias
para aquellos colombianos que residen fuera
del territorio nacional, tanto permanente como
temporalmente. Este hecho será especialmente
VLJQL¿FDWLYR\DTXHODGLiVSRUD TXHGDKDELOLWD-
da para elegir no solo a senadores y diputados,
sino también a su propio Representante ante la
Cámara Baja (o Representante Especial por los
colombianos en el exterior).
Adicionalmente, los colombianos en el ex-
terior podrán participar electoralmente de dis-
tintos instrumentos de democracia directa, tales
como plebiscitos, consultas populares o referen-
dos. Sin embargo, la puesta en marcha de todas
HVWDVGLVSRVLFLRQHVQRKDHVWDGR H[HQWDGHGL¿-
FXOWDGHV8QHMHPSOR FODURGH HOORHV OD¿JXUD
del Representante Especial de los colombianos
en el exterior. Apuntando a garantizar la repre-
sentación política de la diáspora, Colombia crea
la circunscripción especial para los colombianos
en el exterior, o circunscripción internacional,
en la Cámara de Representantes. Se trata de
un derecho consagrado por la Constitución de
1991, en su artículo 176, y de una iniciativa no-
vedosa en el continente americano ya que, junto
a Colombia, Ecuador es otro de los pocos países
de la región que han reglamentado un Derecho
político de esta envergadura. Su adopción e im-
plementación es tal vez uno de los pasos más
grandes que ha dado el Estado colombiano en
su estrategia de extender transnacionalmente el
estatus de ciudadanía hacia los emigrantes. Ade-
más de conferirles la capacidad de elegir a su
propio representante en el órgano legislador y
GHLQWURGXFLUR¿FLDOPHQWHHQ ODDJHQGDOHJLVOD-
tiva la discusión de los temas que les afectan e
interesan, los hace igualmente partícipes de los
debates y procesos de toma de decisiones. No
obstante, la materialización de esta iniciativa no
fue inmediata y le tomó al Parlamento una dé-
FDGDSDUD¿QDOPHQWHUHJODPHQWDUOD PHGLDQWHOD
/H\GH TXHHVWDEOHFLyOD¿JXUD GHOD
Circunscripción Especial en Colombia. Un año
después, durante las elecciones legislativas del
ODGLiVSRUDHMHUFtD ¿QDOPHQWHVXGHUHFKR
a elegir su primer representante.
&RORPELD\OD H[WHQVLyQWUDQVQDFLRQDOGH
ODFLXGDGDQtD0LWRRUHDOLGDG
No hay duda de que el masivo y rápido cre-
cimiento de la emigración colombiana durante
la última década y media ha generado profun-
das transformaciones estructurales a nivel so-
cial, político e institucional. En respuesta a estos
FDPELRVHO (VWDGRFRORPELDQR KDPRGL¿FDGR
radicalmente su discurso y postura frente a la
población nacional residiendo en el extranjero,
D¿QGHLQFRUSRUDUODDFWLYDPHQWHHQHOSUR\HFWR
de Nación. Para tal efecto, les dio rango cons-
titucional a derechos como la doble nacionali-
dad y la representación especial de la diáspora
ante la Cámara de Representantes; revitalizó
otros más antiguos, como el derecho al voto en
HOH[WHULRU\GLVHxy SROtWLFDVS~EOLFDVHVSHFt¿-
cas que promueven el desarrollo humano de los
emigrantes y buscan vincularlos con Colombia y
sus instituciones.
La coyuntura migratoria de la última década
ha sido clave en esta transformación, sentando
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148
DVtODVEDVHV GH¿QLWLYDVSDUDTXHHVWDWHPiWLFD
ingresara en la agenda política de los gobiernos.
&RPRQXQFD DQWHVYDULRV IDFWRUHVFRQÀXtDQ D
favor de la diáspora: el interés de los investiga-
dores en estudiar el tema; el acceso a mayor in-
formación estadística sobre su número y carac-
terísticas; los convenios generados entre entes
estatales colombianos (Ministerio de Relaciones
Exteriores y otros) y organismos internacionales
como la Organización Internacional para las Mi-
graciones (OIM) o el Alto Comisionado de Na-
ciones Unidas para los Refugiados (ACNUR);
y, por supuesto, una mayor conciencia ciuda-
dana sobre sus condiciones de vida, derechos y
libertades, gracias a la atención otorgada por los
medios de comunicación nacionales. Por último,
y no menos importante, la fuerza y el dinamis-
mo de los vínculos transnacionales que día a día
fueron tejiendo los migrantes con sus familias y
regiones en Colombia ocasionaron un giro sin
precedentes en la relación Estado-diáspora.
Al margen de estos avances, y regresando a
los postulados del modelo transnacional de ciu-
dadanía, ¿podemos equiparar la creación y exten-
sión de estos nuevos derechos y libertades con el
surgimiento de un nuevo estatus ciudadano que
VXSHUHODVIURQWHUDV\YLQFXOHR¿FLDOPHQWHDORV
emigrantes con el país, a pesar de la distancia?
¢+DVWDTXpSXQWRHVWRVEHQH¿FLRV HPSRGHUDQD
los colombianos en el exterior como ciudadanos
plenos (tanto económica, social y, sobre todo,
políticamente) o los instrumentaliza a favor de
intereses exclusivamente gubernamentales o de
ciertos grupos de poder? ¿Cuánto hay de retóri-
ca y cuánto de sustancia?
A primera vista, no existen mayores incon-
gruencias entre el discurso y las acciones im-
pulsadas por el Estado colombiano a favor de
la diáspora; sobre todo cuando se observa la
DPSOLDJDPDGHVHUYLFLRV\EHQH¿FLRVSXHVWRVD
su disposición bajo el Programa Colombia Nos
Une. Se trata de un hito para la historia colom-
biana si se tiene en cuenta que, desde su inicios
en 2003 y hasta hoy, se ha constituido en la pla-
taforma desde la cual los distintos gobiernos
extienden derechos económicos y sociales hacia
la comunidad colombiana en el extranjero. Sin
HPEDUJRGH WRGRVORV EHQH¿FLRVFUHDGRVKD\
uno que posee particular importancia para el
Estado y ciertos sectores políticos, económicos
y sociales nacionales: hablamos de las políticas
relativas a las remesas y de su canalización ha-
cia proyectos de vivienda o de desarrollo en el
país. En franco reconocimiento de que las re-
mesas enviadas por la diáspora tienen un peso
enorme en la economía nacional, convirtiendo
a los emigrantes en agentes claves del desarro-
llo económico y social del país, son varias las
acciones que se han impulsado para atraerlas:
Mi Casa con Remesas, las Ferias Inmobiliarias
para el Inmigrante Colombiano, Ahorro Volun-
tario con el Fondo Nacional del Ahorro, y el
Programa Colombiano Seguro en el Exterior. Al
mismo tiempo, otras áreas ±en principio igual-
mente prioritarias para Colombia Nos Une y la
PIM± han merecido menos atención por parte de
agentes del Estado o experimentan un desarro-
llo mucho más lento. Tenemos como ejemplo de
ello, las áreas de educación, cultura, seguridad,
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149
información y participación comunitaria (CON-
PES 3603, 2009).
6LQGXGDORDQWHULRUQRVLQYLWD DUHÀH[LRQDU
VREUHORV SULQFLSDOHVIDFWRUHV TXHKDQ LQÀXLGR
en el reciente interés del Estado por su pobla-
ción en el exterior. Igualmente, nos pide revi-
sar si este se encuentra realmente interesado en
vincular a toda o a parte de la diáspora, según
lo valiosos que resulten sus aportes al país: ya
sean remesas, inversiones, conocimientos, etc.
Las respuestas a estas preguntas llegan rápido
cuando se incorporan como variable las contun-
dentes cifras de dinero que muchos colombianos
envían mes a mes a sus familias en el país. Cree-
mos encontrar aquí un elemento que permite
entender por qué la participación económica de
los nacionales en el exterior es una de las áreas
prioritarias de atención y acción de Colombia
Nos Une, y por qué, mientras el Estado fortalece
el discurso de la transnacionalidad que en teoría
caracteriza a la Nación colombiana, enfoca gran
parte de sus políticas económicas y sociales ha-
FLDVHFWRUHVPX\ HVSHFt¿FRVGHQWUR GHOD GLiV-
pora: los migrantes con capacidad económica y
de inversión, los migrantes que envían remesas,
los profesionales, los que realizan estudios en el
exterior, los cerebros fugados (Chiarello, 2011).
Irónicamente, la visibilidad e importancia
que las remesas han otorgado a los migrantes co-
lombianos no se ha traducido en un claro poder
político. Hasta el momento, no existen mayores
evidencias de que la diáspora esté preparada para
utilizar su poder económico en ascenso como
una herramienta de negociación política, que
le permita obtener más y mejores contrapres-
taciones por parte del Estado colombiano tanto
en el plano político como socioeconómico. El
principal motivo de ello parece radicar en que,
al nacer de compromisos familiares y convertir-
se en un recurso vital para la supervivencia de
quienes aún residen en el país, el envío de reme-
sas sigue siendo una acción tan individual como
ineludible para la diáspora. Independientemente
de las condiciones que el Estado y los gobiernos
le ofrezcan, sean estas favorables o negativas,
las remesas se seguirán enviando y no estarán
sujetas a negociación. En otras palabras, suge-
rimos que, a la vez que estas se materializaron
en mejores condiciones de vida para las familias
que las reciben y en una mayor visibilidad de los
que viven lejos de Colombia, su supuesto poder
ha terminado siendo netamente simbólico para
la comunidad colombiana en el exterior. Un po-
der simbólico en el sentido de que aún no pavi-
menta el camino hacia una participación activa y
efectiva de la diáspora en la toma de decisiones
concernientes a la política migratoria y a otros
temas de interés de la Nación (Bauböck & Faist,
2010).
Ahora bien, si el camino se presenta aún lar-
go y sinuoso para que la importancia económica
y social de las remesas se materialice en una par-
ticipación activa y sustantiva de los emigrantes,
¿qué papel han cumplido hasta ahora la repre-
sentación especial de la diáspora ante la Cámara
Baja y el voto en el exterior, sobre todo si tene-
mos en cuenta que se trata de los derechos políti-
cos más explícitos y directos con los que cuenta
la diáspora colombiana? A pesar del entusiasmo
democrático que rodeó su creación en el marco
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150
de la Constitución de 1991, la circunscripción
especial para los colombianos en el exterior no
solo continúa pasando desapercibida sino que ha
sido fuente de grandes polémicas y confusión.
A ello han contribuido varios factores: las de-
nuncias en las dos últimas elecciones (2006 y
2010) en torno de la falta de transparencia en
el conteo de los resultados de las votaciones le-
gislativas en el exterior, la prácticamente nula
producción de resultados claros y contundentes
HQEHQH¿FLRGH ODGLiVSRUD\ ODHQRUPHGHVLQ-
formación e imprecisión que existe alrededor de
las competencias y responsabilidades de su re-
presentante. Sin tener en cuenta el desprestigio
que en su corta vida ya tiene este mecanismo,
los tres representantes elegidos a la fecha han
persistido en denunciar la baja representatividad
y subrepresentación que sufren los colombianos
en el exterior ±a pesar de su número y de sus
importantes contribuciones al país mediante las
remesas±, argumentando la necesidad de crear
más escaños para dicha circunscripción. Sin em-
bargo, cuando no existe una percepción positiva
ni clara sobre esta circunscripción y su utilidad,
consideramos que la sola propuesta de elegir un
mayor número de representantes genera más
adversarios que partidarios, desvirtuando desde
sus inicios el propósito de vincular políticamen-
te a la diáspora con Colombia.
En consecuencia, no es sorpresa que, junto a
la negativa percepción ciudadana frente al Con-
greso y sus miembros, la circunscripción espe-
cial para los colombianos en el exterior cuente
con una débil legitimidad (tanto dentro, como
fuera de Colombia) y se perciba como otra ins-
tancia más en donde los partidos políticos co-
lombianos compiten por cuotas burocráticas.
La extremadamente baja participación electoral
de la diáspora en la elección de su representan-
te, con tasas que apenas rondan el 1,5 % en los
adultos en edad de votar (González, 2010), evi-
dencia un gran desinterés o desconocimiento de
los migrantes colombianos por este espacio de
representación democrática.
En cuanto a la extensión del derecho al voto
en el extranjero, vale la pena resaltar que Co-
lombia fue el primer país latinoamericano en
adoptar este derecho en 1962, y el segundo en
todo el continente después de Canadá. Sin em-
bargo, su instauración no es el producto de una
temprana concientización sobre la importancia
de proteger e incluir a la diáspora colombiana;
tampoco fue el resultado de la demanda organi-
zada o de un especial activismo político por par-
te de los colombianos residentes en el exterior.
Su aparición obedeció más bien a una estrategia
para fortalecer el sistema político frente a la cri-
sis política y social que vivía el país durante esos
años (Araújo, 2010), y otorgarle así legitimidad
al régimen cerrado y restrictivo que liberales y
conservadores pactaban bajo el Frente Nacio-
nal. Concebida pues, desde sus orígenes como
una iniciativa unilateral por parte de la institu-
cionalidad y las clases políticas con poder, en
Colombia, el voto en el exterior fue diseñado
más como un mecanismo legitimador que como
un instrumento fundamental para refrendar la
pertenencia política de los colombianos en el
extranjero con su comunidad política de origen
(Calderón, 2003).
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MARÍA FERNANDA MEJÍA MURILLO
151
Sumándose a lo anterior, debemos enfocar-
nos nuevamente en la baja respuesta electoral de
los colombianos en el exterior y en lo que este
comportamiento revela en relación a la vincula-
ción Estado-diáspora mediante el ejercicio del
voto. Si bien podría argumentarse que la baja
participación de la diáspora en la elección par-
ticular de su representante (solo un 1,5 %) obe-
dece a su reciente implementación, el histórico
abstencionismo electoral que también ha carac-
terizado el voto en el exterior evidencia que no
se trata de una simple cuestión de tiempo. Des-
pués de cinco décadas de implementación, el
abstencionismo electoral en el exterior ronda el
96 % (González, 2010, p. 69). Una tasa muy alta
que supera con creces al ya pronunciado absten-
cionismo dentro del territorio nacional, ubicado
en promedio en el 50 %. Las últimas elecciones
SUHVLGHQFLDOHVGHFRQ¿UPDURQHVWDWHQGHQ-
cia, ya que mientras la tasa de abstención a nivel
nacional fue del 50,76 %, la de los colombianos
en el exterior llegó al 79 % (Registraduría Na-
cional del Estado Civil, 2010).
Sin ser el propósito de este artículo indagar
en las causas de este alto abstencionismo, cree-
mos que la principal explicación de esta pobre
respuesta electoral por parte de la diáspora se
encuentra en la reproducción de un comporta-
miento similar y bastante generalizado dentro la
sociedad colombiana; una sociedad desanimada
y desinteresada frente a un sistema político que
percibe corrupto y poco transparente. Ya sea
porque los colombianos de la diáspora no están
interesados en participar mediante el voto, por-
que no perciben diferencia alguna en sus con-
diciones migratorias cuando votan (Botero &
Tickner, 2009), o porque tienen una imagen ne-
gativa sobre las instituciones del Estado o inclu-
so desconocen su existencia, la consolidación de
OD¿JXUDGHOGHUHFKRDOYRWRHQHO H[WHULRUWLHQH
todavía un largo camino por recorrer.
Por supuesto, no basta con mirar un solo lado
de la moneda; especialmente cuando del lado de
la diáspora existen factores que afectan su parti-
cipación e incidencia política en temas migrato-
rios y de interés nacional. La gran heterogenei-
dad, fragmentación y falta de coordinación son
características de la comunidad colombiana en
el exterior que perjudican profundamente su ni-
vel de injerencia. Derivados de décadas de vio-
OHQFLDHQHOSDtVQDUFRWUi¿FR\FRQÀLFWRDUPDGR
LQWHUQRHOPLHGRODGHVFRQ¿DQ]DHQHORWUR\OD
suspicacia continúan operando en el extranjero
y obstaculizan su participación activa median-
te iniciativas organizativas propias (Guarnizo,
2006). No obstante, los avances en las tecnolo-
gías de la información y la comunicación han po-
sibilitado que algunas iniciativas vayan ganando
terreno, como es el caso de Conexión Colombia,
organización creada por diversos sectores de la
sociedad civil para promover el desarrollo y la
sostenibilidad en Colombia a través de la soli-
daridad (entendida en forma de inversión social
o voluntariado) de los colombianos tanto dentro
como fuera del país.
CONCLUSIONES
A pesar de encontrarnos frente a una expe-
riencia interesante e innovadora, un análisis más
detallado nos permite concluir que, en el caso
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152
de Colombia, la simple extensión de derechos
políticos y socioeconómicos no es condición
VX¿FLHQWHSDUD HOGHVDUUROOR GHXQ QXHYRHVWD-
tus ciudadano transnacional. Es así como los
llamados a favor de una ciudadanía diaspórica
y transnacional obedecen más bien a intereses
particulares que a un auténtico reconocimiento
de la importancia que reviste el empoderamiento
de la población residente en el extranjero. Dos
hechos nos permiten sostener lo anterior; en pri-
mer lugar, la existencia de un discurso y de unas
acciones que, a pesar de ser impulsadas por el
Estado colombiano, se muestran más en sintonía
con los intereses de determinadas instituciones
y grupos de poder que con los intereses propios
de la diáspora. Y en segundo lugar, la tenden-
cia reinante entre los emigrantes colombianos a
privilegiar prácticas privadas e individualistas,
por encima de aquellas colectivas y públicas, al
momento de vincularse con el país (Guarnizo,
2006).
A pesar de lo anterior, ¿cuáles son entonces
las razones que permiten explicar que el Esta-
do colombiano continúe hablando en nombre de
la diáspora y destinando esfuerzos importantes
para integrarla en el proyecto de Nación me-
GLDQWHODFUHDFLyQ GHGHUHFKRVHVSHFt¿FRV SDUD
la misma? Las razones principales detrás de la
actitud proactiva del Estado frente a la diáspora
son dos: por un lado, el gran impacto socioeco-
nómico de las remesas y, por el otro, el capital
(en términos de apoyo político) que la diáspora
representa durante los momentos de crisis. En
esta medida, se debe resaltar el gran volumen
de remesas que han llegado a Colombia en los
últimos 10 años, así como su indudable impacto
positivo no solo a nivel macroeconómico, sino
especialmente a nivel comunitario y del ámbito
SULYDGRGHPLOHV GHIDPLOLDV TXHVH EHQH¿FLDQ
o subsisten gracias a su existencia. En cuanto
al capital político que la comunidad colombia-
na en el exterior representa, diversos hechos o
momentos de la historia reciente evidencian que
la vinculación con la diáspora ha sido especial-
mente clave para la legitimación de gobiernos
o coyunturas política y socialmente complejas.
Es el caso del derecho al voto en el exterior, que
buscó legitimar el Frente Nacional, o la creación
de una Circunscripción Especial Internacional
frente al desafío que la nueva Constitución Polí-
tica de 1991 representaba para la institucionali-
dad colombiana.
Si bien no debe desestimarse el relativo po-
der económico que los emigrantes han adquirido
con motivo del envío regular de dinero a sus fa-
miliares, en el caso de Colombia, nos encontra-
mos frente a una situación donde la visibilidad
adquirida por el peso y volumen de sus remesas
no se equipara con fortaleza política o con un se-
rio compromiso estatal para empoderarlos como
ciudadanos plenos. Desde el otro ángulo, el de-
recho al voto en el exterior y la circunscripción
internacional ±sumidos actualmente en una si-
tuación de debilidad y desprestigio± siguen sien-
do poco reconocidos por parte de la diáspora,
asociándoles especialmente con el oportunismo
político y la corrupción.
Todo lo anterior nos lleva a concluir que, si
bien Colombia ha dado un paso adelante en la
UHGH¿QLFLyQGHO HVWDWXVGH FLXGDGDQtD FXDQGR
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MARÍA FERNANDA MEJÍA MURILLO
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acepta el carácter transnacional de las relacio-
nes Estado-diáspora (el hecho), los componen-
tes socioeconómicos y sobre todo políticos de
esta ciudadanía extendida a la diáspora (de-
rechos) no son equiparables al ascenso de un
nuevo estatus ciudadano transnacional. En este
sentido, creemos que el nuevo discurso estatal
sobre la Nación colombiana, que se describe
como diaspórica y transfronteriza, obedece más
a un “nacionalismo transfronterizo” (Bauböck,
1994) que a una genuina voluntad de reformar la
institución de la ciudadanía. De este modo, nos
encontramos frente a una concesión unilateral,
retórica e incompleta de derechos por parte del
Estado y las elites colombianas, y no frente a un
verdadero estatus ciudadano transnacional que
se alimente en doble vía; es decir, a partir tanto
del Estado y sus instituciones, como de los mis-
mos migrantes, sus organizaciones y prácticas
transfronterizas.
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