207
Introducción
Algunos autores (Cooper, 2000; D’Andrade,
2003) definen la cultura como la herencia social entera
de un grupo, incluye cultura material y estructuras exter-
nas, acciones aprendidas, representaciones mentales de
varios tipos, y en su contexto.
De hecho, la cultura es un fenómeno grupal y se
expresa en diferentes colectivos y dentro de cada uno de
estos hay una variedad de individuos. Por lo general, es
un término utilizado para tribus o grupos étnicos (en
antropología), para las naciones (en la ciencia política, la
sociología y la gestión) y para organizaciones (en sociolo-
gía y gestión). Un campo relativamente inexplorado es la
cultura de las ocupaciones (por ejemplo, de los ingenie-
ros frente a los contables, o de académicos de diferentes
disciplinas u organizaciones) (Cooper, 2000).
Sin embargo, en la cultura de las ocupaciones, al-
gunas empresas alrededor del mundo están mostrando
interés en el concepto de cultura de seguridad, como un
medio para reducir el potencial de los desastres a gran es-
cala y los accidentes asociados a las tareas de rutina, por
lo cual ha sido declarado como objetivo global a fin de
alcanzar una cultura de seguridad homogénea en todo el
mundo (Cooper, 2000).
Por lo tanto, las diferentes subculturas surgirán de
grupos funcionales, niveles jerárquicos y figuras corpo-
rativas, o se formarán alrededor de ellos, en su mayoría
con muy pocos valores, creencias, actitudes o compor-
tamientos, que serán comúnmente compartidos por la
totalidad de la figura corporativa; esta situación, lejos
de beneficiar una cultura de seguridad, fijan la homo-
geneidad como un punto más distante de los objetivos
de las empresas (Alvesson, 2002; Cooper, 2000; Høivik,
Bente, Moen, Mearns & Haukelid, 2013).
En la práctica, la creación o el fortalecimiento de
una cultura de seguridad depende de la manipulación
deliberada de varias características de la organización
para crear un impacto en las prácticas de gestión de la
seguridad. El acto mismo de hacerlo, significa que las
manipulaciones deben ser dirigidas hacia una meta para
la misma organización (Alvesson, 2002).
Respecto a la cultura de seguridad de estos mode-
radores relacionándolos con las metas, podrían ser vistos
como análogos (ajenos) a la seguridad y la capacitación
relacionada con el trabajo (es decir, la capacidad); los
grados de compromiso con la seguridad en los distintos
niveles jerárquicos (es decir, meta-compromiso); la segu-
ridad frente a la productividad, la calidad (meta-conflic-
to); los flujos de comunicación (de retroalimentación);
la gestión de los operarios contra las funciones de rol (la
complejidad de tareas); y, la falta de recursos, ritmo de
trabajo, los problemas de diseño del trabajo (las limita-
ciones situacionales), junto con las dimensiones cultura-
les de la organización (Cooper, 2000; Hofstede, 2011).
Dicho lo anterior, y enfocándose la cultura orga-
nizacional en la seguridad y salud ocupacional en Mé-
xico, desde hace más de 43 años el marco legal de la
salud en el trabajo tiene su fundamento en el artículo
123 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, del cual se derivan la Ley Federal del Tra-
bajo, el Reglamento Federal de Seguridad y Salud en el
Trabajo, así como un número importante de Normas
Oficiales Mexicanas (NOM), donde se encuentran los
lineamientos que deben cumplir las empresas en materia
de seguridad, higiene y salud de los trabajadores.
Existen diferentes enfoques para abordar la cultu-
ra de la prevención sobre seguridad y salud ocupacional
y cada uno de ellos puede resultar útil de algún modo.
Psicogente, 19 (36): pp. 206-216. Julio-Diciembre, 2016. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X
http://publicaciones.unisimonbolivar.edu.co/rdigital/psicogente/index.php/psicogente
IRvIng auRIoles tapIa, teResa toRRes-lópez