Editorial Especial
PSICOLOGÍA COMUNITARIA: POSIBILIDADES Y OPACIDADES.
Entrevista
*
con Alipio Sánchez Vidal
**
Ana María Arias Cardona
***
Corporación Universitaria Lasallista, Colombia
A modo de introducción
Retomando la definición del doctor Alipio Sánchez Vidal que nace al enlazar estudios de diversos autores, la psico-
logía comunitaria se concibe como “un campo de estudio de la relación entre sistemas sociales entendidos como co-
munidades y el comportamiento humano y su aplicación interventiva a la prevención de los problemas psicosociales
y el desarrollo humano integral” (Sánchez, 1991).
Dicha definición abre la conversación para ahondar en aspectos como la diferenciación entre la psicología comu-
nitaria y la psicología social, la definición del concepto comunidad y la reflexión sobre los problemas psicosociales
actuales.
Ana María Arias: Quiero pedirle que por favor me ayude a comprender la especificidad de la psicología comunitaria.
Alipio Sánchez Vidal: ¡Qué complicado! Es difícil establecer líneas claras de diferenciación, así que prefiero dar
ideas generales acerca de en qué se focaliza, pues creo que no hay líneas de división tajante.
Una diferencia que podría haber entre la psicología comunitaria y las otras, es entender lo comunitario como lo que
es socialmente cercano, ¿en qué sentidos?, en tres: Primero, en el sentido geográfico territorial: lo que está alrededor.
Es decir la comunidad local, y en esta vía, el trabajo comunitario tendría que ver con mejorar el conjunto de condi-
ciones de un entorno que podemos llamar comunidad y con el que la gente que vive en ella se identifica.
Un segundo sentido es la cercanía psicológica. Es decir, trabajar en “los otros significativos”, que son aquellos que
tienen gran importancia para nosotros, la familia, los vecinos, los compañeros de juego o de trabajo. Con aquellos
que, en una palabra, nos importan porque hay un vínculo psicológico y por tanto se puede trabajar conjuntamente o
* Entrevista realizada en el mes de abril de 2014 en España, en el marco de una pasantía doctoral de la profesora Ana María Arias C.
** Profesor de la Universidad de Barcelona.
*** Psicóloga, Especialista en Psicología Clínica, énfasis Salud Mental, Magíster en Educación y Desarrollo Humano, Candidata a Doctora en Ciencias Socia-
les: Niñez y Juventud, Docente Corporación Universitaria Lasallista. E-mail: anamaria2468@gmail.com; anarias@lasallistadocentes.edu.co
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trabajar con unos para poder afectar a otros, por ejemplo trabajar con los padres para poder mejorar las condiciones
de los hijos.
Un tercer sentido es la cercanía social: el conjunto de aquellos que tienen intereses o problemas comunes, por ejem-
plo a través de asociaciones de los grupos que comparten problemáticas o preocupaciones sociales, pero también
recursos. La gente que quiere mejorar la educación o sacar a los niños de la calle o de la violencia, es gente que
comparte una serie de cosas por parte de una cercanía social con la que se puede trabajar.
Así, la idea de comunidad no se centra en el conjunto de sistemas sino en que la cercanía social se consolida como
eje organizador de lo comunitario. Este eje organizador se entiende básicamente de dos maneras: desde la interac-
ción y desde la influencia social.
En ese sentido, la psicología comunitaria es una especie de psicología social práctica, que tiene que ver con lo social-
mente cercano, con producir cambios y no solamente con estudiar lo que pasa.
La psicología comunitaria tiene también que ver con el empoderamiento (Montero, 2006), no como un fin sino
como un medio para mejorar los objetivos y aspiraciones de la comunidad. También hay otros factores mediadores,
como los afectos y el aprendizaje de normas y valores.
Esos factores son áreas compartidas por la socialización y el trabajo comunitario, que estaría ahí centrado en traba-
jar esos procesos para ayudar al desarrollo humano de las personas como miembros de un conjunto social mayor,
vinculadas, no desvinculadas. Pero si quiere ser realista, la psicología comunitaria debe reconocer que ese desarrollo
humano solo se producirá si los sujetos devienen agentes reales (algo que depende de ellos, del contexto social y de
la capacidad activadora del trabajo comunitario), lo que supondría un cambio social significativo.
Ana María Arias: En este proceso de pensar la cercanía territorial, psicológica y social, a veces se asocia a la psicología
comunitaria solo al trabajo en entornos de pobreza multidimensional o con personas que han estado en contextos
de vulnerabilidad o situaciones de marginalidad, ¿qué opina al respecto?
Alipio Sánchez Vidal: Yo no veo problema en trabajar con los pobres, la cuestión radica en la identificación y la
investigación para la intervención, pues típicamente nuestro altruismo y nuestro sentido de beneficencia apunta a
que tenemos que ayudar a los pobres, a los que están mal, que desde luego deben ser parte del problema.
La cuestión es asumir, además, las raíces estructurales de los problemas humanos y sociales con que trabajamos
(Sánchez, 2007); el problema, el destinatario de la actuación, no son solo los pobres sino, también, la pobreza en su
conjunto. Hay que ver cómo se elimina la pobreza.
Ana María Arias: Debemos mirar... ¿qué pasó? ¿cómo llegamos a esa distribución tan inequitativa y a generar rela-
ciones de exclusión?
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Alipio Sánchez Vidal: Claro, y así mismo analizar la relación entre la pobreza y la riqueza, pues tenemos modelos de
funcionamiento y filosofías político-sociales y económicas globales. Pero no solo debemos ver la pobreza como una
carencia económica sino, también, como una condición psicológica y social ligada a percepciones y sentimientos
de impotencia o indefensión aprendida, que conducen a la pasividad y la dependencia, no a la percepción de uno
mismo como sujeto agente y potente, con poder.
¿Conclusión? El trabajo comunitario no está solo ligado a la cercanía social sino, también, a la marginación, la po-
breza y la desigualdad y, cómo no, a la pertenencia, la riqueza y la equidad. Por tanto, los temas a trabajar han de
ser colectivos y globales (incluir, por ejemplo a los pobres y a los ricos y las causas de uno y lo otro) y el poder es un
elemento clave.
Ana María Arias: Y promover lo comunitario, el empoderamiento y la capacidad de agencia en distintos escenarios,
no solo de pobreza necesariamente.
Alipio Sánchez Vidal: Sí, tienes razón y hay que precisar dos cosas: primero, el empoderamiento, que es un medio
para un fin; hay que ver los fines y quién los establece (Sánchez, 2013).
Segundo, es muy importante desde el punto de vista justicia social lo que Laue y Cormick llamaron empoderamien-
to diferencial, afirmando que este debe favorecer proporcionalmente, es decir, dar más, a los que tienen menos.
Si asumes un modelo cooperativo de empoderamiento basado en la mutualidad y en crear comunidad, un enfoque
altruista, el poder es un recurso relativamente ilimitado que se puede compartir. Pero si los que tienen poder no
están dispuestos a compartirlo, ese modelo, aunque mantenga la solidaridad social, no sirve; hay que usar otro de
competición o conflicto.
En el modelo redistributivo, de conflicto, el poder es un recurso limitado que no se puede compartir, para que unos
tengan más poder otros tienen que tener menos, conduce a la competición o a la lucha por un bien, el poder, esca-
so. La manera de alcanzar el empoderamiento es mediante el conflicto y en que el agente de cambio comunitario,
o trata de ser imparcial, trabajar con las dos partes, o, si eso es moralmente dañino para los más débiles o inviable
estratégicamente, ayudar a los que tienen menos poder.
Ana María Arias: ¡Claro!
Alipio Sánchez Vidal: Yo creo que tenemos que ser muy conscientes del tema moral implicado, pues el psicólogo
puede crear unas expectativas sobre unos resultados inciertos en temas y procesos complejos como las dinámicas de
poder en que en vez de ayudar al empoderamiento, contribuyamos a la frustración y al desempoderamiento…
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Ana María Arias: Y a la desconfianza, también en las instituciones que representamos.
Alipio Sánchez Vidal: Exacto. A menudo y dependiendo de la situación puede ser bueno trabajar con los distintos
actores –profesionales, no profesionales, políticos, los de arriba y los de abajo– cuidando de no hacer el trabajo que
tienen que hacer ellos, sino, más bien facilitar…
Ana María Arias: Ser más facilitadores, dinamizadores…
Alipio Sánchez Vidal: Sí claro, debemos intervenir, no quedarnos como meros espectadores, pero evitando poner
nuestros fines o intenciones en lugar de los suyos, nosotros no nos vamos a empoderar, se empoderan ellos, nosotros
simplemente los podemos ayudar.
Ana María Arias: Si no somos cuidadosos se vuelve entonces otro discurso hegemónico en aras de empoderar, otro
abuso de poder para creer que uno tiene la razón y silenciar otras voces.
Alipio Sánchez Vidal: Sin duda.
Ana María Arias: En relación con esos dilemas éticos que implica acompañar procesos comunitarios, me gustaría
que habláramos particularmente de contextos como el latinoamericano y específicamente el colombiano, donde
todo el tema de conflicto armado fractura las relaciones de confianza, naturaliza formas de violencia, legitima mane-
ras paraestatales de poder y por supuesto, fragmenta todo el asunto afectivo. ¿Cuáles serían los retos para pensarlo
desde la psicología comunitaria?, ¿cuál es el sentido de colectividad y del “nosotros”, cuando estamos atravesados por
discursos de violencia tan estructurales como en mi país?
Alipio Sánchez Vidal: Claro, yo conozco un poco la problemática; hay problemas de confianza, de comunidad y de
sentimientos. Más bien son sentimientos que en vez de unir separan; de hecho, hay odio y una experiencia compar-
tida que lo que hace es separar.
La tarea será el reconocimiento del otro, el tema del establecimiento de la verdad, el relato compartido, porque ahí
está vinculado el tema de la memoria compartida, un poco la construcción de todo lo que ha sucedido y esto se
conecta con el tema de los sentimientos que hay debajo.
Ana María Arias: Y en la singularidad de cada persona.
Alipio Sánchez Vidal: Ahí está el tema de compartir, y lo que pasa con la diversidad quizás hay que trabajarlo tam-
bién; yo creo que es un tema de experiencia, de ir probando con muchos datos, con mucho conocimiento de la
realidad que viven y con el trabajo comunitario que se puede hacer; no es dar recetas, sino ir midiendo en cada sitio
lo que funciona.
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Podría ser útil trabajar la memoria con cada comunidad, y luego ver si pueden reunirse y trabajarlo colectivamente,
no unir víctimas y victimarios de entrada, porque eso en vez de mejorar, lo que puede hacer es empeorarlo y si cada
uno necesita su propia memoria histórica, tienen derecho a construirla.
Me parece muy importante el reconocimiento mutuo como sujetos, porque si no difícilmente van a tener un diálogo
fructífero. Además, el pasado no se puede evitar, pero es necesario trascenderlo y construir algo para el futuro: ¿qué
es lo que quiero poner en el futuro?, ¿qué es lo que tenemos en común?, o ¿qué es lo que queremos tener en común?
Ana María Arias: Creo que también hay otros retos, pues en relación con la primacía actual de la individualidad, de
lo light, del “sálvese quien pueda”, ¿cómo hacemos para promover lo comunitario? y ¿cómo hacemos para pensarlo
a nivel teórico?
Alipio Sánchez Vidal: Bueno, al cuestionar si es viable la ética del compartir, del nosotros, de lo colectivo, priman
dos aspectos que claramente se pueden identificar: Primero, el individualismo, que es un fenómeno muy preocu-
pante porque desde esa visión se produce, se consume y se definen los problemas como individuo, “es mi problema,
no es el tuyo”. Segundo, el egoísmo ético, es difícil compartir, “los problemas míos son los míos y por lo tanto tú
resuelves tus problemas”.
El tema es que nosotros nos movemos dentro de una sociedad que tiene unos parámetros morales, sociales y polí-
ticos, y normalmente un marco institucional, que dificulta mucho el trabajo, y en este sentido, estamos haciendo
una tarea contracultural. Pues los valores de la psicología comunitaria, que son el compartir, la mutualidad, el poder
compartido y el altruismo, son exactamente contrarios a los valores del capitalismo como son el individualismo, el
interés, la utilidad, etcétera, entonces ¿cómo se puede hacer?
Ana María Arias: Estamos como nadando contra la corriente.
Alipio Sánchez Vidal: Exacto, primero tenemos que hacernos entender, segundo tenemos que mirar los asuntos
desde el punto de vista moral y epistemológico, pues somos una parte del todo que podemos influir, pero la deci-
sión sobre el tipo de sociedad en la que hemos de vivir, no nos toca solo a nosotros, tal vez podemos ser un actor
influyente, tener unas ideas y unas experiencias que influyan a los demás, pero no somos nadie para decidir por el
conjunto de una sociedad.
Entonces, ¿cómo podemos contribuir? Tenemos que reconocer que nuestros valores son contraculturales y que hay
que hacer un gran trabajo de convencer a la gente de que vivimos en un mundo burocratizado, muy deshumanizado,
que ha roto los vínculos comunitarios, que esto lleva a una serie de patologías sociales y que por lo tanto, habría que
impulsar cambios que llevaran a una sociedad más justa y a un tipo de vida más humano aun cuando eso implique
renunciar a parte de nuestro bienestar.
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Ana María Arias: El riesgo también sería caer en la nostalgia de pensar que “todo tiempo pasado fue mejor” y que
habría que restituir ciertos ideales comunitarios, ¿no?
Alipio Sánchez Vidal: Sí, partamos de que hay mucha gente con una serie de clichés que tienen que ver con la
izquierda: “nosotros somos los buenos, el resto son malos”, una idea preconcebida que no necesariamente es cierta.
Por ello, hay que ser muy conscientes de que lo que defendemos en cada país a veces es contrario a ciertos valores
socialmente dominantes que tienden a producir fragmentación e individualismo.
Entonces, es muy importante que propongamos alternativas, que nosotros tenemos que defender y promover valores
en el sentido de la comunidad, del compartir y la justicia social. Proponer espacios, subjetividades de grupos, de
experiencias, de colectivos, como grupos de ayuda, de construcción de lo colectivo y ver qué tanto funcionan. Estos
espacios son propuestos para que luego la gente elija, razón por la cual deben estar convencidos de que hay que
cambiar la manera de vivir y ser una sociedad donde tú te puedes relacionar cooperativamente con otros y te puedes
desarrollar como persona.
Ana María Arias: ¿Cómo podríamos pensar esos principios básicos de la psicología comunitaria para entender algu-
nos fenómenos de comunidades alternativas hoy: movimientos sociales y procesos de acción colectiva, por ejemplo,
lo que se denomina las cibercomunidades o las comunidades ambientalistas?
Alipio Sánchez Vidal: Muy interesante la pregunta, pues cuando trabajamos por ejemplo las TIC (Tecnologías de
Información y Comunicación), entendemos la comunidad en dos visiones, una en tanto comunidad física, gente
que está junta (aun a través de la pantalla) y la otra visión: la psicosocial, que son los vínculos y las relaciones que tú
mantienes con otras personas y la interacción psicológica.
Se entiende que lo que genera comunidad es lo que se comparte, la interacción y la experiencia común. Por esta
razón la gente que está literalmente muy lejos y que no se puede reunir no se constituye como comunidad, sino
como una relación de contacto que puede ser un comienzo para algo más, y se caracteriza porque hay intereses
compartidos aunque tienen problemas para realizar transformaciones en el territorio. Es lo que Tonnies llamaría
“asociación”, aunque también se intercambian sentimientos y emociones, pero ¿hasta qué punto eso puede conducir
a algo más?, ¿cómo se mantiene eso?
Por ello, es necesario el componente político para producir efectos, pues el tema postmoderno de la diversidad
a lo que ha llevado es a que la gente que por razones culturales estaba afuera de los márgenes, sea de tipo sexual,
religioso, político, de cualquier tipo, se vea reconocida. Ahora bien, que eso sea incorporado a una comunidad y
que sus derechos sean reconocidos, es muy difícil por la propia defensa; es lo que algunos teóricos han denominado
“solidaridad de los sanos”.
Ana María Arias: Que implica reconocer que nosotros somos “el otro de los otros”.
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Alipio Sánchez Vidal: Algunos sí lo reconocen pero la situación está llegando a un límite, que psicológicamente es
sumamente complicado por la amplia diversidad.
Por desgracia para la psicología comunitaria aún subsiste una idea de comunidad que es homogenizante, que no vale
para la época que vivimos, que es efectivamente de sociedades caracterizadas por la diversidad cultural y el mestizaje,
entonces se necesita otro tipo de comunidad, y lo que algunos dicen “comunidades inclusivas”, que admitan la dife-
rencia, que la reconozcan y que le den un lugar. Eso es lo que podemos sacar del postmodernismo.
Ana María Arias: Claro, y el tema de dimensionar ética y políticamente que son varias comunidades coexistentes y
que es muy probable que los proyectos comunitarios no vayan en la misma vía, el tema es que la otra comunidad es
también legítima aunque sea distinta la mía.
Alipio Sánchez Vidal: Sí, que por lo menos ciertas dimensiones van a retener sus diferencias para que pueda haber
cierta comunidad, compartir en otras... mutualidad, yo creo que esa es la lección.
A modo de conclusión…
Dentro de las posibilidades y las opacidades de la psicología comunitaria hoy, está el reto de leer ese componente de
“cercanía” territorial, psicológica y social en clave con otros modos posibles de promover la mutualidad, el empode-
ramiento, el “nosotros” en un caleidoscopio de “comunidades” que atraviesan las pantallas, sobreviven a las guerras
y materializan múltiples formas de estar actualmente con otros y con otras y de pensar el “bien común”.
REFERENCIAS
Montero, M. (2006). El fortalecimiento en la comunidad. En M. Montero, Teoría y práctica de la psicología comunitaria
(pp. 59-92). Buenos Aires: Paidós.
Sánchez, A. (1991). Psicología comunitaria: Origen, concepto y características. Papeles del Psicólogo, (50), 1-6.
Sánchez, A. (2007). Manual de psicología comunitaria: Un enfoque integrado. Madrid: Pirámide.
Sánchez, A. (2013). ¿Es posible el empoderamiento en tiempos de crisis? Repensando el desarrollo humano en el
nuevo siglo. Universitas psychologica, 12(1), 285-300.
Ana María Arias Cardona
Corporación Universitaria Lasallista, Colombia
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Special Editorial
COMMUNITARIAN PSYCHOLOGY: POSIBILITIES AND CAPACITIES.
Interview with Alipio Sanchez Vidal
Ana María Arias Cardona
Corporación Universitaria Lasallista, Colombia
Based on the point of view of Dr. Alipio Sanchez Vidal of the University of Barcelona, in order to be closer to the
theoretical specificity of communitarian psychology, it is considered that there are not “incisive lines of division”
between communitarian psychology and social psychology, however the conceptualization of communitarian psy-
chology conducted about the concept of community clarifies specific aspects such as closeness, empowerment, and
community formation, among others.
Using the definition from Dr. Alipio Sanchez Vidal, which spurred the connection of studies from diverse authors,
communitarian psychology is understood as “a field of study related to the relationship between social systems such
as communities and human behavior and its interventional application for the prevention of psychosocial problems
and integral human development” (Sanchez, 1991).
The above concept opens the conversation in order to go deep into aspects such as differentiation between commu-
nitarian psychology and social psychology, the definition of community, and the reflection on current psychosocial
problems.
Ana Maria Arias: I want to ask him please to help me to understand the specificity of communitarian psychology.
Alipio Sanchez Vidal: That is complicated. It is difficult to establish clear lines of differentiation, so I prefer giving
general ideas about what we can focus on, since I believe that there are no lines of incisive division.
A difference that might exist between the communitarian psychology and others is to understand the community
aspect as what it is socially nearby, in what senses?, in three: First of all, in geographical, territorial aspect: that means
what is around. In other words, local community and in this route, community work, would have to do with improv-
ing the set of conditions of an environment called community, with which the people who live there feel themselves
identified.
A second aspect is based on the psychological approach, in other words, considering “significant others”, those who
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have great importance for us such as: family, neighbors, partners of play or work. With those that we care about,
because there is a psychological tie and therefore it is possible to work jointly or work with some to affect others, for
example to work with parents to improve children’s conditions.
A third aspect is social approach: those which have interests or common problems through associations of groups
that share not only problematic or social worries, but also resources. For example, people who want to improve edu-
cation or to lift children from the street or violence are the people who share several things because of their social
closeness with which you can work.
In this way, the meaning of community does not focus on a set of systems but on that social closeness which is
consolidated as a communitarian organizing axis. This organizing axis is understood basically in two ways: from
interaction and from social influence.
In this sense, communitarian psychology is like a type of social practical psychology, which is focused on the social
aspect, to produce changes and not only study what happens.
Communitarian psychology is related to empowerment (Montero, 2006), not as a purpose but as a way to improve
targets and community goals. There are also other mediating factors, like rules, values, affections, and learning.
These factors are shared between community socialization and work areas, which would be focused on working these
processes in order to help human development as members of a major social group, linked, not disconnected. But
if we want to be realistic, communitarian psychology must admit that this human development will only take place
if the subjects become real agents (something that depends on them, on the social context, and on the activating
capacity on community work), which would propose a significant social change.
Ana Maria Arias: In this process of thinking about territorial, psychological, and social closeness, it sometimes
associated with communitarian psychology only in relation to work in multidimensional poverty environments or
with people who have been in contexts of vulnerability or situations of marginality: what do you think about that?
Alipio Sanchez Vidal: I do not see any problem working with poor people, the point herein lies in the identification
and research for intervention, since typically our altruism and our sense of charity indicate that we have to help the
poor, all those who are unwell and certainly must be part of the problem.
The point is to assume structural roots of the human and social problems with which we work (Sanchez, 2007); the
problem, the recipient of the action, is not only the poor but, also, the poverty in their own life. It is necessary to
consider how poverty might be eliminated.
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Ana Maria Arias: We should consider: what happened? How did we generate exclusion relations with an inequitable
distribution?
Alipio Sanchez Vidal: Certainly, and to analyze the relation between poverty and wealth, since we have models of
functioning and political-social philosophies and global economies. But not only might we consider poverty as an
economic scarcity but, also as a psychological and social condition tied to perceptions and feelings of powerlessness
and learned defenselessness, which lead to passivity and dependency, not to the self perception of being a subject-
agent and being powerful.
Conclusion? Communitarian work is not tied only to social closeness but, also to alienation, poverty, and inequal-
ity and, as also belonging to wealth and equity. Therefore the groups of topics to work on have to be collective and
global (to include, for example, the poor and the rich and their possible causes) and power is a key element.
Ana Maria Arias: And to promote the communitarian work, empowerment, and agency capacity in different stages,
not just poverty, necessarily.
Alipio Sanchez Vidal: Yes, you are right, it is necessary to focus on two things: first, empowerment is a means to an
end. It is necessary to check the goals and who establishes them (Sanchez, 2013).
Secondly, differential empowerment is very important, based on the social justice point of view of Laue and Cor-
mick, confirming that empowerment should favor proportionally; in other words, giving more to those who have
less.
If an empowerment cooperative model is assumed, based on mutuality and community creation, with an altruistic
approach, the power is an unlimited resource and it is possible to share. But if those who have power are not able to
share it, although social solidarity is maintained, that model does not work; it is necessary to use another competi-
tive or conflict model.
Considering the redistributive conflict model, power is a limited resource that is not possible to share, so that means
for some people to have more power they need others have less, which is conducive to competition or struggle for a
scare good: power. The way to get empowerment is by conflict, and the communitarian exchange broker tries to be
impartial, working with two parts, or, if that is morally harmful for the weakest or strategically unviable, to help to
those who have less power.
Ana Maria Arias: Of course!
Alipio Sanchez Vidal: I believe we have to be very conscious about the moral aspect, since the psychologist can create
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some expectations on some uncertain results in complex topics and processes, like the dynamics of power, in which,
instead of helping empowerment, we contribute to frustration and disempowerment …
Ana Maria Arias: And to distrust, also in institutions we represent.
Alipio Sanchez Vidal: Exactly, often and depending on the situation it can be good to work with different actors,
professionals, non-professionals, politicians, those above and below, being careful not to do the work they have to
do, but, rather facilitate …
Ana Maria Arias: Be more facilitators, dynamic agents...
Alipio Sanchez Vidal: Yes, of course, we must intervene, we are just like mere spectators, but avoiding putting our
goals or intentions in place of theirs, we do not empower, they empower themselves, we simply can help them.
Ana Maria Arias: If we are not careful, it becomes a hegemonic discourse for the sake of empowerment, another
abuse of authority to believe that one is right and to silence other voices.
Alipio Sanchez Vidal: Undoubtedly.
Ana Maria Arias: In regards to these ethical dilemmas that imply community accompanying processes, I would like
to speak about contexts such as that of Latin America and specifically that of Colombia particularly, where the whole
topic of armed conflict fractures the relations of confidence, naturalizes forms of violence, legitimizes semi-official
modes of power and of course, fragments the whole affective matter: what would be the challenges to think of it
from the communitarian psychology perspective? What is the sense of community and of “we”, when we are in the
middle of discourses of such structural violence, like in my country?
Alipio Sanchez Vidal: Certainly, I know the problems a little bit, there are problems of confidence, community and
feelings, rather feelings that instead of joining, separate, in fact there is hate and a shared experience that separates.
The task will be the recognition of the other, the topic of truth establishment, shared history, because there the topic
of shared memory, the construction of everything that has happened, is linked, and this connects with underlying
feelings.
Ana Maria Arias: And in the singularity of every person.
Alipio Sanchez Vidal: There is the topic of sharing, and in relation to diversity perhaps it is necessary to work on it
too. I believe that it is a topic of experience, trying with a lot of information, with a lot of knowledge of the reality
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that lives with communitarian work that can be done; it is not to give recipes, but rather proving what works in each
site.
It might be useful to work the memory with every community, and then to review if they can meet and work it col-
lectively, not to join victims and killers at the beginning, because instead of improving it, this is going to worsen it
and if each one needs their own historical memory, they have the right to construct it.
The mutual recognition as subjects seems to be very important in my opinion, because if not, they are hardly go-
ing to have a fruitful dialogue. Also, the past cannot be avoided, but it is necessary to transcend it and to construct
something for the future: what do I want for the future? What do we have in common? Or, what do we want to have
in common?
Ana Maria Arias: I believe that there are also other challenges, since in relation to the current supremacy of indi-
viduality, the easiest way, of “save yourself if you can”, how do we promote communitarian work? What do we do to
think on a theoretical level?
Alipio Sanchez Vidal: Well, questioning if sharing ethics are viable, about “we,” about collectivity, two aspects take
precedence that clearly can be identified: First, individualism, which is a very worrying phenomenon because from
this vision it produces, it consumes, and problems are defined as an individual, “it is my problem, it is not yours”.
Second, ethical egoism is difficult to share, “my problems are mine and therefore you solve your problems”.
The theme is that we are moving inside a society that has moral, social and political parameters, and normally an
institutional frame, which makes work difficult, and in this sense, we are doing a countercultural task. Since the
values of communitarian psychology, which are sharing, mutuality, shared power, and altruism, are exactly opposite
of the values of capitalism, such as individualism, interest, utility, etc., then, how can it be done?
Ana Maria Arias: We are swimming against the current.
Alipio Sanchez Vidal: Exactly, first of all we have to make ourselves understood, second we have to review the issues
from a moral and epistemological point of view, since we are a part of a whole that we can influence, but the decision
on the type of society we live in does not just fall on us, perhaps we can be an influential actor, have a few ideas and
a few experiences that influence others, but we are not anybody to decide for society as a whole.
Then, how can we contribute? We have to admit that our values are counterculture and we must do a great work to
convince people that we live in a bureaucratized, very dehumanized world, that has broken community ties, which
causes a series of social pathologies and therefore it would be necessary to propel changes that will bring a more
inclusive and human society and human, even if it implies renouncing part of our well-being.
Psicogente, 18 (34): pp. 260-266. Julio-Diciembre, 2015. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X
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Ana Maria Arias: The risk also would be to fall in the nostalgia of thinking that “all past time was better” and that
it would be necessary to restore certain communitarian ideals, right?
Alipio Sanchez Vidal: Yes, let’s start considering that there are many people with a series of clichés that are related
with the left: “we are the good ones the rest of the people are the bad guys”, a preconceived idea that is not neces-
sarily true.
That is why it is necessary to be very conscious that what we defend in every country is sometimes opposite to certain
socially dominant values that tend to produce fragmentation and individualism.
Then, it is very important that we propose alternatives, that we have to defend and promote values in the sense of
community, of sharing and social justice. Proposing spaces, subjectivities of groups, of experiences, of collectives,
like help groups, of construction of collectiveness and seeing how much it works. These spaces are proposed so that
people choose, which is why they must be sure that it is necessary to change the way of living and be a society where
you can be related cooperatively to others and can develop as person.
Ann Maria Arias: How might we think about those basic principles of communitarian psychology to understand
some phenomena of alternative communities today: social movements and processes of collective action, For ex-
ample, so-called cybercommunities or environmentalist communities?
Alipio Sanchez Vidal: Very interesting question, since when we work on, for example, the TIC (Technologies of
Information and Communication), we understand the community in two visions, at once a physical community, the
people who are together (even through screens) and another vision: the psychosocial one, that are the ties and the
relations that you support with other people and psychological interaction.
It is understood that what generates community is what is shared, the interaction and common experiences, for
this reason people who are literally very far and who cannot meet are not constituted as community, but rather as
a relation of contact that can be a beginning for something more and is characterized because there are shared in-
terests, although they have problems realizing transformations in the territory. This is what Tonnies would call an
“affiliation” although feelings and emotions are also exchanged, but how can we lead something more? How can it
be maintained?
That is why, the political component is necessary to produce effects, since the postmodern topic of diversity, which
has resulted in people who, because of cultural reasons, were out of the margins, for sexual, religious, political rea-
sons, of any type, are recognized. Now then, that should be incorporated into a community, that their rights are
recognized is very difficult because of the typical defense, what some theorists have named “solidarity of the healthy”.
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Ana María Arias: Which means recognizing that we are “the other other”.
Alipio Sanchez Vidal: Some of them recognize it, but the situation is reaching a limit: In psychology, it is extremely
complicated because of the wide variety
Unfortunately for community psychology, an idea of a homogenizing community still exists, that is not valid for the
era we live in, which is effectively of societies characterized by cultural diversity and fusion of cultures, so another
type of community is needed and what some say “inclusive communities”, which accept differences, which recognize
them and give them a place, that is what we can achieve from postmodernism.
Ana Maria Arias: Certainly, and the topic of ethics and politics that are several coexistent communities, and that it
is very probable that the community projects do not go in the same route, the idea is that another community is also
legitimate although it is different from mine.
Alipio Sanchez Vidal: Yes, that at least certain dimensions are going to retain their differences so that there can be
certain community, sharing in others, mutuality, I believe that is the lesson.
In conclusion
Inside the possibilities and the opaquenesses of communitarian psychology today is the challenge of reading that
component of territorial, psychological and social “closeness” in other key possible ways of promoting mutuality,
empowerment, the “we” in a kaleidoscope of “communities” that cross screens, survive wars and materialize multiple
ways of being present with others and thinking about the “common good”.
REFERENCIAS
Montero, M. (2006). El fortalecimiento en la comunidad. En M. Montero, Teoría y práctica de la psicología comunitaria
(pp. 59-92). Buenos Aires: Paidós.
Sánchez, A. (1991). Psicología comunitaria: Origen, concepto y características. Papeles del Psicólogo, (50), 1-6.
Sánchez, A. (2007). Manual de psicología comunitaria: Un enfoque integrado. Madrid: Pirámide.
Sánchez, A. (2013). ¿Es posible el empoderamiento en tiempos de crisis? Repensando el desarrollo humano en el
nuevo siglo. Universitas psychologica, 12(1), 285-300.
Ana María Arias Cardona
Corporación Universitaria Lasallista, Colombia
Psicogente, 18 (34): pp. 260-266. Julio-Diciembre, 2015. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X
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