Psicogente, 18 (34): pp. 364-371. Julio-Diciembre, 2015. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X
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* Trabajo doctoral.
1 Doctoranda en Ciencias de la Educación Mención Educación Intercultural – Universidad Santiago,Chile. Fonoaudióloga del Programa Integración de la I.
Municipalidad de Santiago. Email: gina.morales@usach.cl
Resumen
El propósito de este artículo de reflexión consiste en rastrear el imaginario para la inclusión al
mercado laboral de la población sorda, teniendo en cuenta su diversidad auditiva. En este grupo
hay una gama de personas que han optado por alternativas que van desde el uso de audífonos,
implante coclear, oralizados y lengua de señas. Para la comprensión de la situación de inclusión,
se requiere ubicar el desarrollo del modelo de calidad de vida propuesto por Verdugo (2004),
desde el cual se puede ver a la persona como un sujeto de deseos y necesidades. Además, se consi-
deró la mediación intercultural que se genera en dos culturas: la de las personas oyentes con una
lengua audio-vocal y la cultura sorda con la lengua de señas en un formato viso-gestual. En este
marco contextual, cabe preguntarse si el imaginario que se tiene de la persona sorda, incide en
la forma como se interpreta y propone su inclusión laboral. También se indaga por la manera en
que se propone el desarrollo de habilidades para el escenario laboral a estas personas y la forma
de llegar a él.
Abstract
This paper aims to establish how deaf people might be incorporated into labor market, taking
into account their Hearing diversity. In this group there is a range of those who use headphones,
cochlear implants, orality, and sign language. In order to comprehend the inclusion aspect, it
becomes necessary to identify the quality of life development suggested by Dr. Verdugo, where the
subject is considered to have desires and needs. In addition, intercultural mediation generated
in two cultures was considered: one of listeners with audio-vocal language and the other of deaf
people with sign language with a visual-gestural format. In this way, it is necessary to ask if the
imaginary of the deaf has an impact in the way their labor inclusion is interpreted and proposed.
Palabras clave:
Imaginario, Interculturalidad,
Discapacidad, Sordos,
Inclusión laboral.
Key words:
Imaginary, Interculturality,
Disability, Deaf,
Labor inclusion.
Referencia de este artículo (APA):
Morales, G. (2015). Diversidad auditiva: imaginarios sociales e inclusión laboral: Una aproximación intercultural. Psicogente, 18(34), 364-371.
http://doi.org/10.17081/psico.18.34.511
Diversidad Auditiva: Imaginarios Sociales e Inclusión Laboral:
Una Aproximación Intercultural*
Hearing Diversity: Social Imaginary and Labor Inclusion:
An Intercultural Approach
Recibido: 10 de agosto de 2014/Aceptado: 25 de enero de 2015
http://doi.org/10.17081/psico.18.34.511
Gina Viviana Morales Acosta
1
Universidad Santiago de Chile - Chile
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INTRODUCCIÓN
Asistí al médico, nos hermanó una lengua,
la Lengua de Señas.
Sí, el profesional es sordo, usuario de la lengua de señas.
¿Imagina en América Latina, profesionales
sordos en diversas áreas?
Gina Morales
Antes de ubicar los imaginarios en torno a la in-
clusión laboral de la población sorda, conviene referirse
a los datos estadísticos sobre la condición actual de la
población con discapacidad en su conjunto. En estudios
representados por la Comisión Económica para Amé-
rica Latina y el Caribe (CEPAL, 2012), se “estima que
en la actualidad, alrededor del 12,0 % de la población
de América Latina y el Caribe viviría al menos con una
discapacidad, lo que involucraría aproximadamente a 66
millones de personas”. En el caso de Chile, la prevalen-
cia de la discapacidad en la población es de 12,7 %*
lo que supondría un aproximado de 2,2 millones de per-
sonas con discapacidad. De estas cifras, se estima que
488.511 padecen una alteración en la audición, es decir,
23,5 % del total de la población con discapacidad en
Chile. Dichas estadísticas guían la intención de este ar-
tículo, que aborda el tema de diversidad auditiva con el
ánimo de avanzar hacia una sociedad democrática, abier-
ta a las diversidades y con respeto a la dignidad humana.
Las personas sordas son aquellas que no acceden
al sentido del oído de forma total o parcial y suelen ser
usuarias de una lengua de señas.
* Datos basados en la clasificación por la Organización Mundial para la
Salud (OMS, 2001) y el estudio realizado a través del Estudio Nacional
de la Discapacidad en Chile – ENDISC, 2004.
Hecha esta claridad inicial, en el presente traba-
jo se desarrollan los siguientes temas: a) la interpreta-
ción de la interacción comunicativa, e imaginarios que
se construyen en la cultura dominante con relación al
otro, en concreto, a la persona sorda; b) delimitación
de las situaciones interculturales que acentúan la inte-
racción, comunicación, negociación y enriquecimiento
entre formas culturales diversas (Aguado, 2005), es de-
cir, identificación de las situaciones que se viven entre la
cultura oyente y la cultura sorda, mediadas por la lengua
de señas, c) y, por último, el tema de la inclusión laboral
desde los aportes realizados por los organismos inter-
nacionales como la Organización Internacional para eI
Trabajo, OIT (2003), a través de su objetivo general de
trabajo decente, y cómo repercute en la calidad de vida
(DANE, 2005).
Desde estos tres lineamientos se buscará presentar
un panorama para la interpretación de los imaginarios
sobre la persona sorda, que pueden o no influir en la
forma como se interpreta y propone la inclusión laboral
a esta población.
Por otra parte, en el texto se presentarán aspectos
respecto a la manera en que se propone el desarrollo
de las habilidades para el mundo laboral y las rutas de
inclusión desde la interpretación de la influencia de los
imaginarios que puedan existir con relación a la persona
sorda.
INTERACCIÓN COMUNICATIVA
Uno de los principios establecidos en la Declara-
ción Universal de los Derechos Lingüísticos (UNESCO,
1998), es el “derecho que cada comunidad lingüística
tiene para dar forma a la vida en su lengua propia y en
todos los ámbitos”.
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En el caso de la población sorda, usuaria de lengua
de señas, es necesario definir qué se entiende por esta,
pues, a diferencia de lo que comúnmente se entiende
por lenguas, esta se presenta en un formato viso-gestual.
Según Oviedo (2002), la lengua de señas se usa cuando
el canal visual está totalmente habilitado, es decir, cuan-
do el usuario puede ver todo lo que pasa a su alrededor
y usa, en consecuencia, sus manos para representar el
mundo que lo rodea.
De este modo, la adquisición del lenguaje de se-
ñas está determinado por el acceso a esta, entendiéndo-
se como la forma en que se aprende la lengua. En este
sentido, cabe considerar el concepto de lengua materna,
como aquella que hablan los padres, que es la que más
tempranamente favorece el desarrollo del lenguaje como
herramienta del pensamiento y de acceso a la cultura*
(UNESCO, 2012; UNICEF, 2013).
Si la lengua materna coincide con el entorno don-
de vive el niño o la niña, se favorece el desarrollo del
lenguaje al ingresar a la escuela y, de forma paralela, la
adquisición de habilidades, que, en algunas oportunida-
des, redundarán positivamente en el desempeño de un
oficio u ocupación y en el contexto laboral en el que se
ha de encontrar la persona posteriormente.
Ahora bien, según Ingstad y Reynolds (1995), el
no acceso a una lengua materna desde los primeros me-
ses de vida de un ser humano podría considerarse una
* En los sordos, las probabilidades de nacer con padres cuya lengua mater-
na sea la lengua de señas es del 5 %. En el caso de Colombia (Ramírez,
1999) y del 10 % en el de Chile (Castro, 2003). En este contexto, se
encuentran niveles distintos de competencia lingüística cuando el acceso
a la lengua no está dado en un ambiente natural: cuando niñas y niños
sordos crecen con padres oyentes.
forma de violencia y por ende, la negación al acceso a la
cultura y la posibilidad de una identidad propia.
En este marco, se puede plantear la siguiente cues-
tión: ¿qué posibilidades de diálogo simétrico se pueden
generar entre una persona que tuvo acceso a su lengua
materna en una cultura oyente y una persona sorda, que
tiene acceso a la lengua de señas en condiciones de ins-
titucionalidad y generalmente cuando ya ha pasado la
primera infancia?
INCLUSIÓN LABORAL
La inclusión laboral supone la consideración de
diversos aspectos del desempeño de la ocupación huma-
na con miras a obtener una remuneración en el contex-
to de la población con discapacidad. Los organismos in-
ternacionales como la Organización Internacional para
eI Trabajo (OIT, 2013), que aborda desde 1925 el tema,
establecen que hay inclusión laboral cuando, al realizar
una labor, se proporcionan condiciones de “libertad,
equidad, dignidad y seguridad humana”; sin embargo,
esas mismas organizaciones reconocen que las personas
con discapacidad se enfrentan a situaciones de margina-
ción social cuando quieren conseguir un empleo.
Los organismos internacionales intentan armoni-
zar estas situaciones de desventaja social mediante con-
venios y recomendaciones. Una de las recomendaciones
más difundidas en este sentido consiste en incentivos
como la rebaja de impuestos a los empresarios que con-
traten a personas con discapacidad.
Desde una concepción general del pacto social,
todo ser humano debe ser productivo, so pena de con-
vertirse en una carga para el conjunto de la sociedad. De
ahí que en algunos textos se haga referencia a la “carga
367
social de la discapacidad”, pues, una persona con dis-
capacidad o bien deja de aportar o nunca ha aportado
productivamente, pero aún así requiere inversión en ser-
vicios de salud y protección social a lo largo de toda su
vida.
Desde una imagen alegórica, la no inclusión labo-
ral de las personas con discapacidad podría verse como
un hilo menos en el telar de la cohesión social que repre-
senta una brecha para el acceso al estatus de adulto y, en
el caso de las personas sordas, esta situación constituye
una seria limitante en el desarrollo de su autonomía e
independencia.
Por otra parte, un contrato de empleo o trabajo
remunerado sin apoyos, es decir, sin considerar ajus-
tes razonables previos para accesibilidad en actitudes y
disposiciones flexibles, no posibilita la plena inclusión
social, ya que, por ejemplo, la persona sorda tendría un
acceso limitado a la información, al carecer de intérpre-
tes o señalización en entornos cotidianos como la casa,
la calle, el metro y otros espacios, incluidos los laborales.
A modo de pregunta preliminar, se puede plan-
tear en consecuencia: ¿qué elementos adicionales a los
beneficios de rebaja de impuestos pueden cautivar a los
empresarios para generar más y mejores opciones de in-
clusión laboral a las personas sordas? Y aún antes, ¿qué
motivaciones llevan a los empresarios y en general a la
cadena productiva de una sociedad a no contratar o
contratar en menor medida a las personas sordas? Ubi-
cando tales interrogantes en el marco del presente texto
también debemos preguntarnos: ¿qué imaginarios de lo
laboral profesional o no construimos sobre la población
sorda? Este último cuestionamiento nos puede a su vez
plantear hipótesis o caminos para responder las dos pri-
meras preguntas de este párrafo.
Para seguir con el tema, hemos de entender que,
desde el punto de vista cultural, los sordos constituyen
otra cultura. Así lo considera Tovar (2004), al expresar
que: “aparte de la lengua, el no compartir con los oyen-
tes muchas actividades que dependen del oído, lleva a
formas de vida que son peculiares a los sordos de un
determinado país, lo que les hace desarrollar una iden-
tidad individual y grupal propia”. Con lo anterior se re-
afirma el concepto de la lengua como herramienta de
acceso a la cultura y de construcción de la identidad.
Bajo estas premisas, para Rojas (2002; 2009) las
personas sordas se ven a sí mismas como parte de un
grupo social que no comparte elementos en común con
la cultura oyente. Justamente, en este contexto resulta
relevante el término imaginario, que alude a una manera
de percibir e interpretar la realidad. Así, estas personas
comparten una cultura desde la cual se desarrolla una in-
teligencia visual, la cual se manifiesta como un conjunto
de íconos físicos o virtuales que se difunden a través de
diversos medios e interactúan con las representaciones
mentales.
Se requiere aclarar a estas alturas que la lengua de
señas no es universal y que existen como ocurre con las
lenguas habladas distintas lenguas de señas, verbigracia:
Colombiana (LSC), Chilena (LSCH), Americana (ASL),
Francesa (LSF), Japonesa (JSL).
En este sentido, es claro que el imaginario de
comunicación está ligado a las “relaciones de sentido”
construidas en la vida cotidiana de las personas, en “la
comunicación que nos hace ser ante los demás y ante
nosotros mismos” (Vizer, 2001), y en este caso, en la in-
terrelación de componentes propios de la cultura sorda en
áreas como lenguaje, identidad, valores, reglas de interacción
social y tradiciones (Marín, 2008). Es innegable, entonces
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que hay un imaginario de comunicación diferenciado:
por un lado, el trazado por la cultura oyente en una len-
gua audio-vocal y, por otro, el de una cultura sorda en
una lengua de señas viso-gestual.
La situación diferenciadora antes descrita conlle-
va tensiones entre lo que llamaremos el imaginario de
comunicación individual y colectivo (Benedict, 1995;
Claros, 2008; 2009) que se evidencia como un «asom-
bro», cuando, por ejemplo, se encuentra a una o un sor-
do que, siguiendo un típico desarrollo educativo, termi-
na sus estudios de preparatoria y accede a la educación
superior, en algunos casos con intérprete, para finalmen-
te entrar al mercado laboral.
Como puede verse, la tensión del imaginario en
comunicación individual y colectivo tiene connotación,
en primer lugar, en el acceso pleno a la información
(Agencia Uno, 2013), y esto ocurre porque la elección
académica está sujeta más bien a posicionar a las perso-
nas sordas en forma limitada a la demanda del mercado
laboral.
En segundo lugar, el imaginario de comunicación
individual muestra un «doble asombro» al tratar uno de
los campos invisibilizados al respecto, como es la inclu-
sión de la diversidad auditiva al mercado laboral. En
concreto, se halla en las cifras de desempleo en América
Latina de la población económicamente activa (Banco
Interamericano de Desarrollo, 2006), en donde el arte-
sano, técnico, conocedor de oficios o profesional sordo
(Carvajal, Tascón, Vásquez, 2012) no es siquiera consi-
derado parte de las mismas, a través de una inclusión
laboral con remuneración simétrica que se equipare a la
de sus homólogos (Escobar, 2007).
En aras de esta posible simetría y teniendo en
cuenta las tensiones entre la comunicación individual y
colectiva generadas entre la cultura oyente predominan-
te y la cultura sorda minoritaria ¿qué situaciones inter-
culturales se podrían crear para promover modificacio-
nes en el imaginario?
Se entiende por situación intercultural aquella
en la que se acentúa la interacción, la comunicación, la
negociación y el enriquecimiento entre formas cultura-
les diversas (Aguado, 2005). En este caso, al intercam-
bio cultural entre sordos usuarios de lengua de señas
y oyentes desde la diferencia cultural del individuo y
grupo como foco de interacción, sea la riqueza al nego-
ciar significados de comunicación bajo el formato de la
diada, que posibilite diálogos simétricos donde prime el
respeto y se legitime –al ponerse imaginativamente en
su lugar– a la persona sorda como un sujeto de deseos y
necesidades.
Ser sujeto de deseos y necesidades implica no te-
ner limitantes en el desarrollo de la autonomía e inde-
pendencia, como se mencionó antes. Por lo tanto, co-
bra sentido cuando se lleva al plano de una concepción
sobre calidad de vida, bajo la que las personas pueden
reflejar en diferentes circunstancias condiciones de vida
deseadas.
Las condiciones de vida deseables se han estruc-
turado en torno a ocho dimensiones fundamentales del
desarrollo humano, sobre las cuales gira la vida de todo
ser humano en la cultura occidental. Estas dimensiones
son: bienestar emocional, relaciones interpersonales,
bienestar material, desarrollo personal, bienestar físico,
autodeterminación, inclusión social y derechos (Verdu-
go & Schalock, 2001).
En este marco de referencia, la simetría laboral
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trascendería la dimensión de inclusión social y está en
directa relación con el bienestar material que incluye
acceso a bienes y servicios (vivienda, salud y recreación,
entre otros) e impacta las demás dimensiones de la cali-
dad de vida. En consecuencia, tener un trabajo impacta
las posibilidades del bienestar emocional, contribuye a
la mejora de las relaciones interpersonales, así como al
desarrollo personal, el bienestar físico a la capacidad de
autodeterminación y al ejercicio de derechos.
Ahora bien, el panorama de calidad de vida nos
ayuda a dimensionar la forma en que los imaginarios de
comunicación repercuten en el sujeto sordo, concreta-
mente, en hechos cotidianos y participativos de la vida
en sociedad para gestar, como resultado, condiciones de
vida deseadas, según plantea Verdugo (2004):
La calidad de vida pone su énfasis no solo en el empleo
o entrenamiento profesional, sino también en activida-
des sociales e interpersonales, educativas, y de ocio que
requieren gran cantidad de entrenamiento integrado.
Desde esta perspectiva, se propone un trabajo con-
junto para transformar el imaginario de comunicación,
de modo que se dé una efectiva simetría laboral, que
inste situaciones interculturales mediante interacciones
que recreen diálogos con el otro, para un desarrollo posi-
tivo del modelo de calidad de vida, de forma positiva en
autodeterminación, autorrealización en diferentes con-
textos como educación, trabajo, ocio y en la transición
al rol de adulto de las personas sordas (Verdugo, 2004;
Córdoba, Gómez & Verdugo, 2008).
En conclusión, se precisa un imaginario indivi-
dual y colectivo (Televisión Integradora, 2012; Zavala,
2013), que permita disposiciones flexibles, al realizar
ajustes desde acciones de accesibilidad y actitudes, en
situaciones interculturales que den lugar a las dos cul-
turas (oyente-sordo), basados por supuesto en el respeto
simétrico y que permitan la inclusión social, reconocien-
do a la población sorda usuaria de lengua de señas como
actora de comunicación culturalmente válida.
En este orden de ideas, es valioso articular la in-
clusión social en armonía con los aportes realizados por
organismos internacionales y locales. Así se gestan alian-
zas hacia los empresarios para el desarrollo activo de la
economía, al contratar a personas sordas usuarias de len-
gua de señas como una vía que permite crear positiva-
mente situaciones de calidad de vida, en respuesta a los
deseos de autodeterminación y autorrealización en dife-
rentes contextos de la población (Verdugo, 2004). Esto
involucra necesariamente un cambio del imaginario del
otro en varias direcciones, una de las cuales, como se ha
reiterado, es la inclusión laboral.
Como se ha dicho al comienzo de este ensayo, de
esta forma se podrá avanzar en la construcción “de una
sociedad democrática que esté abierta a las diversidades
de manera respetuosa”. Los imaginarios sobre la inclu-
sión laboral en la diversidad apuntan más a la multicul-
turalidad que a la interculturalidad, y ese, precisamente,
es el desafío.
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