Psicogente, 18 (33): pp. 157-165. Enero-Junio, 2015. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X
http://publicaciones.unisimonbolivar.edu.co/rdigital/psicogente/index.php/psicogente
* Este artículo es producto del proyecto: Rendimiento cognitivo de adolescentes con VIH en pruebas para la exploración de la flexibilidad mental.
1 Doctora en Psicología con Orientación en Neurociencia Cognitiva Aplicada. Profesor Tiempo Completo Universidad Autónoma del Caribe. Email: ma-
riana.pino@uac.edu.co
Resumen
El VIH provoca alteraciones de la flexibilidad mental, cuyo carácter devastador aumenta cuan-
to más temprano el individuo haya sido contagiado. Por ello, en este artículo de investigación
científica, se analiza comparativamente la ejecución en tests de flexibilidad mental de 30 sujetos
positivos al VIH y 30 sujetos normales, con edades de 12 a 14 años. Como pruebas de flexibilidad
mental se utilizaron el Trail Making Test y el Test de Series Gráficas Alternantes. Para el análisis
de datos, se utilizaron pruebas de estadística descriptiva y la prueba T de Student. Los resultados
muestran que en ambos test, los sujetos seropositivos rinden sobre lo patológico, en tanto los
sanos rinden normal, al margen de la variabilidad interindividual.
Abstract
Taking into consideration that Human Immunodefiency Virus (VIH) affect mental flexibility as
earlier an individual have been infected with the virus, this research article aims to analyze and
compare mental flexibility in 30 individuals with Human Immunodeficiency Virus (VIH) aged
between 12 and 14 and 30 individuasl without virus. Trail Making Test and Graphical Alternant
Series Test were applied and in order to analyze the data descriptive statistic tests were used. Re-
sults showed seropositive individual perform normal compared with those ones with VIH within
individual variability.
Palabras clave:
Adolescencia, Flexibilidad mental,
Funciones ejecutivas,
Virus de Inmunodeficiencia Humana.
Key words:
Adolescence, Mental flexibility,
Performed functions,
Human Immunodeficiency Virus.
Referencia de este artículo (APA):
Pino, M. (2015). Rendimiento cognitivo de adolescentes con VIH en pruebas para la exploración de la flexibilidad mental. Psicogente, 18(33),
157-165. http://doi.org/10.17081/psico.18.33.63
RENDIMIENTO COGNITIVO DE ADOLESCENTES
CON VIH EN PRUEBAS PARA LA EXPLORACIÓN
DE LA FLEXIBILIDAD MENTAL*
ADOLESCENT COGNITIVE PERFORMANCE WITH HUMAN
IMMUNODEFICIENCY VIRUS BASED ON MENTAL
FLEXIBILITY ASSESSMENT TESTS
Recibido: 13 de junio de 2014/Aceptado: 30 de octubre de 2014
http://doi.org/10.17081/psico.18.33.63
MARIANA PINO MELGAREJO
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Universidad Autónoma del Caribe - Colombia
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INTRODUCCIÓN
El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida
(SIDA) y su agente causal, el Virus de Inmunodeficien-
cia Humana (VIH), han constituido uno de los retos
más desafiantes para los sistemas de salud durante las
tres últimas décadas en prácticamente todos los países
del mundo. Pues si bien los avances científicos acumu-
lados han permitido conocer cómo actúa el virus en el
organismo, este es esquivo a las terapias antirretrovirales
(Muñoz, 2012).
Obviamente, no todo es negativo al respecto. Gra-
cias al desarrollo permanente de las investigaciones, se
ha conseguido mejorar la supervivencia y la calidad de
vida de los infectados. Sin embargo, al cierre de 2012,
las estimaciones del Programa Conjunto de las Naciones
Unidas sobre el VIH/SIDA y la Organización Mundial
de la Salud no fueron alentadoras (ONUSIDA, 2013).
La cifra de infección crece, se expande en la población
femenina, y ha aumentado significativamente en la po-
blación infantil, en paralelo con el aumento en la pobla-
ción mundial (Muñoz, 2012).
A finales de 2011, se registró a nivel mundial una
cifra de 34 millones de personas que padecen el VIH/
SIDA, lo cual representó un 17 % más que la cifra regis-
trada en 2001. De esos 34 millones, el 10 % era menor
de 15 años. El crecimiento de la infección ha sido más
discreto en América Latina y el Caribe, no obstante, en
2011, se habían registrado 1.4 millones de enfermos, de
los cuales 44.000 eran menores de 15 años. En Colom-
bia, según datos suministrados por el Programa Sida del
Instituto Nacional de Salud, la cifra estimada de infecta-
dos oscila entre 172.785 y 224.621, de los cuales, cerca
del 4 % son menores de 15 años (Ute & Irmtraud, 2006;
Ministerio de Salud y Protección Social, 2012; ONUSI-
DA, 2013; Unicef, 2013).
En general, es sabido que el VIH afecta directa-
mente al sistema inmunológico, pero lo que poco se co-
noce es que este virus es neurotrópico, por lo que tam-
bién afecta al Sistema Nervioso Central y como resul-
tado de ello a las funciones cognitivas (Sánchez, 2000).
Múltiples investigaciones han demostrado, en
efecto, que las afectaciones cognitivas en los pacientes
con VIH, además de presentar un espectro que va desde
sutiles manifestaciones de deterioro hasta la demencia,
se manifiestan incluso en los estadios iniciales del conta-
gio (Sánchez, 2000).
Algunos autores apuntan que el VIH afecta so-
bre todo estructuras nerviosas subcorticales, ya que
muchos síntomas suelen relacionarse con funciones cog-
nitivas en las que intervienen el tálamo y los ganglios
basales. En tanto otras funciones con una importante
participación cortical como el lenguaje, la capacidad
visuoespacial y las habilidades perceptivo-sensoriales, se
mantienen intactas. En concreto, suele presentarse una
pérdida evidente de la concentración, enlentecimiento
del pensamiento, alteración en las habilidades motoras,
y, sobre todo, dificultades en la memoria de trabajo y en
el funcionamiento ejecutivo, lo cual responde precisa-
mente a un patrón de daño en el circuito frontoestriatal
(Sánchez, 2000; Muñoz, 2005; Villaseñor & Rizo, 2006;
Antinori & Arendt, 2007; Ávila & González, 2007; Gor-
man, Foley, Ettenhofer, Hinkin & Van Gorp, 2009).
De modo general, estas alteraciones cognitivas
secundarias, sobre todo las que afectan las funciones eje-
cutivas, son devastadoras y complican aún más la salud
del paciente, debido a la cantidad de recursos psicológi-
cos que necesita para adaptarse a los cambios de estilo
de vida. Ahora bien, aunque sus funciones ejecutivas se
encuentren afectadas, una persona adulta cuenta o de-
bería contar con esos recursos psicológicos, y emplearlos
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en mayor o menor medida, pero, ¿qué pasa cuando el
infectado es un niño o un adolescente, que, justamente,
está inmerso en el proceso de desarrollo de su persona-
lidad, de sus funciones ejecutivas, y que además, aún no
cuenta con esos recursos psicológicos para afrontar su
condición de salud?
De antemano, se puede decir que, en niños y
adolescentes, las consecuencias cognitivas del VIH son
más devastadoras, porque la mayoría de sus procesos
cognitivos no han alcanzado su desarrollo óptimo y se
encuentran en etapa de formación y maduración. En es-
tos, se ha reportado enlentecimiento en el desarrollo de
las funciones cognitivas, así como declinación del rendi-
miento intelectual y de las funciones ejecutivas, que son
tan importantes para la regulación del comportamiento
y la adaptación al contexto
(Chávez, 2000; Roselli, 2003;
Odiase, Ogunrin & Ogunniyi, 2006; Faílde, Lameiras,
Rodríguez, Carrera & López, 2009).
Vale precisar que la forma de contagio define en
una medida considerable las alteraciones cognitivas que
puedan manifestarse. En los niños y adolescentes conta-
giados verticalmente (de madre a hijo), la infección afec-
ta un sistema inmunológico virgen, y un sistema nervio-
so en pleno desarrollo, que se encuentra evidentemente
más vulnerable ante las afecciones de las enfermedades
oportunistas. De los niños que nacen infectados con
VIH, entre un 15-20 % desarrollan el SIDA en el primer
año de vida, y el 29 % presenta signos y síntomas de la
enfermedad. De modo que la mayor parte de estos niños
muere durante los primeros cuatro años de vida, y solo
el 13 % alcanza los seis años de edad (Faílde et al., 2009).
En cambio, los niños contagiados horizontalmen-
te, ya poseen un sistema inmunológico completamente
desarrollado en el momento del contagio y la afectación
cerebral, incluso aunque es un cerebro en desarrollo, re-
sulta ser menos agresiva. No obstante, la función cogni-
tiva se ve afectada de todos modos en todos, en especial
las funciones que se empiezan a desarrollar y consolidar
en la infancia, como son las funciones ejecutivas, que
se encargan de la selección de la información relevante
para la adaptación del individuo al medio y de su utili-
zación óptima en la generación y control de los compor-
tamientos adaptativos
(Chávez, 2000; Faílde et al., 2009;
Venier, Murillo & Godoy, 2012).
Y es que, en lo que atañe a los aspectos psicomo-
tores, el desarrollo y consolidación de las funciones eje-
cutivas tiene lugar en el transcurso de la infancia y se
debe a un proceso de mielinización de las áreas frontales
del cerebro. Es a partir del desarrollo que determinados
mecanismos de las funciones ejecutivas, como la capaci-
dad de planificación, el control de la impulsividad y la
inhibición de comportamientos irrelevantes, empiezan
a manifestarse en fases avanzadas de la infancia, a la par
que avanza el desarrollo madurativo del cerebro, y en
particular, un mecanismo fundamental de las funciones
ejecutivas, que es la flexibilidad mental. Pues el desa-
rrollo de esta última se asocia íntimamente al de los re-
cursos mentales de procesamiento cognitivo, los cuales
constituyen una premisa fundamental para que se pue-
dan desarrollar las restantes funciones ejecutivas, y luego
de desarrolladas, para que sigan siendo funcionales
(Ba-
rroso & León, 2002; Goldberg, 2002; García, Enseñat,
Tirapu & Roig, 2009; Hardy & Vance, 2009; Braganza
& Palha, 2011; Velasco, Losa, Moreno & Hervás, 2011).
Cabe preguntar, entonces, ¿la flexibilidad mental
se manifiesta de manera similar en niños con VIH y en
niños normales? Según estos criterios, definitivamente
no deben manifestarse de forma similar, porque en un
cerebro afectado no pueden desarrollarse óptimamen-
te los recursos mentales de procesamiento. De hecho,
si analizamos la ejecución de niños o adolescentes con
160
VIH y niños sanos, en pruebas neurocognitivas para la
exploración de la flexibilidad mental, es bastante segu-
ro que las curvas de ejecución deben mostrar marcadas
diferencias.
Ello es justamente lo que se implementa en la
investigación reportada en este artículo, cuyo objetivo
consistió en analizar comparativamente la ejecución
mostrada por adolescentes con VIH contagiados hori-
zontalmente y adolescentes normales, en pruebas para
la exploración neurocognitiva de la flexibilidad mental.
MÉTODO
Diseño
Se realizó una investigación comparativa-descrip-
tiva, de tipo cuantitativa-transversal, entre enero y mayo
de 2013, en la ciudad de Barranquilla, Colombia.
Participantes
El estudio incluyó una población total de 60 ado-
lescentes con edades entre 12 y 14 años, quienes cuen-
tan con una coordinación visuoespacial y capacidades
sensoriales conservadas, y carecen de antecedentes o
evidencia clínica de estado mental confusional, trastor-
nos psicopatológicos o trastorno mental deficitario. En
todos los casos, se solicitó consentimiento informado
para participar en la investigación por parte del parti-
cipante y de su tutor legal. La población de estudio fue
dividida en dos grupos de 30 sujetos cada uno: un grupo
experimental (GE) y un grupo control (GC). Los parti-
cipantes incluidos en el GE debían ser positivos al VIH
contagiados horizontalmente, en tanto los niños del GC
debían ser negativos al VIH. Los participantes del GE
estuvieron pareados por edad, sexo, año escolar y estrato
socioeconómico, con los participantes del GC, confor-
mado por niños con diagnóstico negativo al VIH.
Instrumentos
Como pruebas para la exploración de la flexibili-
dad mental, se utilizaron el Trail Making Test y el Test de
Series Gráficas Alternantes.
El Trail Making Test consiste en la ejecución gráfi-
ca de una serie verbal que alterna dos series automatiza-
das: una de números y otra de letras. En su aplicación, el
sujeto debe alternar entre números y letras consecutivos,
encerrados en círculos y distribuidos al azar en una pá-
gina en blanco. Para la calificación del test, se mide en
segundos el tiempo de ejecución del sujeto y se corrige,
según edad y nivel escolar, en una tabla de corrección
del puntaje. Luego se lleva a una escala de 0-4 puntos,
donde 0 (más de 282 segundos) significa rendimiento
patológico, 1 (de 178 a 282 segundos) significa rendi-
miento Border Line, 2 (de 136 a 177 segundos) signifi-
ca rendimiento normal bajo, 3 (de 103 a 135 segundos)
significa rendimiento normal medio, y 4 (menos de 103
segundos), rendimiento normal alto
(Omar, 2012).
El Test de Series Gráficas Alternantes consiste en
la ejecución de tres secuencias gráficas automatizadas,
que se combinan en una, de modo que el sujeto debe
alternar entre ellas para ejecutar la tarea. La calificación
se realiza a partir del cálculo de la Ejecución Total (ET)
de la prueba, para lo cual se consideran las secuencias
gráficas ejecutadas correctamente (EC), y las secuencias
gráficas ejecutadas incorrectamente (EI). Para calcular la
ET, se multiplica por 100 el resultado de la división arit-
mética entre EI y EC. El valor de la ET puede ubicarse
entre 0 y 100. Cuando la ET es menor a 15 puntos, el
rendimiento del sujeto es normal. El valor de ET ubi-
cado entre 16 y 25 puntos indica rendimiento Border
Line, y cuando supera los 25 puntos, el rendimiento se
considera patológico
(Benedet, 2002).
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Al no existir normas para poblaciones de 12-14
años, en ambos test, se toman los baremos para pobla-
ción de 15-20 años, lo cual se corrige tomando al GC
como regla de oro para la comparación de las ejecuciones.
Descripción del procedimiento
Una vez seleccionados los participantes, se proce-
dió a la administración de los dos test de exploración
de la flexibilidad mental. Luego se procedió al análisis
de datos y al procesamiento estadístico con el programa
informático SPSS. Para caracterizar los datos, se aplica-
ron pruebas de estadística descriptiva, y para comparar
las ejecuciones entre ambos grupos, se llevó a cabo la
comparación de distancias (T de Student).
RESULTADOS
En el Trail Making Test, el 20 % de los partici-
pantes que integran el GE mostró un rendimiento nor-
mal, el 56,6 % mostró un rendimiento Border Line, y
el 23,3 % mostró un rendimiento patológico. Todos los
participantes de este GE que registraron un rendimien-
to normal en este test, obtuvieron puntuaciones que los
ubican en la categoría de normal bajo, la cual es muy
cercana al Border Line.
En cambio, los participantes del GC obtuvieron
puntuaciones muy diferentes en este mismo test. El 100 %
de estos mostró un rendimiento normal; 30 % con pun-
tuaciones de normal alto, y el 70 % con puntuaciones
correspondientes al normal medio. En ninguno de los
casos se registraron puntuaciones ubicadas por debajo
de esta última categoría.
En lo que atañe al Test de Series Gráficas Alter-
nantes el comportamiento fue similar. En el GC, no
se registraron ejecuciones patológicas. Es decir, que el
100 % de estos participantes rindieron sobre la norma.
Pero en el GE, el 40 % mostró un rendimiento normal,
el 50 % se ubicó en el Border Line, y el 10 % obtuvo un
rendimiento patológico.
En el Trail Making Test, se observa que el valor
medio de puntuación obtenido por el GE es de 219,6,
con una desviación de 52,9, en un rango de valores en-
tre 142 y 317. En su lugar, el valor medio de puntuación
obtenido por el GC es de 104,1, con desviación de 26,3,
en un rango de valores entre 95 y 172. Esto indica una
diferencia de valores promedio de 115,5 puntos, y des-
viación estándar de 26,6. Dato que se corrobora con los
resultados obtenidos al aplicar la prueba T de Student.
En esta se registra que T = 5,27, valor que se ubica por
encima de los valores de la tabla correspondiente, con
un grado de libertad del 0,01. En la Figura 1, se observa
la curva de ejecución de ambos grupos de participantes
en este test.
En el Test de Series Gráficas Alternantes, se ob-
serva que el valor medio de puntuación obtenido por el
GE es de 16,2, con una desviación estándar de 5,9, en
un rango de valores entre 6 y 32. En el caso del GC, el
valor medio de puntuación obtenido es de 6,6, con una
desviación estándar de 3,1, en un rango de valores entre
1 y 14. Esto refleja una diferencia de valores promedio
de 9,6 puntos, y de desviación estándar de 2,8. Como
Figura 1. Curva de rendimiento de los participantes del GE
y del GC en el Trail Making Test
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en el caso del Trail Making Test, este dato se corrobora
con los resultados obtenidos en la aplicación de la prue-
ba T de Student. Efectivamente, en esta se registra que
T=5,27, valor que se ubica por encima de los valores de
la tabla correspondiente, con un grado de libertad del
0,01. La Figura 2 registra la curva de ejecución de ambos
grupos de participantes en este test.
La ejecución del GC en ambos test fue similar. Su
rendimiento no muestra diferencias marcadas; pero, en
el caso del GE, los participantes rindieron mejor en el
Test de Series Gráficas Alternantes que en el Trail Ma-
king Test.
DISCUSIÓN
Como se expresaba en la introducción a este ar-
tículo, a medida que avanza el proceso madurativo del
cerebro durante la infancia, se desarrolla el mecanismo
ejecutivo de flexibilidad mental, el cual, junto al desa-
rrollo del fondo general de recursos de procesamiento
del sistema cognitivo, constituye un mecanismo y una
premisa fundamental para el desarrollo y maduración de
las restantes funciones ejecutivas de selección de infor-
mación relevante, planificación, control de la impulsivi-
dad e inhibición de automatismos irrelevantes
(Barroso
& León, 2002; Goldberg, 2002; García et al., 2009; Har-
dy & Vance, 2009; Braganza & Palha, 2011; Velasco et
al., 2011).
Ello implica, obviamente, que cualquier desvia-
ción patológica de la maduración cerebral afecta el de-
sarrollo del fondo general de recursos del sistema cogni-
tivo, y con ello, el desarrollo de los mecanismos de fle-
xibilidad mental
(Benedet, 2002; Lopera, 2008; Omar,
2012). Por tanto, no es absolutamente raro encontrar
una disminución de la flexibilidad mental en niños con
VIH, virus que ataca al cerebro y su adecuada madura-
ción.
Justamente, es lo que se ha obtenido en esta inves-
tigación: datos empíricos que demuestran que en niños
con VIH hay afectaciones de la flexibilidad mental, pues
responden por debajo del nivel esperado, en compara-
ción con los niños sanos, en pruebas para la exploración
neurocognitiva de la flexibilidad mental. Ello es lo que
muestran las curvas de ejecución de ambos grupos en las
dos tareas neurocognitivas aplicadas.
Es evidente que el GC rindió de manera similar
en ambas pruebas neurocognitivas aplicadas, en tanto
las ejecuciones del GE, en el Test de Series Gráficas Al-
ternantes, fue peor que en el Trail Making Test, ello in-
cluso al margen de que el nivel de automatización asocia-
do a las secuencias que se alternan en este test, es mucho
más exigente desde el punto de vista de los recursos de
procesamiento que demanda para su ejecución.
La simple comparación del rendimiento de cada
grupo en ambas pruebas da pie para afirmar que las di-
ferencias de ejecuciones son significativas, y sobre todo
que los participantes del GE muestran una estabilidad
importante en los resultados, común en el daño cere-
bral.
Figura 2. Curva de rendimiento de los participantes del GE
y del GC en el Test de Series Gráficas Alternantes
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Pero, ¿qué implica esta diferencia de flexibilidad
mental entre niños sanos y niños con VIH?
La flexibilidad mental es la habilidad que permite
al individuo hacer transiciones y tolerar cambios, alter-
nar entre conjuntos u opciones de respuestas, aprender
de las decisiones tomadas, modificar el comportamien-
to hacia estrategias más óptimas y dividir la atención.
Ello se traduce en cuestiones como pasar de una tarea
a otra sin perder los resultados de la primera, resolver
problemas de cualquier naturaleza que impliquen movi-
lizar información diversa, pasar a otras tareas sin resolver
un problema, para luego retomarlo. Es un proceso en
el que se evidencia la habilidad de un individuo para
cambiar rápidamente de respuestas, es decir, adaptan-
do las respuestas a las nuevas contingencias o estímulos,
generando nuevos patrones de conducta o realizando
una adecuada inhibición de las respuestas que resultan
inadecuadas
(Anderson, 2002; Muñoz, 2005; Mateo &
Vilaplana, 2007).
En un entorno cambiante en extremo como el hu-
mano, este mecanismo cognitivo es fundamental para la
supervivencia, ya que los esquemas mentales deben ser
tan flexibles, como cambiante el entorno, de modo que
el individuo pueda adaptarse en forma tan rápida como
cambia el ambiente
(Slachevsky, Pérez & Silva, 2005;
Zelazo, Müller, Frye, Marcovitch, Argitis & Boseovski,
2003; Roselli, Jurado & Matute, 2008).
Por tanto, si hay afectaciones de la flexibilidad
mental, la capacidad de adaptación del individuo al me-
dio se ve afectada. Sobre todo, porque de la flexibilidad
mental dependen las restantes funciones ejecutivas, que
son casi tan relevantes como ella para la adaptación del
individuo al medio.
En presencia del VIH, que exige adaptarse a las
nuevas condiciones de vida, ello es fundamental. La es-
casa flexibilidad mental puede ser incluso un desenca-
denante de estrés o convertirse en un estresor por sí mis-
mo. Lo anterior sugiere que, ante una sobrevaloración
del ambiente, el individuo puede desencadenar una
activación fisiológica prolongada, afectando los sistemas
del cuerpo y produciendo efectos patológicos crónicos
(Brosschot, Gerin & Thayer, 2006)
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