Psicogente, 20 (37): pp. 70-88. Enero-Junio, 2017. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X
http://publicaciones.unisimonbolivar.edu.co/rdigital/psicogente/index.php/psicogente
* El presente artículo es producto de la investigación: “Relación entre autoestima, desesperanza y estilos de socialización parental en estudiantes de bachille-
rato”, de la convocatoria de investigaciones 2015 de la Universidad de San Buenaventura Medellín.
1. Magíster en Pensamiento complejo. Docente investigador de la Universidad de San Buenaventura Medellín extensión Armenia. Email: jose.andrade@
usbmed.edu.co; 911picologia@gmail.com http://orcid.org/0000-0001-7916-7409
2. Maestrante en Educación y Desarrollo Humano. Docente investigador de la Universidad de San Buenaventura Medellín extensión Armenia.
Email: jjuan.gonzales@usbmed.edu.co; juancgp9@hotmail.com http://orcid.org/0000-0002-5826-2711
Resumen
Este trabajo es resultado de una investigación empírico-analítica, realizada con un diseño descrip-
tivo-correlacional y de corte transversal. Su objetivo consistió en describir la relación entre niveles
de autoestima, riesgo suicida y estilos de socialización parental, para lo cual se aplicaron: la escala
de Autoestima de Rosenberg, la escala de Desesperanza de Beck, Weissman, Lester y Trexler
(1974) y la escala de Socialización Parental ESPA-29. El estudio encontró que la autoestima no se
correlaciona de forma importante con el riesgo suicida, y que 6 de cada 10 estudiantes presenta
algún tipo de riesgo, que se incrementa cuando los padres son indulgentes o negligentes, y ambos
perfiles tienden a la coerción verbal e indiferencia. Otros elementos asociados al riesgo suicida
fueron: la aceptación e imposición del dominio parental y un elevado control con afecto negativo,
coerciones e imposiciones.
Abstract
This work is the result of an empirical and analytical research conducted with a descriptive, cor-
relational and transversal methodology. Its aim was to describe the relations between self-esteem,
suicidal risk and parental socialization styles. In order to achieve the objective these tools were
used: the Rosenberg Scale for Self-esteem, the Scale of Despair of Beck, Weissman, Lester and
Trexler (1974) and the ESPA-29 scale of Parental Socialization Styles. The study found that self-
esteem is not significantly correlated with suicidal risk; and that 6 out of 10 students presented
some risk, that increases when parents are indulgent or negligents; and both profiles present
verbal coercion and indifference inclinations. Other elements associated to suicidal risk were:
acceptance and imposition of parent control and a high control with negative effects, coercions
and impositions.
Palabras clave:
Adolescencia, Autoestima,
Estilos de socialización parental,
Ideación suicida, Psicología,
Riesgo suicida, Suicidio.
Key words:
Adolescence, Self-esteem,
Parental socialization styles,
Suicidal ideation, Psychology,
Suicidal risk, Suicide.
Referencia de este artículo (APA):
Andrade, J. & Gonzáles, J. (2017). Relación entre riesgo suicida, autoestima, desesperanza y estilos de socialización parental en estudiantes de
bachillerato. Psicogente, 20(37), 70-88. http://doi.org/10.17081/psico.20.37.2419
Relación entre riesgo suicida, autoestima, desesperanza y
estilos de socialización parental en estudiantes de bachillerato*
Relations between suicidal risk, self-esteem, despair and parental
socialization styles in high school students
Recibido: 20 de abril de 2016/Aceptado: 30 de septiembre de 2016
http://doi.org/10.17081/psico.20.37.2419
José Alonso Andrade Salazar
1
, Juan Gonzáles Portillo
2
Universidad de San Buenaventura Medellín extensión Armenia, Colombia
RESULTADO DE INVESTIGACIÓN
71
JOSÉ ALONSO ANDRADE SALAZAR, JUAN GONZÁLES PORTILLO
Psicogente, 20 (37): pp. 70-88. Enero-Junio, 2017. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X
http://publicaciones.unisimonbolivar.edu.co/rdigital/psicogente/index.php/psicogente
Introducción
Según informa el Instituto Nacional de Medicina
Legal y Ciencias Forenses de Colombia (Forensis, 2013;
2014), el suicidio es un problema de salud pública glo-
bal, que afecta de manera especial a jóvenes adolescen-
tes, mujeres y adultos mayores en Colombia. Su nivel de
incidencia es tan elevado que muchos adolescentes lo
asumen como vía de escape, ejemplo a seguir (suicidio
por imitación), medio para alcanzar un fin (parasuici-
dio) y dejar un precedente, o como última solución ante
problemas asumidos como irresolubles (Andrade, 2012).
Por ser una etapa de crisis compleja,en la adoles-
cencia se incrementan los factores de riesgo para la salud
física, mental y comunitaria, especialmente si los padres
no brindan a los adolescentes herramientas adaptativas
para confrontar la adversidad o cuando el clima familiar
es tenso, controlador y conflictivo (Aberastury & Kno-
bel, 1971). Dichos aspectos son señalados por el Fon-
do para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF,
2005), como de “alto riesgo” para el desarrollo integral
de las nuevas generaciones. De acuerdo con la Organiza-
ción Panamericana de la Salud (OPS, 2008), a estos ele-
mentos pueden agregarse otros factores de alto impacto
tales como las crisis económicas familiares y locales que
afectan de manera similar a adolescentes y jóvenes, la
negligencia de los adultos, y las pocas oportunidades de
estudio (Organización Panamericana de la Salud - OPS,
2008).
Según la Conferencia Regional sobre Población
y Desarrollo de América Latina y el Caribe (CEPAL,
2013), otro factor agravante de la vulnerabilidad de los
adolescentes es la sobrepoblación mundial, la cual limita
el acceso a posibilidades de desarrollo integral. A esto
se añaden los conflictos armados internos e internacio-
nales y las pocas políticas de juventud para jóvenes en
situación de riesgo en América Latina y el Caribe (Banco
Mundial, 2007). Todos estos eventos afectan el desarro-
llo de los adolescentes y pueden suscitar en muchos la
idea de que el mundo no es un lugar adecuado para vivir
y desarrollarse (Taber & Zandperl, 2001; Junes, 2005).
Datos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Cien-
cias Forenses de Colombia (Forensis) revelan que el sui-
cidio en las edades de 5 a 19 años para el año 2010 fue de
333 casos, 301 para el 2011, 325 en 2012, 300 en 2013, y
en el año 2014 hubo 293 suicidios de adolescentes entre
los 10 y 19 años*. En el departamento del Quindío se
presentaron 47 casos de suicidio en el año 2010, 55 en
2011, 39 en 2012, 33 en 2013 y 32 en 2014 (28 hombres
y 4 mujeres). Para la institución, el Quindío es el tercer
departamento con mayor tasa de suicidio por densidad
poblacional a nivel nacional (5,9 %), solo superado por
Amazonas (6,7 %) y Meta (6,2 %).
La entidad igualmente señala que el municipio
de Finlandia, en el departamento del Quindío, presen-
ta una de las más altas tasas a nivel nacional (22,54 x
100.000 habitantes). Un estudio sobre salud mental en
Colombia reveló, además, que los adolescentes y muje-
res suelen ser los más vulnerables, y que en promedio
diez (10) de cada cien (100) personas entre 10 y 44 años
y doce (12) de cada cien (100) adolescentes presentan
algún problema de salud mental. De ellos siete (7) de
cada cien (100) cuenta con trastornos como fobias so-
ciales (especialmente mujeres), depresión y bipolaridad.
Estas patologías se encuentran vinculadas a la pobreza,
* El Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia (Foren-
sis, 2014) indica que en la región andina “el suicidio es más frecuente en
la población más joven, ya que se encuentra dentro de las tres primeras
causas de mortalidad por causas externas dentro del grupo de los 5 a los
19 años de edad” (p.325). En Colombia es la cuarta forma de violencia y,
más precisamente, por cada mujer cinco hombres se quitan la vida.
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RELACIÓN ENTRE RIESGO SUICIDA, AUTOESTIMA, DESESPERANZA Y ESTILOS DE SOCIALIZACIÓN PARENTAL EN ESTUDIANTES DE BACHILLERATO
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miseria y violencia en el país (Periódico El Tiempo, 20 de
septiembre de 2015). Por otra parte, las causas asocia-
das al suicidio en adultos se relacionan con conflictos
y problemas conyugales, amorosos, económicos, labora-
les, académicos, emocionales, mientras que en los niños,
niñas y adolescentes son determinantes los estilos de
crianza, así como el entorno escolar, familiar y político
donde viven, los modelos de aprendizaje en el hogar y la
influencia del grupo de pares (Forensis, 2014).
La vulnerabilidad de los adolescentes es alta y
aunque, de acuerdo con la Organización Mundial de la
Salud, este grupo humano es sano, su morbilidad se aso-
cia a accidentes, violencia, suicidios, embarazos prema-
turos, consumo de sustancias, malos hábitos alimenta-
rios, enfermedades prevenibles o tratables y enfermeda-
des graves como el VIH (OMS, 2011). En gran medida,
“la adolescencia es una etapa cuya naturaleza conflictiva
cuestiona el mundo adulto, al confrontarlo con su pa-
sado y los modelos de crianza, de los cuales ellos son el
prototipo deseado o negado socialmente” (Andrade, 2012,
p.712). Dicho esto, es claro que en muchos adolescentes
las formas en que los estilos de socialización han sido
interiorizados, determinan los diversos modos de inter-
pretar y vivir la relación con la autoridad, con su propio
cuerpo, con otros adolescentes y con todos los adultos.
La adolescencia se constituye en todas las culturas en
una etapa de tránsito hacia la edad adulta, de trans-
formaciones biopsicosociales importantes e inevitables
(Aberastury & Knobel, 1971).
La adolescencia presenta una naturaleza conflic-
tiva cuya integración positiva depende en gran medida
de la calidad de las interacciones del adolescente con
su entorno, y por ello el reto de la crianza recae en los
padres, la comunidad y los educadores, quienes deben
ser coadyuvantes en su formación; así como también en
el desarrollo de mejores habilidades para la vida, tomán-
dolas a modo de “destrezas psicosociales que les facilitan
a las personas afrontar en forma efectiva las exigencias
y desafíos de la vida diaria, es decir, son destrezas psi-
cosociales para aprender a vivir” (Mantilla, 2001, p.7).
En dicho camino hacia la madurez psicológica y social,
los adolescentes enfrentan varios retos: la conformación
de una estructura de personalidad estable con la cual
enfrentar el mundo y sus relaciones, el afianzamiento de
su identidad y de un proyecto de vida, crisis personales
y peligros externos, además de una ruptura gradual con
los espacios y vínculos paternos, que resultan necesarios
para abrir paso al desarrollo de nuevas destrezas sociales
(Baumrind, 1991). Así, “las habilidades para la vida ayu-
dan a los jóvenes a navegar entre los retos de la vida co-
tidiana. Les permiten convertirse en adultos serios, res-
ponsables y productivos” (Hanbury & Malti, 2011, p.9).
En todo ello la influencia de los adultos juega un
papel crucial, especialmente la de los padres o cuidado-
res, quienes con instrucciones y comportamientos sanos
pueden enseñar al adolescente conductas saludables que
logren poner en práctica en los diversos escenarios de
relación (Hanbury & Malti, 2011). Por tal motivo, con-
siderar la importancia de la percepción creada respecto
al comportamiento paterno brinda un espectro de inte-
reses investigativos que posibilita la comprensión de fe-
nómenos que los afectan de manera frecuente (Acock &
Bengtson, 1984). Entre dichos fenómenos se encuentra
la ideación suicida y el suicidio, conductas que guardan
relación directa con las estructuras familiares, las expe-
riencias entre pares, conductas imitativas, el consumo de
sustancias psicoactivas (SPA), etc. (Moya, 2007). El sui-
cidio y la ideación suicida provienen de una alteración
importante de las habilidades para la vida, las cuales son
“habilidades protectoras” que en su intrínseca función
propenden por la conservación de los individuos y de
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la comunidad a la que pertenecen (Farberow, 1980), de
tal modo que los factores de riesgo pueden aumentar
en entornos sociofamiliares peligrosos, desprotectores o
conflictivos, con indicadores de disfuncionalidad, y con
un escaso control y apoyo positivo entre sus miembros
(Andrade, Bonilla & Valencia, 2010; Musitu & Cava,
2003).
Los estilos de crianza disfuncionales pueden cons-
tituirse en factores determinantes para la generación de
eventos y actitudes que eleven los riesgos de suicidio en
adolescentes (Pérez, Uribe, Vianchá, Bahamón, Verdugo
& Ochoa, 2013; Vallejo, Osorno & Mazadiego, 2008) o,
por el contrario, en factores protectores que fortalezcan
las habilidades para la vida (García & Gracia, 2010). Al
respecto, Craig (1997) ha planteado que la crianza puede
definirse a partir de cuatro estilos: el democrático, imple-
mentado por padres que dialogan de forma ajustada y
respetan la opinión de los hijos; indiferente, en el que se
disminuye el control, la disciplina y la atención que los
hijos requieren; permisivo, en el que se da a los hijos mu-
cha libertad para decidir sobre su vida y se minimizan
las consecuencias de los hechos; y el estilo autoritario, en
el que los padres se muestran inflexibles, controladores,
coaccionan, y a menudo son agresivos con los hijos. Di-
chas formas de crianza se derivan de los estilos: “demo-
crático, sobreprotector, autoritario y negligente” plan-
teados por Schaefer (1995) y de los estilos: autoritario
y autorizativo-democrático (ambos de un alto control),
permisivo-indulgente, y negligente-indiferente (ambos
de bajo control) definidos por Baumrind (1966; 1968;
1971). Posiblemente existen estilos de crianza tradicio-
nal que no encajen en estos parámetros o que sean una
combinación de varios de ellos; no obstante, para los fi-
nes de esta investigación se utilizaron los planteados por
Baumrind, de quien se desprenden las caracterizaciones
posteriores.
Por otra parte, el espectro suicida está compuesto
por todas aquellas acciones cuya finalidad es la autoeli-
minación, y que terminan o no en la muerte por inten-
ción propia. Estas situaciones suelen afectar de forma
explícita la calidad y expectativa de vida de personas,
familias, y comunidades, constituyendo actualmente
un grave problema de salud (Andrade, 2012). La mul-
tidimensionalidad asociada a las causas y explicaciones,
además de la complejidad de su caracterización, dificulta
una adecuada descripción del fenómeno, sin embargo
abre paso a nuevas perspectivas integradoras y relaciona-
les (Cañón, 2011; Restrepo, 2010; Nock, 2009). Su con-
tención y prevención es una labor continua que requiere
el diálogo entre disciplinas, la articulación de saberes y la
puesta en marcha de acciones conjuntas direccionadas a
contener y disminuir su elevada incidencia.
Según Baldwin, Kalhorn y Breese (1945), un es-
tilo de crianza es la forma particular en que los padres
educan a sus hijos, para lo cual aplican normas, ejem-
plos, experiencias y tipos de autoridad para regular sus
conductas; en ocasiones, cuando los estilos de crianza
protectores dejan de funcionar, los adolescentes quedan
a expensas de confusiones e ideas inapropiadas acerca de
la vida, lo cual puede elevar el riesgo de suicidio y de otras
conductas peligrosas (Baumrind, 1968). En este sentido,
Baumrind (1966; 1968; 1971) opina que la crianza de
los hijos transita de acuerdo con diferentes estados de
control y afecto, asociándose a los estilos de socialización
con los cuales se les cría. Es así que un alto control con
afecto negativo implica un rol autoritario, mientras que
con el afecto positivo conlleva a la implementación de
los roles autorizativo o democrático. Correlativamente,
cuando el control es bajo y el afecto negativo, la pauta
de crianza es negligente-indiferente, mientras que si el
afecto es positivo la crianza será permisiva-indulgente.
El padre autorizativo es exigente y sensible y promueve
74
la autonomía de sus hijos; mientras el que es autoritario
coarta la participación de los hijos, es inflexible, duro
y exigente; por su parte, en el estilo parental permisivo-
indulgente resulta laxo, comprensivo y no implementa
estrategias coercitivas para reorganizar un rol o límite; el
padre negligente-indiferente no pone límites ni expresa
afecto, abandona a sus hijos porque se concentra en su
propia vida (Baumrind, 1971).
Los estilos de socialización moldean la vida de los
sujetos y pueden propiciar en ellosla realización de accio-
nes protectoras o delitos. Calafat et al. (2011) señala que
los estilos negligente y autoritario son congruentes y/o
están relacionados con un consumo de droga en los hi-
jos. Grosso modo, los estilos parentales pueden influir de
forma indirecta en el consumo de drogas blandas y du-
ras, así como también, en el rendimiento académico de
los adolescentes, la elección del grupo de pares, la agresi-
vidad y la delincuencia, además del manejo adecuado de
la ansiedad, depresión, impulsividad, irritabilidad, nega-
tivismo, actitud desafiante y autocontrol (Calafat et al,
2011). Estos mismos estilos pueden ser generadores de
vulnerabilidades que elevan los riesgos psicosociales en
adolescentes, entre los cuales las conductas del espectro
suicida se presentan como las más nocivas (Pérez et al.,
2013; Rosselló & Berríos, 2004).
Método
Diseño
Este trabajo se sustenta en una investigación em-
pírico-analítica con un diseño descriptivo-correlacional
y de corte transversal. Hernández-Sampieri, Fernández
y Baptista (2014) indican que la investigación cuantitati-
va puede ser correlacional cuando utiliza la recolección
directa de información, y sus resultados se analizan es-
tadísticamente a través de indicadores de correlación
como el de Pearson. El análisis e interpretación de la
información gira en torno a la idea de dar respuesta a
los interrogantes planteados. Según Rosenthal (1995),
en el estudio descriptivo se registran las características
del problema con la finalidad de estimar la magnitud
del fenómeno, y no reducir los resultados a las implica-
ciones radicales de las variables, pues posibilita contener
la experiencia o grado empírico (Sautu, Boniolo, Dalle
&Elbert, 2005).
Población
Estuvo constituida por 821 estudiantes de bachi-
llerato de los grados 9º, 10º y 11º de cuatro instituciones
educativas públicas del departamento del Quindío. La
muestra fue de tipo aleatoria simple y los criterios de in-
clusión consistieron en estar matriculado en el colegio,
asistir a clases, ser adolescente y pertenecer a los grados
mencionados.
Instrumentos
Se utilizó una ficha de datos sociodemográficos
y tres escalas. La ficha de caracterización exploró datos
respectivos, así como también, los siguientes factores:
ser hijo único, testigo de violencia entre sus padres (vio-
lencia intrafamiliar), padres con enfermedad mental, ser
víctima de bullying (acoso escolar), cuidador con el que se
lleva mejor (relación parental), percepción de castigo en
exceso y sin justa razón (castigos injustos), y percepción
de haber estado triste la mayor parte del día durante el
mes previo al día que se aplica la prueba (depresión). Las
escalas aplicadas fueron: la Escala de Morris Rosenberg
(1965) de autoestima, conformada por 10 afirmaciones
de los sentimientos que tiene una persona hacia sí mis-
ma, 5 presentadas de manera positiva (1, 2, 4, 6 y 7) y las
RELACIÓN ENTRE RIESGO SUICIDA, AUTOESTIMA, DESESPERANZA Y ESTILOS DE SOCIALIZACIÓN PARENTAL EN ESTUDIANTES DE BACHILLERATO
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otras, de forma negativa (3, 5, 8, 9 y 10). Los resultados
varían entre un rango de 10 a 40 puntos, de modo que
10 indica la autoestima más baja y 40 la más alta.
El segundo instrumento fue la Escala de Deses-
peranza de Beck, Weissman, Lester y Trexler (1974), que
consta de 20 ítems verdaderos o falsos y permite eva-
luar el grado de desesperanza de una persona; en ella se
puntúa 1 a las repuestas “Verdaderas” de los ítems 2, 4,
7, 9, 11, 12, 14, 16, 17, 18, 20, mientras el resto de las
respuestas son “Falsas”. El punto de corte es 8, por lo
que una puntuación igual o superior muestra un alto
grado de desesperanza. Por último se aplicó la Escala de
Socialización Parental para Adolescentes (ESPA-29) de
Musitu y García (2001), con la que se buscan posibles
reacciones parentales que se engloban en siete subescalas:
afecto, indiferencia, diálogo, displicencia, coerción ver-
bal, coerción física y privación. Ellas se agrupan a la vez
en dos ejes de socialización (implicación/aceptación y coer-
ción/imposición) y en cuatro estilos de socialización: Auto-
rizativo, Indulgente, Autoritario y Negligente. Asimismo
el instrumento permite observar cuatro tipos de relación
entre el control/afecto: Bajo control/afecto positivo; Bajo
control/afecto negativo; Alto control/afecto positivo;
Alto control/afecto negativo.
Procedimiento
La investigación se realizó en cinco fases: 1) Dise-
ño de la investigación y aprobación de condiciones bioé-
ticas; 2) Revisión teórica y del estado del arte; 3) Aplica-
ción de instrumentos, tabulación de reactivos y análisis
estadístico de datos, para lo cual se utilizaron medidas
de frecuencia, coeficiente de Pearson y medidas no para-
métricas (Prueba de Mann-Whitney); 4) Sistematización
de datos y construcción del informe final de investiga-
ciones; 5) Devolución y socialización de resultados a las
instituciones y a la comunidad académica.
Resultados
La caracterización muestra que el 44 % tiene
edades entre 13 y 15 años; el 50,3 %, entre los 16 y 18
años; y el 1,2 %, 19 años. Los estratos analizados fueron
1 (21,3 %), 2 (35,4 %), 3 (30 %), 4 (8,2 %), 5 (4,1 %),
6 (1 %). El 52,3 % fueron mujeres y el 47,7 % hom-
bres, pertenecientes a los grados noveno (34,2), décimo
(35,9 %) y undécimo (29,8 %). La religión prevalente
fue la católica (63,1 %), y cristiana (20,6 %). El 15 % de
los entrevistados es hijo único, el 14,9 % ha presenciado
episodios de violencia intrafamiliar y el 3,2 % convive
con un padre o tutor que padece una enfermedad men-
tal. El 9,6 % ha sido víctima de bullying, un 16 % no vive
con sus padres, el 36,4 % cuenta con padres separados,
mientras el 47,6 % tiene padres en unión libre. En la
casa, el 63,8 % indica llevarse mejor con la madre; 12,4 %
con el padre; el 10 % con sus hermanos y el 7,2 % no
se lleva bien con ninguno. El 11,3 % asegura ser casti-
gado en exceso y sin razón y el 33,1 % afirma haberse
sentido triste la mayor parte del día en el mes anterior a
la aplicación de los instrumentos. El análisis de fiabili-
dad Alfa de Cronbach se estableció del siguiente modo:
Escala Autoestima test de Rosenberg tiene un Alfa de
Cronbach de 0,678 (Validez baja); la Escala ESPA-29 fue
de 0,867 (Buena confiabilidad); y la Escala de Desespe-
ranza de Beck, Weissman, Lester y Trexler (1974) fue de
0,781 (Validez aceptable).
Se encontró que el 32,6 % presenta riesgo sui-
cida “ninguno” o “mínimo” (17,14 % mujeres; 15,2 %
hombres), el 17,5 % riesgo leve (9,6 % hombres y 7,9 %
mujeres), el 49,1 % riesgo moderado (26,6 % mujeres y
22,5 % hombres), y el 0,7 % riesgo alto (0,4 % mujeres;
0,3 % hombres). El 67,4 % presenta algún tipo de riesgo
suicida. Prevalece el riesgo moderado de suicidio (49,1 %)
presente en los siguientes casos: 15 años de edad (13,2 %)
JOSÉ ALONSO ANDRADE SALAZAR, JUAN GONZÁLES PORTILLO
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y 16 años (15,7 %), cursar 10° grado (20,3 %), vivir en
estrato 2 (18 %) y 3 (19 %), tener antecedentes de vic-
timización por bullying (5,4 %) y conflicto con la madre
(31,1 %). También se presentó en estudiantes que fueron
testigos de violencia intrafamiliar (7,10 %), con padres
separados (13,5 %), o en adolescentes que conviven con
ambos padres bajo una crianza autoritaria (24,4 %), en
quienes creen recibir castigos injustos y sin razón (5,2 %)
y aquellos que afirman poseer una tristeza mantenida du-
rante el último mes (14,9 %) (ver Tabla 1).
Tabla1. Cruces de variables con el riesgo moderado de
suicidio
Riesgo moderado de suicidio
Edad Género Grado
cursado
15 años 16 años Femenino Masculino 10° grado
13,2 % 15,7 % 26,6 % 22,5 % 20,3 %
Estrato de mayor riesgo Varios Factores
Estrato 2 Estrato 3 Víctima de
bullying
Conflicto
con la madre
Testigo
de VIF
18,0 % 19,0 % 5,40 % 31,1 % 7,10 %
Padres
separados
Convive con
sus dos padres
Recibe castigos
injustos
Tristeza
frecuente en
el último mes
13,5 % 24,4 % 5,20 % 14,90 %
En la Tabla 2 se exponen los factores determinan-
tes del riesgo suicida y su relación con estilos de crianza,
reacciones parentales, ejes de socialización, y el control-
afecto. Se encontró que el factor cognitivo prevalece
(:1,78), seguido por el motivacional (:1,63) y afectivo
(:1,56). En relación a los estilos de crianza, prima el esti-
lo indulgente (:52,3), seguido por el estilo autorizativo
(:21,9), autoritario (:21,9) y negligente (:9,2). Las reac-
ciones parentales que conforman estos perfiles son las si-
guientes: diálogo (:22,6), afecto (:20,52), coerción verbal
(:13,9), displicencia (:3,95) y coerción física (:1,98). En
las respuestas relacionadas con los ejes de socialización so-
bresale la aceptación/implicación (:52,3), y la coerción/
imposición (:21,9). En la relación entre control/afecto pre-
domina el bajo control/afecto positivo (:61,5), seguido por
alto control/afecto positivo (:44,5), y el alto control/afecto
negativo (:21,9).
Tabla 2. Factores de riesgo de suicidio, estilos de crianza,
reacciones parentales, ejes de socialización, control-afecto
Factores determinantes del riesgo suicida
Factor
motivacional
Factor afectivo Factor cognitivo
: 1,63 : 1,56 : 1,78
Estilos de crianza
Indulgente Autorizativo Autoritario Negligente
: 52,3 : 21,9 : 21,9 : 9,2
Reacciones parentales
Diálogo Afecto
Coerción
verbal
Displicencia
Coerción
física
: 22,6 :20,52 : 13,9 : 3,95 : 1,98
Ejes de socialización
Aceptación/implicación Coerción/imposición
: 52,3 : 21,9
Relación entre control/afecto
Bajo control/
afecto
positivo
Alto control/afecto
positivo
Alto control/afecto
negativo
: 61,5 : 44,5 : 21,9
La autoestima prevalente fue baja (76,7 %), en
tanto que la media“normal” fue de 20,6 % y la elevada,
de 2,7 %); a nivel de correlación la autoestima baja se
presentó en el estilo de crianza indulgente con una corre-
lación positiva muy baja (p= ,175; s= ,000). La autoesti-
ma media fue directamente proporcional al hecho de
contar con una actitud positiva hacia sí mismo (s= ,000;
p= -0,438), e inversamente proporcional al hecho de es-
tar insatisfecho consigo mismo (s= ,000; p= -0,445), y al
de pensar que se es un inútil (s= ,000; p= -0,498).
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Las correlaciones altas y directamente proporcio-
nales se dieron entre riesgo alto de suicidio con el fac-
tor motivacional (s= ,000; p= ,744) y el factor cognitivo
(s= ,000; p= ,696). Las correlaciones bajas se presentaron
entre el riesgo leve de suicidio e indiferencia (s= ,002;
p= ,109) y privación (s= ,004; p= ,100); también hubo
correlaciones bajas e inversamente proporcionales entre
riesgo moderado de suicidio con los dos ejes de socia-
lización: aceptación/implicación (s= ,000; p= -0,220) y
coerción/imposición (s= ,000; p= -,249), así como con
los estilos de crianza autorizativo (s= ,000; p= -,220),
indulgente (s= ,000; p= -,249) y autoritario (s= ,000;
p= -,249). Se presentaron correlaciones moderadas entre
ítems negativos de la Escala de Desesperanza y el riesgo
alto de suicidio (ver Tabla 3).
Tabla 3. Correlación ítems Escala Desesperanza y riesgo
alto de suicidio
Ítem valorado en la Escala de
Ideación Suicida de Beck, et al.
(1974)
Idea relacionada
Correlación con
Riesgo alto
de suicidio
¿Puedo darme por vencido,
renunciar?
Darse por venci-
do
(p= ,518; s= ,000)
¿Mi futuro me parece oscuro? Futuro oscuro (p= ,553; s= ,000)
¿No logro hacer que las cosas
cambien?
Impotencia (p= ,592; s= ,000)
¿Todo lo que veo delante de mí
es desagradable?
Porvenir negativo (p= ,565; s= ,000)
¿No espero conseguir lo que
deseo?
Frustración (p= ,538; s= ,000)
¿Nunca consigo lo que deseo y
por eso es absurdo desear cual-
quier cosa?
Incredulidad
en el futuro
(p= ,506; s= ,000)
¿No merece la pena intentar
algo porque no lo lograré?
Pesimismo (p= ,520; s= ,000)
Asimismo hubo correlaciones directamente pro-
porcionales entre ítems positivos de la Escala de Deses-
peranza de Beck y el ítem “Esperar el futuro con esperan-
za y entusiasmo” presente en la misma escala (Tabla 4).
Tabla 4. Correlaciones entre ítems protectores y esperanza
en el futuro
Ítem valorado en la Escala de
Desesperanza de Beck, et al.
(1974)
Idea relacionada
“Esperar el futuro
con esperanza
y entusiasmo”
Cuando las cosas van mal me
alivia saber que no permane-
cerán así
Esperanza en el
futuro
(p= ,632; s= ,000)
Tengo tiempo para hacer las
cosas que quiero hacer
Manejo propositivo
del tiempo
(p= ,526; s= ,000)
En el futuro espero lograr lo
que deseo
Confianza en lo
planeado
(p= ,803; s= ,000)
Espero más cosas buenas de
las que la gente consigue
Planificar: ambición
realista
(p= ,766; s= ,000)
Mis pasadas experiencias me
han preparado bien para el
futuro
Sentirse preparado
para el futuro
(p= ,670; s= ,000)
Cuando miro hacia el futuro
espero ser más feliz
Creer en la
felicidad futura
(p= ,762; s= ,000)
Se encontraron correlaciones directamente pro-
porcionales entre los cuatro perfiles de crianza: autoriza-
tivo, autoritario, indulgente y negligente, y las reacciones
parentales de dichos perfiles: indiferencia, coerción físi-
ca, coerción verbal, privación, afecto (ver Tabla 5).
En la Tabla 6 se muestran las correlaciones en-
tre los dos ejes de socialización: aceptación-implicación
y coerción-imposición, y las cuatro relaciones entre
control-afecto: Alto control-afecto positivo, Bajo control
-afecto positivo, Alto control-afecto negativo, Bajo con-
trol-afecto negativo.
Por otra parte, a fin de comprobar la heteroge-
neidad de las muestras ordinales independientes entre
hombres y mujeres, se aplicó la Prueba no paramétrica
de Mann-Whitney de “suma de rangos”. En la Tabla 7 se
muestran en este sentido, las diferencias entre hombres y
mujeres respecto a los rangos de aceptación/implicación
(hombres= 170155,50; mujeres= 167275,50) y coerción/
imposición (hombres= 164051,00; mujeres= 173380,00).
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En las mujeres, a diferencia de los hombres, es elevado
el alto control con afecto negativo (mujeres= 173380,00;
hombres= 164051,00) y un bajo control con afecto nega-
tivo (mujeres= 172142,50; hombres= 165288,50).
Tabla 7. Rangos prueba de Mann-Whitney por género
Rangos prueba de Mann-Whitney
Sexo
Rango
promedio
Suma de rangos
Aceptación/implicación
Femenino 389,92 167275,5
Masculino 434,07 170155,5
Coerción/imposición
Femenino 404,15 173380
Masculino 418,5 164051
Alto control/afecto positivo
Femenino 391,14 167800
Masculino 432,73 169631
Alto control/
afecto negativo
Femenino 404,15 173380
Masculino 418,5 164051
Total
Sexo
Rango
promedio
Suma de rangos
Bajo control/
afecto positivo
Femenino 386,61 165856,5
Masculino 437,69 171574,5
Bajo control/
afecto negativo
Femenino 401,26 172142,5
Masculino 421,65 165288,5
Discusión
La investigación encontró que los estudiantes per-
ciben dos tipos de perfiles en la crianza: a) uno compues-
to por el estilo de socialización indulgente, en el que los
padres se implican y aceptan al adolescente a través del
diálogo, ejerciendo un bajo control al que imprimen un
afecto positivo (Ilustración 1), y b) un estilo de crianza
autorizativo con tendencia a la coerción e imposición
de la voluntad de los adultos, y reacciones afectivas a las
Tabla 5. Correlación entre perfil de crianza, reacciones parentales y estilos de crianza
Perfil de crianza Reacciones parentales Estilos de crianza
1. Autorizativo Indiferencia Coerción verbal Coerción física Privación Autoritario Negligente
Correlación (p= ,256; s= ,000) (p= ,850; s= ,000) (p= ,570; s= ,000) (p= ,769; s= ,000 ) (p= 1 ; s=,000) (p= ,349; s= ,000 )
2. Autoritario Indiferencia Coerción verbal Coerción física Privación Autorizativo Indulgente
Correlación (p= ,256; s= ,000) (p= ,850; s= ,000) (p= ,570; s= ,000) (p= ,769; s= ,000 ) (p= 1 ; s=,000 ) (p= ,093; s=,007 )
3. Indulgente Afecto Diálogo Displicencia Privación Negligente
Correlación (p= ,683; s= ,000) (p= , 844; s= ,000) (p= ,123; s= ,000) (p= ,166; s= ,000 ) (p= ,205; s=,000 )
4. Negligente Indiferencia Displicencia Coerción física Privación Autorizativo Autoritario
Correlación (p= ,871; s=,000 ) (p=,822 ; s=,000 ) (p=,349 ; s=,000 ) (p= ,207; s=,000 ) (p=,205 ; s= ,000) (p=,205 ; s= ,000)
Tabla 6. Correlación entre ejes de socialización, y Control-Afecto implicados en la crianza
Ejes de socialización Tipo de control y afecto implicado
1. Aceptación/implicación Alto control - afecto positivo Bajo control - afecto positivo
Correlación (p=,903 ; s=,000 ) (p=,577 ; s=,000 )
2. Coerción/imposición Alto control - afecto positivo Alto control - afecto negativo Bajo control - afecto positivo Bajo control - afecto negativo
Correlación (p= ,803; s= ,000) (p= 1; s=,000 ) (p= ,169; s= ,000) (p=,232 ; s=,000 )
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que se aplica coerción verbal y un elevado control de sus
actividades, matizado de afecto positivo (Ilustración 2).
Lo anterior permitió vislumbrar dos perfiles de crian-
za en la población estudiada: 1) perfil de implicación/
indulgencia, y 2) perfil de coerción/autoritarismo. Este
último tiene relación con los casos de riesgo suicida en-
contrados en la muestra investigada, y coincide con lo
encontrado por estudios que indican que el patrón de
crianza coercitivo con baja implicación positiva de los
padres, puede ser parte de los predictores de la conducta
suicida en adolescentes (Sánchez-Teruel & Robles-Bello,
2014; Magdaleno, Morello-Teruel & Infante-Espinoza,
2003).
Figura 1. Prácticas de crianza. Perfil indulgencia/implica-
ción
Figura 2. Prácticas de crianza. Perfil coercitivo/autoritario
Es importante anotar que el perfil de coerción ele-
va los riesgos de emergencia de la conducta suicida en la
población adolescente porque disminuye su posibilidad
de participación en decisiones y asuntos importantes del
hogar, además de frenar su capacidad de interacción en
diversos ámbitos necesarios para su desarrollo integral
(Casullo, Bonaldi & Fernández, 2000; Ceballos-Ospino
et al., 2014), aspecto comúnmente asociado a crianzas
autoritarias en las que se cohíbe a los hijos, pero al mis-
mo tiempo se dan muestras de afecto positivo hacia ellos
(Rosselló & Berríos, 2004; Carmona, Jaramillo, Tobón
& Areiza, 2010). Estas características enuncian ambiva-
lencias en las pautas de crianza que se encuentran muy
relacionadas con la emergencia de ideas suicidas en
adolescentes (Carmona, 2012; Andrade, 2012; Zubiría,
2007; García & Gracia, 2010), situación que fue eviden-
te en la población investigada, para la cual el riesgo leve
de suicidio se incrementó ante la disminución del alto
control con afecto positivo o negativo de sus padres, lo
cual muestra que en situaciones de riesgo de suicidio, el
afecto es un resultado de la relación de control y no a la
inversa.
En este sentido, el suicidio responde a un cam-
bio en la dinámica afectiva de los sujetos, percibién-
dose como un efecto de problemas e inconvenientes
previos no resueltos. Zubiría (2007) expresa que dichos
problemas pueden exacerbarse cuando el adolescente
se ve influenciado por un grupo de pares negativo, así
como también por una actitud indiferente, indulgente
o agresiva de los padres. La hipótesis del suicidio como
efecto se asociaría entonces a la idea de que el control
exagerado es el catalizador de un proceso de deterioro
de la convivencia y el apoyo intrafamiliar, que desgasta
la confianza, el diálogo, la cooperación y la capacidad de
reparación de conflictos y ofensas entre los miembros,
tornando nocivas incluso aquellas acciones dirigidas al
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reconocimiento afectivo de las implicaciones del acto
suicida (Andrade, 2012). Dicho esto, la prevención se
constituye en el registro positivo de crianza cuando se
instaura desde el hogar, lo que posibilita que en el proce-
so de socialización se convierta en autoprotección y pro-
tección de otros; de suyo, la protección como continuum
tiene como referente el reconocimiento de las condicio-
nes afectivas implicadas en toda relación. Así, entre más
acertadas, solidarias y protectoras sean las interacciones,
mejores registros de protección y prevención tendrán los
sujetos (Baumrind, 1991; Atienza, Moreno & Balaguer,
2000; Moya, 2007; OMS, 2014).
Figura 3. Indicadores de riesgo elevado de suicidio
En la población estudiada, el riesgo suicida puede
asociarse además a factores de riesgo externos y percep-
ciones deformadas acerca de la vida, el éxito y las expec-
tativas futuras (Figura 3), aspectos que son base de deba-
te y de múltiples orientaciones investigativas (Carmona,
2012; Ceballos-Ospino, et al., 2014; Pérez, et al., 2013;
Roselló & Berríos, 2004). En nuestro caso, se encontró
que el riesgo se incrementa cuando disminuye la crianza
de tipo autorizativa, indulgente o autoritaria, a lo cual se
suman la poca aceptación e implicación parental, accio-
nes coercitivas e imposiciones, así como también un es-
caso diálogo, actitudes de displicencia, y coerción verbal
y física. No se encontraron estudios con datos similares
en cuanto a factores de riesgo desde el punto de vista de
la crianza, sin embargo, existen puntos de acuerdo entre
los riesgos hallados en otras investigaciones (Baumrind,
1991; Junes, 2005; Vallejo, Osorno & Mazadiego, 2008;
García & Gracia, 2010; Pérez et al., 2013).
Por otra parte, la investigación encontró que la
mujer suele ser más coaccionada que el hombre, pues-
to que en él se deposita una mayor aceptación/impli-
cación. Esta situación es análoga a la relación control/
afecto, la cual es de tonalidad negativa en la crianza de
las mujeres, lo que tiene como consecuencia directa que
el hombre sea quien reciba un mayor afecto y control
positivo. En este sentido, nuestros resultados son equi-
valentes a los encontrados en investigaciones que reite-
ran el incremento del riesgo suicida en mujeres además
de los patrones de género asociados al suicidio femeni-
no (Musitu & García, 2001; Zelaya, Piris & Migliorisi,
2012; Miranda, Cubillas, Román & Valdez, 2009). La
OMS (1998; 2014) afirma que la violencia de género es
un tema de salud prioritario que suele comenzar en el
hogar por parte de padres y hermanos, y que regular-
mente trasciende a la relación de pareja, prolongando
las agresiones contra mujeres y niñas, y las hace proclives
a conductas autolesivas.
En este aspecto, las investigaciones reiteran la
vulnerabilidad de la mujer en relación a las pautas de
crianza o estilos de socialización. De este modo existe la
presencia de una mayor sintomatología depresiva en las
mujeres, se relaciona a menudo con el estilo autoritario
del padre y de la madre (Vallejo, Osorno & Mazadiego,
2008; Sarmiento & Aguilar, 2011). Otros estudios reite-
ran que la ideación suicida y los sentimientos de soledad
son mayores en mujeres que en varones y se constitu-
yen en predictores de la conducta suicida (Zelaya, Piris
& Migliorisi, 2012; Carmona, Gaviria & Layne, 2014).
Efectivamente, en las mujeres el control eleva el riesgo
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de suicidio, pero en ambos el control psicológico está
relacionado con ideas suicidas (Pérez et al., 2013), el afec-
to/comunicación afectado eleva los riesgos (Pérez et al.,
2013).
Debe decirse también que pese a la asociación tra-
dicional entre suicidio, depresión y autoestima (Cañón,
2011; Carvajal & Virginia, 2011; Ceballos-Ospino, et al.,
2014; Rosselló & Berríos, 2004; Garaigordobil, Durá &
Pérez, 2005), el estudio encontró que incluso si la auto-
estima es baja, no se constituía en el núcleo de desarro-
llo del riesgo suicida, y aun cuando hubo correlaciones
directamente proporcionales entre autoestima y riesgo
de suicidio, estas fueron poco significativas. Lo anterior
reitera la idea de que el suicidio es un fenómeno comple-
jo cuya comprensión debe superar la explicación descrip-
tiva y transitar hacia un modelo relacional en el que la
conjunción antagonista-complementaria de los diversos
factores permita una visión completa del fenómeno (An-
drade, 2012; 2015; Carmona, 2012; Pérez et al., 2013;
Carmona, Gaviria & Layne, 2014).
Existen otros factores de riesgo asociados a la
conducta suicida revelados por la investigación y que
responden a lo encontrado en estudios análogos (Atien-
za, Moreno & Balaguer, 2000; Garaigordobil, Durá &
Pérez, 2005; Moya, 2007; Cañón, 2011; Carvajal & Vir-
ginia, 2011; Ceballos-Ospino, et al., 2014). Entre estos
factores se encuentran: el darse por vencido, futuro os-
curo, impotencia, idea de contar con un porvenir nega-
tivo, frustración frecuente, incredulidad en el futuro, y
pesimismo (Figura 4), además de ser testigo de violencia
intrafamiliar, ser víctima de bullying, percibir que se es
castigado injustamente y sentirse triste la mayor parte
del día (Figura 5).
Figura 4. Factores protectores-personales del riesgo suicidio
Figura 5. Perfil de riesgo suicida de los adolescentes
Los estilos familiares autorizativo e indulgente se
relacionan con autoritario y negligente (García & Gra-
cia, 2010); sin embargo, en la investigación se encontró
que los padres autorizativos y dialogantes (democráticos)
eran al mismo tiempo coercitivos y controladores, fluc-
tuando constantemente entre afecto positivo y negativo,
entre la implicación y la indulgencia. Según la percep-
ción de los adolescentes con algún tipo de riesgo suicida,
los padres suelen mostrarse democráticos e interesados
en su vida, al tiempo que impositivos y controladores y
en algunos momentos desinteresados y laxos (indulgen-
tes), es decir, ambivalentes. De modo que, la crianza en
que se cambian drásticamente los parámetros de acep-
tación/implicación o de coerción/imposición, tiende a
elevar los riesgos de suicidio leve y moderado en los ado-
lescentes. Esto puede suceder porque existe cierto nivel
de acostumbramiento al conflicto y la tensión como ele-
mento de contacto e incluso de mediación entre padres
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e hijos (Zubiría, 2007; Aberastury & Knobel, 1971). Así,
muchos adolescentes pueden crear la idea que a través
de regaños o conflictos pueden ganar atención y cariño,
lo cual puede llevarlos a reproducir y generar mayores
conflictos (Andrade, 2012).
En consecuencia, si aumenta el diálogo y la impli-
cación, pero la crianza se implementa bajo un parámetro
de coerción-imposición, tanto padres como adolescentes
tendrán una visión deformada de la crianza, lo cual con-
lleva a que se interpreten de forma inapropiada los lími-
tes y el apoyo entre padres e hijos. Este hallazgo refiere la
inversión de un rol de crianza positivo que ha migrado
hacia el ejercicio de una crianza coercitiva en la que pri-
ma el control de los hijos, que a su vez puede asociarse a
la desconfianza en lo externo, así como también, a una
deficiente educación previa de los padres respecto a pau-
tas de crianza positiva, y estilos de socialización parental
efectivos (Zubiría, 2007; Andrade, 2012). Ahora bien, de
todos los estilos de socialización es el autorizativo o de-
mocrático el que presenta mejores resultados en el ma-
nejo de límites, la negociación y el aprendizaje (García
& Gracia, 2010; Pérez et al., 2013; Vallejo, Osorno &
Mazadiego, 2008), no obstante, aunque este prevalece
en la muestra investigada, se implementa adjuntamente
a coerciones, negligencia, displicencia e indiferencia, ca-
racterísticas que muestran que el rol se ejecuta de mane-
ra invertida, lo cual puede deberse a una interpretación
errónea de la pauta de crianza por parte de los padres.
Es preciso señalar, por último, que el riesgo alto de
suicidio se presentó ante la disminución del alto control
con afecto negativo o positivo, acción en que los padres
se desvinculan de la vida de sus hijos, aumentando la
indiferencia y la negligencia, y disminuyendo el diálogo.
También se presentó en la muestra el estilo autorizati-
vo, el cual es implementado por padres que intentan ser
democráticos, exigentes y sensibles (Baumrind, 1991) e
indulgentes en la crianza, es decir, en padres que suelen
perdonar las ofensas y minimizar los efectos, pasando
por alto la reparación y el aprendizaje positivo a partir de
las consecuencias (Baumrind, 1991). Ese mismo riesgo
se incrementó en el estilo de socialización autoritario, es
decir, cuando los padres muestran frialdad afectiva y un
elevado control. En este caso, prevalece la poca partici-
pación de los hijos, o sea, su anulación frecuente como
sujetos de decisión en el hogar.
De todas maneras, aunque muchos adolescentes
pueden no sentirse aceptados e implicados en el hogar,
además de poco sostenidos incluso en la angustia deriva-
da del autoritarismo que coerciona e impone, ello no es
suficiente para explicar el espectro suicida, lo que revela
la multidimensionalidad del fenómeno y las necesidades
comprensivas que su estudio implica.
Conclusiones
El suicidio afecta a personas de diferentes géne-
ros y grupos etarios, siendo especialmente vulnerables
los jóvenes y adolescentes. Según la OMS, las medidas
de atención, control y prevención requieren de acciones
locales sostenidas sobre proyectos globales, que robustez-
can los recursos disponibles e incluyan la cooperación
de la comunidad e instituciones sociales. A ello deben
sumarse acciones educativas en el marco de proyectos a
largo plazo, dado que el conocimiento e identificación
de riesgos puede ayudar a disminuir su incidencia. En
esta investigación se buscó la relación posible entre baja
autoestima y riesgo suicida, con el fin de verificar si esta
era el componente esencial de dicho riesgo; se encon-
tró que no existe un centro sino condiciones reticulares,
pues la autoestima debe verse en contexto, es decir, re-
lacionada con otros elementos, tales como el género, las
expectativas futuras, el autoconcepto, entre otros.
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Se encontró que la mujer tiene mayor vulnerabili-
dad que el hombre respecto al riesgo suicida, factor que
se encuentra íntimamente relacionado con el tipo de
control y afecto (negativo) impreso en el estilo de sociali-
zación parental, mismo que suele ser autoritario e indife-
rente. Además, según la percepción de los adolescentes
respecto a la crianza recibida de sus padres, los niveles de
riesgo suelen ser análogos en ambos géneros, situación
que ha cambiado de años atrás cuando el suicidio y el
riesgo eran mayores en hombres. En conclusión, ambos
géneros se encuentran en riesgo moderado, mismo que
está presente de manera conjunta con otras variables,
tales como: idea de ser castigado sin razón y de forma
frecuente, antecedentes de bullying y de violencia intra-
familiar.
Cuando el riesgo es leve, las tasas son equivalentes
en hombres y mujeres, pero cuando es moderado y grave
se incrementa en mujeres, tornándolas más vulnerables,
lo que orienta a pensar el riesgo suicida en términos de
género. Por otra parte, en adolescentes con riesgo mo-
derado de suicidio, la relación de preferencia fue con la
madre, situación que puede relacionarse con el control
materno en hogares monoparentales. Este hallazgo re-
itera la importancia de la figura paterna en la consoli-
dación de factores protectores desde la infancia, al igual
que las dinámicas de la relación intrafamiliar cuando el
liderazgo es femenino.
Los principales factores de riesgo para la aparición
de la conducta suicida se encuentran entonces en las re-
laciones intrafamiliares de exclusión y de ambivalencia
en la crianza. Sin embargo, convivir con ambos padres
bajo un estilo de crianza autoritario eleva los riesgos de
suicidio, al igual que sentirse triste todo el día o la mayor
parte del tiempo.
Se evidenció, además, que el estrato no constituye
una variable determinante para el riesgo suicida, dado
que la mayoría de estudiantes con riesgo y sin riesgo eran
de estrato 2, lo cual se constituyó en un sesgo. Dicha
situación puede orientar efectivamente próximas inves-
tigaciones que se centren en el estrato. Se encontró que
la autoestima fue mayormente baja, pero no tuvo una
correlación importante con el riesgo suicida, razón por
la cual debe ser comprendida en asociación a otras varia-
bles y condiciones socioculturales.
El factor central o situación socio-afectiva que re-
duce el nivel de autoestima es el “pensar que se es un in-
útil”, mientras aquello que la mantiene y eleva es contar
con una actitud positiva hacia sí mismo y estar satisfe-
cho consigo mismo. En el riesgo suicida contribuyen, de
otro lado, los factores cognitivo, afectivo y motivacional,
siendo inter-influyentes, además de precipitantes de la
conducta suicida, aun cuando el valor cognitivo presen-
ta un leve incremento respecto a los otros dos factores
presentes. Lo anterior guarda relación con el hecho de
que el riesgo de suicidio en adolescentes se fortalece por
elementos motivacionales que, a su vez, se refuerzan por
factores cognitivos.
Respecto a la crianza, el estilo de socialización in-
dulgente deteriora la autoestima, y se constituye en el
estilo de socialización que prevalece. En las familias tam-
bién se implementan el estilo autorizativo y autoritario
en proporciones análogas, mientras que el estilo menos
utilizado para criar a los hijos fue el negligente. Según la
percepción de los adolescentes evaluados, en sus padres
prima el estilo indulgente, seguido por el diálogo y la
expresión afectiva como reacciones socializadoras.
Otro tipo de reacción es la coerción verbal, acción
a la cual deben sumarse dos tipos de ejes socializado-
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res en el estilo de crianza: la aceptación/implicación y
la coerción/imposición. En todos los casos registrados
el aumento de la indiferencia y privación, sumado a la
disminución de una actitud de aceptación/implicación
en la vida de los hijos, y la ausencia de un rol autoriza-
tivo (democrático) fueron indicadores de riesgo suicida.
El riesgo alto y moderado de suicidio se asoció a senti-
mientos de pesimismo, incredulidad, baja capacidad de
lucha, idea de un futuro y porvenir oscuro; grosso modo,
es la percepción de tener un futuro “oscuro” lo que in-
crementó el riesgo suicida. En oposición a ello, los facto-
res que protegen a los adolescentes del suicidio fueron:
la idea de sentirse optimistas frente al futuro, con una
actitud realista (ajustada a los recursos con los que se
cuentan), el manejo propositivo del tiempo y la creencia
en la felicidad futura.
El riesgo de suicidio emerge, en efecto, cuando
disminuye la aceptación e implicación de los padres
respecto a los hijos, aspecto que indicaría la presencia
de una crianza positiva. Asimismo, dicho riesgo aparece
cuando disminuye la coerción-imposición. Cabe aclarar
que el adolescente suele sentirse implicado en estos dos
tipos de relación: una de inclusión en la que se le acepta
y aprecia, y otra de coerción e imposición en la que se le
controla y limita en exceso. El perfil de crianza autoriza-
tivo o democrático, a pesar de ser prevalente, no se ejer-
ce de manera correcta puesto que los padres lo ponen en
práctica bajo parámetros de autoritarismo, connotados
por acciones de coerción física-verbal y privaciones.
Se concluye también, que el cambio de la com-
prensión/ejecución del rol eleva los riesgos de suicidio, y
torna proclives a los adolescentes a generar debilidad en
sus interacciones, viéndose expuestos a nuevos peligros y
vulnerabilidades. Así, muchos padres pueden creer que
ejercen un rol democrático (autorizativo) cuando en rea-
lidad están siendo autoritarios; situación que podría ser
cotejada en el legado a los hijos, quienes pueden repli-
car este modelo en otros contextos. Este aspecto puede
constituirse en tema de próximas investigaciones y una
evidencia de lo anterior es el hecho que aun cuando
sean agredidos o coaccionados bajo un rol de autoridad
extrema, los adolescentes suelen ver en dicha relación de
fuerza el sentido de la interrelación familiar.
En este sentido un adolescente puede sentirse
sostenido en la privación, tanto como en la protección,
pero cuando estos fallan o se tornan insuficientes, la pér-
dida de dicho sentido de realidad incrementa el riesgo
de conductas suicidas. Como puede verse, los padres
autoritarios son a la vez autorizativos y viceversa, por lo
que intentan ser “democráticos” pero a costa de coer-
ciones verbales y físicas (inversión del modelo de crian-
za). Los padres indulgentes, en cambio, dialogan y son
afectivos, pero suelen ser muy permisivos y toleran en
exceso, instaurando límites poco claros y normas escasa-
mente interiorizadas. Los padres negligentes son a la vez
displicentes e indiferentes. Pese a ello, cuando aceptan
y se implican en la crianza de los hijos, lo hacen con un
alto control y con afecto positivo, sin embargo, la per-
cepción de los hijos es que esto se presenta junto a un
bajo control de afecto negativo. Este patrón evidencia
fluctuaciones en la crianza que llevan a prácticas de con-
trol que se establecen sobre los extremos, es decir, sobre
su antagonismo.
Al parecer, la crianza bajo un parámetro de an-
tagonismo en el que priman los extremos según las cir-
cunstancias, constituye un factor de riesgo importante
de conductas suicidas. De esta forma, si los padres son
coercitivos e imponen su autoridad, los adolescentes sue-
len sentirse controlados en extremo de forma positiva
y/o negativa.
Es notable que lo que prima en este análisis es la
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ambivalencia afectiva y la permanencia de medidas de
control horizontales. Los hogares estudiados suelen te-
ner pocos espacios de negociación y en ellos la palabra
de los hijos no es muy tomada en cuenta. De todos mo-
dos, en la crianza de hombres existe una mayor acepta-
ción e implicación que en las mujeres, en las cuales pre-
valece la coerción e imposición, además del alto control
con afecto positivo y negativo (ambivalente). Esta pauta
de crianza muestra un sesgo patriarcal en la forma como
se entienden los géneros y sus diversos roles, derechos
y deberes. Por todo lo planteado, es preciso ampliar los
estudios a fin de conocer la influencia de dicho patrón
en la conducta suicida y en otros tipos de riesgo psico-
sociales.
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