Psicogente, 20 (37): pp. 160-171. Enero-Junio, 2017. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X
http://publicaciones.unisimonbolivar.edu.co/rdigital/psicogente/index.php/psicogente
* Artículo que se deriva del proyecto de investigación denominado Impacto psicosocial y económico del divorcio en Colombia, dirigido por Victoria Eugenia
Cabrera-García, Investigadora principal del proyecto. Universidad de la Sabana, Bogotá D.C. Realizado desde enero 2014 hasta junio 2015.
1. Psicóloga, Profesora y Coordinadora de Investigación del Instituto de la Familia, Universidad de la Sabana.
Email: victoria.cabrera@unisabana.edu.co http://orcid.org/0000-0001-8907-5655
2. Magíster en Formación de Asesoría Familiar y Gestión de programas para la Familia, Psicóloga, Universidad de la Sabana.
Email: karlacaro@unisabana.edu.co http://orcid.org/0000-0002-6331-0044
3. Magíster en Formación de Asesoría Familiar y Gestión de programas para la Familia, Orientadora Escolar, Universidad de la Sabana.
Email: sandraparher@unisabana.edu.co http://orcid.org/0000-0002-5325-1837
4. Magíster en Formación de Asesoría Familiar y Gestión de programas para la Familia de la Universidad de la Sabana, Orientación Familiar. F.U.M.
Email: dianarodma@unisabana.edu.co http://orcid.org/0000-0002-7053-9146
Resumen
El propósito de esta investigación fue identificar los niveles de resiliencia en personas divorciadas
de acuerdo con el nivel educativo y los ingresos económicos. Para Gómez (2010), las situaciones
adversas se afrontan mejor con adecuados niveles de resiliencia. El estudio contó con 139 parti-
cipantes divorciados, hombres (44,6 %), y mujeres (55,4 %); con estudios básicos (48,2 %), con
estudios universitarios (51,8 %), con ingresos económicos inferiores a $1.800.000 (60,4 %), y
superiores a $1.800.000 (39,6 %). Se utilizó una metodología cuantitativa, con diseño transversal,
se corrieron Análisis de Varianza (ANOVA) con el fin de responder a las preguntas de investiga-
ción. Las personas con educación superior mostraron mayores niveles de resiliencia en compe-
tencia social y apoyo social, así mismo, los que tenían mayores ingresos económicos mostraron
mayor fortaleza y confianza en sí mismos, competencia social, apoyo familiar y estructura; a su vez,
se encontró un efecto de interacción entre el nivel de ingresos económicos y el nivel educativo
en fortaleza y confianza en sí mismos. Para futuras investigaciones se sugiere profundizar en estos
resultados a nivel cualitativo.
Abstract
The purpose of this research was to identify levels of resilience in divorced people according to
their education and income levels. For Gomez (2010), adverse situations are best dealt with ad-
equate levels of resilience. The study involved 139 divorced participants: divorced men (44.6 %)
and women (55.4 %); with basic education (48.2 %), college educated (51.8 %), with an income of
less than COP $1.8 million (60.4 %) and with an income higher than COP $1.8 million (39.6 %).
The methodology was quantitative with a cross design and ANOVAS were run in order to answer
the research questions. People with college education showed higher levels of resilience in social
competence and social support. Furthermore, those with higher income showed greater strength
and self-confidence, social competence, family support and structure. In addition, an effect was
found between the interaction of levels of income and education level, and the in strength and
self-confidence. For future research, it is suggested to deepen these results on qualitative level.
Palabras clave:
Resiliencia, Divorcio, Nivel educativo,
Ingresos económicos.
Key words:
Resilience, Divorce, Education level,
Economic income.
Referencia de este artículo (APA):
Cabrera-García, V., Casas, K., Pardo, S. & Rodríguez, D. (2017). Análisis de la resiliencia en personas divorciadas, según su nivel educativo e
ingresos económicos. Psicogente, 20(37), 160-171. http://doi.org/10.17081/psico.20.37.2425
Análisis de la resiliencia en personas divorciadas,
según su nivel educativo e ingresos económicos*
Analysis of resilience in divorced people according
to their educational and income levels
Recibido: 8 de enero de 2016/Aceptado: 12 de octubre de 2016
http://doi.org/10.17081/psico.20.37.2425
Victoria Eugenia Cabrera-García
1
,
Karla Tatiana Casas Rojas
2
Sandra Liliana Pardo Hernández
3
, Diana Margareth Rodríguez Martínez
4
Universidad de la Sabana, Colombia
RESULTADO DE INVESTIGACIÓN
162
Psicogente, 20 (37): pp. 160-171. Enero-Junio, 2017. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X
http://publicaciones.unisimonbolivar.edu.co/rdigital/psicogente/index.php/psicogente
Introducción
A lo largo de la historia de la humanidad, el fenó-
meno de los conflictos humanos ha sido abordado des-
de distintas disciplinas. Hoy en día, los problemas con-
tinúan siendo consustanciales a la vida cotidiana, pero
más trascendente aún es la forma en que se afrontan.
Una de estas experiencias es el divorcio, el cual causa un
profundo impacto en la sociedad, la familia y sus miem-
bros. Aunque el divorcio cristaliza una situación que ya
era conflictiva, incita a oficializar la ruptura de la pareja
y el núcleo familiar (Pérez, Castillo & Davins, 2006).
Cuando los conflictos entre los cónyuges se ha-
cen cada vez más frecuentes y difíciles de solucionar, se
considera el divorcio como una alternativa para resolver
los problemas matrimoniales, según Jiménez, Amaris y
Valle (2012). A partir de esta decisión entran en juego
factores claves en la resolución y el restablecimiento de
la vida de las personas.
Aunque los seres humanos cuentan con una capa-
cidad inherente para sobreponerse ante situaciones des-
favorables, para Gómez (2010), las situaciones adversas
se afrontan mejor con adecuados niveles de resiliencia.
Según Rutter (1993), la resiliencia es un término adapta-
do a las Ciencias Sociales para caracterizar aquellas per-
sonas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto
riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos.
Otros autores la definen como la capacidad humana
universal para hacer frente a las adversidades de la vida,
superarlas o, incluso, ser transformado positivamente
por ellas (Martínez, 2011; Grotberg, 2003). La resilien-
cia es parte del proceso evolutivo y debe ser promovida
desde la niñez (Grotberg, 1995). Para Kotliarenco, Mar-
dones, Melillo y Suárez (2000) es el constructo que se
implementa para representar las adaptaciones positivas
en medio de la adversidad.
Por su parte, Vanistendael (1994) define la resi-
liencia como la capacidad de una persona o sistema so-
cial de enfrentar adecuadamente las dificultades, de una
forma socialmente aceptable. Asimismo, Rutter (1993)
explica que la resiliencia se ha caracterizado por un con-
junto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibili-
tan tener una vida sana, viviendo en un medio insano.
Se han desarrollado estudios sobre resiliencia en niños y
adolescentes en relación con diferentes tipos de adversi-
dades como, por ejemplo, el maltrato (Henry, 1999), el
abuso sexual (De Arce & Aguayo, 2006) o la influencia
de las guerras (Berk, 2002). Ahora bien, la resiliencia
no solo ha centrado sus estudios en la infancia y la ado-
lescencia, sino que también ha mostrado su validez en
otros grupos de edad (Saavedra, 2005) y para otro tipo
de adversidades aplicadas a la etapa adulta: atentados
(Calderón, Espinosa & Techio, 2004), desigualdad o
violencia de género (Santana, 2010) y afrontamiento de
enfermedades graves.
Estudios sobre la resiliencia muestran un énfasis
investigativo tendiente a analizar el resultado del proce-
so de afrontamiento de una situación estresante, que
permite al individuo mantener su equilibrio y mostrar
una buena adaptación a pesar de estar expuesto a una
dosis de adversidad significativa. Esta resistencia frente
a la adversidad y la capacidad para construir conductas
vitales positivas, con el fin de alcanzar niveles de calidad
de vida adecuados, se conoce con el nombre de resilien-
cia (Kotliarenco, Cáceres & Fontecilla, 1997). En este
orden de ideas, y de acuerdo con los objetivos de esta
investigación, la resiliencia podría ayudar a las personas
a enfrentar situaciones estresantes, en este caso el evento
del divorcio.
Según diferentes teóricos, el divorcio es un fenó-
meno indeseable para las personas que lo viven y para
ANÁLISIS DE LA RESILIENCIA EN PERSONAS DIVORCIADAS, SEGÚN SU NIVEL EDUCATIVO E INGRESOS ECONÓMICOS
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VICTORIA EUGENIA CABRERA-GARCÍA, KARLA TATIANA CASAS ROJAS, SANDRA LILIANA PARDO HERNÁNDEZ, DIANA MARGARETH RODRÍGUEZ MARTÍNEZ
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la sociedad entera, y no contribuye a la sostenibilidad
social y económica de la familia (Cabrera, Docal, Muñoz
& Olaya, 2015; Amato, 2000).
En Colombia se ha incrementado el divorcio en
los últimos años. Durante el tercer trimestre del 2014,
se reportaron 17.644 registros de matrimonio frente a
4.881 divorcios en el mismo trimestre (Boletín estadís-
tico notarial N° 4 de diciembre de 2014). Su vivencia
afecta significativamente a los integrantes de las parejas y
familias que lo experimentan. Es importante considerar
que la severidad y duración de los efectos del divorcio
varían de persona a persona, dependiendo de la presen-
cia de una variedad de factores de protección (Amato,
2000). Entre estos factores se pueden considerar las ca-
racterísticas de resiliencia que tengan las personas. Al-
gunos estudios han encontrado que la tristeza, angustia,
depresión, consumo de alcohol y problemas de salud
subsisten alrededor de dos o tres años después de la se-
paración, lo cual se enmarca en el modelo de la crisis
temporal.
Si bien es cierto que en otros países las personas
divorciadas reciben apoyos de diferente índole, en el
contexto nacional la situación no es igual, pues todavía
se estigmatiza de manera negativa y con actitud de exclu-
sión a las personas que están viviendo este fenómeno.
En este orden de ideas, sería interesante investigar los ni-
veles de resiliencia de las personas durante la ocurrencia
del fenómeno del divorcio, teniendo en cuenta su nivel
educativo e ingresos económicos para observar si estos
recursos les ayudan a enfrentar mejor este evento.
Concepción de la resiliencia
Para efectos de este estudio se siguió la propuesta
de Palomar y Gómez (2010), quienes contemplan cinco
factores para evaluar la resiliencia. Estos son:
La fortaleza y confianza en sí mismo, que se define
como el “sentimiento de adecuación, eficiencia y compe-
tencia en el afrontamiento de los retos y amenazas que,
inevitablemente, se presentan en la vida de cualquier
persona” (Palomar & Gómez, 2010, p.11). Los ítems o
reactivos que forman parte de este factor se refieren a la
claridad que las personas tienen sobre sus objetivos y al
esfuerzo que hacen por alcanzar sus metas. También se
integra con la confianza que tiene la persona de alcanzar
el éxito, al optimismo, la fortaleza y la tenacidad con
la cual enfrentan los desafíos; mostrando recursos para
hacer frente a los eventos estresantes o perturbadores. Es
decir, que la fortaleza le permite al individuo adaptarse y
sobreponerse a condiciones adversas. Por su parte, Selig-
man (2003) agrega que las fortalezas actúan a modo de
barrera contra la desgracia y los trastornos psicológicos,
y pueden ser la clave para aumentar la capacidad de re-
cuperación en tiempo de crisis. De esta manera, al pasar
por la experiencia del divorcio se pueden experimentar
sentimientos de frustración personal y tristeza debidos
a la dificultad de continuar con las metas, generando
incertidumbre de alcanzar los objetivos del día a día.
La competencia social se refiere a la “capacidad o
habilidad del sujeto para interactuar exitosamente con
su ambiente y lograr la satisfacción legítima de sus nece-
sidades, al ejercer determinada influencia sobre sus se-
mejantes. Es una cualidad muy relacionada con la salud,
el ajuste emocional y el bienestar de los individuos” (Pa-
lomar & Gómez, 2010, p.11). Las competencias sociales
son aquellas aptitudes necesarias para tener un compor-
tamiento adecuado y positivo que permita afrontar efi-
cazmente los retos de la vida diaria. Son comportamien-
tos o tipos de pensamientos que llevan a resolver una
situación de manera efectiva, es decir, aceptable para el
propio sujeto y para el contexto social en el que está.
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Un individuo con déficit en sus habilidades so-
ciales básicas tiene mayores probabilidades de afrontar
problemas emocionales y dificultades en su competen-
cia social, lo que lo hace más vulnerable a causa de la
frustración de necesidades como seguridad, aceptación,
realización; y puede provocar que obtenga menos refor-
zamiento social en general, lo que, además, daña su au-
toestima y su sentimiento de identidad. Es decir, la falta
de competencia social en medio de una situación tan
estresante como el divorcio puede provocar baja autoes-
tima y, por tanto, altos niveles de malestar.
El apoyo familiar hace referencia a las relaciones
familiares y al apoyo que brinda la familia a quien atra-
viesa una situación de impacto o crisis. En este sentido,
Palomar y Gómez (2010) se refieren “al tiempo que com-
parten los miembros de la familia, la lealtad que existe
entre ellos y las fortalezas de los lazos familiares” (p.11).
Por su parte, Seccombe (2000) resalta que los factores
familiares y sociales son un soporte y, a su vez, un miti-
gador de los efectos negativos del estrés, promueven las
habilidades y la autoestima necesaria para sobreponerse
a la adversidad. Las relaciones positivas y mayormente
las del contexto familiar se identifican como promotoras
de autoestima y autosuficiencia necesarias en momen-
tos de crisis personal. En este caso, el apoyo familiar, en
medio del divorcio y la tristeza, permite lidiar con los
sentimientos negativos.
Al respecto, Athié y Gallegos (2009), en su inves-
tigación sobre la relación entre la resiliencia y el fun-
cionamiento familiar, encontraron una relación entre
el factor de resiliencia que orienta a las personas hacia
el futuro y los factores del funcionamiento familiar, es
decir, las personas son más resilientes cuando cuentan
con comunicación, cohesión familiar, tiempo compar-
tido, roles compartidos, autoridad, fomento de la auto-
nomía e independencia. Continuando con lo expuesto
por Athié y Gallegos (2009), y específicamente hablando
de aquellos factores protectores que se dan producto de
la relación de apoyo entre padres e hijos, se muestra, en
primer lugar, que el sistema de creencias familiares, que
da un significado a situaciones de crisis como la sepa-
ración o el divorcio, puede o no facilitar la superación
de este evento. En segundo lugar, se hace referencia a la
estructura familiar y la forma de organización y lideraz-
go que en ella se observa, así el soporte mutuo será de
mayor ayuda. Se destaca a la familia como sistema de
influencia a nivel preventivo, lo cual permite desarrollar
en sus integrantes factores de protección al proporcionar
herramientas con las cuales enfrentar adversidades, des-
de el establecimiento de relaciones de confianza y de cui-
dado, promoviendo la cohesión y el apoyo. El ambiente
familiar es uno de los factores más importantes para que
las personas desarrollen un mejor nivel de resiliencia.
En cuanto al apoyo social, este se refiere a “los
vínculos existentes entre el sujeto y un conjunto de
personas con las cuales es factible el intercambio de co-
municación, solidaridad y confianza” (Palomar & Gó-
mez, 2010, p.11). Briceño (2014) cita a Melillo y Suárez
(2004), quienes definen el apoyo social por la presen-
cia o ausencia relativa de recursos de apoyo psicológico
provenientes de otras personas significativas. Conjunto
de recursos humanos y materiales con que cuenta un
individuo o familia para superar una determinada crisis,
enfermedad, condiciones económicas difíciles, rupturas
familiares, divorcio. Este factor se centra, principalmen-
te, en los amigos y hace referencia al hecho de contar en
los momentos difíciles con personas que puedan ayu-
dar, que se puedan preocupar y den aliento (Palomar
& Gómez, 2010). Las personas que no tengan amigos
de referencia o de apoyo pueden presentar episodios de
ANÁLISIS DE LA RESILIENCIA EN PERSONAS DIVORCIADAS, SEGÚN SU NIVEL EDUCATIVO E INGRESOS ECONÓMICOS
165
profunda soledad y tristeza en una situación de crisis
como el divorcio.
Finalmente, en cuanto a la estructura, esta se re-
fiere a la facilidad que muestran las personas en la or-
ganización y el orden de su vida a partir de las reglas y
las actividades que llevan a cabo (Palomar & Gómez,
2010). Los individuos resilientes son sistemáticos y or-
ganizados. Aun cuando al afrontar sus problemas sean
flexibles, contar con un proyecto de vida claro y tener
facilidad para desarrollarlo es un aspecto importante
en el momento en el que la persona deba continuar su
vida después de la situación que lo haya impactado. Es
importante aclarar que la resiliencia no protege a las
personas de eventos negativos o impactantes, sino que
las ayuda en el proceso de reestructuración de sus vidas
(Friborg, Hjemdal, Rosenvinge & Martinussen, 2001).
Según lo anterior, la persona que logra planificar,
que muestra disponibilidad y autocontrol con relación
a reglas, rutinas y que prefiere la planeación de sus ac-
tividades al considerar que es mejor la calidad de sus
trabajos con metas claras y buena organización; tendría
mayor capacidad para afrontar las situaciones que im-
pacten o generen crisis en su vida. La planificación y
la organización se asocian con la autorrealización y el
crecimiento, de igual manera, ese crecimiento tiene alta
incidencia en la capacidad de afrontamiento de una per-
sona ante su separación o divorcio (Aciego, Domínguez
& Hernández, 2005). Asimismo, el divorcio puede ge-
nerar un deterioro en el normal funcionamiento de la
dinámica personal y laboral e interferir con las rutinas y
hábitos sociales.
Algunos factores sociodemográficos como el nivel
educativo y el nivel de ingresos pueden mostrar diferen-
cias en el nivel de resiliencia.
Según Delgado (2014), para la Fundación para
la Educación Superior y el Desarrollo (FEDESARRO-
LLO), el nivel educativo se ha dividido en cuatro niveles:
la educación preescolar, la educación básica, la educa-
ción media y la educación superior. Martínez (2011) en
su estudio “La educación para una sociedad resiliente”,
indica que la resiliencia constituye una competencia
personal imprescindible para afrontar con éxito las si-
tuaciones y experiencias dolorosas y problemáticas, pro-
poniendo que el sistema educativo y las familias deben
ser responsables de la educación de la competencia en
resiliencia. La resiliencia así concebida se convierte en
una meta-competencia crítica y transversal en los tiem-
pos actuales, que debe abordarse en todos los niveles de
la educación, desde la educación infantil hasta la uni-
versidad.
Por otro lado, Cabrera, González, Vargas y Franco
(2012), en su investigación, encontraron que los proble-
mas académicos como el bajo rendimiento, el fracaso y
la deserción escolar tienen una relación directa con la
conducta transgresora o antisocial en menores de edad
con dificultades en el desarrollo de habilidades cogniti-
vas, lo cual contribuye, como factor de vulnerabilidad, a
la conducta delictiva en la adolescencia y, posteriormen-
te, a lo largo del ciclo vital. De otra manera, un mayor
nivel educativo puede promover habilidades cognosciti-
vas tendientes a una mejor adaptación al medio y, por
tanto, la capacidad de enfrentar las situaciones adversas
que este provee.
En su estudio, Baum (2003) expone que existe
una serie de elementos que mediatizan la adaptación de
las parejas ante un divorcio, dentro de ellos se destaca el
nivel socioeconómico y educativo de los cónyuges, en-
contrando al respecto que a mayor estatus socioeconó-
mico y nivel educativo de los involucrados, mejor fue la
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forma en que ambos cumplían sus funciones parentales
y cooperaban entre ellos.
Por su parte, los ingresos económicos hacen refe-
rencia a todas las entradas monetarias que percibe una
persona, una familia, una empresa, una organización,
un gobierno. De acuerdo con Amato (2000) en cuanto
a los efectos del divorcio y los factores de riesgo y a las
diferencias por género, las mujeres presentan mayores
consecuencias económicas, ya que perciben que su nivel
de vida disminuye, lo cual parece estar relacionado con
historias laborales generalmente más discontinuas, un
mayor conflicto trabajo-familia y la discriminación labo-
ral y salarial. Por su parte, Morgado, Gonzales y Jiménez
(2003), citados por López (2009), encontraron que el
70 % de las familias monoparentales (generalmente
constituidas tras el divorcio y encabezadas por una mu-
jer) no contaban con ingresos suficientes.
La mayor probabilidad de que cualquiera de los
cónyuges pida el divorcio ocurre cuando sus ingresos
económicos son casi iguales y son pocas las obligaciones
financieras recíprocas (Rogers, 2004).
Continuando con lo expuesto, un estudio que
mide la incidencia de factores como sexo, edad, ingreso,
estado civil y norma de grupo respecto a la actitud ha-
cia el aborto inducido obtuvo entre sus resultados emo-
ciones negativas hacia la probabilidad de llevar a cabo
la solicitud de interrupción del embarazo. Además, la
desaprobación parece incrementarse en mujeres, adultas
jóvenes, con ingresos económicos que superan el míni-
mo y en proceso de separación o divorcio, así como en
aquellas pertenecientes a grupos liberales o progresistas,
según García, Carreón, Hernández, Bautista y Méndez
(2012). Es decir, con mayores ingresos económicos al mí-
nimo legal vigente existe una menor probabilidad de in-
terrumpir el proceso de embarazo y afrontar de manera
adecuada la nueva experiencia.
En este orden de ideas, la pregunta que guía este
estudio es: ¿existen diferencias significativas en los facto-
res de resiliencia en medio del divorcio respecto al nivel
educativo e ingresos económicos?
Método
Tipo de investigación
Estudio cuantitativo transversal, descriptivo. Con
el fin de responder a las preguntas de investigación se co-
rrieron Análisis de Varianza (ANOVA) y la interacción
de las variables demográficas, nivel educativo e ingresos
económicos.
Participantes
Se contó con 139 personas de nacionalidad co-
lombiana que se habían divorciado en un periodo no
mayor a tres años (según Sabatelli & Ripoll (2004), el
duelo del divorcio dura aproximadamente tres años)
y que tuvieran al menos un hijo, 77 (55,4 %) de sexo
femenino y 62 (44,6 %) de sexo masculino. Para el ni-
vel educativo, los participantes se organizaron en dos
grupos así: grupo 1: estudios de primaria, secundaria y
media con 48,2 %; grupo 2: algunos estudios universita-
rios, pregrado y posgrado con 51,8 %. Para los ingresos
económicos, el primer grupo se conformó con las perso-
nas que tienen ingresos económicos hasta $1.800.000
y que corresponde al 60,4 %; el segundo grupo corres-
ponde a personas con ingresos económicos superiores a
$1.800.000, que equivale al 39,6 % de los participantes.
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ANÁLISIS DE LA RESILIENCIA EN PERSONAS DIVORCIADAS, SEGÚN SU NIVEL EDUCATIVO E INGRESOS ECONÓMICOS
167
Instrumentos
Se diseñó un cuestionario que recogía informa-
ción sobre el sexo del participante, el nivel educativo,
los ingresos económicos, entre otras variables demográfi-
cas, así como se aplicó la Escala de Resiliencia Mexicana
RESI-M, desarrollada por Palomar y Gómez (2010). Esta
escala se compone de 43 ítems divididos en cinco facto-
res: Fortaleza y confianza en sí mismo, (α = .92); compe-
tencia social, (α = .87); apoyo familiar, (α = .87); apoyo
social, (α = .84); y estructura, (α = .79). Para efectos de
este estudio, en el factor competencia social el alpha fue
de .89; apoyo familiar, alpha de .90; apoyo social, alpha
de .88 y en el factor estructura, alpha de .73. En el factor
fortaleza y confianza en sí mismo se obtuvo el mismo ni-
vel de confiabilidad que en la escala original. La resilien-
cia total es el promedio de todos los factores nombrados
anteriormente.
Procedimiento
Para la recolección de la información se diseñó
una aplicación para Internet desde Google Application
con el objetivo de recibir los cuestionarios en línea, lo-
grando así reducir el margen de error y garantizando
mayor confidencialidad de los datos. Los participantes
se contactaron a través de la estrategia “bola de nieve”
que busca contactar un participante a través de otro. Se
explicaron los objetivos del estudio y que la información
sería utilizada de manera confidencial y anónima, solo
para los fines de la investigación. La participación fue
voluntaria con previa firma del consentimiento infor-
mado.
Resultados
Los análisis de datos se corrieron a través del pro-
grama SPSS versión 21.
En primer lugar, se analizaron los estadísticos des-
criptivos de las variables de resiliencia del estudio.
Tabla 1. Estadísticos descriptivos de las variables de estudio
Fortaleza y
confianza
en sí mismo
Compe-
tencia
social
Apoyo
familiar
Apoyo
social
Estructura Resiliencia
total
3,39(.44) 3,23(.56) 3,41(.58) 3,54(.47) 3,15(.52) 3,34(.37)
Nota: Media (Desviación estándar)
La Tabla 1 muestra que los participantes del es-
tudio obtuvieron el puntaje más alto en apoyo social,
seguido por apoyo familiar. En contraste, la media más
baja se obtuvo en estructura, es decir, en la organización
y el orden de la vida de las personas a partir de las reglas
y las actividades que llevan a cabo.
Análisis de diferencias de medias en la resiliencia
de acuerdo con el nivel educativo
Se encontraron diferencias significativas según el
nivel educativo en competencia social (F(1,138) = 4.51;
p=.03), es decir, las personas con estudios universitarios
y de posgrado (M=3,33) muestran mayores habilidades
en equilibrarse con los otros y con su ambiente que las
que tienen estudios básicos (M=3,13). Asimismo, se en-
contraron diferencias en apoyo social (F(1,138) = 6.55;
p=.01), es decir, las personas de educación universitaria
y posgrado (M=3,64) presentan mayor nivel de apoyo de
los amigos que los de educación básica (M=3,43).
No se encontraron diferencias en la fortaleza y
confianza en sí mismo (F(1,138)=1.69; p=.19), tampo-
co hubo diferencias significativas en apoyo familiar
(F(1,138) =.004; p=.95), en estructura (F(1,138) =.34;
p=.56), ni en la resiliencia total (F(1,138) =3.08; p=.08).
Esto quiere decir que las personas con nivel educativo
básico y nivel educativo universitario pueden contar con
fortaleza y confianza en sí mismas, con apoyo familiar,
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VICTORIA EUGENIA CABRERA-GARCÍA, KARLA TATIANA CASAS ROJAS, SANDRA LILIANA PARDO HERNÁNDEZ, DIANA MARGARETH RODRÍGUEZ MARTÍNEZ
168
capacidad de organizarse en sus tareas y rutinas, como
en su resiliencia total.
Análisis de diferencias de medias en la resiliencia de
acuerdo con los ingresos económicos
Se encontraron diferencias significativas en forta-
leza y confianza en sí mismo (F(1,138) =12,78; p=.000),
es decir, que las personas que tienen ingresos econó-
micos superiores a $1.800.000 evidencian mayores ni-
veles de aceptación de sí mismo y consecución de lo-
gros (M=3,55), en contraste con los que cuentan con
ingresos económicos inferiores a $1.800.000 (M=3,29).
En competencia social (F(1,138) =9,79; p=.002), los re-
sultados demuestran que las personas agrupadas en los
ingresos económicos superiores a $1.800.000 presentan
mayores competencias para equilibrarse a las personas
de su entorno (M=3,41), en contraste con los que ga-
nan hasta $1.800.000 (M=3,11). En cuanto el apoyo fa-
miliar (F(1,138) =6,92; p=.009), también se encontraron
diferencias significativas para las personas que tienen
ingresos económicos mayores a $1.800.000 (M=3,57),
es decir, que existe mayor lealtad entre la familia en con-
traste con las personas que tienen ingresos económicos
menores a $1.800.000 (M=3,31). En cuanto a estructura
también se obtuvieron resultados significativos (F(1,138)
=9,76; p=.002) al observarse que las personas que tie-
nen ingresos económicos por encima de $1.800.000
dan continuidad a sus proyectos de vida (M=3,32), en
contraste con las personas que tienen ingresos econó-
micos por debajo de $1.800.000 (M=3,04). Respecto al
nivel de resiliencia total también se encontraron dife-
rencias significativas (F(1,138) =15,77; p=.000), es decir,
entre las personas con ingresos económicos superiores a
$1.800.000 (M=3,49) y las personas con ingresos econó-
micos menores a $1.800.000 (M=3,25).
No se encontraron diferencias significativas en
apoyo social (F(1,138) =2.95; p=.088), es decir, que las
personas con ingresos económicos inferiores y superio-
res a $1.800.000 obtuvieron apoyo de sus amigos en su
proceso de divorcio.
Efecto de interacción entre nivel educativo
e ingresos económicos en las distintas
dimensiones de la resiliencia
En cuanto a la fortaleza y confianza en sí mismo
se encontró un efecto de interacción entre el nivel edu-
cativo y el nivel de ingresos (F(3,138) =5.39; p=.02), α2
=.038, es decir, que las personas con un nivel educati-
vo básico y que ganan más de $1.800.000 (M=3.67) de-
muestran mayores niveles en esta dimensión, seguidos
por los que tienen una educación universitaria y ganan
más de $1.800.000 (M=3.49). Le siguen los que tienen
educación universitaria y ganan menos de $1.800.000,
(M=3.38) y, finalmente, los que tienen educación básica
y ganan menos de $1.800.000 son los que demuestran
menor fortaleza y seguridad en sí mismos (M=3,22) (ver
Figura 1).
No se encontró un efecto de interacción entre el
nivel educativo e ingresos económicos en el resto de fac-
tores de la resiliencia.
Figura 1. Efecto de interacción entre el nivel educativo
e ingresos económicos en la Fortaleza y confianza en sí
mismo
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Discusión
El objetivo del estudio fue identificar los niveles
de resiliencia en personas divorciadas de acuerdo con
el nivel educativo y los ingresos económicos. Los resul-
tados evidenciaron que sí existen diferencias significati-
vas según las variables sociodemográficas estudiadas en
cuanto al nivel de resiliencia en medio del divorcio.
Las personas con estudios universitarios de pre-
grado y/o posgrado presentaron mayores niveles de re-
siliencia en competencia social y apoyo social que las
que tienen educación básica, es decir, que poseen más
capacidades para interactuar exitosamente con otras
personas y con su ambiente, así como mayor apoyo de
sus amigos, recursos que proporcionan comunicación,
solidaridad y confianza en medio del divorcio. No se
trata solo de contar con personas, sino que estas se
caracterizan porque pueden ayudar y dar aliento. Este
resultado concuerda con lo encontrado por Cabrera
et al. (2012), quienes consideran que las personas con
mayor nivel educativo tienen mejor adaptación ante las
adversidades. Siguiendo las ideas de Martínez (2011) y
Grotberg (2003), y en línea con los resultados de esta
investigación, las personas divorciadas pueden desarro-
llar competencias sociales y contar con apoyo social para
hacer frente a su proceso de separación e, incluso, ser
transformadas positivamente por este. Aunque los resul-
tados están dirigidos a las personas de alto nivel educati-
vo, también se podría trabajar, desde edades tempranas,
con personas de bajo nivel educativo con el objetivo de
fomentar procesos de resiliencia en ellas.
Los aportes de Kotliarenco et al. (1997), que ha-
cen énfasis en los estudios de Bradley, Whiteside, Mun-
dfrom, Casey, Kelleher y Pope (1994) sobre los riesgos
de los niños y niñas con dificultad económica, quienes
son más propensos a contraer enfermedades físicas con
más frecuencia y presentar deficiencia en el apoyo social;
coinciden con los resultados del presente estudio. Es de-
cir, los resultados permiten afirmar que los niveles de
resiliencia son altos en las personas que tienen mayores
ingresos económicos, como se evidencia en este estudio,
en la fortaleza y confianza en sí mismo, en la competen-
cia social, el apoyo familiar, la estructura y la resiliencia
total. Esto quiere decir que son personas que a pesar de
afrontar la crisis del divorcio tienen claridad sobre sus
objetivos, presentan un equilibrio social con buen ajuste
emocional, existe lealtad entre la familia, hay continui-
dad en los hábitos y rutinas sociales, en contraste con las
personas que tienen menos ingresos económicos. Esto
lleva a pensar que un buen nivel de ingresos económicos
puede ayudar a enfrentar una situación adversa como el
divorcio. Algunos investigadores explican que, en medio
del divorcio, los esposos que poseen pocos recursos eco-
nómicos experimentan una disminución en su felicidad.
A su vez, los asuntos económicos tienden a ser una causa
importante de ruptura matrimonial (Rogers, 2004).
Por otro lado, fue interesante analizar que los in-
gresos económicos y el nivel educativo de las personas
jugaron, simultáneamente, un papel significativo en el
nivel de resiliencia en medio del divorcio. Es decir, que
el efecto de los ingresos económicos en la fortaleza y con-
fianza en sí mismo, indicadores de resiliencia, depende
de los niveles de formación educativa de las personas,
quienes se sienten competentes y eficientes al afrontar
el divorcio de acuerdo con su nivel de ingresos y nivel
educativo, simultáneamente.
Los resultados de este estudio abren un debate
interesante en la psicología y en el análisis de las situa-
ciones adversas. La cuestión por analizar consiste en si
las personas pueden hacer frente al divorcio y ajustarse
a este gracias a un alto nivel de ingresos económicos, a
contar con características de resiliencia o gracias a un
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alto nivel educativo. Como lo explica Grotberg (2003),
es necesario contar con factores protectores en medio de
la vivencia de una adversidad, en este caso el divorcio.
Sería interesante continuar este debate en futuras inves-
tigaciones con el fin de analizar el peso o la importancia
de estos factores sociodemográficos en el afrontamiento
de este evento adverso, y considerar el papel que juegan
otros factores como las características de personalidad
del divorciado, el sexo o el cargo laboral en el que tra-
baje.
Estos resultados pretendieron contribuir al cono-
cimiento y estudio del fenómeno del divorcio desde la
Psicología, y así iluminar otras disciplinas en el estudio
de este evento. Asimismo, aportar al ejercicio de los pro-
fesionales que trabajan con parejas que están viviendo
procesos de divorcio, con el fin de fortalecer sus niveles
de resiliencia de manera intrapersonal en cada una de
las dimensiones contempladas por Palomar y Gómez
(2010).
Se sugiere ampliar en próximas investigaciones as-
pectos como las estrategias de afrontamiento de cara al
divorcio, realizar estudios cualitativos para profundizar
y comprender este evento en la vida de las personas, así
como elaborar programas preventivos y de intervención
para promover la resiliencia de las personas desde los
niveles básicos de educación, que permitan desarrollar
habilidades que contribuyan a enfrentar diferentes situa-
ciones adversas que puedan ocurrir en la vida.
De esta misma forma, hay un marcado interés
porque los resultados de esta investigación proporcionen
herramientas útiles a las parejas, frente a la comprensión
de la importancia de acceder tanto a la educación básica
como a la educación superior que facilite una mayor for-
mación y la consecución de mayores ingresos económi-
cos para alcanzar niveles más altos de bienestar y calidad
de vida.
Finalmente, se sugiere que desde las diferentes
disciplinas científicas se siga fortaleciendo y profundi-
zando en el estudio de la resiliencia desde una metodo-
logía cuantitativa y cualitativa, con el fin de enfrentar las
diferentes adversidades que se puedan presentar en el
matrimonio y en la familia.
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