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diAnA mArcelA cruz, AlexAndrA puentes suárez
Psicogente, 20 (38): pp. 268-281. Julio-Diciembre, 2017. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X
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Introducción
El término Burnout es un concepto anglosajón
que ha sido usado para referirse a situaciones de estar
quemado, desgastado, exhausto y haber perdido la ilu-
sión por el trabajo. Aunque en los últimos tiempos se le
ha dado mayor importancia al estudio de este síndrome,
es necesario tener en cuenta que su origen se dio aproxi-
madamente cincuenta años atrás, en 1967.
Es a Freudenberger (1974) a quien se le atribuye el
origen del concepto Burnout. Este médico refirió que el
síndrome se caracteriza por una serie de síntomas físicos
y psicosociales no específicos, asociados a características
del trabajo relacionadas con horarios variables, jorna-
das extensas, mala remuneración salarial y contextos
sociales altamente exigentes. Los criterios expuestos por
Freudenberger se basaron en evidencias de casos reales
de voluntarios del área asistencial de una clínica, quie-
nes manifestaban progresiva pérdida de energía, desmo-
tivación, falta de interés por el trabajo, agotamiento y
síntomas de ansiedad y depresión (Moreno, González y
Garrosa, 2001; Rodríguez M., Rodríguez R., RiverosA.,
Rodríguez M. y Pinzón J., 2010).
Años después, el síndrome de Burnout es defini-
do por Gil-Monte (2001) como una respuesta al estrés
laboral crónico, integrado por actitudes y sentimientos
negativos hacia los compañeros de trabajo y hacia el pro-
pio rol profesional. Según lo planteado por este mismo
autor, el síndrome no debe identificarse con estrés psico-
lógico, debe ser entendido como una respuesta a fuentes
de estrés crónico (estresores). Tal respuesta aparece cuan-
do las estrategias que usualmente ha utilizado la persona
no son suficientes para manejar la situación estresante a
la que se está o se ha estado expuesto por mucho tiempo
(Unda, 2010; Agudelo et al., 2011).
Según Hermosa (2006), ante el desequilibrio en-
tre las exigencias del entorno laboral y los recursos per-
sonales percibidos por el trabajador o estrategias para
afrontar la situación, se producen efectos negativos o
indicios en la salud física y mental, y en el comporta-
miento del trabajador.
Al hablar de síntomas, se hace alusión a esos fe-
nómenos que revelan una enfermedad o que muestran
indicios de una cosa que va a suceder o está sucediendo;
desde esta perspectiva, al síndrome de quemarse por el
trabajo, tal como lo reflejan las investigaciones y la lite-
ratura, están asociados más de 100 síntomas que afectan
emociones, cogniciones, actitudes, conductas y el siste-
ma fisiológico del individuo (Gil-Monte, 2011). En cuan-
to a síntomas físicos se pueden identificar: cansancio,
insomnio, alteraciones gastrointestinales, taquicardia,
hipertensión arterial, cefalea, irritabilidad, dificultades
respiratorias, alteraciones en la alimentación e incluso
existe un mayor riesgo de enfermedades coronarias (Gil-
Monte, 2011). Según Paine (1982), se presentan altera-
ciones funcionales en casi todos los sistemas del organis-
mo (nervioso, inmune, endocrino). Con relación a los
síntomas psicológicos, se asocian con insatisfacción en
el trabajo, depresión, ansiedad, tensión, ideas de fracaso
profesional, falta de ilusión o motivación por el traba-
jo, bajo rendimiento laboral, ausentismo, sentimientos
de frustración y descontento, inestabilidad emocional,
ideas negativas sobre sí mismo, baja autoestima y rigidez
en las relaciones con otras personas, además de la falta
de compromiso laboral y en algunos casos abuso de sus-
tancias (Caballero, 2005; Rodríguez et al., 2010; Bareño,
Berbesi y Montoya, 2010; Agudelo et al., 2011).
El trabajador que presenta Burnout tiene una
afectación en su vida familiar, social y en el desempeño
laboral (Cogollo et al., 2010). A nivel familiar se puede