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Psicogente, 20 (38): pp. 308-319. Julio-Diciembre, 2017. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X
http://revistas.unisimon.edu.co/index.php/psicogente
Introducción
La Oficina de las Naciones Unidas contra la
Droga y el Delito (UNODC, 2014) sostiene que el uso
de sustancias psicoactivas ha aumentado en los últi
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mos años, hasta el punto de haberse convertido en un
problema de salud pública alarmante. El consumo cre
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ce en la medida en que surgen nuevos tipos de sustan-
cias, formas de uso y comercialización; sin embargo,
las cifras son imprecisas, pues resulta difícil conocer
los datos, sobre todo en contextos de comercialización
como la web. Entre el 3,4 % y el 6,6 % de la población
mundial entre 15 y 64 años de edad ha consumido
alguna droga ilícita en algún momento de su vida, es
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pecialmente sustancias del grupo de cannabis (2,6 % y
5,0 %), opioides (0,3 % y el 0,4 %), estimulante de tipo
anfetamínico (0,3 % a 1,2 %), heroína (0,3 % al 0,5 %)
y cocaína (0,3 % a 0,4 %) (UNODC, 2014).
En un acercamiento al consumo de drogas en
América Andina, la Comisión Interamericana para el
Control del Abuso de Drogas de la Organización de
los Estados Americanos desde la Comunidad Andina
(2012) evidenció que la marihuana es la droga de ma-
yor consumo (69,06 %) en Bolivia, Colombia, Ecuador
y Perú, al igual que en Chile (Observatorio Chileno
de Drogas, 2013) y España (Hernández et al., 2009; Ji-
ménez, Beamonte, Marqueta, Gargallo & Nerín de la
Puerta, 2009; Observatorio Español de la Droga y las
Toxicomanías, 2011; Basurto López García & Molina,
2011). No obstante, existe una variación en cada país
sobre la segunda sustancia de alto consumo, siendo esta
los hongos alucinógenos en Bolivia, Dietilamidade +Áci-
do Lisérgico (LSD-25) en Colombia, cocaína en Ecua-
dor e inhalantes en Perú (Comunidad Andina, 2012).
Además, Colombia presenta la mayor tasa de consumo
y facilidad de adquisición de marihuana (Salazar & Arri-
villaga, 2004; Trujillo, Forns & Pérez, 2007; Montoya,
Cunningham, Brands, Strike & Miotto, 2009), en tanto
que los jóvenes de nuestro país poseen la menor percep-
ción de riesgo sobre el consumo de la droga, contrario a
lo que sucede en Bolivia, donde los jóvenes tienen una
alta percepción de riesgo respecto el consumo frecuente
de la sustancia, aunque de manera irónica, cuentan con
la tasa más alta de abuso y dependencia a pesar de tener
menor acceso a (Ministerio de Salud y Protección Social,
2011).
Según la American Psychiatric Association (2013),
el término droga posee un uso variado, puesto que, en
medicina, se refiere a las sustancias destinadas a preve-
nir o curar una enfermedad y aumentar la salud física o
mental; en farmacología, se entiende como un tipo de
sustancias químicas que alteran los procesos fisiológicos
y bioquímicos de los tejidos que componen un organis-
mo; sin embargo, las sustancias autoadministradas y uti-
lizadas con fines no médicos sino por sus efectos en los
procesos mentales, se denominan sustancias psicoacti-
vas, ilegales unas, como marihuana, cocaína, opio, entre
otras, y otras legales, como tabaco y alcohol, capaces de
producir cambios en la percepción, conciencia, estado
de ánimo y comportamiento del consumidor (American
Psychiatric Association, 2013).
Villalobos et al. (2011) explican que los efectos de
las sustancias psicoactivas son diversos y dependen del
tipo de sustancia, como también de la cantidad o fre-
cuencia de consumo. Eso sí, todas pueden provocar sen-
saciones placenteras de euforia o desesperación y hacen
que el consumidor incremente sus niveles de utilización
para eliminar efectos desagradables que provienen del
inacceso a ellas.
La Organización Mundial de la Salud (2010) sos-
tiene que una variedad de sustancias psicoactivas pueden