Psicogente, 20 (38): pp. 398-409. Julio-Diciembre, 2017. Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, Colombia. ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X
http://revistas.unisimon.edu.co/index.php/psicogente
* Factores psicosociales en el dolor osteomuscular en adultos mayores. Un estudio Cultural.
1. Doctoranda en Psicología, Coordinadora de la Especialización Psicología Clínica, Universidad Pontificia Bolivariana. Email: ara.cerquera@ upb.edu.co.
http://orcid.org/0000-0002-6773-1495
2. Doctoranda en Psicología Clínica y de la Salud, Vicerrectora académica de la Universidad Pontificia Bolivariana. Email: anafernanda.uribe@ upb.edu.co
http://orcid.org/0000-0002-7275-5336
3. Psicólogo Universidad Pontificia Bolivariana. Email: yeferson.camacho@hotmail.com. http://orcid.org/0000-0002-3900-1583
4. Psicóloga Universidad Pontificia Bolivariana. Email: heidy.correa22@hotmail.com. http://orcid.org/0000-0002-5629-754X
Resumen
Objetivo: En la medida que la población va envejeciendo, la presencia de enfermedades crónicas,
dolores y discapacidades va aumentando; estas afecciones cuentan con un bajo pronóstico de
cura, lo cual lleva a complicaciones en el desempeño de las actividades de la vida diaria, dificul-
tando la independencia y la autonomía de quien las padece. Actualmente más de 868 millones
de personas superan los 60 años. Se habla de casi un 12 % del total de la población mundial, y
para el año 2050, se estima que haya un incremento del 21 %, equiparando el porcentaje de los
menores de 15 años. Esta proyección supone nuevos retos sociales y una respuesta del sistema de
salud, que permita favorecer entre los envejecidos, procesos de adaptabilidad y crecimiento psi-
cosocial. Objetivo: Identificar la asociación existente entre la dependencia funcional entendida
como aquella condición de imposibilidad por deterioro físico y cognitivo, que tiene el sujeto
para valerse por sus propios medios y el dolor al cual hace referencia, aquella experiencia senso-
rial y emocional desagradable causada por injuria real o potencial a un tejido. Método: Para el
presente artículo se efectuó una búsqueda bibliográfica en bases de datos como Redalyc, Google
académico, Ebsco, Medline, entre otras, donde fueron seleccionados 60 artículos que estuviesen
incluidos en revistas indexadas. Resultados: Se encuentra una gran prevalencia de estudios que
reportan que el envejecimiento asociado al dolor evidencia mayor nivel de dependencia funcional
en el adulto mayor.
Abstract
Objective: The presence of chronic diseases and increased pain and disability suggest a poor prog-
nosis for rehabilitation. This prognosis tends to generate complications in performing routine
activities; and restraint in individual independence and autonomy is evident in most of the cases
as the population ages. Currently more than 868 million people are over 60 years and they make
up almost 12 % of the total world population. By 2050, it is estimated that there will be a 21 %
increase in relation to the percentage of children under 15. This data implies that new social chal-
lenges and health care system response subserve elderly processes of adaptability and psychosocial
growth in order to generate a range of resources for the elderly to cope health problems which
affect their quality of life. To identify the association between functional dependence understood
as the condition of physical impossibility and cognitive impairment elderly people have in carry-
ing out everyday tasks and pain related to “sensory experience and unpleasant emotional injury
caused by real or potential tissue. Methodology: The literature review submitted in this paper was
retrieved from databases such as Redalyc, Google Scholar, Ebsco, Medline Databases, etc., and 60
items included in indexed journals were selected. Results: As a result, a high prevalence of studies
reporting that aging was associated with a higher level of functional dependency in the elderly.
Palabras clave:
Dependencia funcional, Dolor,
Adulto mayor, Enfermedades crónicas.
Key words:
Functional dependency, Chronic pain,
elderly, Chronic diseases.
Referencia de este artículo (APA):
Cerquera, A., Uribe, A., Matajira, Y. & Correa, H. (2017). Dependencia funcional y dolor crónico asociados a la calidad de vida del adulto
mayor. Psicogente, 20(38), 398-409. http://doi.org/10.17081/psico.20.38.2561
Dependencia funcional y dolor crónico asociados
a la calidad de vida del adulto mayor*
Functional dependence and chronic pain associated with the quality
of life among the elderly
Recibido: 16 de septiembre de 2016/Aceptado: 15 de marzo de 2017
http://doi.org/10.17081/psico.20.38.2561
Ara Mercedes Cerquera Córdoba
1
, Ana Fernanda Uribe Rodríguez
2
,
Yeferson Jhair Matajira Camacho
3
, Heidy Vanessa Correa Gómez
4
Universidad Pontificia Bolivariana, Colombia
resultAdo de revisión
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ArA mercedes cerquerA córdobA, AnA fernAndA uribe rodríguez, yeferson JHAir mAtAJirA cAmAcHo, Heidy vAnessA correA gómez
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Introducción
El ser humano pasa por diferentes etapas durante
toda su vida, una de ellas es la vejez, la cual se caracte
-
riza por ser “natural, continua, progresiva, universal, di-
námica, irreversible, declinante, heterogénea, y hasta el
momento inevitable” (Moya-Faz, 2012, p.32). Este, al ser
un hecho en común para todos, se convierte en un claro
objetivo de estudio, ya que la esperanza de vida ha ido en
aumento, superando actualmente los 70 años (Organiza
-
ción Mundial de la Salud, 2015) y evidenciándose que
para los años 2000 al 2050, la cifra de los habitantes ma
-
yores de 60 años se habrá duplicado, pasando del 12 % al
22 % alcanzando a los 2.000 millones en tan solo medio
siglo (Organización Mundial de la Salud, 2015).
Esta cifra resulta alarmante y más cuando se esti-
ma que del 58 al 70 % de la población mayor de 65 años
sufre algún dolor (Hernández, 2008). Lo anterior con-
cuerda con los postulados de Aranda, Alquézar, Terrer
& Botaya (2009); Covarrubias-Gómez, Guevara-López,
Gutiérrez-Salmerón, Betancourt-Sandoval, & Córdova-
Domínguez (2010); Menéndez et al. (2005) quienes re-
fieren que diversos estudios han reportado el dolor y las
afecciones asociados, entre los más destacados padeci-
mientos de esta etapa de la vida y uno de los principa-
les motivos de consulta en atención primaria (Calsina-
Berna, Millán, González-Barboteo, Díaz & Sales, 2011).
En Colombia por ejemplo, el 64,5 % de las personas de
edad avanzada padecen algún tipo de dolencia (Colpren-
sa, 2015). Lo anterior se puede confirmar en la investi-
gación realizada por la Asociación Colombiana para el
Estudio del Dolor, quienes trabajando en once ciudades
del país en el año 2014 con una muestra 1.583 sujetos
hallaron que el 29,4 % de los encuestados mayores de
55 años y el 64,5 % de la población en general, presentó
algún tipo de dolor (Guerrero & Gómez, 2014).
Como concepto, el dolor tiene múltiples defi-
niciones. Desde la Asociación Internacional para el Es-
tudio del Dolor Crónico, este se define como aquella
“experiencia sensorial y emocional desagradable causada
por injuria real o potencial a un tejido” (Barbosa et al.,
2014, p.1010). Dentro de sus múltiples características po-
demos encontrar que este puede ser continuo, recurren-
te, de intensidad leve a fuerte y durar más de 6 meses.
Por otro lado para autores como Zas, Rodríguez y Silva,
(2013, p.42) este puede ser afectado por un “componen-
te subjetivo, por las emociones que se producen durante
su percepción” lo cual está asociado a los postulados de
Vargas y Pinzón (2013) quienes refieren que su percep-
ción responde también a factores de índole genético y
cultural.
A pesar de que aún no es clara la prevalencia del
dolor en relación al sexo, diversas investigaciones men-
cionan diferencias fisiológicas, anatómicas, neurales,
hormonales, psicológicas y socioculturales que al eva-
luarlos concluyen que la mujer reporta con mayor asi-
duidad dolor y presenta un umbral más bajo respecto
a los hombres (Carneiro de Araújo, Ashmawi & Posso,
2011; Gutiérrez & Gutiérrez, 2012). Sin embargo para
Teniza (2011), cabe resaltar, que uno de los avances con
mayor relevancia en el estudio y tratamiento del dolor,
ha sido el entendimiento adquirido, que respecta a la
forma de evaluarlo y medirlo, puesto que entre una de
las pautas adecuadas para su tratamiento se encuentra
su medición, válido tanto para los ensayos clínicos de
técnicas analgésicas, como para la práctica clínica.
Con base en lo anterior, en el presente artículo
se hará una revisión sobre la asociación existente entre
la dependencia funcional entendida como aquella con-
dición de imposibilidad por deterioro físico y cognitivo,
que tiene el sujeto para valerse por sus propios medios
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dependenciA funcionAl y dolor crónico AsociAdos A lA cAlidAd de vidA del Adulto mAyor
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en la realización de tareas cotidianas y el dolor siendo
este uno de los causantes de las alteraciones funcionales
presente en los adultos mayores (Gutiérrez, 2008).
Método
Diseño
El presente estudio fue llevado a cabo mediante
una revisión sistemática de la literatura, en la que se
realizó una identificación, selección y análisis de la pro-
ducción científica a través de los siguientes criterios: 1)
Publicaciones en el formato de artículo y libros; 2) Pu-
blicaciones resultantes de estudios empíricos y teóricos;
3) Publicaciones referentes al período de los años 2006 y
2015; 4) Publicaciones disponibles en las bases de datos
Scientific Electronic Library Online (Scielo), Redalyc,
Ebsco, Science Direct, Google Académico. Fueron adop-
tados los descriptores de búsqueda en la lengua españo-
la e inglesa sobre los siguientes términos dependencia
funcional, dolor, adulto mayor y enfermedades crónicas.
Solo los artículos que cumplían con estos criterios fue-
ron incluidos en la revisión para un total de 62 artículos
revisados sobre la temática abordada
Dependencia funcional
La prevalencia del dolor junto a las pérdidas aso-
ciadas al envejecimiento, crean en la población mayor
una serie de cambios a nivel físico, sensorial o cognosci-
tivo, que provocan el deterioro de las capacidades funcio-
nales generando, en ciertos casos, una dependencia fun-
cional (Araña-Suárez, 2011), entendida como un estado
que imposibilita al sujeto por razones asociadas a la falta
o deterioro de autonomía física, psíquica o intelectual,
a valerse por sus propios medios para realizar las tareas
cotidianas como lo son, bañarse, caminar, ir al baño,
levantarse de la cama, contestar el teléfono…, entre otras
(Manrique-Espinoza, Salinas-Rodríguez, Moreno-Tama-
yo & Téllez-Rojo, 2011; Bertone, Torres & Andrada
2014). Asimismo autores como Jiménez-Caballero, et al.
(2012) consideran que para comprender el concepto de
dependencia funcional es necesario hacer énfasis en tres
componentes que la definen 1) Las actividades básicas
de la vida diaria (ABVD), relacionadas a la capacidad de
autocuidado como entender y ejecutar tareas sencillas
que dotan al individuo de independencia para llevar a
cabo labores que le permitan vivir sin ayuda continua. 2)
Las actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD),
las cuales son más complejas y están encaminadas a po-
sibilitar la relación con el entorno; entre esta categoría
se encuentra el uso de los medios de transporte, prepa-
rar la comida, realizar compras…, entre otras. 3) El com-
ponente relacionado con la marcha y el equilibrio, dos
factores asociados a la motricidad (Jiménez-Caballero et
al., 2012).
Ahora bien, cabe resaltar que el estado de depen-
dencia puede ser desencadenante de alguna enfermedad,
dolor permanente, o bien de un proceso degenerativo,
que al ser grave o duradero proporciona al organismo
una serie de afecciones, provocando en sí, la alteración
del funcionamiento normal y con esto, la incapacidad
de llevar a cabo las tareas cotidianas (Barrios, Castilla,
Montero, & Rodríguez, 2011). Por ello, es entendible
que a través de los años exista una mayor posibilidad de
sufrir pérdidas asociadas a la capacidad funcional; no
obstante, la edad no está directamente relacionada con
esta causa, pues el estado de salud en los adultos mayores
es el resultado de múltiples procesos de todo un período
de vida, tales como los hábitos alimenticios, el ejercicio
físico, las actividades de ocio y en general, las conductas
de salud. Sin embargo, en estudios como el de Gázquez,
Pérez, Mercader y Molero (2011), se hace visible una co-
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rrelación positiva entre la edad y el nivel de dependen-
cia, es decir, a medida que aumenta la edad, también
se produce un aumento de la dependencia; argumento
compartido por Segovia y Torres (2011), quienes expo-
nen como causas potenciales del detrimento funcional:
la edad, los factores sociales y las enfermedades; y por
González y Ham-Chande (2007), quienes sustentan que
el detrimento funcional hace alusión a la fase de decli-
nación, la cual pertenece a una etapa del ciclo de vida,
en donde el individuo experimenta mayor dependencia
y deterioro acelerado, este a su vez se incluye dentro del
concepto de envejecimiento funcional, que generalmen-
te se presenta entre los individuos de 60, 65 o más años.
Este rango de edad suele estar asociado a múltiples ano-
malías, que si bien no ocasionan la muerte, están ligadas
a generar una serie de afecciones que estimulan fragili-
dad, incapacidad funcional y dependencia.
En la mayoría de las ocasiones, las situaciones
que originan dependencia, tienen su origen en afec-
ciones de salud entre los de edad avanzada (Moscoso,
2013). Abellán, Esparza y Pérez (2011), al realizar una
categorización de la población española en situación de
dependencia, evidencia que este factor está asociado a
ciertos problemas de salud tales como: las enfermedades
crónicas, degenerativas u otras condiciones, relaciona-
das con la presencia del dolor. De este modo, el 48,7 %
de la población entrevistada manifestó dolor de espalda
y articular.
Dentro de otras características asociadas al pade-
cimiento de dolor en la tercera edad, se pueden identifi-
car afectaciones en los núcleos de interacción primarios
(familia, amigos) y a la sociedad en general. Entre estas
consecuencias se mencionan los síntomas depresivos, el
aislamiento, las alteraciones de sueño y de la cognición,
la desnutrición y las alteraciones funcionales (De An-
drés, Acuña & Olivares, 2014).
Con relación a estudios realizados que trabajaran
sobre la variable dependencia asociada al dolor, Díaz y
Marulanda (2011), Noceda, Moret y Lauzirika (2006),
Soto y Barrios (2012), han demostrado su prevalencia en
la población que supera los 65 años de edad en general.
Se presenta con mayor incidencia en las mujeres, avanza
conforme al paso del tiempo y afecta la calidad de vida
de quienes lo padecen. De igual manera, Arteaga, Santa-
cruz y Ramírez (2011), mencionan el dolor como una de
las causas más frecuentes de disfuncionalidad en el adul-
to mayor, lo cual se asemeja a lo expuesto por Santos-
Alves et al. (2014), quienes declaran una asociación entre
el proceso de envejecimiento, la presencia de enfermeda-
des crónicas y el dolor, como un factor desencadenante
de dependencia funcional, argumento que se valida en
su estudio, donde el 79,8 % de los participantes con
dependencia, refieren sufrir de dolor crónico y tener un
declive en las habilidades para realizar sus tareas, al pun-
to de requerir ayuda de otras personas.
Igualmente, Pinillos y Prieto (2012), expresan que
existe relación entre la dependencia y los antecedentes
médicos; sin embargo, mencionan que afectan en gran
medida para la realización de las ABVD, lo cual difiere
de la investigación planteada por Ávila, Melano, Payette
y Amieva (2007), y por autores como Alves y Rodríguez
(2005), quienes demuestran que las personas que pade-
cen de enfermedades crónicas como: diabetes, osteoar-
trosis o hipertensión, presentan mayor dependencia
en las AIVD y no en las ABVD. Frente a esto, apuntan
Barrantes-Monge, García-Mayo, Gutiérrez-Robledo y
Miguel-Jaimes (2007), que la enfermedad y el deterioro
funcional no presentan una relación directa, puesto que
en muchas ocasiones de una patología menor puede
resultar un deterioro mayor a nivel funcional que una
enfermedad la cual tenga peor pronóstico. Sin embargo,
estos mismos autores mencionan la dependencia funcio-
402
nal como un factor desencadenante o síntoma inicial de
un proceso patológico en los adultos mayores, y que en
algunas instancias puede ser el único síntoma. Por ello,
resulta de gran utilidad realizar una adecuada evalua-
ción de la capacidad funcional, con el fin de orientar in-
tervenciones y su respectivo acompañamiento (Alonso,
Tirado, Van-der, & Rodríguez, 2014).
Ahora bien, al estudiar el impacto que tiene el
dolor sobre la funcionalidad para el desempeño de las
actividades básicas e instrumentales de la vida diaria, se
reporta que el 80 % de los pacientes que lo padecen,
informan que este les ha causado deterioro funcional,
interrumpiendo sus actividades de la vida diaria, y dos
tercios mencionan que padecerlo ha repercutido negati-
vamente en las relaciones personales (Mesas, 2012). Así
mismo, se menciona que los sujetos de 50 a 64 años con
dolor, tienden con mayor frecuencia a presentar disfun-
cionalidad en el desempeño de las ABVD, mientras que
la población mayor de 65 años en las AIVD. Por otra
parte, Barragán, Mejía y Gutiérrez (2007), manifiestan
que hasta el 39,8 % de las personas que padecen dolor
tienen problemas asociados a la funcionalidad para tra-
bajar, leer, escribir, o llevar a cabo labores sencillas del
hogar; y un porcentaje del 10,4 % se ve perjudicado a
mayor escala en el total de sus actividades.
Lo anterior concuerda con lo expuesto por Tho-
mas, Peat, Harris, Wilkie y Croft (2004), quienes mani-
fiestan que el 38,1 % de las personas con dolor se ven
afectadas en el desempeño de sus tareas cotidianas y con
lo encontrado en el estudio de Gónima, Gallo, Fonse-
ca y Ruiz (2013), cuyo objetivo fue conocer las variables
asociadas a dolor crónico en pacientes de consulta exter-
na, obteniendo como resultado que el 61 % manifestó
una disminución para el desempeño del trabajo fuera de
casa, así como el 19 % ha perdido el trabajo y el 13 % ha
cambiado de trabajo debido a las limitaciones causantes
del dolor.
De igual manera, en un estudio realizado por Me-
néndez et al. (2005), el dolor también se reporta como
una de las causas que genera dificultad para realizar
ABVD y AIVD. Entre otras variables se encuentra el de-
terioro cognoscitivo, el cual afecta significativamente al
desempeño de las AIVD debido a que hay una mayor
complejidad para su desarrollo por la constante nece-
sidad del funcionamiento adecuado de la cognición, la
percepción, los sentidos y las habilidades motoras; ma-
teria que a su vez es resaltada en el estudio presentado
por Arnau et al. (2012), en donde se evidencia asocia-
ción entre la capacidad cognitiva y el desempeño de las
AIVD. Además, en la investigación planteada por Do-
rantes-Mendoza, Ávila-Funes, Mejía-Arango y Gutiérrez-
Robledo (2007), la cual pretendía identificar los factores
asociados con la dependencia funcional de ancianos
para realizar actividades básicas e instrumentales de la
vida diaria, se encontró que 521 (7,3 %) de los partici-
pantes son dependientes para realizar al menos una de
las ABVD respecto al 8,4 % que manifestaron depen-
dencia para la realización de AIVD. Respecto al grupo
de dependientes, se evidenció la prevalencia de personas
de mayor edad, mujeres y analfabetas que declararon
haber tenido un número significativamente mayor de
enfermedades crónicas y haber sufrido dolor con mayor
frecuencia respecto a los no dependientes. Además de
esto, reportaron con mayor frecuencia no tener pareja,
ser viudos y tener una percepción de sanidad baja, a
lo que Figuls, Salvà, Bolíbar y Rivero (2012), anuncian
que existe una relación entre la salud autopercibida y la
edad: a mayor edad, los individuos perciben a gran es-
cala cómo disminuye su estado de salud y según Lázaro,
dependenciA funcionAl y dolor crónico AsociAdos A lA cAlidAd de vidA del Adulto mAyor
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Rubio, Sánchez y García (2007), esta percepción tiene re-
lación con el aumento de la dependencia, hecho eviden-
ciado en el estudio de Girón (2010), en donde se halló
peor salud autopercibida en el grupo de dependientes.
De manera que, a medida que “aumenta la percepción
negativa de la salud y la percepción de las limitaciones,
se produce un incremento en el nivel de dependencia
respecto a las actividades básicas e instrumentales” (Gáz-
quez, Rubio, Pérez & Lucas, 2008 p.120).
Calidad de vida relacionada con la dependencia
funcional por dolor
Algunas investigaciones han centrado su interés
en analizar los factores asociados a la disminución de la
calidad de vida del adulto mayor, encontrando así, que
las condiciones asociadas a los déficits de salud, a la fun-
cionalidad y a la autonomía son las variables que pun-
túan más bajo y aún más, cuando limitan la realización
de las actividades de la vida diaria (Estrada et al., 2011).
Por otra parte, Villarreal y Month (2012) señalan que los
ancianos valoran mejor su estado de salud y calidad de
vida más por la presencia de capacidad funcional, que
por la prevalencia de enfermedades.
En relación al concepto de calidad de vida, Real
(2008) lo define como:
El bienestar, felicidad y satisfacción de un individuo,
que le otorga cierta capacidad de actuación, funciona-
miento o sensación positiva de su vida. La calidad de
vida se ve directamente influida por la personalidad y
el entorno en el que vive y se desarrolla el individuo.
Noción eminentemente humana que se relaciona con
el grado de satisfacción que tiene la persona con su
situación física, su estado emocional, su vida familiar,
amorosa, social, así como el sentido que le atribuye a
su vida, entre otras cosas (p.163).
En ese sentido, se trata de un concepto muy am-
plio, influido de alguna manera por el estado físico y psi-
cológico del individuo, sus relaciones sociales, su nivel
de independencia (Guillard, 2009), a su vez se puede ver
afectada por enfermedades crónicas y los dolores asocia-
das a estas, generando total o parcial dependencia, que
en ciertos casos requiere la modificación del estilo de
vida (Achury, Castaño, Gómez & Guevara, 2011).
Igualmente, Arango y Ruiz (2010), mencionan
que para el anciano, hablar en términos de calidad de
vida, suele estar vinculado al mantenimiento de la fun-
cionalidad, cuyos componentes principales son, la inde-
pendencia y la autonomía (Curcio, 2008) y que en caso
contrario, podría traer consigo consecuencias a nivel
individual, familiar y social. Dentro del plano indivi-
dual, se encuentran las enseñadas por Pinillos y Prieto
(2012), quienes refieren la disminución de la autoesti-
ma así como del bienestar autopercibido, que a la vez
funcionan como agentes generadores de maltrato, mar-
ginación y abandono, creando efectos devastadores en la
calidad de vida del adulto mayor. Sin embargo Silva et al.
(2012), exponen que el hecho de presentar dependencia
frente a alguna situación ocasiona mayor vulnerabilidad
y compromete importantes áreas de la vida del anciano,
contribuyendo así, a la disminución del bienestar y la
calidad de vida de los adultos mayores.
En cuanto a las implicaciones a nivel familiar,
se observan cambios significativos de sus hábitos, que
incluso afectan la estructura del hogar, Flores, Rivas &
Seguel (2012), ya que en muchas ocasiones la dependen-
cia de algún integrante conlleva a que un miembro de
ArA mercedes cerquerA córdobA, AnA fernAndA uribe rodríguez, yeferson JHAir mAtAJirA cAmAcHo, Heidy vAnessA correA gómez
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la familia asuma el rol del cuidador, el cual por las ca-
racterísticas propias de la severidad de los síntomas del
adulto mayor puede presentar síntomas como estrés,
agotamiento, percepción de falta de apoyo, pérdida de
motivación y energía, así como sensaciones de soledad,
olvido de sí mismo y deterioro de su salud física y men-
tal (Flores et al. 2012). Al respecto, el estudio de Villa-
rejo, Zamora y Casado (2012), que evaluó la sobrecarga
percibida en cuidadores de ancianos dependientes con
una muestra de 43 sujetos evidenció la presencia de altos
niveles de sobrecarga y de esfuerzo, particularmente en
el 48,9 % de la muestra, dejando entrever que la depen-
dencia y el dolor crónico no solo tiene efectos en quien
los padece.
Finalmente a nivel social, las consecuencias están
relacionadas con el impacto que esta problemática gene-
ra sobre el sistema de salud, puesto que son las perso-
nas mayores quienes superan la asistencia hospitalaria
y el consumo de medicamentos respecto a otros grupos
de edad. Según las estadísticas presentadas por Caro
(2008), el aumento de la población de adultos mayores
es directamente proporcional a las enfermedades dege-
nerativas, crónicas y progresivas, con alto potencial de
discapacidad funcional y trastorno en la esfera cognitiva.
Por tanto, el abordaje y estudio de dichas dificultades,
su comprensión e intervención, permiten dimensionar
de manera adecuada el alcance y las consecuencias aso-
ciadas a estas afecciones, ya que constituye un indicador
de las condiciones de salud y una forma de analizar el
bienestar general de la sociedad. Por lo mismo, se hace
de especial importancia que los pacientes con tales con-
diciones sean atendidos por profesionales integrados en
equipos interdisciplinares, con la debida formación y ex-
periencia en la evaluación y el tratamiento integral del
dolor, en los aspectos médicos, psicológicos y sociales
(Olivares & Cruzado, 2008).
Conclusiones
La revisión del estado actual sobre los temas de
dependencia funcional y dolor crónico, muestran que
estos representan asuntos de prevalencia y demanda
atencional en la población mayor. Sin embargo, se ob-
serva que estas precisiones teóricas no están vinculadas a
las tres variables (dependencia funcional, dolor, calidad
de vida) de manera frecuente en la literatura y biblio-
grafía de habla española. Es decir, se pudo encontrar
que en algunos estudios se habla de manera reiterada
del concepto de dolor, mencionándose los factores des-
encadenantes de padecerlo, entre los que se resaltan las
alteraciones funcionales ligadas a ocasionar dependen-
cia; además, se alude a la influencia de tal condición en
la modificación del estilo de vida, que en determinadas
ocasiones no resulta de agrado para quienes la padecen.
Esto acontece de modo similar en las investiga-
ciones asociadas al estudio de la dependencia, donde
se señala la presencia de enfermedades crónicas y los
dolores asociadas como causantes, mientras que en los
artículos se exhibe que los adultos mayores valoran su
calidad de vida en términos de funcionalidad y se ase-
gura que contar con una situación de dependencia, se
percibe como un efecto negativo que trae repercusiones
sobre el anciano.
Pese a lo anterior, a pesar de que fue posible ver
que estas efectivamente se encuentran asociadas, como
se pudo observar en el presente artículo, se hace nece-
sario realizar mayor número de investigaciones que to-
men estas tres variables al interior de sus estudios, de tal
manera que se pueda estimar más fácilmente la relación
que efectivamente existe entre ellas y sea posible ampliar
este campo del conocimiento.
dependenciA funcionAl y dolor crónico AsociAdos A lA cAlidAd de vidA del Adulto mAyor
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Referencias
Abellán, A., Esparza, C., & Pérez, J. (2011). Evolución y
estructura de la población en situación de depen-
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