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pantes se evidenciaba como estrategia de afrontamiento
centrada en la emoción, el miedo. Este se da como una
respuesta para protegerse de personas que pueden tener
conductas despectivas sobre el estado serológico. El mie-
do en los participantes también se puede relacionar con
la percepción que tienen de sí mismos y haber sido es-
tigmatizado por tener el VIH. Igualmente, se puede evi-
denciar cómo en las narrativas de las personas se resalta
nuevamente el desconocimiento sobre la transmisión
del virus y la importancia del tratamiento farmacológico
y no farmacológico.
“Yo no quiero encontrarme a nadie conocido
cuando vaya al médico, yo vivo en un barrio donde la
gente es ignorante, una vez se enteraron que una perso-
na tenía VIH y la apedrearon (llanto) (ocultamiento). Yo
no siento que necesite el medicamento y pues no iré, a
mí no me gusta estar contando cosas de mi vida perso-
nal, o sea, para mí no es fácil estar contando cosas de mi
vida a personas que no sé si van a contar cosas mías; yo
no soy así” (P9).
Discusión
El estigma sentido es un aspecto importante a con-
siderar a la hora de abordar integralmente a una persona
con VIH/SIDA. Investigaciones previas demuestran la
importancia y el alto porcentaje de estigma sentido que
tienen las personas con VIH, así como el impacto a ni-
vel biopsicosocial (Almanza & Flores, 2012; Leserman,
Barroso, Pence, Salahuddin & Harmone, 2008; Mo-
ral & Segovia, 2011; Saa, 2008; Schuster, Bornovalova
& Hunt, 2011; Varas, Neilands, Guilamo & Cintron,
2008), por ejemplo, el impacto que el estigma sentido
tiene en la adherencia al tratamiento, el recibir y soli-
citar apoyo social, en la revelación del diagnóstico, en
las interacciones sociales y situaciones de participación
social. Es frecuente (Sontag, 2003) que personas que tie-
nen estigma sentido se aíslen, oculten su diagnóstico, se
abstengan de tener relaciones sexuales, tengan una baja
adherencia al tratamiento y presenten mayores niveles
de ansiedad, depresión y estrés.
La presente investigación hace relevancia a con-
siderar el VIH no solo como una enfermedad de com-
ponente biológico e intrapsicológico sino que es nece-
sario identificar el aspecto social al que se liga porque
la construcción de la imagen social de una enfermedad
puede definir de forma importante, cómo una persona
se posiciona en su espacio social, se percibe a sí misma
y con qué individuos de su comunidad se identifica, es
decir, si una persona se identifica con un grupo que ha
sido marginado y una enfermedad que ha sido estigma-
tizada es consecuente que vaya a tener un autoconcepto
construido desde la enfermedad y no desde sus experien-
cias subjetivas y que esto a su vez implique consecuen-
cias a nivel psicológico como baja autoestima, rechazo
a la enfermedad, negación de la enfermedad, falta de
adherencia al tratamiento y dificultades para establecer
relaciones interpersonales.
Teniendo en cuenta lo anterior, los hallazgos de la
presente investigación permiten evidenciar que el VIH
es producto de diversas situaciones en cadena, en donde
las representaciones sociales construidas alrededor de la
enfermedad son un factor central en el afrontamiento
y en la forma de vivirlo colectivamente. Indudablemen-
te, el VIH es una enfermedad de gran carga social, que
genera frecuentemente comportamientos de rechazo,
distanciamiento, señalamiento hacia quienes tienen el
diagnóstico, e incluso entre las mismas personas que vi-
ven con la infección.
Se encuentra por medio de este estudio que son
Karen maCias pulgarín, paula andrea mendoza, CHristian león osorio, fernando riveros munévar,
anderssen vera, arletH patriCia bernal, liliana reyes
| Psicogente | 21 (39): pp. 127-139 | Enero-Junio, 2018 | Colombia ISSN 0124-0137 EISSN 2027-212X |