* Artículo derivado del proyecto de tesis doctoral: Validación de un programa de recuperación psicoafectiva en interferencias en el desarrollo. Universidad
del Norte.
1. vianab71@gmail.com – bustosv@uninorte.edu.co http://orcid.org/0000-0003-3352-7733
2. arusso@uninorte.edu.co – http://orcid.org/0000-0002-8667-7623
Resumen
Objetivo: Comprender cómo el concepto de salud mental se relaciona con las nociones de inter-
ferencias en el desarrollo y recuperación psicoafectiva. Método: El presente artículo tiene como
método la revisión documental. Es un estudio sistemático, metódico y organizado de textos,
artículos y documentos sobre el tema estableciendo un análisis del concepto de salud mental
como efecto del desarrollo psicoafectivo a la luz de la teoría psicodinámica, y las categorías ana-
líticas corresponden al concepto de salud mental, interferencias en el desarrollo y recuperación
psicoafectiva. Resultados: La salud mental en la infancia y adolescencia es una preocupación
reciente, pues se ha incrementado la incidencia de trastornos mentales en esta población. Las
interferencias en el desarrollo se constituyen como dificultades en el curso esperado del desarro-
llo infantil repercutiendo en la salud mental. En Colombia, niños, niñas y adolescentes se ven
expuestos a problemáticas que alteran el desarrollo psicoafectivo e impiden el despliegue de las
potencialidades humanas y la consolidación de la personalidad. Conclusión: Se comprende que
la salud mental es el efecto de los procesos de integración madurativo-constitucionales, mientras
que las interferencias en el desarrollo como: abuso, maltrato, negligencia, abandono, entre otras,
representan alteraciones en dicho proceso, pues afectan las condiciones biopsicosociales de los
niños y niñas, por lo que la recuperación psicoafectiva se propone como una posibilidad para
reestablecer la salud emocional y el balance óptimo indispensable para la superación de la adver-
sidad y el curso esperado del desarrollo.
Abstract
Objective: To understand the relationship between mental health, notions of development inter-
ference and emotional development. Method: This paper has a documentary research method.
It is based on a systematic, methodic and organized study of texts, articles and documents about
the subject through a psychodynamic theory, it was established an analysis of the concept of
mental health as an effect of emotional development and analytic categories, development inter-
ference and emotional recovery. Results: Because of the statistics of mental disorders increasing
on infancy and adolescences, mental health is a recent worry. The development interferences
as difficulties on normal child development are associated to the loss of mental health during
infancy. In Colombia, children and adolescences are exposed to problems which affect their emo-
tional development and block the deployment of human potentialities and the consolidation of
personality. Conclusion: As a result, mental health is then known as the result of the maturating-
constitutional process, meanwhile the development interferences such as: abuse, mistreatment,
negligence, neglect, among others, represent alterations in this maturating-constitutional process
because all of them affects the child bio-psychosocial conditions, also according to these damages
the emotional recovery turn into a proposal to restore the emotional health and the optimal
balance necessary to overcome the adversity and promote the normal development on infancy.
Palabras clave:
Desarrollo psicoafectivo,
Recuperación psicoafectiva,
Interferencias en el desarrollo,
Salud mental, Infancia.
Keywords:
Emotional development,
Mental health,
Emotional development,
Development interferences,
Childhood.
Referencia de este artículo (APA):
Bustos, V. & Russo, A. (2018). Salud mental como efecto del desarrollo psicoafectivo en la infancia. Psicogente, 21(39), 183-202. http://doi.
org/10.17081/psico.21.39.2830
Salud mental como efecto del desarrollo psicoafectivo en la infancia*
Mental health as an effect on childhood emotional development
Recibido: 23/03/2017 /Aceptado: 13/06/2017
http://doi.org/10.17081/psico.21.39.2830
Viana Ángela Bustos Arcón
1
, Ana Rita Russo de Sánchez
2
Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia
artíCulo de revisión
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Introducción
El estudio del desarrollo humano ha llevado a
comprender la infancia como el momento evolutivo más
fundamental del ciclo vital (Campo, 2014), pues es allí
donde ocurren los procesos madurativo-constitucionales
(Greenspan, 1992) más importantes de los individuos.
Mass (2014) afirma que “El análisis de los fenómenos
humanos, desde el campo de la subjetividad, ha permiti-
do reconocer el sentido de los trazos históricos particula-
res del sujeto, así como los modos en que este se inserta
en la cultura” (p.156). En este sentido, la infancia ocupa
un lugar privilegiado en el desarrollo de las sociedades,
a nivel político, económico y en materia de protección
y cuidado de sus derechos, a través de leyes, decretos y
resoluciones que garantizan sus derechos.
La salud mental en la infancia es una problemá-
tica de interés nacional e internacional, pues el recien-
te incremento de la incidencia de trastornos mentales
convoca a pensar las condiciones actuales bajo las que
se desarrollan los niños y niñas. En el mundo “(…) los
datos epidemiológicos hasta el 2005 sugerían una pre-
valencia de trastornos mentales hasta del 20 % de los
niños y adolescentes; de estos, entre un 4 % y un 6 %
requieren atención en servicios de salud” (Minsalud &
Colciencias, 2015, p.206). Mientras que, de acuerdo con
la Encuesta Nacional en Salud Mental en Colombia se
advierte que entre las problemáticas mentales “Para la
población infantil de 7 a 11 años se incluyen: depresión
mayor, ansiedad de separación, trastorno de ansiedad
generalizada, trastorno negativista desafiante, trastorno
por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y tras-
torno de la conducta” (Minsalud & Colciencias, 2015,
p.206). Lo anterior representa un compromiso por ga-
rantizar la salud mental óptima en la infancia.
En la actualidad la infancia se ve más compro-
metida en sus posibilidades debido a las condiciones
económicas, políticas, culturales, entre otras, de la so-
ciedad postmoderna. “Bajo este panorama, la situación
de amenaza de la infancia a nivel mundial es alarmante
(…)” (Martínez, Robles, Utria & Amar, 2014, p.135).
Los esfuerzos se observan minúsculos cuando las cifras
nacionales e internacionales en materia de infancia ocu-
pan preocupaciones y sobresaltos frente a las atroces
dificultades que ocurren en la infancia, desde falta de
servicios básicos hasta abusos o maltratos, por mencio-
nar algunas. Cada día, los canales populares (televisión,
radio, internet, etc.) se invaden de noticias que dejan
perplejo al más desprevenido sobre el peligro que impli-
ca ser niño/a hoy día, la ausencia de los padres, o el em-
poderamiento desbocado del niño ha dejado sin efecto a
los adultos frente a los momentos evolutivos y la crianza.
Bien podrían ser pensados los trastornos mentales en la
infancia como un síntoma de las sociedades modernas
y la caída de sus instituciones representativas (la familia,
la religión, etc.), pues no operan con la certeza o eficacia
de antaño.
Empero, los desafíos actuales no pueden alejarnos
de “(…) la importancia de las experiencias tempranas y
su impacto en la psicopatología del adulto” (Romo &
Patiño, 2014, p.69). Pues estas, evidencian la necesidad
de ocuparse de la protección y el cuidado de los procesos
madurativo-constitucionales de la infancia. Fossa (2013)
señala que “Las investigaciones en psicología evolutiva
y los grandes teóricos del desarrollo concuerdan en que
las experiencias tempranas son fundamentales en la
constitución de la mente” (p.151). En el afán de ocupar-
se de las necesidades como sociedad, se ha olvidado la
importancia de las bases del desarrollo del individuo, la
infancia, pues no basta solo con atender la salud, educa-
ción, agua potable, sino, muy primordialmente el desa-
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rrollo emocional temprano, y con mayor rigor en casos
de interferencias en el desarrollo. El escenario colombia-
no ocupa un sinfín de dificultades afectivas y sociales en
la infancia, las ciencias humanas parecen escasas frente
a sus problemáticas, y en sus efectos, o sea, la salud men-
tal: los trastornos mentales y las dificultades relaciona-
les. Por lo que es urgente “(…) promover la recuperación
física y psicológica y la reintegración social de todo niño
víctima de: cualquier forma de abandono, explotación
o abuso; tortura u otra forma de tratos o penas crue-
les, inhumanos o degradantes; o conflictos armados”
(UNICEF, 1989, artículo 39, p.36). El desarrollo psicoa-
fectivo es una prioridad, y las cifras en materia de salud
mental en la infancia sugieren que las interferencias en
el desarrollo impiden el curso esperado de lo biopsico-
social vital para la consolidación de las potencialidades
humanas y la personalidad.
La psicología dinámica (Bayona, 2012) compren-
de que “(…) Las pautas básicas se establecen durante el
proceso de maduración emocional, y los factores más
influyentes son los que actúan al comienzo” (Winnicott,
1970a, pp.48-49), es decir, que ocupan un lugar deter-
minante en el desarrollo psicoafectivo y en las raíces de
la personalidad adulta. Más aún, se considera que “(…)
la salud mental no depende solo de la herencia ni de
acontecimientos fortuitos, sino que sus fundamentos se
construyen en forma activa en la primera infancia (…)”
(Winnicott, 1965, p.206). Por lo que la atención oportu-
na de las interferencias en el desarrollo, son vitales en la
salud óptima durante la infancia (Phillips, 1988; Tamez,
Ortega, Roa, Russo & Galindo, 2006; Rangel, 2009).
Durante este tiempo diversas teorías de la salud mental
en el ciclo vital de la vida han emergido. Pasando por
Freud, Klein, Bowlby, Jung, Erikson, Piaget y Vygotsky,
múltiples teorías (…) algunas de ellas (…) han dejado
una indeleble huella en el entendimiento actual de
cómo el humano vive y experimenta la salud mental y
cómo la pierde. (Romo & Patiño, 2014, p.68)
Siendo que “El niño es el nivel más frágil de una
estructura (…)” (Cohen, 2015, p.11), no puede ser deli-
berada su protección. En consecuencia, es urgente pro-
mover “La tendencia a la recuperación (…)” (Winnicott,
1963, p.85), ello implica, comprender, desarrollar y per-
feccionar acciones, estrategias y programas en pro de la
recuperación psicoafectiva como un modelo integrador
de los procesos madurativo-constitucionales de la infan-
cia en condiciones de interferencias en el desarrollo.
Salud mental y Organización Mundial
de la Salud- OMS
La salud mental en Colombia y en el mundo se
sustenta desde la Organización Mundial de la Salud
(OMS) en un modelo biopsicosocial, y se comprende
como “(…) un estado de bienestar en el que la persona
materializa sus capacidades y es capaz de hacer frente al
estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva
y de contribuir al desarrollo de su comunidad” (OMS,
2013, p.42), por lo que todas las acciones en materia
de salud mental “(…) implican la creación de condicio-
nes individuales, sociales y ambientales que permitan el
óptimo desarrollo psicológico y psicofisiológico” (OMS,
2004, p.17) de los individuos y su comunidad. La salud
mental “[…] se asocia con cuatro concepciones de la sa-
lud mental: a) como ausencia de síntomas disfunciona-
les, b) como bienestar físico y emocional, c) como cali-
dad de vida y d) como presencia de atributos individua-
les positivos” (Escobar & Cova, 1997, citado por Palacio
& Martínez, 2007, p.116).
La salud mental es además “(…) una parte indivi-
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sible de la salud general, contribuye a las funciones de la
sociedad y tiene un efecto sobre la productividad gene-
ral” (OMS, 2004, p.23).
El bienestar físico, psicológico y social, que va más allá
del esquema biomédico, donde abarca la esfera subje-
tiva y del comportamiento del ser humano. No es la
ausencia de alteraciones y de enfermedad, sino un con-
cepto positivo que implica distintos grados de vitalidad
y funcionamiento adaptativo. (Oblitas, 2004, p.3)
La infancia es “(…) mucho más que el tiempo que
transcurre entre el nacimiento y la edad adulta. Se re-
fiere al estado y la condición de la vida de un niño: a
la calidad de esos años” (UNICEF, 2004, p.1). Es más,
“La infancia es una etapa crítica del desarrollo humano
en la cual se siembran las semillas de la salud mental y
el bienestar del futuro” (Benjet, 2009, p.234). Se refie-
re a los procesos madurativo-constitucionales vitales del
desarrollo humano, y esto implica las condiciones nece-
sarias para la salud mental. Es prioridad comprender las
complejidades de la actualidad, y concentrar esfuerzos
en atender los efectos de los desafíos contemporáneos,
en especial en la población infantil.
(…) se reconoce que el ser humano nace con un alto
grado de inmadurez; si bien es cierto que las pautas
del desarrollo están dadas biológicamente, también lo
es que se necesita de la relación madre-padre-ambiente
para que el desarrollo pueda ocurrir, siendo la infan-
cia el tiempo durante el cual se organizan los procesos
emocionales y los elementos que sustentan la constitu-
ción de la personalidad. (Russo, 2014, p.18)
El desarrollo humano está dado también por el
valor que representa la infancia para la sociedad, en la
actualidad el niño/a ocupa un lugar privilegiado en ma-
teria de derechos, y esto ha permitido que año tras año,
se generen nuevos compromisos nacionales e internacio-
nales para su cuidado y protección.
La inscripción social de la significación del niño en
la cultura occidental, remite a las representaciones co-
lectivamente construidas en el transcurrir de los siglos
que perfilan para cada época una imagen de niño a
partir de la cual, las expectativas y los intercambios
sociales entre adultos y niños logran un sentido parti-
cular que atraviesa las prácticas cotidianas entre ellos y
proyecta una dialéctica de relaciones que tiene que ver
con el futuro de cada sujeto y de cada sociedad. (López,
1999, p.1)
Es decir que, cuanto más se reconoce el valor
transcendental de la infancia en la constitución de la so-
ciedad, mayor son los esfuerzos por garantizar su pleno
desarrollo. El interés fundamental es “(…) ejercer un im-
pacto sobre los determinantes de la salud mental con el
fin de aumentar la salud mental positiva” (OMS, 2004,
p.17). Lamentablemente, la infancia resulta ser también
foco de atropellos que impiden que los esfuerzos deriva-
dos de nuevas políticas para su protección se cumplan
en propiedad.
Las condiciones sociales juegan un papel impor-
tante en la salud mental de los individuos, en especial
durante la infancia, pues la inmadurez de los niños y
niñas los obliga a depender de los adultos, las institucio-
nes y la sociedad en general (Freud, 1977; Serguéyevna,
2015). Se sabe que “La salud mental está influenciada
no solo por factores internos de la persona (como la ge-
nética y la resiliencia personal) sino también de manera
muy importante por el entorno” (Benjet, 2009, p.237).
La inmadurez estructural de la infancia convierte a los
niños y niñas, vulnerables a situaciones como la po-
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breza, el conflicto armado, la violencia, el maltrato, el
abuso, etc., haciéndolos blanco de “(…) cualquier forma
de abandono, explotación o abuso; tortura u otra forma
de tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes; o
conflictos armados” (UNICEF, 1989, artículo 39, p.36),
constituyéndose estas situaciones en interferencias en el
desarrollo.
Una interferencia en el desarrollo deberá ser
comprendida como toda aquella situación o evento ex-
terno que no haga parte de los conflictos esperados del
desarrollo y que además adquiera el carácter de acon-
tecimiento traumático, es decir que, “(…) se impone y
nos aturulla (…)” (Cyrulnik, 2003, p.33). Pues sobrepasa
todas las condiciones madurativo-constitucionales de
los individuos, especialmente de los niños/as. Es decir,
“Los menores de edad son en particular muy vulnera-
bles a su entorno, ya que cuentan con pocos recursos o
poder para cambiarlo” (Benjet, 2009, p.237), dado que
los recursos emocionales y psíquicos se encuentran en
desarrollo, y debido a que las interferencias en el desa-
rrollo de las que han sido objeto, superan su capacidad
para elaborar sus efectos. Por otro lado, cualquiera sea la
interferencia en el desarrollo, las consecuencias podrían
ser nefastas sino se atienden, consecuencias que pueden
ir desde el aislamiento afectivo, agresividad o depresión,
hasta alteraciones permanentes de la personalidad, y
muy significativamente en todos los casos dificultades
en el establecimiento de vínculos afectivos y relaciones
interpersonales (Cyrulnik, 2003). Por lo que la atención
de las interferencias en el desarrollo requiere ser inte-
gral, hace falta algo más que restituir los derechos de
los niños/as, es preciso restituir el carácter emocional
que sucumbe frente a los acontecimientos traumáticos,
se requiere conceder estabilidad emocional y sentido a
la realidad.
Se entiende que cuando los menores son expues-
tos a interferencias en el desarrollo, se interrumpe su
curso esperado y como consecuencia se ve comprometi-
da la salud mental. Por ejemplo, al producirse un abuso
(en cualquiera de sus formas) los cambios comporta-
mentales son evidentes, pero ¿qué de la naturaleza de
los acontecimientos psíquicos que tal abuso representa
en la infancia? Es allí, donde la interferencia en el de-
sarrollo ocupa la prioridad para la atención integral.
Los derechos pueden ser restituidos por medios legales,
sociales y culturales, mientras que la condición emocio-
nal representada en tal interferencia deberá ser tratada
desde su naturaleza, es decir, en su carácter emocional
y relacional. En este caso es necesario “(…) promover la
recuperación física y psicológica y la reintegración social
de todo niño víctima (…)” (UNICEF, 1989, artículo 39,
p.36). Y favorecer así la recuperación psicoafectiva en la
infancia y disminuir los efectos negativos de la exposi-
ción a situaciones de vulnerabilidad.
Muy a menudo, en América Latina y el Caribe los jóve-
nes deben enfrentar un entorno que pone en riesgo su
bienestar emocional, ya que muchos de ellos viven en
la pobreza, trabajan en la calle, tienen embarazos tem-
pranos y están expuestos a la violencia dentro y fuera
de sus hogares. (Benjet, 2009, p.237)
E incluso son más notorios los esfuerzos por aten-
der las problemáticas que enfrentan los niños, niñas y
jóvenes en el mundo y en Colombia, a veces más por el
fracaso aparente que por los buenos resultados.
En la actualidad puede notarse el aumento del maltra-
to infantil a pesar de las estrategias que se han imple-
mentado para la prevención; se han propuesto un sin-
número de explicaciones y opiniones acerca del tema
y sin embargo no se ha logrado el impacto deseado en
las estadísticas. (OMS, 2013)
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La salud mental en Latinoamérica como en el res-
to del mundo, posee dificultades operativas para aten-
der los desafíos actuales. Pues, requiere robustecer las
acciones dirigidas a atender las necesidades emocionales
y sociales de la infancia, con el fin de seguir fortalecien-
do las garantías de cuidado y protección (De la Fuente,
2014).
La oportunidad de aportar con una lectura profunda
sobre las consecuencias clínicas de los individuos en
un contexto que ha sido adverso al despliegue de las
condiciones de su salud, respetando su singularidad y
capacidad de crecimiento emocional, pero sobre todo
en la atención de las condiciones humanas de la socie-
dad. (Bustos, 2016, p.2)
La salud mental “(…) debe ir más allá del con-
teo de frecuencias y de la descripción detallada de sín-
dromes y trastornos en las etapas discretas de la vida”
(Romo & Patiño, 2014, p.68). Debe entenderse como
el resultado de la confluencia de lo heredado y lo am-
biental, y cuando esta relación se ve alterada requiere
de nuevas condiciones internas y externas que permitan
reestablecer “La tendencia a la recuperación (…)” (Win-
nicott, 1963, p.85) que los individuos poseen, dado que
“(…) el propio proceso de desarrollo implica mayor plas-
ticidad y por ende mayor adaptabilidad y receptividad
a ser influenciado por él” (Benjet, 2009, p.237). O sea,
que la inmadurez estructural durante la infancia, es tam-
bién la condición necesaria para la recuperación psico-
afectiva, pues los procesos madurativo-constitucionales
inacabados operan siempre en favor de la integración, y
ello constituye la salud mental.
La salud mental como efecto de la integración del yo
El desarrollo infantil, fue, es y será un tema siem-
pre relevante y actualizado para la psicología, pues re-
presenta el principio de todas condiciones posibles de
las raíces de las emociones, los afectos, las funciones
mentales superiores, la maduración, etc. Es durante la
infancia que lo primordial del desarrollo humano tiene
lugar, y ello constituye una prioridad para su compren-
sión y estudio.
El desarrollo infantil integral suele definirse a través
de los cambios que los niños atraviesan en términos
físicos, cognitivos, emocionales y sociales que los ha-
bilitan a una vida autónoma y plena. Muchas de estas
dimensiones son por todos reconocidas y solemos en-
contrar abundante literatura sobre la mayoría de estas
(salud en primera infancia, desarrollo cognitivo, físico,
entre otros). Sin embargo, es menos habitual contar
con información relevante sobre un pilar del desarro-
llo infantil como lo es el desarrollo emocional. (Duro,
2012, p.5)
Aun así, el desarrollo infantil se nos presenta
parcializado, y en ocasiones se favorecen las tendencias
biológicas y en otras la importancia se centra en los fac-
tores ambientales, sobre lo que Anna Freud (1979) fue
clara en sostener que “(…) nuestra tarea no consiste en
aislar estos dos factores y en atribuir a cada uno un de-
terminado campo de influencia, sino en trazar sus inte-
racciones” (p.72). El desarrollo emocional será entonces
el resultado de la relación entre lo innato y lo ambiental,
o sea que la “(…) aparición de formas, de función y de
conducta que son el resultado de intercambios entre el
organismo, de una parte, y el medio interno y externo
de otra” (Spitz, 1969, p.18). El despliegue del desarrollo
emocional se determina por la incidencia de las relacio-
nes entre el organismo y el ambiente.
El individuo nace en un estado de inmadurez y no
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diferenciación entre el mundo interno y el mundo
externo. Trae consigo una dotación genética que al in-
tegrarse a los procesos de maduración y desarrollo dará
inicio a los precursores de los esquemas y representa-
ciones del sí mismo y del mundo externo, integrando
los componentes pulsional, cognitivo y afectivo. (Rus-
so & Mendoza, 2015, p.34)
Es preciso comprender que “El proceso madurati-
vo-constitucional es universal, pero el desarrollo emocio-
nal concede a cada individuo las características particu-
lares que posee” (Bustos, 2017, p.10). Esto quiere decir,
que cualesquiera sean las condiciones de los individuos,
el desarrollo tiene lugar en las particularidades de cada
uno. Empero, el desarrollo en general y a lo largo de
la vida se caracteriza por tener una orientación más o
menos fija sobre la cual dirigir los procesos madurativo-
constitucionales.
Estas líneas del desarrollo revelan los intentos del yo
por enfrentar con éxito las situaciones de la vida, sin
repliegues dolorosos y sin inhibición demasiado defen-
siva. Estas situaciones de la vida incluyen la separación
de la madre, el nacimiento de un hermano o herma-
na, las enfermedades, la escuela, las relaciones con los
pares, el juego, el surgimiento del interés sexual en la
pubertad y, por supuesto, el amor. (Freud, 1962, p.34,
citado por Sollod, Wilson & Monte, 2009, p.140)
El resultado de los esfuerzos más o menos fijos
del desarrollo son en efecto la consolidación de las raíces
de la personalidad, o sea “(…) maduración, adaptación
y estructuración…” (Freud, 1979, p.65). En definitiva,
se sostiene que “La base de la salud mental es una per-
sonalidad bien integrada” (Klein, 1960, p.272). El de-
sarrollo infantil es un esfuerzo constante por lograr la
integración. Vital es que “(…) lo que sucede en las eta-
pas tempranas del desarrollo de la personalidad (…) es
integración, aplicable a casi todas las tareas evolutivas”
(Winnicott, 1967a, p.35), por tanto, la salud mental está
determinada por las características de integración que
posea un individuo.
Ahora bien, la integración de las condiciones
del desarrollo es la que permite establecer las “(…) ge-
neralidades del desarrollo y el modo particular del niño
para afrontar cada una de las fases de la estructuración
y desarrollo psíquico” (Russo & Mendoza, 2015, p.36).
O como bien afirmó Winnicott (1967a) cuando dice:
“La integración conduce (…) al estado de unidad (…)”
(p.35). O sea, todas las dimensiones del desarrollo se
encuentran en una estrecha relación de tal forma que
dependen unas de otras para que los procesos madurati-
vo-constitucionales puedan suceder, y se pueda producir
la integración.
Los factores innatos, los factores ambientales y lo
psíquico se ordena en función de lograr una unidad en
el desarrollo, esta última es lo que representa la salud
mental, pues “Cada fase del desarrollo contribuye de
manera característica al desenvolvimiento de la perso-
nalidad” (Blos, 2011, p.35) y ordena una “(…) creciente
diferenciación psíquica y una síntesis yoica de compleji-
dad cada vez mayor y de un orden superior” (Blos, 2011,
p.45), es así que, los “(…) aspectos más profundos del
desarrollo emocional, tales como la riqueza de la perso-
nalidad, la fuerza del carácter y la capacidad de alcanzar
una autoexpresión plena, libre y madura” (Winnicott,
1951, p.200), solo puede tener lugar desde la paulatina
complejidad de los procesos madurativos, en especial
cuando la consolidación del yo como instancia psíquica
opera.
Pues en el yo, se ordenan las dimensiones físicas,
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cognitivas, afectivas y sociales, a partir de la satisfacción,
la frustración y la realidad interna y externa, emergen los
mecanismos de defensa, se produce la adaptación y es-
tructuración psíquica. Se comprende que “El desarrollo
y consolidación de la fortaleza yoica es el indicio básico
de la salud” (Winnicott, 1963, p.86). De la capacidad del
yo de hacer frente a los conflictos básicos o a la adversi-
dad se evidencia la salud mental. Por ejemplo: “El niño
no tiene emociones por sí mismo; la emoción solo tiene
sentido en relación con una persona ya conocida” (Dol-
to, 2005, p.110). Con esto, se advierte que los afectos
tienen sentido, son organizados e interpretados gracias
a los procesos madurativo-constitucionales. Al crecer, las
necesidades vitales son rápidamente transformadas en
relaciones afectivas y dependiendo de esta relación se
comprende el desarrollo mental.
Los momentos psicopatológicos o las patologías del
desarrollo pueden hacer su aparición a lo largo del de-
sarrollo por daños estructurales, carencias, fijaciones,
regresiones, detención, interferencias o desviaciones
en combinación con deficiencias, faltantes o sobresa-
tisfacciones del ambiente psicoemocional inmediato
(objeto primario) y/o el ambiente en el que el niño se
desarrolla. (Russo & Mendoza, 2015, p.36)
Curiosamente con frecuencia se asocia la salud
mental con dimensiones positivas y un estado perma-
nente de felicidad, cuando en realidad la salud mental es
paradojal, porque ocupa al “(…) ser humano en tanto es,
siente, actúa, se relaciona y medita” (Winnicott, 1965,
p.201). Es decir, aunque el yo tenga la capacidad de orde-
nar y dar sentido a lo que le acontece, no significa que lo
haga sin apremio, o que a través de lo que ordena no se
experimente ansiedad. El destete, el complejo de Edipo,
la castración, la rivalidad fraterna, entre otros conflic-
tos constitucionales (que no se explican aquí), se corres-
ponden con procesos complejos del yo para lidiar con la
ansiedad que generan y que pertenecen al carácter ma-
durativo de la infancia, sin que representen trastornos
o problemas mentales, así como los afectos asociados a
ellos como la rabia, la ambivalencia y el amor, no cons-
tituyen más que las expresiones propias de los conflictos
vividos, por demás necesarios para el pleno desarrollo de
la personalidad.
Como consecuencia, el mundo interno de la persona
sana, aunque relacionado con el mundo externo o real,
es personal y posee una vivacidad que le es propia. Las
identificaciones introyectivas y proyectivas son incesan-
tes. De ello se deduce que la pérdida y la mala suerte
(y también la enfermedad, como ya lo he mencionado)
pueden ser más terribles para las personas sanas que
para las psicológicamente inmaduras o deformadas. La
salud, debemos admitirlo, encierra sus propios riesgos.
(Winnicott, 1967a, pp.38-39)
La salud mental, es integración, y la integración
se desarrolla a partir de los conflictos evolutivos consti-
tucionales, por lo que la capacidad de ordenamiento del
yo no ocurre sin apuro, pues se necesita de una perma-
nente adaptación del yo a las necesidades y demandas
externas e internas, los mecanismos de defensa evolu-
cionan de acuerdo a los conflictos estructurales y la ex-
periencia externa. Un individuo sano, comienza con un
niño sano. La salud mental se organiza tempranamente,
y desde con lo anímico, y es el yo, la instancia psíquica
que esta personifica.
Método
El presente artículo tiene por objetivo compren-
der cómo el concepto de salud mental se relaciona con
las nociones de interferencias en el desarrollo y recupe-
salud mental Como efeCto del desarrollo psiCoafeCtivo en la infanCia
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ración psicoafectiva. Se deriva además de la tesis docto-
ral denominada Validación de un programa de recuperación
psicoafectiva en interferencias en el desarrollo. A continua-
ción, se relacionan las especificaciones de su realización:
Diseño
Se enmarca en la investigación cualitativa, y en
particular en la investigación documental. Siendo un es-
tudio metódico, sistemático y organizado (Uribe, 2013)
de textos, artículos y documentos sobre un tema (Packer,
2013; Strauss & Corbin, 2012; Bernal, 2010). El método
corresponde a “(…) una abstracción científica (…) una
labor interpretativa (…) según su naturaleza analítica
(…)” (Uribe, 2013, p.198) y comporta “(…) un proceso
no matemático de interpretación, realizado con el pro-
pósito de descubrir conceptos y relaciones en los datos
(…) luego organizarlos en un esquema explicativo teóri-
co” (Strauss & Corbin, 2012, p.12). Por tanto, la revisión
documental aquí realizada, conduce a explicaciones teó-
ricas acerca de la salud mental y la integración.
Instrumentos y participantes
Los instrumentos comprenden la organización
de las fuentes de consulta, que han sido seleccionadas
de acuerdo con la teoría psicodinámica, y su delimita-
ción conceptual se refiere a: salud mental e integración.
Los textos aquí seleccionados son de carácter bibliográfi-
co, cuyo “(…) análisis de la información escrita sobre un
determinado tema, con el propósito de establecer rela-
ciones, diferencias, etapas, posturas (…) del conocimien-
to respecto al tema objeto de estudio” (Bernal, 2010,
p.111). Así mismo, los textos escogidos comprenden
niveles comprensivos e interpretativos, acerca de salud
mental e integración únicamente en la teoría psicodinámi-
ca (Winnicott, 1969; 1970b).
Dado que es una investigación de carácter docu-
mental, no implica la participación de sujetos en el de-
sarrollo de sus aproximaciones conceptuales ni en sus
resultados. Sin embargo, su alcance sí podría implicar la
participación de sujetos en otras modalidades y diseños
de investigación.
Por otra parte, se someten a la comunidad cientí-
fica los resultados aquí encontrados y bajo las disposicio-
nes editoriales de la revista.
Procedimiento y análisis de datos
El procedimiento y análisis de los datos se realizó
de acuerdo con las características de la investigación cua-
litativa, en la modalidad de investigación documental
y en un carácter intra-teórico acudiendo a “(…) escritos
(artículos, informes, planificadores, etc.), entrevista, ob-
servaciones, entre otros” (Valbuena, 2013, p.214). Para
ello se realizó una jerarquización de las fuentes corres-
pondiente a dos objetivos primordiales, primero com-
prender los conceptos de salud mental e integración, y
en segundo lugar generar explicaciones de las condicio-
nes de salud mental en la infancia. Los autores aquí re-
visados pertenecen a una línea de primer nivel ocupada
por Anna Freud, Melanie Klein y Donald Winnicott. El
segundo nivel es ocupado por autores recientes que han
derivado estudios acerca de la temática, y en tercer nivel,
todos aquellos autores o textos, que pertenecen o no a la
teoría psicodinámica o que de forma indirecta abordan
la temática revisada, pero que favorecen la discusión y
análisis de la salud mental en la infancia.
Operativamente el procedimiento de la selección
de textos se estableció así: a. Definición del objetivo de
acuerdo con la fase exploratoria de la tesis doctoral Vali-
dación de un programa de recuperación psicoafectiva en inter-
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ferencias en el desarrollo, la teoría psicodinámica y autores
pertenecientes al concepto de desarrollo emocional en
la infancia y la salud mental. b. Búsqueda, selección y je-
rarquización de los textos, documentos, libros, artículos,
etc., de acuerdo con las categorías de salud mental e inte-
gración. c. Finalmente se establecen relaciones teóricas
entre la salud mental y la integración durante la infancia.
El análisis de los datos, es decir, de los documen-
tos, textos, artículos, etc., revisados “(…) tienen por ob-
jeto elaborar y procesar datos relevantes sobre las condi-
ciones mismas en que se han producido aquellos textos,
o sobre las condiciones que puedan darse para su em-
pleo posterior” (Piñuel, 2002, p.2). Opera en el orden
comprensivo-explicativo de la salud mental como efecto
de la integración en la infancia, a partir de la selección
de los documentos, jerarquización de los textos, la orga-
nización categorial, el análisis categorial y las aproxima-
ciones comprensivo-explicativas obtenidas.
Resultados
La salud mental (López, 2012) es un tema urgente
de atender, ocupa no solo a la disciplina psicológica y la
psiquiatría sino también a la clase política y económica,
pues representa las condiciones del desarrollo de los esta-
dos y la capacidad para el despliegue de las potencialida-
des humanas. La prioridad de la salud mental es cuidar
los factores que la promueven y atender las necesidades
que surgen cuando se pierde. Es vital comprender que
“La salud es un estado y al mismo tiempo, un proceso di-
námico cambiante” (Mebarak, De Castro & Salamanca,
2009, p.3). Lo anterior cobra valor si entendemos que
la salud mental es el efecto del desarrollo, puesto que, al
complejizarse los procesos internos y externos del indivi-
duo, se dinamizan sus capacidades biopsicosociales y se
consolida la personalidad.
En otras palabras, podemos decir que el crecimien-
to y el desarrollo psicológico son el resultado de una
compleja relación que en principio se da entre la díada
madre-hijo, para luego pasar a la tríada madre-padre-
hijo, en interacción con el medio ambiente y la do-
tación constitucional del niño. (Russo & Mendoza,
2015, p.35)
El cuidado, protección y atención de la salud
mental en la infancia es un paso a favor de las transfor-
maciones posibles que tienen lugar en la adolescencia, o
sea, “(…) la etapa de la vida durante la cual el individuo
busca establecer su identidad adulta, apoyándose en las
primeras relaciones objetales parentales internalizadas”
(Aberastury & Knobel, 1998, p.15). Esto permite consi-
derar que la salud mental del adulto es un reflejo de la
salud mental infantil.
La adolescencia se “(…) caracteriza por la prolife-
ración de rasgos y por la construcción de múltiples ver-
siones del yo, acomodándose a una ecología social cada
vez más compleja (puede actuar de forma distinta según
la situación)” (Cantón, Cortes & Cantón, 2011, p.171),
se afirma de esta manera que los procesos básicos de la
salud mental se determinan en parte por los procesos
madurativo-constitucionales y la consolidación del yo.
Así pues, la “Salud Mental sería la capacidad potencial
de realizarnos en nuestra propia vida, y esta capacidad
no nos es dada de una vez por todas, sino que debemos
conquistarla permanentemente a través del ciclo vital”
(Cortese, 2004, p.106). O sea que es el resultado de la
conquista permanente de los conflictos de la vida, y ocu-
pa el terreno a todos los individuos y de la sociedad en
general.
El desarrollo infantil esperado es la garantía para
la salud mental, el logro principal del desarrollo es la
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integración de las dimensiones biopsicosociales en la
infancia que facilitan la “(…) maduración, adaptación
y estructuración (…)” (Freud, 1979, p.65). Aunque “(…)
en la cuestión del desarrollo aparecen inevitablemente
recortes, precisamente porque lo que se desarrolla son
las funciones y no el sujeto” (Jerusalinsky et al., 2000,
p.18), es necesario comprender que la salud mental es si-
nónimo de integración, y no ocurre de forma positiva o
grata, sino bajo los avatares del desarrollo, los conflictos
psíquicos, la complejidad de las relaciones afectivas y el
contexto social.
Por ello “(…) una característica de la salud es que
(…) nunca deja de desarrollarse (…)” (Winnicott, 1967a,
p.35). Y que contrasta con el hecho de que “Por defini-
ción y debido a los procesos de maduración, la apetencia
por completar el desarrollo es muchísimo más marcada
durante la inmadurez que en ninguna otra etapa pos-
terior de la vida” (Freud, 1979, p.29). Es posible soste-
ner que la condición esencial de la salud mental es el
cambio, la transformación y su dinamismo, so pena del
desarrollo mismo. Es decir, cuanto más complejo es el
proceso madurativo-constitucional, más compleja resul-
ta la salud mental. La responsabilidad de la disciplina
psicológica en cuidar y atender el problema de la salud
mental es trascendental en la medida en que su objetivo
asistencial y científico radica en comprender el compor-
tamiento humano, las dimensiones que lo constituyen,
y además favorecer el despliegue de las potencialidades
humanas.
El para qué de la psicología es la transformación, el
cambio. Esto nos plantea la necesidad de explicitar la
dirección y sentido de este cambio. La psicología diná-
mica plantea que salud mental no significa ausencia
de síntomas ni adaptación acrítica a la norma, sino,
la capacidad de lo humano para reconocer su proceso
y cuestionándolo modificar su estructura y desarrollo.
(Ávila & De Pablos, 1978)
Es preciso entonces, atender la salud mental y
“(…) conocer las tensiones que son inherentes a la vida
y los medios que se emplean para hacerles frente” (Win-
nicott, 1961a, p.20). Las líneas de desarrollo guían el
reconocimiento de las complejidades estructurales de
los procesos madurativo-constitucionales y su ocurren-
cia facilita la asistencia al desarrollo psicoafectivo. Este
reconocimiento, permitiría en el caso de las interferen-
cias en el desarrollo establecer no solo las interrupciones
y efectos de su acontecer, sino además determinar las
necesidades asistenciales y ocuparse de la recuperación
psicoafectiva.
Es posible prever semejante catástrofe evolutiva cuan-
do no se hace nada, cuando los estereotipos cultura-
les estigmatizan a los niños, cuando se dice que son
monstruosos, que no tienen arreglo, que serán toda la
vida unos retrasados, unos gérmenes de delincuencia,
cuando el Estado no construye ninguna institución
que les dinamice, cuando las familias exhaustas o mal
constituidas impiden que se teja todo vínculo afecti-
vo, o cuando los adultos responsables, al no creer en
la posibilidad de recuperar a esos niños, no disponen
a su alrededor ningún tutor de resiliencia. (Cyrulnik,
2003, p.49)
En el caso de interferencias en el desarrollo, es
más complejo pues implica anticiparse a los efectos de
estas, o sea, los síntomas clínicos y las graves consecuen-
cias en el desarrollo biopsicosocial del momento y la
personalidad posterior. Por esto, en el caso de las inter-
ferencias en el desarrollo, cuanto más temprana sea la
intervención psicológica, mayores efectos positivos se
podrían obtener, en beneficio de los procesos madura-
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tivo-constitucionales, la integración y la salud mental en
la infancia.
Discusión
Hasta el día de hoy, la salud mental se piensa en
función a la enfermedad mental o los trastornos emocio-
nales, como una suerte de problemas estructurales per se,
y no como el resultado de los procesos madurativo-cons-
titucionales. Es decir, un trastorno mental no es el efecto
de ecuaciones generales o psiquiátricas, sino resultado
del proceso particular de desarrollo y crecimiento de un
individuo. En otras palabras, la salud mental es un pro-
blema del desarrollo humano, y este tiene su inicio en la
infancia, por lo que la salud mental es un problema del
desarrollo infantil.
La salud mental se comprende como un logro de
la adultez, y no como el resultado de los paulatinos al-
cances del ciclo vital, es decir, que la salud mental y la
mala salud se entienden de acuerdo con los síntomas
y no en sus causas. De acuerdo con esta afirmación, el
desarrollo psicoafectivo es el asidero de lo que se conoce
como salud mental, las condiciones biopsicosociales y
emocionales tienen un valor importante de forma inte-
gral, siempre y cuando se reconozca que “El afecto es una
necesidad vital (…)” (Cyrulnik, 2003, p.34). Pues ningún
individuo es una isla, ninguna sociedad está hecha de un
individuo, ninguna cultura se forma sin vínculos.
Los países del mundo hacen esfuerzos inmensos
por atender la infancia, sin embargo, priorizan factores
económicos por encima de las necesidades emocionales
vitales de los individuos, el desarrollo emocional de los
niños/as y la crianza emocional es urgente si se com-
prende la salud mental como un efecto del desarrollo
psicoafectivo, o sea, como resultado de los numerosos
conflictos emocionales, psicosexuales y relacionales de
los individuos, desconocerlos es desconocer lo real de
los individuos.
Los trastornos de salud mental que se inician en la in-
fancia o la adolescencia, además del sufrimiento que
presentan para el menor y su familia, conllevan con-
secuencias personales que se extienden hasta la edad
adulta, así como consecuencias sociales en cuanto al
costo económico y productivo para la sociedad. (Ben-
jet, 2009, p.234)
La infancia se encuentra en la agenda nacional
e internacional, en el contexto público y privado con
la convicción de garantizar los más esenciales derechos
vitales, constitucionales e individuales. Esa inyección
animante del cuidado de la infancia también debe diri-
girse a la protección y asistencia del problema de la salud
mental temprana, favoreciendo el desarrollo biopsicoso-
cial y no solo en la atención especializada de problemáti-
cas o enfermedades mentales. Es preciso ocuparse de la
salud mental en la infancia garantizando las condiciones
mínimas para ello, desde agua potable hasta un escena-
rio de realización de las potencialidades humanas.
El tema del maltrato infantil ha sido estudiado sufi-
cientemente como un factor de riesgo para el desarro-
llo de la infancia, sin embargo, son escasos los estudios
que plantean el ejercicio de una parentalidad positiva
en contextos de riesgo psicosocial como la pobreza o
el desplazamiento forzado. (Granada & Domínguez,
2012, p.458)
Como se sostuvo previamente, con respecto a las
interferencias en el desarrollo, la salud mental se debe
priorizar. El posacuerdo brinda la oportunidad a la so-
ciedad y a la disciplina psicológica de ponerse a tono con
salud mental Como efeCto del desarrollo psiCoafeCtivo en la infanCia
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las necesidades de los ciudadanos. En el caso de la in-
fancia, en condiciones de interferencias en el desarrollo,
previamente mencionadas, la recuperación psicoafectiva
emerge como una opción viable a las problemáticas que
deben afrontar miles de niños en Colombia.
Los derechos del niño constituyen un reto para crear y
sostener condiciones necesarias y suficientes para que
todos los niños y niñas, sin excepción, puedan disfru-
tar a plenitud de buenas condiciones de salud, estar
bien nutridos, con un óptimo desarrollo psicosocial,
y respetados por y protegidos por sus padres, adultos
y (…) por las leyes de cada país. (Amar, Madariaga &
Macías, 2014, p.29)
La cuestión a no desatender, se refiere al com-
promiso disciplinar de la psicología, y en particular de
la psicología clínica de establecer las condiciones nece-
sarias para la protección y cuidado de la salud mental
temprana, y no solo en atender los efectos de la mala
salud, es preciso reiterar que la salud mental comprende
los esfuerzos vitales y madurativo-constitucionales por
lograr la integración de las dimensiones totales del de-
sarrollo, y como resultado de la superación de los con-
flictos propios de los momentos evolutivos y los avatares
que implica cada uno.
El campo de la psicología clínica integra ciencia, teoría
y práctica para entender, predecir y aliviar el desequili-
brio, la invalidez y la incomodidad; también promueve
la adaptación humana, el ajuste y el desarrollo perso-
nal. La psicología clínica está enfocada en los aspectos
intelectuales, emocionales, biológicos, psicológicos,
sociales y del comportamiento humano que funcionan
a través de la existencia en las diferentes culturas, y en
todos los niveles socioeconómicos. (Cullari, 2001, p2)
Resulta obvio pensar que “¡Es tan fácil perturbar
el desarrollo emocional…!” (Winnicott, 1951, p.199). Si
consideramos las condiciones biopsicosociales necesa-
rias para el óptimo despliegue del desarrollo y sus po-
tencialidades, pues cualquier desajuste podría provocar
las más dañinas consecuencias en la formación de la
personalidad y la salud mental. No es viable desconocer
que “El maltrato infantil es tenido hoy como una proble-
mática de alta incidencia, que prevalece como reto a la
mirada clínica de nuestros tiempos (Mass, 2011, p.5). El
Código de Infancia y Adolescencia (2006) al promover
la protección y cuidado de los derechos niños, niñas y
adolescentes, también convoca a la rama jurídica, a la
rama científica y a sociedad en general a pensar las con-
diciones biopsicosociales de los individuos en el país.
Se entiende por maltrato infantil toda forma de perjui-
cio, castigo, humillación o abuso físico o psicológico,
descuido, omisión o trato negligente, malos tratos o
explotación sexual, incluidos los actos sexuales abusi-
vos y la violación y en general toda forma de violencia
o agresión sobre el niño, la niña o el adolescente por
parte de sus padres, representantes legales o cualquier
otra persona. (Art. 18, p.344)
No es concebible el desarrollo sin la dimensión
contextual, pues “(…) el crecimiento emocional del in-
dividuo, incluye la evolución de su capacidad para rela-
cionarse con las personas y con el ambiente en general”
(Winnicott, 1961b, p.120), y esto solo puede lograrse en
la medida en que la unidad del desarrollo haya tenido
lugar, no solo por el contexto, sino por los efectos que
las relaciones producen en la vida anímica y la integra-
ción. Es claro que “Un niño no es fragmentable, es un
ser total cuya mejoría corporal se asocia al progreso del
lenguaje, y cuya inteligencia se alía con la afectividad”
(Cyrulnik, 2003, p.51). Por tanto, en el caso de las inter-
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ferencias en el desarrollo, esta unidad se ve amenazada y
todos los ámbitos de su desarrollo se ven alterados.
El desafío que los fenómenos humanos han represen-
tado para los intereses investigativos, puede reflejarse
en la realización de estudios que conciben al sujeto no
solo desde el sentido de un desarrollo único, sino ade-
más como el producto de una historia familiar; esto
se genera, gracias a la motivación en propuestas com-
prensivas sobre lo subjetivo y su modo de articulación
cultural. (Mass, 2013, p.36)
Ahora bien, en materia de recuperación psicoa-
fectiva en Colombia y en el mundo no existe desarrollo
científico en el tema, tampoco programas, estrategias o
proyectos dirigidos a las interferencias en el desarrollo
de orientación dinámica. El programa de recuperación
El Retorno de la Alegría implementado en Bolivia, Hon-
duras, el Salvador, Perú y República Dominicana (ajus-
tado a las condiciones específicas de los países), única-
mente se ocupa de atender niños/as o adolescentes en
emergencias naturales (UNICEF, 2007). En Colombia,
su implementación se realizó con Nidya Quiroz (1999)
denominado Recuperación psicoafectiva de niños afectados
por desastres y conflicto armado. En ambas condiciones, se
utilizan las estrategias lúdicas, comprendiendo el mo-
mento evolutivo y el apoyo de familiares y profesionales
para favorecer el ajuste psicológico en las condiciones
mencionadas.
Empero, según el Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar-ICBF han ingresado a la institución
hasta el 2013 un total de 16.457 niños, niñas y adolescen-
tes víctimas de maltrato infantil, por otro lado 1.709.995
niños, niñas y adolescentes fueron víctimas de desplaza-
mientos forzado (ICBF, 2013, p.1) y 11.126 niños han
sido víctimas de trabajo infantil (DANE, 2017, p.8). Es
decir, que son muchas más las interferencias en el desa-
rrollo, las que aquejan a la infancia permanentemente,
en comparación con el conflicto armado o los desastres
naturales, o sea, que existe una deuda pendiente con la
infancia en condición de vulnerabilidad en Colombia.
(…) objetivo último sería diseñar programas tanto de
prevención de la enfermedad como de promoción y
mantenimiento de la salud, mediante un conocimien-
to contextualizado de nuestra realidad psicológica (en
sus aspectos afectivos y cognoscitivos) y socio culturales,
para que, basados en dicho conocimiento y compren-
sión, se realicen programas orientados al fortaleci-
miento de una red de servicios de salud y al desarrollo
de estilos de vida sanos y coherentes a las necesidades
concretas de nuestro entorno inmediato que, a su
vez, también permitan reducir el impacto negativo de
nuestra problemática psicosocial sobre las distintas po-
blaciones, comunidades, grupos, organizaciones y fa-
milias. (Mebarak, De Castro & Salamanca, 2009, p.5)
Para las ciencias sociales y para las ciencias médi-
cas es necesario favorecer todas las condiciones posibles
en beneficio de la salud mental de niños, jóvenes y adul-
tos.
Para trabajar sobre el problema o necesidad que pre-
cisa análisis e intervención, tenemos que definirlo en
términos de conductas problema, establecer indica-
dores para evaluarlo y analizar la pertinencia de esos
indicadores (…) Definir operativamente el problema es
describirlo en términos de las variables relevantes que
lo componen, que nos permitan su medida, manejo
y/o su tratamiento (Rodríguez, Cañadas, García &
Mira, 2007, p.54)
Se ha dicho que la salud mental es un efecto del
salud mental Como efeCto del desarrollo psiCoafeCtivo en la infanCia
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desarrollo, es porque se refiere a la más alta complejidad
de la integración de los procesos madurativo-constitucio-
nales y representa el carácter de unidad que es el indi-
viduo, una unidad paradojal, pues comprende los con-
flictos propios del ser humano, sus relaciones, deseos
y frustraciones. La salud mental, así como el desarrollo
está caracterizada por su dinamismo y la permanente ne-
cesidad de adaptación que convierte al yo en la instancia
psíquica vital de la salud mental. El yo es la integración
y la unidad, no sin premura. Pues su esencia es la diná-
mica de las demandas internas y externas, la realidad y
la satisfacción. Por tanto, todos los esfuerzos en materia
de salud deben centrarse en dotar a la comunidad y a
los individuos, padres, niños y niñas, en comprender la
paradoja estructural que es la salud mental, su dimen-
sión biopsicosocial y dotar al yo de una capacidad de
discernimiento y autoobservación.
Entonces, ¿qué sucede cuando en la temprana infancia
ocurre una brusca interrupción del mundo que rodea
al niño? ¿Qué sucede cuando esta brusca interrupción
no es seguida de reparación? ¿Qué sucede cuando esta
experiencia traumática temprana se caracteriza por un
ambiente permanente de muerte y de violencia? ¿Qué
sucede cuando los padres ya nunca más serán los mis-
mos de los primeros momentos de la vida? (Gómez,
2013, p.154)
Los acontecimientos traumáticos al ocurrir por
fuera de los conflictos esperados del desarrollo deberán
ser atendidos, pero para ello se requiere de una com-
prensión vital de la complejidad de la salud mental, su
intervención no debe sostenerse solo en un discurso de
derechos y síntomas, deberá centrarse en las causas y
construirse a partir de la complejidad vital de la salud
mental, para ello es necesario contener un referente teó-
rico que permita dirigir las acciones clínicas. La psicolo-
gía clínica opera por fuera del consultorio, y desde sus
principios es posible construir estrategias de orientación
analítica si: Se comprende la relación existente entre la
salud mental y el ciclo vital temprano, las interferencias
en el desarrollo y la mala salud, y se reconocen los con-
flictos madurativos como un sistema organizador de la
vida emocional. Cyrulnik (2003) afirma que “No hay
duda que este tipo de reconstrucción transita muy cerca
de la angustia y el agotamiento, ¿pero quién ha dicho
que la resiliencia fuese un camino fácil?” (p.59). En de-
finitiva, en el caso de las interferencias en el desarrollo,
sus efectos son seguros, pero para que estos sean menos
dramáticos o impidan la realización individual se requie-
re de: Establecer vínculos afectivos estables (familia y en-
torno), Dar sentido, Resignificar y Empoderar.
La discusión aquí consagrada acerca de la salud
mental como efecto de la integración no se considera
terminada, más bien ofrece la oportunidad de revalidar
los hallazgos teóricos aquí encontrados y transformar-
los en acciones, programas y proyectos que continúen
promoviendo la salud mental en la infancia, junto a la
familia y la comunidad en general. Es preciso resolver el
problema de la salud mental cuando esta ha sido inte-
rrumpida a causa de situaciones como el trauma, y con-
ducir a los afectados a la recuperación psicoafectiva en
condiciones como el conflicto armado, el desplazamien-
to, el abuso o el maltrato. Adicionalmente, urge el de-
sarrollo de investigaciones centradas en la recuperación
psicoafectiva e interferencias en el desarrollo. Empero, la
psicología dinámica y la comprensión de la integración
del yo y su relación con la salud mental conduciría a
una renovación en las tradicionales formas de atender
la salud mental en la infancia, y dirigirse a una visión
emocional y evolutiva.
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