investigación cualitativas (Pérez, 2002) para
operar sobre la complejidad propia de la
sociedad y las poblaciones, para lo que es necesario construir un nuevo
paradigma que incluya categorías propias del subjetivismo, la reflexividad, el
determinismo abierto y la elucidación (De Almeida-Filho N, 2000). Igualmente los
aportes desde otros desarrollos epistemológicos y ontológicos llaman la atención hacia
la necesidad de incorporar los aportes de las teorías sobre la ontología constitutiva y
de las emociones como motores de la acción humana.
No solo es necesario avanzar en los paradigmas sino también en el uso de otras
alternativas de información, de ahí la importancia de la realización de estudios desde
una visión ecoepidemiológica, cuyos resultados fundamenten la formación de los
profesionales de la salud.
Por otra parte, se hace necesaria una definición sobre salud mucho más incluyente e
inclusiva que la definición de la OMS. La salud de los individuos debe examinarse
también como problema social. No obstante, desde Virchow se sabe que la salud del
pueblo es un problema que concierne directamente a la sociedad y, por lo tanto ésta
tiene obligación de proteger y asegurar la salud de sus miembros (Velandia, 2000;
Laurell, 1982).Se trabaja para mejorar la salud del pueblo y se tienen conocimientos
reales y efectivos para prevenir y curar gran número de enfermedades y salvar muchas
personas de una muerte prematura. Pero la aplicación integral de estos conocimientos
depende sobre todo del estadista y la solución efectiva es política. La concepción de que
el objeto de estudio de la medicina es el "hombre enfermo" es refutada por la práctica
diaria y se acepta cada vez más el planteamiento de que el objeto de estudio de las
ciencias de la salud, son los conceptos socialmente definidos de salud y enfermedad
(Ministerio de Sanidad, 2003).
Consecuentemente, los grandes cambios en las expectativas de vida, son una expresión
sintética de los cambios que ocurren a nivel del perfil epidemiológico de la población. Es
decir, se establece la índole, claramente social, y por tanto la historicidad propia de los
patrones de mortalidad de la colectividad humana; puesto que se demuestra que no se
explican en función de cambios en su biología, sino que los determinan sus condiciones
sociales, económicas y políticas (Velandia, 2000; Laurell, 1982). La salud podría
definirse, entonces, como un derecho fundamental que se explica, por cada ciudadano
de acuerdo con su etnia, edad, sexo, género, orientación sexual. La salud está
encaminada al bienestar individual como desarrollo positivo de la energía vital, como
capacidad de pleno desempeño individual y social, y como buen vivir. El derecho a la
salud se convierte, en el plano social, en el punto de partida también para reafirmar el
derecho a la vida: una vida cuanto más larga, cuanto más eficazmente se aprovechen
todas las reservas biológicas del hombre y se reduzca al mínimo el efecto patológico de
los factores propios del envejecimiento social precoz (Laurell, 1982).
Como ya se ha visto, la epidemiología social, la epidemiología de campo y algunos
avances en la Ecoepidemiología justifican cambios en la formación enfermera y de los
profesionales de la salud en general, sin embargo y a pesar de lo anterior, el rol de la
enfermera parece centrarse en el control del brote, olvidando que ésta juega un papel
fundamental en los procesos de contacto directo y preventivo con la población, pero esto
no es posible si los estudiantes de enfermería y de otras profesiones sanitarias no están
formados en su en su troncalidad s en su formación por las informaciones, metodologías y
paradigmas epistemológicos y ontológicos aplicados por los epidemiólogos (Bobadilla,
Lozano, Bobadilla, 1991).
La educación superior pertinente es aquella que establece de forma prioritaria una
relación, obligada y con carácter de ley, entre su misión y las demandas sociales que se
corresponden en cada momento histórico, social y cultural concreto (Palomino, Frías,
Grande, Hernández, Del Pino, 2005).
8 de 14
En el campo de la epidemiología social, sobre todo en la latinoamericana, tan
desconocida en España a pesar de la proximidad cultural y lingüística, se
ha desarrollado la conciencia (y la práctica) de que es necesario incorporar los
desarrollos de Morín sobre el pensamiento complejo (Almeida-Filho, Kawachi, Filho,
Dachs, 2003; Waitzkin, Iriart, Estrada, Lamadrid, 2001; Morin, 2003) las metodologías de